º. Secrets Intims.º
Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen. Tan solo son utilizados sin fines de lucro y por diversión.
ADVERTENCIAS:
Los one-shot que formarán este fic están basados de los títulos del evento "Mes NH Smut. Así pues, cada uno irá comprometido con excenas de contenido sexual entre estos personajes.
Con lo cual:
Pareja: Naruto x Hinata.
Contenido: Para adultos, rango (M) +18.
Cantidad: 31 one-shots no enlazados entre sí y basados únicamente en esta pareja.
Autora: Chia S.R
Otros datos: OC, OOC, Lemon.
-Fun whit clones-
"Cuando jugar se convierte en algo excitante".
Hinata mordisqueó su labio por tercera vez.
Naruto disfrutaba con ello. Era algo tentador. Algo especial. Un gesto que era capaz de excitarlo de sobre manera. Solo llevaban un año como esposos y ella cada vez más lo encendía con simples gestos.
El joven rubio nunca había sido capaz de comprender a su profesor, pero en esos momentos, le entendía perfectamente. Hinata era como el detonante para que su mundo sexual despertara de un modo increíble. Además, con que la mujer dijera que esperaba poder traer al mundo pequeños Narutines y adorarles del mismo modo que lo adoraba en él, se había visto con la agradable labor de cumplir los deseos de su mujer.
Pero su condenado trabajo le quitaba demasiado tiempo de disfrutar de su flamante esposa.
No obstante, existían días como esos que podía permitirse.
Un ratito de libertad que saborear.
Hinata había preparado un fin de semana repleto de juegos de mesa. Muy divertido si se miraba con suma atención. Pero él había aprendido de cierto maestro y no podía evitar que, entre lo aprendido y sus necesidades, saltara aquella chispa maliciosa que tantos sonrojos le sacaban a su mujercita.
—P-pero, Naruto-kun. Somos dos, no puede ser justo.
Naruto había propuesto una simple partida de cartas, pero con el pago de desnudarse. Era algo tan típico que imaginaba que su esposa comprendería el tema. Sin embargo, Hinata era la dulzura inocente en persona. Sin embargo, Naruto no podía dejar pasar esa oportunidad.
—Bien. Usaremos clones.
Unió sus manos y efectuó los gestos correctos hasta que otros dos como él aparecieron. Hinata los miró con curiosidad, mientras reían o la sonreía, completamente consciente de cuál llegaría a ser su tarea. Hinata se miró las manos y la pregunta estaba claramente expuesta en su rostro.
—No hace falta. Con los míos será suficiente.
—Pero sería injusto— musitó inflando una mejilla. Naruto se la apretó mientras reía.
—No lo será.
Y empezó a barajar.
Una hora más tarde, a sus dos clones le faltaban la parte superior de la ropa y Hinata estaba en paños menores. Naruto se levantaba para quitarse su propia chaqueta y miraba de reojo hacia el rostro de su mujer.
La ropa interior era de color crema y algo transparente. Desde su altura, podía distinguir perfectamente las pequeñas zonas donde las aureolas de sus pezones se formaban y apretaban entre sí mientras barajeaba las cartas.
Se sentó, pasándose una mano por los cabellos y recogió las cartas. Carta a carta pudo ver que su mujer tenía una mano increíble repartiendo cartas. Las suyas eran las mejores que había obtenido en toda la partida. Por un instante, empezó a compadecerse de ella. Pero en esos momentos su mente estaba más preocupada por la erección dentro de sus pantalones que otra cosa. Además, si Hinata quisiera detenerse, él solo tendría que darse una ducha fría.
Uno de sus clones tiró las cartas sobre la mesa, echándose hacia atrás y poniéndose en pie.
—Me rindo— alegó rascándose descaradamente el trasero.
Hinata le miró con sorpresa, pero tomó aquello como un simple gesto Natural. Naruto sabía que no. Era él mismo. Y ese dichoso clon iba a hacer algo que él deseaba en esos momentos. Pero, rendirse iba a ser una estupidez. Era el único capaz de quitarle las últimas prendas de ropa.
Su mujer pidió dos cartas, con la esperanza de tener una buena mano y miró con el ceño fruncido las que le tocaron. Su clon se paseó detrás de uno y otro, incluso bromeó con el otro clon a cuenta de mirarse las cartas, hasta que se posicionó tras Hinata.
