Partiendo por lo primero, obvio XP, las aclaraciones de rigor.

1.-"Amour Sucré" no es mio, y la verdad es que no se de quien es, pero mio no. :P -si alguien sabe, me lo hace saber- La verdad, ademas de saber que es francés y que debe ser de alguna compañía de juegos no se nada mas .

2.-El fic que escribí se basa en los capítulos del juego, cada capitulo que escriba sera un capitulo del juego.

3.-Parte del dialogo de los personajes son los que tienen en el juego, algunos están mas o menos modificados. Aunque intento que sea lo menos posible. PERO no son todos del juego, hay parte que son inventados, parte de la narración.

4.-El personaje principal es, por supuesto, una creación mía, unión de mis cuatro cuentas en el juego:P

5.-Más que nada intento narrar lo que creo que pasa en los capítulos, las actitudes y todo eso. Intentando quitar formalidad a mi narración hay muchas palabras que son, de hecho, no muy "chilenas" y que las saque del juego.

Eso estaría siendo, gracias por leer! cualquier comentario, sugerencia o critica es bien recibida...

Finalmente, es de más decir... ¡que me encanta Castiel! .


Llegada al Instituto Sweet Amoris.

Sonó el despertador y suspiro fuerte, tanto, que más que un suspiro pareció un bostezo, y para cualquiera que no la conociera, fácilmente podía pasar un uno. Deslizo su mano desde dentro de las mantas y apretó el botón para detener el chirrido, miro la hora. 6.30 de la mañana. Se sentó sobre la cama y miro a su alrededor, aun habían cajas sin desempacar en toda la habitación, en toda la casa de hecho. El nuevo trabajo de su padre los había hecho cambiarse de casa y con eso venían un conjunto de nuevas cosas, nueva casa, nueva habitación, nuevo vecindario, nuevos caminos y rincones, y mas importante que todo eso para ella, nueva escuela. La anterior no era mucho mas que una escuelita, sus compañeros de clase que lo habían sido desde toda la vida y que en realidad no le había costado mucho dejar atrás, a pesar de esa confianza que tenían de años de coexistencia, nunca tuvo un real-real amigo, gente con la que jugar o salir, algunas fiestas y trabajos de la escuela, nada mucho más.

Salio de la ducha y seco su cabello rápido, no demasiado seco, no demasiado húmedo. Abrió la puerta del clóset y tiro la ropa del colgador y la puso sobre la cama. La habitación tenia ese demasiado adorable diseño de flores y ramas que a veces le encantaba y otras detestada, como en esa particular ocasión.

Desde abajo de las escaleras escucho a su madre llamándola para desayunar, no era buena idea llegar tarde el primer día de escuela, eso era más que seguro. Se termino de vestir y bajo corriendo, 7.25, ya era tarde, tal ves si no se hubiera dedicado a mirar por la ventana durante diez minutos entre cada prenda abría terminado mucho antes y tendría tiempo para desayunar, pero dado su poco interés por el concepto de "madrugar" el hecho parecía casi imposible. El dormir de pie y con los ojos abiertos, en otras culturas, podría haber sido considerado todo un talento.

-¡No tengo tiempo, nos vemos mamá!

La mujer intento detenerla pero no alcanzo a decir palabra antes de sentir la puerta cerrarse.

Corrió las primeras dos cuadras hasta que tuvo que detenerse en una luz roja. Se puso como corresponde la mochila y termino de tragar la tostada que había tomado como único desayuno antes de salir de casa. El lugar era tan diferente, aun no se acostumbraba. Su vecinos, todos matrimonios jóvenes, con bebés o sin niños, o parejas muy mayores sin hijos en casa, por lo que no conocía a nadie de su edad como para interiorizarse de la vida en su nueva ciudad, nuevo hogar.

Se encamino por el pasillo principal sin encontrar a nadie a quien preguntarle donde estaba la oficina de la directora, o su clase, ni nada. De una esquina apareció una apacible anciana que vestía una traje rosa y traía una carpeta entra las manos, le sonrió amable y miro las hojas.

-¿Sybil Brussell? -le dijo leyendo con cuidado, esperando haber pronunciado correctamente su nombre.

-Si -le respondió arrastrando un mechón de cabello atrás de su oreja como habito mal aprendido, intento sonreír amable pero si estar muy segura de haberlo conseguirlo.

-Pues bienvenida al Instituto Sweet Amoris. Espero te acostumbres rápidamente a tu nuevo instituto.

-Muchas gracias.

-Te sugiero que vayas a ver a Nathaniel, el delegado principal, para verificar que tu formulario de inscripción este completo.

