NO DIGAS: TE AMO
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I
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Este fanfic se desarrollará en un universo alterno no mágico; aunque en verdad deseo lograr que esta historia haga que la magia emane de todos nosotros.
- ¿No es ese Draco Malfoy?
- Si, es él. ¡No puede ser! ya esta engatusando a otra pobre chica…
- Vamos Hermione ¿no me digas que sigues escandalizándote por la conducta de Draco? Lo conoces desde que entramos a la universidad y tu habitación ha estado junto a él desde entonces…supongo que tu sabrás mejor que yo por cuantas chicas ha pasado Draco Malfoy.
- Si te dijera que la mitad de las chicas de la universidad creo que no estaría exagerando.
Ambas chicas empezaron a reir.
- A veces siento que eres demasiado dura con él ¿qué culpa tiene de que sus padres murieran y que el heredara su fortuna?
- Si, tienes razón – repuso Hermione algo arrepentida – el no tiene la culpa de ser rico…
- …y guapo – completó la otra chica, una morena de cabello y profundos ojos negros: Emily Taylor.
- Vamos Em… no exageres, sólo es un poco guapo.
- ¿Un poco guapo? – repitió la morena incrédula.
- Ya te lo he dicho, comprendo la situación de Draco, después de todo yo también he perdido a mis padres… - su mirada se entristeció – pero todo su atractivo no disminuye lo malcriado que es…
- Oh no…ahí vas de nuevo – suspiró la morena fastidiada - ¿no irás a contarme otra vez lo mal que él te trato el primer día de clases, o sí?
Hermione Jane Granger: trigueña, de ojos color miel e indomables cabellos castaños, refunfuñó.
- Esta bien, ya no volveré a contar esa historia…es más, ni siquiera se porqué desperdiciamos nuestro tiempo hablando de ese "tipo" para el que las mujeres tienen fecha de caducidad.
- Supongo que lo dices por la comparación que estás haciendo con tu nuevo pretendiente…
- Hunter no me pretende…es solo una cita. – suspiró la castaña sin poder evitar sonreír. Desde principio de año le había atraído Hunter Evans, un norteamericano transferido a la universidad inglesa en la que ella estudiaba, curiosamente en su misma especialidad.
- ¡¡¡Hunter es tan guapo!!! – se emocionó la morena – con ese cabello alborotado y esos ojos azules que parecen…ah… - suspiró - ¡que suerte tienes! hasta yo me emociono.
Hermione se rió. Su amiga Emily era muy dada ha ese tipo de expresiones, a diferencia de ella Em era muy abierta y siempre sonriente, los dormitorios de estudiantes eran mixtos en cuanto a sexo, pero individuales y aunque las amigas no compartían habitación, como tenía a Malfoy a un lado y a Emily al otro, se percataba perfectamente de quien de los tres tenía el mayor numero de citas, y desde luego, la castaña no era la ganadora.
- Me sorprende que no te haya invitado a salir antes.
- A mi también; pero supongo que al fin se decidió ¿no crees?
- Claro – sonrió su amiga abrazándola – no tienes porque angustiarte.
Las chicas levantaron sus libros de la mesa de cafetería en la que estaban sentadas y salieron del lugar para dirigirse a sus clases, aunque la castaña nunca se percató como su amiga no dejó de ver al rubio en ningún momento.
- ¿Cómo te fue en el examen?
- Creo que bien…¿y a ti?
- Igual, la verdad estuvo más difícil de lo que me imaginé.
- Vamos Herm, con las buenas notas que tienes no dudo que te vayas a graduar como el primer lugar de la clase.
- Me encanta que me halagues – rió la castaña contagiando a su amiga, mientras caminaban hacia su habitación – Oye, me dio sed…voy a la maquina de sodas ¿quieres algo? – preguntó sacando su cartera y extendiendo su mochila para que se la llevara.
- No, gracias. Te espero en mi dormitorio para que sigamos conversando.
- No tardo.
Hermione dio media vuelta y caminó con calma hasta la maquina expendedora que se encontraba fuera de los dormitorios, se tomó su tiempo para pensar en la cita que esa noche tendría y en lo que ella luciría, no podía ir como siempre, tenía que verse…especial
- ¡Maldita chatarra¡Devuélveme mi dinero!
- Esta maquina tiene un secreto
Oyó decir a sus espaldas.
