Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J.K. Rowling


Esta pequeña historia no es más que un ¿Y si...? que se me ha ocurrido. En ese caso sería un "¿Y si Petunia también fuese bruja?". Así que aquí esta ésta historia.

Pero antes de empezar, quiero aclarar un par de puntos:

-Aunque he buscado el año en que Petunia nació, no lo he encontrado. Solamente indicaba que era antes de 1960 (año en que nació Lily). Así que he decidido atrás su fecha tres años antes, de manera que Petunia nació en 1957.

-Esta historia, en principio, constará de tres capítulos: el primero (que será la carta), el segundo (que será las compras) y el tercero (que será la selección).

-También tengo que pensar en que casa meter a Petunia, ya que no se me ocurre ninguna.

Y dicho esto, empecemos la lectura.


07/07/1968 - Cokeworth, Inglaterra

Ese domingo el cielo se encontraba encapotado, provocando que muchas familias se refugiasen en casa ante la amenaza de una posible lluvia.

En un pequeño y viejo callejón de una tranquila zona residencial, un gato callejero se hallaba estirado en el suelo mientras lamía su cuerpo. Sin embargo el ruido similar a un chasquido le hizo incorporarse de golpe y ponerse alerta, antes de huir, bufando por lo bajo.

En el callejón, vacío segundos antes, había aparecido una mujer de la nada. Con su cabello negro recogido en un moño y un sencillo vestido rojo, la mujer, que debía rondar la treintena, salió del callejón. Miró a su alrededor antes de sacar un sobre del bolso que llevaba con ella. Comprobó la dirección que salía escrita allí, levantó la vista para leer el nombre de las calles y entonces se encaminó hacia la izquierda.

Camino durante unos pocos minutos hasta que finalmente llegó a su destino, una casa de dos plantas con un pequeño jardín en la parte de delante. La mujer se acercó a la puerta de entrada, dónde en uno de los lados se podía leer EVANS, y llamó a la puerta.

—¡Un momento, por favor! —se escuchó a una mujer hablar.

Segundos después la puerta se abría, dejando ver a una mujer en su treintena, de cabello rubio recogido en una simple coleta y ojos verdes.

—¿Si? ¿Quería algo? —preguntó la mujer.

—Buenos días, señora Evans. Mi nombre es Minerva McGonagall —se presentó la mujer de vestido rojo—. Quería hablar con usted y su marido, si se encuentra aquí, sobre su hija Petunia.

La señora Evans puso cara de preocupación.

—¿Mi hija ha hecho algo? Mire, le aseguro de que, en caso de ser así, seguramente no fue a propósito. Seguramente debió de tr...

—¡Oh, no, no! —se apresuró a negar Minerva—. No estoy aquí para quejarme sobre su hija. Estoy aquí para ofrecerle una plaza en el colegio en el cuál soy profesora. Mejor pasemos dentro y así podemos hablar con más tranquilidad. Además, sería recomendable que su hija también estuviese aquí —dijo al ver la cara de confusión de la señora Evans.

Las dos mujeres se dirigieron al salón, dónde un hombre pelirrojo con una pequeña barba se hallaba sentado en un sillón, leyendo el periódico.

—¿Quién era, Margaret? —preguntó el hombre sin levantar la vista del periódico.

—Lamento la interrupción, señor Evans —se disculpó Minerva, consiguiendo que el hombre apartase la vista del periódico—. Soy Minerva McGonagall, profesora del colegio Hogwarts.

Se adelantó con la mano extendida. El señor Evans se puso de pie y aceptó la mano de la mujer.

—Encantado de conocerle, profesora McGonagall. Soy Roger Evans.

—Cariño, la profesora McGonagall quiere hablar con nosotros sobre algo relacionado con Petunia —informó la señora Evans a su marido—. ¿Puedes ir a buscarla mientras yo preparó algo de té?

—Claro —asintió el señor Evans—. Profesora McGonagall, siéntese por favor.