Miro de reojo el final del pasillo, y por las ventanas, era un gran colegio, mentía si decía que no tenia ganas de recorrerlo primero, pero todo el asunto del formulario era algo que tenia que ver, y mejor temprano que tarde, como su madre le recordaba a menudo. Además, si se le ocurría ir a vagar por las instalaciones, no había manera que encontrara la sala de delegados por ella misma y menos aun, encontrar al tal "Nathaniel".

-Tiene que estar ahora mismo en la Sala de Delegados.

Hizo un gesto con los ojos de molestia, preocupándose que la amable anciana no se percatara de ello, y le sonrió de nuevo a la directora intentando parecer educada.

-Claro, iré ahora.

La mujer pareció satisfecha y la guió por el pasillo. Frente al salón de clases A estaba la Sala de Delegados, sin entrar ella a verificar si el delegado estaba se fue dándole nuevamente bienvenida y se encamino deprisa a su oficina, dejándola frente a la sala y sin saber quien era el tal Nathaniel, ni siquiera como lucia, (solo para tenerlo de referencia).

Abrió la puerta lentamente y entro mirando a los costados, en un rincón un chico escudriñaba en unos papeles acumulados en cajas. Lo miro por unos momentos antes que el se percatara de su presencia. Lo primero que se le vino a la mente al verlo a los ojos fue lo guapo que era, un chico alto, rubio de ojos color caramelo con un semblante tan amable como bien parecido.

Se quedo mas tiempo del decido callada y cerro los ojos intentando armarse de valor.

-Hola, estoy buscando al delegado principal -le dijo tan pronto las palabras le salieron de la boca. El chico le sonrió amable como si no hubiera notado la demora de su pregunta.

-Hola -le respondió algo sorprendido, pero sin quitar la sonrisa de su boca-, yo soy Nathaniel ¿necesitas algo?

Si que saben elegir bien a sus representantes, pensó en un primer momento, el chico era muy educado y hablaba bastante bien, ademas de lo que saltaba a la vista.

-La directora me ha dicho que viniera por lo de mi formulario de inscripción.

La apunto con el dedo y le sonrió otro poco haciendo un divertido gesto con los ojos en forma de camaradería, tenia toda la pinta de ser ese tipo de chicos a los que les gusta que la gente se sienta cómoda, muy amables y todo lo demás. Al menos, esperaba no equivocarse en lo segundo.

-Oh, eres la nueva, claro. Voy a verlo -se volteo y escudriño otro poco entre los papeles de una gaveta. Mientras Sybil miraba alrededor, era un lugar espacioso, con mesas puestas en circulo y muchos papeles por todos lados, dispuestos en algún tipo de orden que alguien parecía entender.

-De hecho -dijo mirando los papales que había acabado de encontrar de arriba a abajo y las otras hojas que venían con la primera-, te faltan algunas cosas en tu formulario. Veamos, te falta una foto carnet y $25 del formulario...

Sybil frunció el ceño levemente e intento hacer memoria, ¡que estúpida!, pensó, su madre le había recordado ya varias veces lo de la famosa foto y ella había olvidado hacerlo, como tantas cosas. En cuando al dinero, tenia un poco, pero si pagaba el formulario no tendría dinero para comer o tomar el autobús de vuelta a casa, como había trazado sus planes asumiendo lo cansado del día, sin esperar eso con muchas ansias.

Nathaniel miro de nuevo las hojas.

-Y lo mas importante, parece que te has olvidado de entregar una de las hojas del formulario de inscripción, la que tiene la firma de tus padres. Tienes que traerla también.

En su cerebro se prendió una lucecita: podía tener muy mala memoria, podía ser olvidadiza y todo lo que quisieran, incluso algo irresponsable, pero podía decir una cosa con todas las de la ley: su madre no lo era, sin lugar a dudas había traído esa hoja en particular, y no porque ella lo hubiera ordenado, recordado o preparado de esa manera, sino quiero que su mamá había hecho el papeleo completo y le había entregado la carpeta con todo a excepción de la foto, claro.

-Yo lo he entregado todo ¿estas seguro? -muy guapo podía ser, pero no tenia intenciones de hacer el papeleo dos veces y sufrir la furia de su madre alegando su falta de memoria para lo que burocracia significaba.

Nathaniel miro de nuevo el formulario y luego todos los otros papeles que estaba apilados, quizás... pensó. La miro de vuelta y dejo la carpeta que tenia en las manos desde que se había puesto de pie y hojeo el formulario correctamente.