- Pammm!!!! - se oyó un estruendo
De repente salió disparada una lata de jugo de manzana.
- Wow, muchas grac…
La frase se extinguió en los labios de la castaña.
- Malfoy, no sabía que fueras tú – dijo un tanto contrariada – gracias de todas formas.
El rubio un tanto ofendido por la reacción de la castaña, contraatacó:
- Vaya, así que eras tu Granger...que lástima, por un momento pensé que se trataba de una chica "bonita"
El rostro de ella se puso de todos colores.
- ¿Podrías dejarme en paz? No falta mucho para que nos graduemos y tú sigues fastidiándome igual que el día que nos conocimos…eres tan infantil – dio un pisotón en el piso para dar énfasis a sus palabras - ¡Ush¡Te detesto!
Draco no pudo reprimir una sonrisa cuando la vio alejándose tan molesta.
- Mira quien es la infantil… - musitó en voz baja.
Hermione Granger no era una mujer común, eso no le había sido difícil de descubrir a Draco quien le hacía justicia a su reputación de playboy experto en mujeres; Hermione no se parecía en absoluto a cualquier otra mujer que el rubio hubiera frecuentado antes:
La castaña era perspicaz e inteligente, quizá más allá de lo que se hubiera tolerado en cualquier chica bonita como era ella, porque no había que negarlo…Hermione Granger era bonita; sin embargo, su pésimo gusto en prendas y maquillaje le restaban el atractivo natural que poseía; pocas eran las veces en que el rubio la había visto lucir vestidos o faldas, de hecho, el noventa por ciento del vestuario de la chica consistía en "ropa práctica" frecuentemente una o dos tallas más grande "por si subía de peso", pero eso sí "muy cómoda".
- Es todo un caso… - masculló Draco.
Hermione jamás usaba zapatillas de tacón y ni mencionar el maquillaje, el cual solo consistía en un gloss semi-transparente y si acaso un ligero toque de rubor… y su cabello ¡Cielos¡Esa indomable melena!
- Un verdadero desastre – concluyó el rubio.
Y eso era sólo respecto a su físico; la castaña tenía además otros hábitos que podían enloquecer a cualquier persona, si lo sabría él: no era muy dada a ver el televisor, pero podía pasarse horas metida en sus libros, Draco conocía perfectamente cuando comenzaba y terminaba su "hora de estudio" pues siempre que hacía sus deberes o repasaba sus materias ponía esa horrenda música oriental que él detestaba, pero después de cientos de discusiones había empezado a tolerar.
Ah, pero su carácter…
- ¡¿Qué me pasa?! No puedo quedarme embobado pensando en esa tonta… - se reprendió el rubio – Se me hace tarde para mi cita y no pienso perder tiempo especulando más sobre esa mujer.
Draco siguió su camino, sin embargo, momentos antes de llegar a su habitación oyó voces que emanaban del dormitorio de esa tal Emily Taylor, la amiga de Hermione. Seguramente esas dos estaban conversando, y para colmo habían dejado la puerta semi-abierta, como invitando a que cualquiera las oyera:
- ¿Y ya pensaste en que vas a vestir en tu cita?
El corazón del rubio se aceleró: - "¿Cita¿Cuál cita?"
- Sí, he decidido usar ese hermoso vestido de gasa y seda color carmín, Hunter dijo que iríamos a un restaurant elegante…
- "¿Hunter¿Se referirá a ese odioso norteamericano?" – se preguntó el rubio.
- ¿Te refieres a ese vestido que te envió tu admirador secreto? – preguntó pícaramente Emily.
- No se a que admirador te refieres, la caja no tenía ninguna nota… - respondió la castaña.
De pronto Draco pasó del desconcierto al enojo, él sabía perfectamente la historia de ese vestido…porque era él quien anónimamente se lo había regalado a la castaña, como una obra de caridad, claro.
El rubio recordó como días atrás se sorprendió al ver a Hermione dentro de una tienda observando ropa, sabía que los difuntos padres de ella la habían dejado bien protegida económicamente, pero con lo obstinada y práctica que era ella se negaría a hacer mal uso del patrimonio que le habían heredado sus padres, mucho menos en cosas innecesarias o frívolas, como consideraba ella a un vestido.
Recordó como miró embelezada un precioso vestido carmesí en uno de los aparadores y al observar el precio su rostro se transfiguró del entusiasmo a la decepción; y también como dando una última mirada a la prenda salió del lugar cabizbaja.
