CSI: NY, no me pertenece… de lo contrario muchas cosas serian diferentes.


La voz de sus amigos, llega apagada y distante a través de la puerta acristalada, las paredes blanquecinas que lo rodean se vuelven cada vez más tétricas y el olor a antiséptico se torna casi irrespirable.

Esta en un hospital, una bala perforó su pecho. Ahora lo sabe.

La voz que se alza por encima de los pitidos de las máquinas que lleva conectadas a su cuerpo, le es gratamente familiar. Un dejo entrañable y un tono cálido, palabras susurradas que lo invitan a unirse a ella. Quizá el momento ya ha llegado.

Intenta llamarla en medio de susurros ahogados por el dolor, un dolor que se torna insoportable con cada segundo y con cada nueva bocanada de aire. Pronuncia su nombre y sus labios apenas se mueven. Su grito no se oye.

— ¡Jess! —Sin embargo, ella parece no escuchar su llamado.

Nunca le dijo que la quería, dejó pasar el momento. Vengó su muerte, pero con aquello no le devolvió la vida, ella se fue y no pudo hacer nada para remediarlo. Ella no puede escucharlo.

Se puede imaginar la escena que acontece fuera de aquella blanca sala de hospital.

Lindsay, con los ojos húmedos y enrojecidos apoyándose en el hombro de Danny; Mac, comentando con Jo los últimos avances de la investigación. Cada uno lidiando con su propio dolor, cada uno haciéndolo a su modo. Sus amigos lo aprecian, eso siempre lo ha sabido.

La voz de la mujer que amara hace algún tiempo regresa de pronto. Sin embargo esta vez su timbre es un tanto imperioso.

—Ellos estarán bien, se tienen lo unos a los otros. Es momento de partir.

Unos dedos cálidos y femeninos toman su mano, mientras una punzada de dolor atraviesa su pecho, una de las maquinas que tiene a su lado lanza un pitido agudo y ensordecedor.

A lo lejos puede escuchar los pasos apresurados, de los que supone son médicos y enfermeras, sin embargo el dolor ha empezado a remitir y una calidez extraña invade su cuerpo. Lo único que lo atormenta es el recuerdo de su hermana.

—Ella estará bien.

Mira el rostro de Jess y sabe que aquello también es verdad.

No hay nada que lo ate a este mundo. Su hora ha llegado.