-Por si acaso, voy a comprobar que tu formulario no se haya colado en otro. Encárgate de conseguir el dinero y la foto.

Sybil sonrió algo mas tranquila, si así era seria un alivio, su madre la regañaría al saber que había perdido el formulario y que no había sacado su foto de carnet ademas de todo.

-Gracias -le dijo en un ademan de salir del lugar.

-De todos modos -la detuvo cuando ella ya tenia la mano en la manilla de la puerta-, da gusto ver que llega una estudiante nueva y formal. -dijo poniendo énfasis en la ultima palabra.

Sybil enrojeció un poco, "formal" nunca había sido una palabra que ocupan para describirla. Le sonrió como despedida y salio del salón devolviéndose por donde había llegado con la directora.

-Donde... donde... donde -repetía como una cancioncita. No tenia idea donde podía encontrar un lugar que sacara fotos y que pudiera llevar en ese instante al delegado. Al lugar era tan grande.

-¡Sybil! -una vocecilla demasiado familiar la llamo desde sus espaldas, no podía ser verdad- ¿todo bien?

Volteo y se dio cuenta que su primer idea era correcta, Ken, de su antiguo instituto estaba allí, el chico que en algún momento haba tratado bien en honor al buen carácter del chico, su sobrehumana disposición por ser amable para con todo el mundo y esa manía casi angelical de no pensar mal de nadie, pero que con el tiempo se había vuelta tan fastidioso que una o dos veces lo había tratado bruscamente. Ahora, ese Ken, estaba en el mismo instituto que ella, de nuevo. Su paciencia arriesgaba con agotarse.

-¿Qué...? -se le escapo como primera reacción sin alcanzar a decir nada antes que el chico volviera a abrir la boca.

-Te he dejado sin palabras ¿eh?-sin lugar a dudas, pensó Sybil-. Cuando supe que te mudabas pedí el traslado al mismo instituto que tú.

No podía creer lo que el muchacho le decía, era demasiado a su juicio.

-Eh... sí, genial, pero yo todavía tengo cosas que hacer -fue tan amable como pudo, como le nació en medio de su sorpresa, el tono en que le dijo todo podía hacerle entender que su compañía no era tan grata como el creía, eso esperaba, por le bien de ambos. Antes que ella fuera grosera sin quererlo.

-Ah, vale. si necesitas ayuda, ya sabes que puedes contar conmigo.

Tenia que ser un broma, si bien no era la respuesta que el esperaba, por su reacción, sin duda no era lo suficiente para decepcionarlo. Se despidió rápido y salio fuera del lugar.

Por una de las puertas llego al patio de la escuela, una cancha central, la acera a un costado, unas cuantas bancas y algo de césped con un árbol en el centro. Parecía perfecto para ir y recostarse, la sola idea de hacer todo el papeleo nuevamente le hacia dar vueltas la cabeza. Se acerco al césped y sintió los pasos de Ken acercarse nuevamente, corrió de prisa buscando donde esconderse, se apoyo en el árbol y comenzó a rodearlo, justo al momento de voltear para quedar fuera de la vista de la entrada se topo de frente con un muchacho que no tenia cara de muchos amigos. Su cabello rojo y su ropa se movieron ante el casi inminente choque que se evito por un segundo, la miro arrogante con los brazos cruzados como si esperase una disculpa.

-Hola, son nueva -se hubiera golpeado en la cabeza en ese momento si el muchacha no estuviera frente a sus narices en ese segundo.

El tío dio un paso atrás y con una expresión un poco mas amable, pero solo un poco, la miro con los ojos entrecerrados.

-¿Entonces?

No esperaba una respuesta cortes, ni nada parecido, pero ¿era necesaria tanta antipatía? El nerviosismo del segundo le desapareció y no se molestaría en parecer amable a sus ojos, mucho menos agradable. ¿Cuál era su problema con ella?

-¿Siempre tan amable? -le dijo mirándolo directo a los ojos y con el mismo tono en que él le había hablando.

-Especialmente con las nuevas -se tiro en el césped y se apoyo en el árbol, el tomo fue de una cordial indiferencia, la miro una vez sentado con un gesto que la invitaban a sentarse a su lado-, soy Castiel.

Le sonrió rápido e intentando no parecer amable o agradecida con el gesto de decirle su nombre, más aun cuando el tedio le volvió al cuerpo al recordar que tenia que terminar con el dichoso papeleo.