A él jamás le había importado demasiado como arreglara su vida la castaña, si no quería darse el lujo de costear con el dinero de sus padres esa prenda era su problema; sin embargo al recordar su expresión, su corazón se oprimió y pensó que tal vez no le vendría mal hacer una obra de caridad y regalarle el vestido de forma anónima, como un mero acto de altruismo; lo que es más, ese secreto entusiasmo que sintió al ver la alegría reflejada en el rostro de la chica al recibir el paquete que contenía el atuendo, no significaba absolutamente nada.
Ahora todo encajaba, la castaña estaba preparándose para su cita, no era él quien le iba a facilitar las cosas dejando que ella vistiera para otro el atuendo que él le había obsequiado en un arranque de absurda ternura.
- Cálmate Draco – respiró hondo y pensó unos momentos volviendo a su habitación; luego sonrió malévolamente – Ya lo tengo.
Las amigas terminaron de conversar pocos minutos después, justo a tiempo para que el rubio actuara:
- Toc, toc, toc
- Adelante.
- ¿Granger?
- ¿Qué pasa Malfoy, viniste a que siguiera agradeciéndote por tu ayuda en la máquina de sodas? – preguntó ella sarcásticamente.
El rubio carraspeó su garganta.
- No, de hecho no.
- ¿Entonces?
- Quería preguntarte si por error no tienes un paquete con un vestido rojo que debieron entregarme hace unos días – dijo lo más amable e inocentemente que pudo.
- ¿Un vestido? – Repitió la castaña mirando hacia su armario, donde sobresalía la prenda – Supongo que debe ser ese… - señaló.
- Si, ese es exactamente – confirmó Draco – pienso regalárselo a la chica con la que salgo hoy, supongo que los de la boutique se equivocaron.
La castaña suspiró algo abatida: – Si, supongo… no traía tarjeta, por eso creí que… - guardo silencio y meneó la cabeza – no importa.
Luego, se dirigió al armario, sacó el vestido de su lugar y con una última caricia, como si estuviera despidiéndose, lo dobló con cuidado, lo metió en su caja lo más rápido que pudo y se lo entregó al rubio.
- Aquí tienes… - dijo lo más serena posible, aunque su voz se oía decaída – seguramente a ella le gustará mucho.
Draco notó como los labios de Hermione temblaban ligeramente y como daba la vuelta intentando contener sus sentimientos de frustración.
- Lo siento – sintió la necesidad de decirlo.
- ¿Por qué te disculpas? – preguntó la castaña tratando de aligerar la tensión del momento – Cometieron un error al enviar el vestido, no es culpa de nadie… - luego fingió una sonrisa – no es como si yo fuera a usarlo o algo así, de hecho ni siquiera creo que se vería bien en mí…
Aunque trataba de parecer calmada, una inconfundible tristeza se reflejaba en sus ojos, se veía tan bella…y tan vulnerable. El rubio sintió unos enormes deseos de abrazarla, pero se contuvo lo suficiente para salir de la habitación y volver a la suya, lo suficiente como para que al llegar frente al espejo de su baño se viera en éste y se dijera:
- Soy un miserable.
- Era demasiado bueno para ser verdad… - suspiró la castaña enjuagándose unas cuantas lágrimas que finalmente habían brotado involuntariamente de sus ojos al verse desposeída de su anhelado vestido – ¿Y ahora que me voy a poner?
Como en todo, Hermione no se quebró la cabeza pensando demasiado, eligió una de las pocas faldas que tenía, lino color rozado, de corte recta, elegante y discreta, aunque se le ceñía como una segunda piel…
- Ahora…
La castaña meditó unos pocos minutos, como tampoco tenía muchos pares de zapatos, optó por llevarse unas lindas zapatillas negras de tacón medio y para combinar, una blusa negra y gabardina de lana del mismo color…no era para menos con el frío que hacía en Londres.
- Bien. – Suspiró Hermione complacida; no era precisamente el atuendo más elegante del mundo, pero serviría para el lugar donde Hunter la llevaría – Ya no queda tiempo… - musitó consultando su reloj – solo un par de cepilladas para este revoltoso cabello y un poco de gloss en los labios.
- Toc, toc, toc!!!
- ¡En seguida salgo!
La castaña se dio una última mirada en el espejo, tomó su bolso y salió.