La chica parpadeó, pero sonrió, acariciándole la cabeza cuando apoyó la barbilla sobre su hombro, indicándole la forma correcta de poner las cartas. Naruto puso las manos sobre la mesa, molesto.
—¡Eso no vale, yo molesto, Dattebayo! — protestó. Pero el clon simplemente le sacó la lengua y continuó.
—Vamos, Hinata— animó contra su oreja, con ambas manos a cada lado de su cuerpo—. Esta vez, ganarás tú.
Naruto no pudo comprender si su clon hablaba en serio o simplemente estaba continuando con su plan interno. Si le hacía perder, al traste con su última oportunidad y sus planes. Casi deseó deshacerle por tal de entender qué quería.
Pero notó como acariciaba los brazos de Hinata a la par que señalaba las cartas y cómo subía cada vez más arriba, hacia sus hombros. Hablándole justo en el oído, susurrando y sacando sonrojos a diestros y siniestros, hasta que, finalmente, sus manos terminaron justo sobre sus senos.
—¡N-nh! — Hinata no pudo terminar de gemir su nombre, clavando la mirada en sorpresa sobre él.
Su clon susurró algo, continuando con el descarado manoseo a sus senos. Apretándolos entre sí, recogiendo entre sus dedos los pequeños y erectos pezones, hasta que, uno de ellos abandonó el resguardo del sujetador.
—E-espera… esto es… trampa— murmuró la joven guiñando un ojo. Naruto sacudió la cabeza, sonriendo. La erección en sus pantalones palpitó.
—Hinata, ya no te queda ropa y…— mostró sus cartas. El clon sonrió satisfecho—. Creo que tus cartas no son mejores que las mías, Dattebayo.
Hinata tuvo que reconocerlo, mostrando sus cartas a la par que un gemido escapaba de su boca. Naruto sonrió. Tal y como se imaginaba, su tierna Hinata era malísima jugando a esa clase de juegos.
—Bien. Entonces, esto fuera— anunció el clon abriendo la parte trasera del sujetador con sus dientes. Hinata dio un respingo cuando la prenda resbaló por sus brazos y terminó por los aires—. ¡Más libres!
Naruto no perdió detalle de cómo ambos senos saltaban y la forma en que Hinata intentó cubrírselos. Adorable. Completamente adorable.
—¡E-eso no es justo! — protestó, mirándole avergonzada. Dos pequeñas lágrimas escaparon de sus ojos. Pero Naruto sabía reconocer que no eran un error por la forma en que sus piernas presionaban una con otra.
—Pero no es desagradable, ¿ne? — canturreó su clon sin cesar de acariciarla. Dio un pellizco a ambos pezones, logrando así un gritito como respuesta.
Naruto barajeó las cartas, repartiendo, mientras miraba al otro clon junto a él en la mesa. Hinata temblaba cuando pudo sostener las cartas entre sus manos. El segundo clon dejó las suyas, sosteniendo las de ella. Hinata agradeció en un suspiro, apretando los muslos.
Naruto continuó jugando, acomodándose una y otra vez en la silla, mientras veía como su clon otorgaba placer a su mujer.
—Bien. Ya solo quedamos nosotros dos, Hinata— dedujo al ver que el segundo clon continuaba aferrando las muñecas de la joven mujer. Se lamió los labios, divertido—. Y solo te queda una prenda.
Una prenda que esperaría a ser quitada.
Su segundo clon se levantó, fingiendo que volvía a su sitió, mas en un abrir y cerrar de ojos, descendió hasta debajo de la mesa. Naruto le sintió acomodarse y pudo imaginarse perfectamente sus intenciones cuando Hinata exclamó, abriendo los ojos como platos, completamente colorada y la boca abierta. Las cartas cedieron de su mano, dando un manotazo contra la mesa.
—Eso significa que se ha rendido, ¿verdad? — habló su clon desde las profundidades de la mesa. Naruto sonrió a la par que se ponía de nuevo a barajear.
—Así es, Dattebayo— sonrió pícaro. Hinata volvió a jadear, nombrándole y bajando una mano hasta la rubia cabeza que asomaba entre sus piernas.