-Yo soy Sybil -Castiel le sonrió al recibir su nombre y le hizo un gesto con la mano dilapidando la invitación a sentarse como algo verdadero, lejos de una interpretación de una muy cautivante mirada-, vuelvo luego -le dijo entonces mirando su mano y luego el edificio-. Acabo de llegar y ya me están volviendo loca con el papeleo.

Se mofo levemente y la miro con una sonrisa que parecía mas sincera a la sarta de arrogancias que había termino antes con ella antes.

-Si, ya veo lo que quieres decir. Buena suerte con el idiota del delegado.

Bien, él no había votado por Nathaniel. Pero aun con lo estirado parecía buena persona, al menos tenia un sonrisa encantadora y eso ya eran varios puntos en la carrera de agradar sinceramente a alguien.

-¿ Algún problema con él? -intento preguntar tan inocente como pudo.

Se rió molesto y quito la vista de Sybil para mirar algún punto entre los arbustos.

-No e conocido nunca a nadie tan cortado y serio como este tío.

El vocabulario y el tono en que lo dijo no pudieron evitar en Sybil una leve visita. Que el tío era un cortado, eso nadie lo negaba, serio además. Castiel la miro al escucharla reprimir una risita asumiendo su concordancia con el.

-Si, eso creo -hubiera dicho mas, pero ya debía seguir con el dichoso tramite.

-De todas maneras, deberías ir a hacer el papeleo. Si no, no te dejaran tranquila.

Lo miro un segundo encontrando en él una sonrisa amable, le agrada hablar mal del delegado a este tío, no había dudas. Pero ignorando el hecho que había hablado mal del primer estudiante que había sido amable con ella, era el primero que la hacia relajarse o reírse en un día de los mil demonios. La sonrió de vuelta y se marcho, ya dentro recordó que no se le había ocurrido preguntarle por lo de la foto. Mirando entre los pasillos por si encontraba a alguien que la ayudara choco de improviso con el delegado principal.

-Disculpa -le dijo algo abrumada.

El muchacho le entrego con una muy amable sonrisa su mochila que había caído al suelo.

-¿Entonces, qué, avanza o no este formulario? Todavía no he tenido tiempo de certificar si tu formulario de inscripción está por aquí, así que mejor pásate en un rato a la sala de delegado, ¿vale?

Sybil se sonrió en son de burla preocupándose que Nathaniel no notara el sentido de la mueca, definitivamente Castiel tenia razón, amable y todo lo demás el tío estaba algo obsesionado con ese tipo de cosas, papeleo, burocracia y orden.

-No hablas más que de papeleo. ¿Nunca te relajas? -dijo sin meditarlo bien, en su mente en ese mismo momento estaba mas bien centrada en Castiel y su manera de hablar, que en Nathaniel y su sobrecogedora amabilidad.

-Bueno, el trabajo administrativo no es especialmente divertido... -Sybil noto que el comentario no había sido el adecuado, pero Nathaniel hacia el esfuerzo de no molestarse con ella a esas alturas, considerando el trabajo que su falta de memoria y el famoso formulario perdido estaban causándole- Supongo que, aún así, debería hacer un esfuerzo.

¿Se había apenado? Sybil sintió nuevamente el deseo de golpear su frente por la estupidez que había dicho, segunda vez en un día, debía ser una especia de récord.

-Lo siento, no quería molestare...

Quizás vio mucha preocupación en sus ojos, que terminada la disculpa Nathaniel le tomo el hombro y con una cautivadora mirada y adorable sonrisa no le dio razón para pedir disculpas.

-No, no, tienes razón. Haré un esfuerzo la próxima vez.

Sybil se sonrojo completamente, o al menos sintió su cara arder, asintió con la cabeza y una estúpida sonrisa en el rostro y salio tan rápido como pudo de la vista del delegado. Primer maldito día de escuela, ya no podía ir mucho peor considerando las circunstancias. Suspiro profundo y se apoyo en las taquillas. Nathaniel y su amabilidad la habían abrumado, era sin duda un gesto muy dulce de inesperada madurez.

-Oye, ¡tú eres la nueva! -una voz chillona la hizo levantar la vista, frente a ella un grupo de tres muchachas la miraban con desprecio.

-Si ho... -alcanzo a decir algo anonadada de la disposición de sus interlocutoras.

La rubia, que encabezaba el grupo, la miro descaradamente de pies a cabeza moviendo su cabello amenazante.

-Pues nada, entre tú y el otro nuevo, no estamos mal ¿verdad, chicas?

Las tres rieron escandalosamente mientras pasaban empujándola contra las taquillas nuevamente. La sangre le hirvió a Sybil mientras las miraba alejarse por el pasillo y doblar en la primera esquina aun riendo.

