HAPPY LIFE: TRAIN TRACK
CAP 1
"Una roca"
Yoh Asakura podía decir que a sus cinco años, tenía una vida de todo menos especial o glamorosa
A veces sentía que su familia no tenía demasiado dinero y que por ello muchas cosas en su hogar como los muros, las puertas o las columnas rechinaban, estaban partidas o con agujeros pero en otras ocasiones observaba los trajes especiales y finos de sus abuelos durante las ceremonias, los objetos ornamentados, manteles, báculos y espadas así como las especias aromáticas y otros artilugios utilizados durante las sesiones de shamanismo y luego, los enormes pagos que se les hacían y entonces, comenzaba a dudar acerca de si lo que su familia quería era una vida austera o simplemente, eran tacaños.
Y aparte de eso, estaba el hecho de los fantasmas…
Fantasmas
Nunca terminaba de acostumbrarse a ello.
Recordaba la primera vez que había saludado a una niña que se asomaba en el cuarto de baño del preescolar, cerca del último inodoro y había creído que se había colado en los lavabos de los niños por error; grande fue su sorpresa al detectar que se trataba de un espíritu pero más aún, al darse cuenta demasiado tarde de que los demás niños no eran capaz de verla de ninguna manera.
No era que desde pequeño no se le hubiera explicado acerca de aquellos seres que se movían entre este mundo y el otro pero…
Se habían olvidado del "pequeño e insignificante detalle" de avisarle que los niños de su edad, especialmente aquellos sin poderes espirituales eran incapaces de ver nada más allá de sus narices.
Todavía más, inocentemente en sus primeros contactos con el resto de niños que solían rodearlo había cometido el grave error de confiar en algunos, terminando por confesar sus poderes a estos… lo que decantó en que unos le viesen raro, otros se burlasen de él y en el peor de los casos, le contaran al resto de la clase y a los profesores lo que le había traído más de una humillación y bochorno por no contar con los maltratos que empezaban a rodearle al convertirse en el niño "raro" del pueblo
Dolía
Dolía cada vez que le señalaban y se reían en su cara, dolía cuando los demás chicos murmuraban a sus espaldas o cuando caminaba por los pasillos, dolía cuando en tono de burla, le preguntaban si había visto a algún muerto ese día…
Y dolía aún más, el darse cuenta de que el mundo le iba rodeando en una sombra oscura y apretada hasta dejarle completamente solo
Pero el universo aún no le había terminado de demostrar lo que era el verdadero terror
Cómo esa ocasión…
La primera vez que un compañero le hubiese hecho algo físico, tan solo por ser él. Solo había sido un empujón que lo había hecho terminar en el suelo, acabando su mochila abierta y sus cosas rodando por todas partes para la hilaridad de los demás niños que solo observaban aquello sin ayudarle; el rojo había tomado posesión de su rostro mientras que trataba de recoger todo y regresarlo al bolso para luego, alejarse mientras aguantaba las lágrimas hasta que pudo ingresar al baño de los niños y dejarlas salir en pequeños sollozos
Las siguientes veces… solo fueron empeorando más y más
Pasaron de los empujones y el meterle el pie para hacerlo caer al suelo a situaciones más serias, como el descenderle la ropa en medio del pasillo o comenzar a gritarle "niño demonio" y arrojarle papeles y otras cosas, retándole a esquivarlas o a que llamase un espectro para que lo protegiese; aún no sabía controlar los espíritus de su abuelo y ni siquiera conseguía hacerlos aparecer por lo que la situación iba aumentando de intensidad y de presión hasta que ya parecía ser un juego casi diario, el meterse con él o hacerle algún tipo de daño
Incluso niños más pequeños que él se retaban a meterse con él, a robarle o a lastimarle para demostrar su valor o que podían ser "cool"
Recordaba la primera golpiza que le habían dado. O más bien, la primera vez en que casi era asesinado.
Los niños en aquella ocasión le habían esperado detrás de unos arbustos en el camino de regreso a su casa, mientras que él se apresuraba para llegar a los terrenos Asakura y finalmente, encerrarse en su habitación a escuchar a Bob y olvidarse del peso de todo aquel día; sin embargo, apenas y a mitad de camino al lado del riachuelo que corría por la zona, lo habían emboscado entre varios y no había conseguido escapar. Antes de darse cuenta había sido tirado al piso y después de que le hubiesen pateado, le habían arrastrado hasta las aguas cercanas donde le habían hundido la cabeza
"Vamos! Déjanos ver cómo esos amigos tuyos te sacan de esta, chico hoja!"
"No decías que si lo pedías adecuadamente, un fantasma podía ser tu amigo?"