—¡N-Naruto-kun! ¡Haz… algo…!— suplicó roncamente, echando la cabeza hacia atrás cuandito que el primero clon jugó con su lengua en su oreja—. ¡Ah!
Naruto se frotó el mentón y asintió, sonriendo zorrunamente. Una gota de sudor resbalaba por su mejilla. Se levantó, caminando hasta su altura. Así, pudo ver correctamente el modo en que su mujer estaba totalmente expuesta para su clon.
Con las piernas abiertas y el rostro de él pegado a su sexo mientras su boca hacía virguerías maravillosas con la lengua.
Hinata tembló, gimiendo suplicante, empujando con sus caderas, apurando a ambas cabezas rubias en contra de sus palabras. Así era ella. Su boca podía decir que no, pero su cuerpo decía lo contrario, totalmente ajeno a la vergüenza.
Naruto alargó la mano hasta la silla para acercarla y sentarse más cerca de ella. Hinata guiñó un ojo, profiriendo un gemido. El Uzumaki sonrió, sentándose, abriéndose la cremallera y permitiendo que su erección saliera a la luz.
Gruñó satisfactoriamente y se acarició a sí mismo durante un instante, hasta que logró captar la atención de su mujer. Entonces, extendió una mano.
—Dale el premio al ganador, Hinata— pidió sonriente.
La nueva y estrenada Uzumaki le miró con ojos brillantes, llevando hacia él una mano temblorosa. Naruto le besó los nudos con ternura y marcó la línea de su palma con la lengua, hasta la muñeca. Después, con un último beso, la guió hasta su erección.
Naruto sabía bien de qué forma la boca de su esposa se cerraba en su entrepierna. O cómo disfrutaba en algunos momentos de provocarle con el roce de su rodilla o trasero. Y en esos momentos, estando tan cerca del primer orgasmo con solo verla en ese estado, comprendía que no tardaría en sucumbir en ella con sus dedos rodeando su extensión.
La guió en el trascurso, mostrándole los puntos exactos de su sexo, intentando ralentizando antes de que el orgasmo llegara, con la mirada fija en ella. Quería sucumbir a su vez. Disfrutar de su rostro mientras él la bañaba de su propia esencia.
Por un instante, estuvo a punto de sentirse asqueado de sí mismo. De corromperla de tal modo. Pero ese juego había avanzado demasiado como para que fuera capaz de detenerse.
El orgasmo fue el puente final.
—¡D-di… Dios! — Hinata echó la cabeza atrás, apretó la rubia cabeza entre sus piernas y se sacudió en la silla hasta hacerla chirriar.
Y él se sintió vaciar contra sus dedos, apretando la mano femenina entre las suyas propias, aferrando su sexo como si fuera el fin del mundo. En un gemido impactante que escapó de su pecho, clavó su ver en ella, perdiéndose en sus sensaciones, disfrutando de su propia liberación.
Los clones desaparecieron. No podía mantenerlos más.
En su vida había tenido muchos orgasmos.
Los solitarios con su mano. Los que le despertaban por las noches. Y los más importantes: Los que empezó teniendo con ella. Todos habían sido increíbles e importantes, pero este… este le había llegado hasta el alma de algún modo.
Aún con el cuerpo entumecido, se acercó a ella, dejando que se recostara contra él. Le besó la mejilla, sonriente.
—Tenemos que… volver a jugar a las cartas de nuevo, Hinata. Ha sido… increíble, Dattebayo.
Hinata gruñó una carcajada, aferrándose a sus hombros.
—La… la próxima vez… yo jugaré con Naruto-kun— murmuró la joven avergonzada.
Naruto sonrió, avergonzado a su vez. Hinata era tan adorablemente inocente, que por tal de ver a sus clones haciendo los mismos gestos, se lo permitiría. Además, nunca estaba de más poder jugar.
Y él… Oh, él tenía mucho chakra.
ºEndº
N/a
¡Hola! Sé que llego varias días tarde, pero no pude terminarlo hasta hoy. Ya iré subiendo más y espero poder ponerme al día cuanto antes para que lo disfruten.
¡Muchas gracias de antemano a sus rw! Intentaré responder todos en la media de lo posible nwn (Los que son anónimos no puedo responderlos, perdón).
¡A disfrutar!
Pd: Este y los siguientes, también serán subidos a Devianart en adelante.