Las ganas de golpear a ese grupo de estúpidas no se les quito hasta que estuvo en el salón donde se suponía tendría clases aquel día, pero ya había faltada a las de toda la mañana gracias a los paseitos que se había dado por todo el instituto intentando resolver su traslado. Tiro la mochila en un pupitre que parecía vació y se sentó escondiendo la cabeza entre sus brazos.

-Hola, eres la nueva ¿verdad? -cerro los ojos con molestia.

La nueva, la nueva, tenia nombre maldita sea, como era buena la gente para etiquetarlos a todos en esa escuela, levanto la vista y sorpresivamente se encontró con una muchacha de semblante ameno extendiéndole la mano. Su cabello rojo y ojos azules le daban un aspecto bastante único, ademas de su ropa.

-Mi nombre es Iris, estoy en tu clase.

La molestia por las brujas que había acabado de conocer se le fueron en el acto y extendió la mano para saludarla.

-Hola -dijo recuperando el habla-, yo soy Sybil.

-Encantada Sybil. Espero que te sientas a gusto aquí ¡nos vemos después!

-Gracias, hasta luego.

La joven le sonrió mientras tomaba sus cosas y se iba del salón.

Recordando la endemoniada foto, tomo sus cosas rápido y salio del salón con las esperanzas de encontrarla para preguntarle donde podía tomársela. Pero no estaba en el pasillo y parecía que no podría sacarle esa información a nadie que rondara la escuela, todos estaban decididos a dejarla vagar por las instalaciones sin lograr terminar el formulario para entrar al dichoso instituto, parecía chiste.

Doblando por un pasillo, justo en su dirección apareció Ken comiendo un paquete de bizcochos, de seguro el le respondería, de eso no había duda.

-¡Ken! -le llamo a lo que el chico volteo a verla. Corrió en su dirección mientras Sybil se le acercaba caminando lentamente no muy segura de si había sido muy buena idea pedirle a él específicamente el favor- ¿Donde te tomaste tu la foto para el formulario de inscripción?

Terminaría con llagas en la boca de repetir tantas vez "formulario de inscripción", ya casi le daba asco.

-Pues yo me las tome en el bazar, de un hombre mayor, en la ciudad.

-Muchas gracias.

-¿Quieres que te acompañe? -pregunto ansioso por recibir una respuesta positiva.

-No, no te preocupes por eso... puedo ir sola. ¡Nos vemos! -dijo antes que insistiera y se fue rápido a buscar la salida.

Paso por el patio que estaba totalmente vació. El sol estaba pegando con todo justo sobre su cabeza mientras tenia que caminar hasta la ciudad para tomarse la foto y ver si el calvario del formulario al fin terminaba. Miro las nubes que pasan y se cubrió la cara con la mano mientras seguía caminando en dirección a la salida principal sin despagar la vista del cielo.

-¿Otras vez tu? -la voz ronca de Castiel retumbo en sus oídos. Quito la vista del cielo y lo miro frente a ella, tenia una botella en la mano y una arrogante sonrisa dibujada en el rostro. ¿Acaso el creía que había ido al patio a verlo a él, o solo le gustaba molestarla?

Hubiera dicho algo molesto, pero la camiseta que llevaba puesta le llamo la atención, la miro tan bien como pudo entre los brazos cruzados del chico, pero no pudo ver mucho entre los pliegues.

-Tu camiseta me suena -el tomo natural e indiferente de Sybil exaltaron un poco a Castiel que frunció el ceño, la muchacha lo entendió, se preparaba para decir al desagradable.

-¡Ah! ¿si? ¿Y a qué te recuerda eso, a un dibujo del trasero de tu ultimo poni?

Sybil iba a reir, pero viendo que realmente lo decía para molestarla y tildarla de estúpida se puso en la misma posición que él, frunció el ceño y se planto firme mientras el quitaba los brazos de en medio de la camiseta.

-¿Pero qué dices? -el tomo irónico podría haber molestado a Castiel si no hubiera dicho todo lo que faltaba en la frase, el muchacho era a pedir de boca para frases irónicas-. Es el símbolo de un grupo de rock.

Castiel se sorprendio levemente. Sybil hubiera sido más molesta si no fuera por la reacción del chico, con una sonrisa más amable la miro algo sorprendido.

-¡Oh! ¿Así que la nueva conoce al los Winged Skull?

Sybil se sonrió y no le hubiera sorprendido que se hubiera sonrojado otro poco, claro que los conocía, pensó, el rock era lo de ella.