Minerva asintió y se sentó en un sillón individual, mientras la señora Evans iba a la cocina y el señor Evans subía las escaleras a la segunda planta. Poco después el hombre bajo acompañado de dos niñas de unos once y ocho años.

La mayor tenía el cabello rubio como su madre y los ojos azules de su padre. La menor era el caso contrario, había heredado el cabello rojo de su padre y los ojos verdes de su madre.

—Petunia, Lily. Presentaros a la profesora —les dijo el señor Evans.

—Buenos días, profesora. Soy Petunia Evans —se presentó la mayor, algo cohibida por ver una desconocida en su casa.

—¡Hola, profesora! ¡Mi nombre es Lily! —La menor, a diferencia de su hermana, se presentó con alegría mientras sonreía ampliamente a la mujer.

—Encantada de conoceros, Petunia, Lily —sonrió Minerva a las niñas.

Padre e hijas se sentaron en el único sofá de la estancia, al lado del sillón que había ocupado Minerva. Pocos minutos después, la señora Evans salió de la cocina con el té preparado. Sirvió la bebida caliente en cinco tazas y se sentó en el sofá con el resto de su familia.

—Bueno, profesora McGonagall —dijo el señor Evans, tras tomar un sorbo de su taza de té—. Puede que le parezca una pregunta un poco tonta... pero, dígame, ¿qué es esa escuela de la que usted habla? Hog...

—¿Hogwarts?

—Eso mismo, Hogwarts. Nunca he oído hablar de ella —dijo el señor Evans—. Margaret, ¿a ti te suena de algo?

—En absoluto, Roger —negó la señora Evans—. ¿Qué clase de institución es, profesora?

—Hogwarts es un colegio de magia, señora Evans —respondió Minerva con tranquilidad.

Hubo unos segundos de silencio, solamente interrumpidos por el leve quejido de la pequeña Lily, quién parecía haberse quemado la lengua con el té.

—¿Disculpe? Creo que no la he oído bien.

—He dicho que Hogwarts es un colegio mágico —volvió a decir Minerva.

El señor Evans frunció el ceño. Minerva, sabiendo lo que venía, suspiró y sacó un delgado palito de madera de su bolso.

—Mire, no sé si usted esta de broma o qué... pero le agradecería que no nos haga perder el tiempo a mí y a mi familia con...

Las palabras del señor Evans murieron en su garganta en cuanto Minerva sacudía ese palo y el periódico, que había estado leyendo minutos atrás, se convertía en un canario y se iba revoloteando hasta la parte superior de un armario. Minerva volvió a sacudir su varita y el canario regresó a ser un simple periódico.

—¡Hala!

—¡Vaya!

Las dos niñas exclamaron con voz maravillada mientras la señora Evans se levantaba y recuperaba el periódico, observándolo con los ojos desorbitados.

—Pe... pero cómo... —tartamudeó el señor Evans—. ¿Cómo ha hecho eso?

—Ya sé lo he dicho señor Evans, magia —explicó Minerva—. ¿Quiere ver otra prueba, para estar más convencido?

Antes de que los señores Evans dijesen algo, sus hijas alzaron las manos.

—¡Yo quiero ver!

—¡Y yo! ¡Y yo!

—Pues muy bien. Aquí otra demostración de magia. —Acto seguido, en lugar de Minerva, había un gato atigrado encima del sillón. Las niñas volvieron a soltar exclamaciones de asombro y parecían dispuestas a levantarse para acariciar el gato, algo que el felino notó, ya que volvió a ser una mujer—. Bueno, señores Evans —Minerva se aclaró la garganta, aprovechando que la señora Evans había vuelto a su sitio, con el periódico todavía en sus manos—, espero que esto les haya convecido de que la magia existe.

Ambos padres asintieron en silencio.

—Pero, si usted ha venido a por Petunia, es decir que...

—Correcto, señora Evans. Su hija mayor es una bruja como yo —confirmó Minerva.

—¿Yo... una bruja? —murmuró Petunia, sin creérselo—. ¿Yo también puedo transformarme en gato?