"Es que el chico hoja es tan raro, que ni los muertos quieren ser sus amigos jajajaja… quién querría ser amigo de un demonio?"
Lo siguiente que recordaba era estar tirado a un lado del agua, ya de noche y haber comenzado a toser desesperado por el agua que había entrado a su pequeño cuerpo al grado que varios espasmos lo recorrieron y regresó a acostarse en la tierra, temblando y abrazándose a sí mismo
Los odiaba
Los odiaba a todos
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Aquella tarde no había sido muy diferente de las demás, siendo parte de la propia monotonía de su vida en la cuál era forzado a acudir a aquella institución para cumplir con las exigencias de una sociedad que al parecer marginaba a los de su clase y que su propia familia al mismo tiempo, también veía cómo menos y despreciaba; no entendía los motivos por los cuáles su madre quería que acudiese a la escuela cuando era evidente que la mayoría del tiempo regresaba con las ropas rotas o heridas evidentes en el cuerpo aunque su abuelo solía decir que aquello también era parte de fortalecer el carácter, pero él no creía en aquel tipo de cosas
A decir verdad, ya no estaba seguro de en qué creía en realidad
Sus pisadas solo se movían por inercia una detrás de otra conforme le guiaban por aquellos senderos que recorría siempre a pesar de que internamente, temía demasiado el andar por ahí
Sabía que más adelante o antes de que siquiera pudiese hacer nada, alguno de los chicos de la escuela le vería y entonces, tendría que soportar una nueva tanda de golpes a pesar de que de poco en poco, ya iba agarrando la idea de cómo hacer aparecer al menos, uno de los espíritus de la naturaleza de su abuelo… pero ello no servía de mucho en contra de un grupo de niños que ni los veían ni creían en ellos.
Dio un ligero suspiro
Algo más en su vida podía salir mal?
Cómo si no fuera suficiente con aquella situación que parecía no tener fin, últimamente notaba que su familia estaba más tensa que nunca. Parecían estar recibiendo informes cada cierto tiempo no solo de los espíritus y fantasmas que eran parte de la enorme mansión Asakura sino que además, llegaban cartas y escritos de su padre y otros shamanes acerca de situaciones que podía notar, que les ponían bastante nerviosos; pero… aquella también era una situación odiosa para él ya que parecía que en cada ocasión que les llegaban esos avisos y alertas, algo se despertaba en su madre y abuelo que los hacía pillarlos viéndoles con una expresión casi indescifrable.
No estaba seguro de cómo clasificarla, pero ahí no había amor. No había lazo.
Era como si después de aquellos informes algo se perdiese y un muro cruzase una barrera invisible entre su propia sangre y él. No sabía si llamarlo odio, vergüenza o decepción pero lo que fuese, no era algo positivo hacia su persona y a veces, se preguntaba el motivo por el cuál había nacido si en realidad no sentía que su familia, le viese realmente como parte de esta; su abuelo solo deseaba convertirlo en shamán aunque a veces fingiese que no le interesaba o no le importaba, podía notar su verdadero empuje detrás de sus comentarios diarios acerca de entrenar o de volverse más fuerte. Y su madre. Keiko.
Podía percibir cuando apartaba la mirada para no verle, casi como las niñas de su escuela que le temían o le observaban como alguna case de insecto o por el contrario y de forma aún más incómoda, los ojos negros de esta se clavaban en él y no se apartaban hasta que él mismo huía del escrutinio de la mujer, volviendo a la seguridad de su alcoba y su futón.
Qué era él? Quién era realmente que sus compañeros de escuela lo abusaban y su propia familia a veces le temía o lo desconocía?
Levantó una pequeña mano y se talló un ojo a pesar de que este se encontraba seco, resignado a que el llanto realmente no arreglaba nada y solamente lo hacía sentir peor; los chicos que lo molestaban disfrutaban en gran manera cuando lloraba o suplicaba que lo dejasen en paz, por lo que después de un tiempo tan solo había aprendido a huir o a encogerse en sí mismo para soportar en silencio o pequeños quejidos la rabia y el desprecio de los otros para después, lamerse las heridas como alguna clase de perro de calle
Sus párpados bajaron un poco y entonces, dio un fuerte salto con miedo al escuchar un coche pasar bastante cercano a él y entonces, se percató de la suave niebla que se había empezado a levantar a su alrededor, provocando que su visión se hubiese acortado en parte y que las siluetas de todas las cosas se difuminasen de manera evidente
-La niebla…
Murmuró para sí mismo y entonces recordó: había escuchado en las noticias de aquella mañana que unos extraños bancos de neblina habían comenzado a formarse en toda la zona del pueblo donde vivía a pesar de que no estaban cerca del mar y no había un motivo real como para que sucediese aquello, pero ahí estaba; su abuelo había comentado algo acerca de que podía haber alguna actividad fantasmal relacionada a ello y por lo tanto, había salido desde temprano a buscar posibles focos de actividad anormal en el lugar… pero al menos, a él no le constaba que hubiera espíritus cerca
Ni hablar
Lo mejor sería darse prisa para llegar pronto a casa antes de que fuese a perderse y ya no pudiese ver más el camino hacia delante.