-Si, me gusta el rock de vez en cuando -atino a decir mientras el muchacho rudo le sonreía con dulzura. ¡Que guapo era! y negarlo seria una gran falta a su palabra.

-¡Que genial! No conozco a muchas tías que lo escuchen.

-Pues seguramente es porque solo conoces a tías insulsas.

Dicho eso se fue caminando tan rápido como pudo, sin que pareciera que escapaba, a la salida esperando que Castiel no la siguiera para decirle algo más, el muchacho le había hecho correr el corazón a mil por hora con solo una sonrisa, no estaba acostumbrada a tratar con gente como él, pero la seguía retando con frasecillas irónicas y antipáticas cada vez que se encontraban. Sybil podía tener un gran defecto o virtud, según se le viese, era terriblemente orgullosa.

Doblo en una esquina, mientras seguía pensando en su miraba, en lo poco expresivo de sus ojos y en como se habían transformado tan radicalmente con una sola frase, como si una barrera se hubiera caído. Suspiro profundo, aun así, con todo lo guapo e interesante, el muchacho era un problema con patas, no valía la pena arriesgar otro poco de su autoestima para que un tío lindo y con estilo jugara con ella.

Se tomo la foto y pago por ella, ya no tenia mucho más dinero y era como si la hubieran estafado, se veía mas que solo mal en aquella foto, y ademas no podía pagar el formulario. ¡Ah!, sintió ganas de gritar mientras contaba las monedas sentada bajo el árbol, a esas alturas ya odiaba la palabra formulario. Quizás... si hablaba con Nathaniel podría pagar los $25 mas tarde y no tener que pasar hambre todo el día y volver caminando a casa. Suspiro resignada, aun con aquel favor tendría que conseguir algo de dinero para completar el total.

Se encamino a la Sala de los Delegados mientras los estudiantes intercambiaban cuadernos con sus casilleros por todo el pasillo. Entre lo más altos una cabeza marrón mucho más baja intentaba hacer caber un libro más, cuando su gigantescos lentes cayeron al suelo, le muchacho junto a él se rio un poco y se fue sin siquiera pensar en ayudarlo.

-Toma -le dijo poniéndole en las manos los lentes.

-¡Sybil! gracias -el muchacho se había sonrojado otro poco. Se los puso rápido y cerro el casillero, el pasillo ya estaba casi vació.

Le ofreció uno bizcochos que Sybil acepto bastante agradecida, dadas las circunstancias.

Ken, era un chico muy amable, servicial, y muy muy dulce, de eso no había duda, pero sus ganas de ser útil y ayudar podían convertirlo en algo desagradable a veces, dependiente y hostigoso, pero así y todo, siempre estaba para ayudarla, le sonrió de vuelta tomando la galleta.

-Gracias -le dijo mientras se metía el bizcocho de chocolate en la boca.

-¿Pasa algo, necesitas algo? -le daba demasiada culpa pedirle dinero al chico, pero no tenia suficiente, y por como Castiel había hablado de Nathaniel, difícilmente le perdonaría su problemita de dinero.

-La verdad... -suspiro profundo- ¿No tendrás un poco de dinero para mi formulario? -ya estaba, le había preguntado-. Me he quedado sin dinero y tengo que pagarlo hoy o ya sabes... no más instituto.

-¡Claro! -dijo animado por entregarle lo que necesitara. Le paso los $25 y no se preocupo por preguntar nada más.

-Te los devolverá mañana sin falta, te lo prometo.

-No te preocupes, que feliz estoy de poder ayudarte.

Sybil sonrojo un poco, el muchacho podía ser bastante dulce, aunque estaba más pronta de quererlo como a un hermano a que como un novio, lamento no poder corresponderle a un chico tan considerado con ella.

-Gracias -dijo Sybil poniéndose de pie y ayudando a Ken ha hacer lo mismo.

Toco levemente la puerta del salón de delegados y encontró a Nathaniel, nuevamente solo y escribiendo algunas cosas en papeles que tenia sobre la mesa. La miro y le sonrió como saludo. Pero la sonrisa le duro poco, una cara de lastima la sustituyo.

-Oh, Sybil, se me ha olvidado decirte que lo siento, pero finalmente no se podrá completar tu inscripción.

El corazón se le paro un momento, pero la idea de que era ridículo se le vino a la mente rápido. ¿Por qué no? La directora le habría dicho en un principio si fuera así. Lo miro de reojo dudando un poco.

-Es una broma, ¿no? -Nathaniel no pudo evitar una sonrisita evidenciandolo, no era muy bueno mintiendo y eso quedo claro bastante rápido.