- Fiuuuu… - silbo Hunter galantemente – luces bellísima.
Ella no pudo controlar el sonrojo que tiñó sus mejillas.
- Gracias, tú también te ves muy guapo. – se atrevió a comentar.
- Si nos pasamos diciéndonos cumplidos creo que no llegaremos a tiempo.
La pareja rió.
- Tienes razón.
- ¿Nos vamos? – preguntó el chico caballerosamente, ofreciéndole su brazo.
Ella lo tomó.
- Será un placer.
La cita con Hunter Evans había dejado a Hermione prácticamente flotando en las nubes; habían cenado en un pequeño y romántico restaurant con música suave y velas iluminando el lugar, habían reído y conversado amenamente y el cierre de una noche perfecta fue una tanda de besos igualmente perfectos.
Al día siguiente ella seguía en su ensueño, a tal grado que podía asegurar que nada ni nadie podría hacerla enfadar.
- ¡Ey, podrías quitarte de mi camino!
- Lo siento, no me fije Malfoy…
- ¡Ahora por tu culpa llegaré tarde a mi clase de literatura postmoderna!
- Se nota que eres rico, sólo los ricos pueden darse el lujo de estudiar carreras inútiles.
- ¿Inútil? – Refutó el rubio molesto – jamás esperé que ese comentario viniera de ti, siempre que te veo estás leyendo un libro.
- No me malentiendas, adoro la literatura, pero eso no significa que crea que es una carrera redituable, cualquiera puede escribir y muchos de los autores más reconocidos no tienen un título.
- Ah, lo olvidaba…supongo que dices esto porque estás estudiando "Administración financiera" con el único fin de llenar tus bolsillos de dinero y dejar de sufrir carencias.
Hermione se desconcertó.
- ¿Carencias¿De qué hablas? El que no quiera malgastar el dinero de mis padres no quiere decir que sea una muerta de hambre, a diferencia de otros que ni en 5 vidas lograrían agotar su fortuna.
- ¿Crees que me ofendes al restregarme en la cara que soy rico? – Preguntó el rubio – Yo no tengo la culpa de haber nacido así, y si te sirve de consuelo, no te preocupes, si no consigues empleo te daré trabajo en una de mis tantas empresas.
De repente la castaña guardo silencio. Era cierto…él no tenía la culpa de haber nacido en una familia millonaria, así como ella no tenía la culpa de que sus padres fueran unos dentistas de clase media; aunque sonara mediocre: así era la vida.
- Lo siento, tienes razón; no quería prejuzgar.
Draco también guardo silencio, sabía que lo más apropiado era pedir también perdón de manera recíproca, pero ese simplemente no era su estilo y jamás lo sería.
- Se me hace tarde para mi clase, no puedo seguir perdiendo tiempo contigo... - exclamó él ofuscado; aunque mientras se alejaba esperó que la chica hiciera algún comentario infantil y se fuera refunfuñando como solía hacerlo; sin embargo ella no dijo nada, lo que le intrigó.
Un par de pasos después Draco dio media vuelta y se dio cuenta del porqué de su silencio: Hunter Evans acababa de dar vuelta por el pasillo y se había encontrado cara a cara con Hermione quien instintivamente se llevó la mano a los labios, recordando sin duda los besos recibidos la noche anterior.
El tiempo parecía haberse detenido para ese par. No era necesario ser un genio para saber lo que estaba ocurriendo, para Draco Malfoy todo era muy claro: Hermione Granger al fin se había enamorado.
Continuará . . .
N/A: ¡Hola a todos! De verdad muchas, muchísimas gracias por acompañarme en este nuevo proyecto que estoy iniciando, sé que me he retrasado, pero tenía tantas ideas para esta historia que necesitaba ponerlas en orden y creo que al fin logré un poco de orden en mi cabeza, pero solo un poco ¿eh? Jajaja ;D
De antemano agradezco a todos ustedes su apoyo y los comentarios, dudas, felicitaciones o hasta tomatazos que deseen enviarme por medio de sus REVIEWS, como siempre lo digo: los comentarios de mis lectores son lo más valioso para mí.
En fin, les deseo amor, felicidad y un excelente año por venir … ¡ Hasta la próxima !
Atte. Aimé
P.D.
En mi profile encontrarán el trailer en video de esta y otras de mis historias, además del enlace a la página que utilizo para contestar sus conmentarios, espero su visita.