—Con los estudios suficientes podrá hacerlo, señorita Evans —respondió Minerva—. Pero para eso, deberá ir a Hogwarts.

—Papá, papá, ¿puedo ir? —preguntó Petunia con los ojos brillantes.

—Yo, no... no sé...

—Petunia, Lily, ¿por qué no vais arriba un momento? —les pidió su madre dulcemente—. Papá y yo tenemos que hablar con la profesora.

—Pero...

—Mamá...

—Id arriba —dijo la señora Evans, con un tono que no admitía replica. Las dos niñas, con los hombros caídos, subieron las escaleras. Una vez que se hubo escuchado el ruido de una puerta cerrándose en la planta de arriba, el señor Evans tomó la palabra.

—Pero, ¿cómo es posible que Petunia sea una bruja? Ni Margaret ni yo lo somos.

—En ocasiones es posible que en una familia de gente no mágica, nazca alguien con poderes mágicos. Esos son los que conocemos como nacidos de muggles (por cierto, muggle es la definición con la que nos referimos a los no mágicos) —explicó Minerva—. Hay varias teorías respecto a eso, pero la que parece más acertada sería el hecho de que la señorita Evans tuviese algún antepasado mágico y ella hubiese heredado el don de la magia.

—¿Y Lily? —preguntó la señora Evans—. ¿Lily también es una bruja?

—No puedo asegurarlo, señora Evans —respondió Minerva—. Hay ocasiones en que dos hijos de muggles resultan magos, como también puede que solamente lo sea uno de ellos. La única forma de saberlo es esperar a que Lily Evans cumpla los once años y reciba su carta.

—¿Carta?

—Esta carta —Minerva sacó un sobre amarillento de su bolso. El nombre Petunia Evans podía verse en una caligrafía cursiva de color verde—. Esta carta la recibe todo estudiante de Hogwarts al cumplir los once años. Normalmente se suelen entregar con lechuzas, pero, en el caso de los nacidos de muggles como su hija, la carta es entregada por otra persona como yo. ¿Tienen otra pregunta?

—Sí... ¿cuanto cuesta la matrícula? ¿y cuanto es la duración de los cursos?

—La respuesta a la primera, es nada. La matrícula a Hogwarts es completamente gratuita, si no se tiene en cuenta el material escolar que deberán comprar. En cuanto a la segunda pregunta, el curso empieza el primero de septiembre y termina alrededor de la segunda semana de junio. Por supuesto entremedias hay vacaciones de Navidad y de Pascua, dónde los alumnos pueden escoger si regresar a casa o quedarse en la escuela.

—Gracias, eso es todo. —La señora Evans miró a su marido—. ¿Qué dices, Roger?

El señor Evans se quedó pensativo antes de responder.

—¿Por qué no se lo preguntamos a Petunia? —decidió al final.

Su esposa asintió, poniéndose de pie.

—Voy a buscarla.

Un minuto después los cinco volvían a estar reunidos en la sala de estar de los Evans. Petunia miraba a Minerva con los ojos brillantes.

—Señorita Evans, ¿acepta usted ir...?

—Sí. Sí que quiero —exclamó la rubia.

Minerva sonrió un poco y le entregó el sobre que había sacado antes del bolso. Petunia lo abrió con los dedos temblorosos y sacó un pergamino

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore

Querida señorita Evans:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,

Minerva McGonagall

Subdirectora

—¡Tuney, déjame verla! —exclamó Lily, tirando del brazo de su hermana.

—Au, para Lily. Que la vas a romper —se quejó Petunia, intentando apartarse de la pelirroja.

—Venga, Lily. No molestes a tu hermana —dijo la señora Evans, tomando a Lily y alejándola de Petunia—. Anda, Petunia, deja que tu hermana vea la carta.

—Vale. Pero no la rompas.

—¡Claro que no! —exclamó Lily ofendida. Pero se le pasó inmediatamente tuvo la carta en sus manos. La pequeña la observaba como si fuese la cosas más increíble del mundo. Aunque seguramente para las pequeñas era justamente eso.