-Ah... ¿los has adivinado? -parecía decepcionado, pero sin dejar de lado su constante sonrisa.

Sybil rio un poco haciandolo reir a él también, al menos habia funcionado de algo.

-Es un broma, me habías asustado -le dijo siendo honesta, en un primer momento casi se le para el corazón, eso solo seria el colmo de la mala suerte.

-Perdón, lo haré mejo la próxima vez.

Sybil le sonrió ampliamente, tan amable como su orgullosa personalidad le permitió. Salio del salón y una vez fuera se recordó del formulario, había olvidado preguntar por el gracias a la "broma" de Nathaniel.

Volvió a abrir la puerta y asomo solo la cabeza, Nathaniel sonreía aun ¿es que nunca dejaba de sonreír? Mientras miraba unos papeles, no había escuchado la puerta abrirse, definitivamente estaba distraído.

-Oye -le dijo intentando llamar su atención, Nathaniel levanto la vista sorprendido y algo exaltado, corrió el rostro intentando esconder un leve sonrojo que Sybil no alcanzo a ver-, por cierto, no me has dicho si has encontrado mi formulario o no.

La miro más tranquilo y corrió lo ojos a la mesa donde había algunos papeles.

-Oh, de veras que lo siento -dijo tranquilizándose-. Se había mezclado con otros papeles, te lo he dejado apartado. Aquí lo tienes.

Le entrego los papeles ya completamente tranquilo, parecía que el papeleo lo mantenían sereno.

-Gracias -dijo Sybil y salio de la sala de delegados en camino a la oficina de la directora.

De camino allí, adjunto la foto y todos los papeles para entregarle a la mujer, pero era inevitable prever que se caerían si no los adjuntaba como correspondía. Metió la mano en la mochila y busco un clip o algo para mantenerlas juntas. Toda la mala suerte del día se le había desvanecido para otorgarle toda la buena suerte en una sola jugada, al fondo de uno de los bolsillos había un clip negro en muy buen estado con el que reunió todo. Toco la puerta con los nudillos y espero hasta que escucho el "pase", la mujer estaba sentada en medio de un gigantesco escritorio rodeada de papeles, se veía muy pequeña allí sentada, alejo los lentes de sus ojos y la miro por sobre los cristales.

-¿Esta completo tu dossier? -Sybil asintió con la cabeza- De acuerdo, me lo puedes entregar... -le entrego las hojas y la mujer los ojeo rápidamente, solo viendo que estuviera todo en orden-. Esta vez todo está en orden, quedas oficialmente admitida al Sweer Amoris. -Sybil le entrego los $25 y la foto además de los papeles que la mujer tomo con cuidado-. Las clases ya terminaron, puedes volver a casa. Hasta luego.

Sybil camino algo molesta, había cargado los cuadernos por todo el endemoniado instituto sin haber entrada en ninguna condenada clase. El menos sus deseos por maldecir no se habían cansado.


-Iris -la muchacha volteo para encontrarse con el delegado, que la llamaba de unos metros mas atrás.

Lo primero que se le vino a la cabeza es que había hecho algo mal, que le había faltado entregar algún papel o lo que sea, pero la sonrisa de Nathaniel le dieron a entender otra cosa.

-¿Si? -pregunto no muy deseosa de saber si tenia que ver con su falta de responsabilidad, que nacía tan espontáneamente como su voz.

-¿Sabes donde esta Sybil? -la pregunta le sorprendió un poco, pero al menos no la buscaba para regañarle.

-Ah... -pensó por un segundo.

Unos metros más lejos, apoyado en los casilleros con los brazos cruzados, como de costumbre estaba Castiel mirando fijamente al delegado, como si quisiera escuchar lo que le decía.

-Creo que camino al patio.

Castiel se incorporo de las taquillas y se puso en marcha quien sabe donde.

-Gracias -le dijo Nathaniel.

Iris quito la vista de Castiel para decir un "de nada" que nació de la costumbre mas que del deseo o de notarlo siquiera, el delegado principal se dirigió por el pasillo al patio principal de la escuela varios metros mas atrás de Castiel.


¿Que querría con Sybil el estirado? Se pregunto Castiel, mientras hacia sonar las llaves de su bolsillo, si tanto interés tenia en la nueva quizás le molestaría saber a donde la invitaría.

Conocía el instituto como la palma de su mano, sabia que la muchacha no iba al patio si no al baño, y que en términos prácticos era lo mismo, depuse de todo, estaban en la misma dirección desde el despacho de la directora, que también conocía de memoria. Había un atajo para encontrarla que no dudo en usar. Se le había ocurrido invitarla ya hacia un buen rato, era bastante divertida, la muchacha no parecía temerle y su rostro de enojo ante los comentarios que le dedicaba era sin duda cómico, aunque sus frases acertadas y su mirada penetrante la hacían mas interesante que divertida, intrigante por lo poco. Se apoyo en los casilleros y sintió pasos ligeros acercarse.

-Olle, novata -Sybil volteo a verlo, novata... la nueva, era lo mismo a esas alturas y nadie parecía molestarse en recordar su nombre- ¿aun no te vas?

-Evidente, ¿no crees?

Castiel rió de buena gana lo que suavizo el ceño de Sybil, entre el cansancio y la perspectiva de pelear con un chico que apenas si conocían no respondía de la mejor manera ni dejaba entrever lo mejor de ella misma.

-Vamos, te mostrare un lugar genial.

Se separo del muro y se encamino en dirección contraria a la salida, Sybil miro sus pies y el cansancio desaparecio un poco, volteo y troto un par de metros hasta llegar al lado de Castiel que no se molesto en decir palabra o mirarla siquiera.

-Vamos a un lugar -dijo lentamente como si contara un cuento de hadas- fuera del alcance de cualquier otro estudiante.

-¿Prohibido no de le dice a esos lugares?

Castiel se limito a reír un poco antes de dedicarle una mirada socarrona.

Subieron muchas escaleras que para Sybil parecían no terminar, no por el cansancio, si no por lo monótono de la vista, muros y mas muros grises en lo que parecía una escalera de emergencia, y al final encontraron una puerta, que Castiel abrió con una llave mas pequeña que el resto que tenia en el llavero, al abrirla la luz le encandilo un poco, con un gesto de dramática gentileza la invito a pasar. La puerta daba a la azotea del instituto y se podía ver toda la ciudad desde ella.

Era realmente hermoso, la brisa, el sol, todo le pareció mágico.

-Genial ¿no?

-Es increíble -dijo en un suspiro. Sybil lo miro con una sonrisa traviesa y curiosidad en sus ojos- ¿De donde sacaste esa llave?

-¡Ah! un mago nunca cuenta sus secretos, niña.

-De seguro lo robaste de algún maestro.

Sybil lo miro retándolo a negarlo, el muchacho solo atino a correr el rostro divertido de la expresión de la muchacha.

-Te encantaría meterme en problemas mi primer día de clases.

Castiel rió con el comentario espontaneo de la chica que ahora miraba con asombro los techos de las casa y las copas de los arboles. La risa del muchacho era muy contagiosa, ronca y todo, no sonaba a falsedad, sino a misterio y adrenalina.

-¿Clases? no mientas novata, tu no fuiste a clases hoy, te paseaste por el colegio todo el día.

-Tenia cosas que hacer... veterano.

Castiel la miro fingiendo estar ofendido.

-No soy mayor que tu, de eso estoy seguro.

-Novata, nueva, niña -nombro enumerando con los dedos mientras cerraba los ojos fingiendo excesiva arrogancia, imitando a Castiel.

Esperaba una respuesta, algo molesto o irritante, con la esperanza de algo irónico y divertido, pero solo hubo silencio, abrió los ojos y Castiel la miraba con una extraña expresión en el rostro, algo extraño le paso y volteo la cara ¿se había sonrojado? pensó Sybil, ¿de que, de todos modos?, ella solo habia estado dicendo tonterias. Volvió a voltear para mirarla con una cara de forsadisima indiferencia.

-Ni que supiera tu nombre.

Aun así te molestaste en invitarme aquí, pensó en decirle, pero por como ya había reaccionado creyó mejor no decir nada.

-Vamos , ¿quieres? nadie quiere ser expulsado su primer día y yo ya tengo suficientes sanciones como para que incluyan pervertir a la novata.

Sybil sonrojo tanto que sitio que la sangre le saldría por las orejas, suerte que Castiel caminaba adelante y que ella tenia las manos heladas, las paso por sus mejillas esperando que el calor bajara un poco. Bajaron rápido las escaleras y se despidieron rápido mientras veían que nadie anduviera cerca. En la parada del autobús rememoraba su día con extrañeza; raro, raro, raro; el instituto Sweet Amoris y todos sus estudiantes se ganaban un siete en su rarimetro de diez.


Gracias por Leer!

* Aclaración fuera de lugar: Elegí Sybil por el personaje de "Downton Abbey" y es el único significado que tiene para mi, además que me gusta mucho :P