Petunia sacó un segundo pergamino. Al parecer era la lista del material escolar.

Uniforme

Los alumnos de primer año necesitaran:

-Tres túnicas sencillas de trabajo

-Un sombrero negro puntiagudo para uso diario

-Un par de guantes protectores

-Una capa de inverno

Libros

Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:

-El Libro Reglamentario de Hechizos Miranda Goshawk

-Una Historia de la Magia Bathilda Bagshot

-Teoría Mágica Adalbert Waffling

-Guía de Transformaciones para Principiantes Emeric Switch

-Mil Hierbas y Hongos Mágicos Phyllida Spore

-Filtros y Pociones Mágicas Arsenius Jigger

-Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos Newt Scamander

-Las Fuerzas Oscuras. Una Guía para la Auto-protección Quentim Trimble

Resto del equipo:

-1 varita

-1 caldero de peltre número 2

-1 juego de redomas de vidrio o cristal

-1 telescopio

-1 balanza de latón

Los alumnos también podrán traer una lechuza, un gato o un sapo.

SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS ALUMNOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS

—¿Podemos comprar todo esto en Londres? —preguntó el señor Evans, leyendo sobre el hombro de su hija.

—Por supuesto, señor Evans. En el callejón Diagon encontrara todo lo necesario.

—¿Dónde?

—Es una calle mágica que se encuentra en Londres —explicó Minerva—. La única entrada desde el mundo muggle se encuentra atravesando una taberna conocida como El Caldero Chorreante, en Charing Cross. Ustedes, al ser muggles, no la verán. Pero seguramente sus hijas si lo hagan.

—Bueno... —La señora Evans miró a su marido—. ¿Te parece bien que vayamos el sábado que viene, cariño? —le preguntó.

—No le veo el problema —respondió el señor Evans.

—Muy bien. Alguien irá ese día para guiarles por el callejón. ¿Les parece bien a eso de las diez y media de la mañana?

—Sin problemas.

—Perfecto. —Minerva observó su reloj de pulsera—. Pues muy bien, yo me marcho ya, que todavía tengo que ir a todavía a otra casa.

—Ya veo, pues dejé que la acompañe hasta la salida —se ofreció el señor Evans, guiando a su invitada hasta la entrada.

Al abrir la puerta, comprobaron que había empezado a llover.

—¡Vaya, por Dios! Usted no ha traído paraguas, ¿verdad? —preguntó la señora Evans—. Pues dejé que le preste uno.

—No hará falta, señora Evans —interrumpió Minerva, tomando el periódico que la mujer aún llevaba en sus manos. Con un movimiento de varita lo convirtió en un paraguas negro—. Pues eso es todo. La espero en el primer día de curso, señorita Evans.

—Sí, profesora McGonagall —se despidió Petunia.

—¡Adiós, profesora! —exclamó Lily.

—Tenga cuidado, profesora —dijo la señora Evans.

—Adiós.

Minerva asintió y se alejó por el sendero en dirección a la calle.

La señora Evans y sus hijas entraron en casa, dejando al señor Evans solo en el recibidor, observando la lluvia que caía en el exterior.

—Aún no había terminado de leerme el periódico.


Hola gente.

Primer capítulo de los tres planeados para la historia. Este capítulo ha sido desde la perspectiva de McGonagall, aunque los siguientes ya serán desde la perspectiva de Petunia.

Por si alguien se lo pregunta, en esta historia tanto Petunia como Lily son brujas, así que no os penséis que es una historia donde Petunia es bruja y Lily no y esas cosas.

Por cierto, ya que los nombres de Petunia y Lily están basados en flores, he decidido que el de su madre también lo este.

Espero que os haya gustado.

Se despide,

Grytherin18-Friki

PD: Aunque haya dicho que son tres capítulos, a lo mejor acaban siendo cuatro. Todo depende de si el viaje a Hogwarts me queda lo suficientemente largo.

PDD: ¿Podrá Roger Evans leerse algún día su periódico?