Frunció el ceño suavemente y apretó el paso, pero entonces un crujido detrás suyo le hizo sentir un escalofrío intenso y detenerse para voltear por encima de su espalda con los ojos muy abiertos para intentar localizar la fuente de aquel sonido; sus enormes ojos castaños se pasearon por lo poco que alcanzaban a observar por entre las nubes blancas y difusas que se movía a su alrededor y tragando pesado, dio un temeroso paso hacia atrás, aferrando con mayor fuerza los tirantes de su mochila
Bajó un poco el rostro con reprensión
No escuchaba nada ya pero el ambiente era terrible y una sensación de incomodidad lo iba rodeando con cada minuto que transcurría lo que le provocó comenzar a sudar frío; se dio la vuelta dispuesto a salir huyendo de aquel sitio pero antes de siquiera conseguir avanzar unos centímetros, un fuerte golpe en el estómago le había hecho abrir mucho los ojos y caer al suelo, percibiendo una necesidad imperante de vomitar aunque consiguió no hacerlo.
Apretó los ojos y dejó salir un gemido adolorido conforme se abrazaba a sí mismo y temblaba en el suelo, observándose un par de tenis detenerse delante suyo
-Pensabas que a pesar de la niebla ibas a conseguir escaparte hoy, chico hoja?
La voz burlona de aquel niño mucho más alto que él se dejó percibir, provocando que Yoh abriese nuevamente los ojos con miedo en estos conforme trataba de enderezarse para intentar alejarse pero antes de siquiera hacer el intento ya había sido pateado con fuerza nuevamente, cayendo el niño un metro un poco más lejos, dejando salir un quejido de dolor
Era demasiado
-No nos hemos divertido contigo el día de hoy –dijo el chico líder de aquel grupo de niños molestos, viendo como el pequeño Asakura se enderezaba con dificultades aún aferrándose el vientre- qué dicen? Ya hemos visto que ha conseguido no ahogarse pero me pregunto… y si lo tiramos dentro del basurero, dónde están los perros esos que se comen a las ratas? Sus amigos los fantasmas lo notarán?
Contrario a lo que el chico de los audífonos hubiese creído, el resto de niños solamente comenzó a reír y a hacer sugerencias del sitio desde el cuál podrían experimentar con él; sus ojos se humedecieron en pánico, sentado aún en el piso sin moverse conforme los demás tomaban una decisión
-Entonces lo amarramos?... o eso sería demasiado?
-No, si los magos profesionales pueden liberarse de cadenas, algo así no debería ser problema para un tonto que supuestamente ve fantasmas, no creen?- razonó el chico más alto a lo que los demás asintieron en aceptación final
Para Yoh, era casi como si le hubiesen dictado algún tipo de sentencia
-Ustedes… como pueden hacer esto!?
Finalmente la rabia había ganado y una mirada llena de odio y frustración se dirigió al grupo de niños que hicieron silencio y le observaron con la sorpresa plasmada en sus pequeños rostros
-Cómo pueden hablar de matar tan fácilmente a alguien?... –soltó el pequeño Yoh, apretando sus puñitos- yo no les he hecho nada!- volvió a gritar- LOS ODIO!
-CÁLLATE!
Aquella nueva patada dio directamente contra el rostro del niño, haciéndole caer hacia atrás conforme la sangre brotaba de su boca y nariz, sin saber si se la habían quebrado por el golpe; tan solo había dejado salir un chillido y ahora se cubría la cara con las manos, sintiendo todas aquellas sensaciones oscuras revolverse en su interior, deseando una y otra vez que aquellos niños desapareciesen o les sucediese algo verdaderamente malo. Esta vez las lágrimas salían por inercia, sollozando muy quedamente para que no le escuchasen pero entonces, pudo oír hablar nuevamente a sus compañeros de clase
-Tal vez… podríamos tratar esa técnica que les vi a los superiores- contaba un chico muy flaco y de dientes muy largos
-Ah sí? De qué trata?
-Tomas a la persona a la que le quieres dar una lección- explicaba aquel chico mientras que Yoh intentaba limpiarse el rostro y se acomodaba la mochila, pensando en la mejor forma de escapar sin dejar de escuchar a esos críos; si tan solo pudiera ser capaz de convocar a los oni de la naturaleza como su abuelo!- unos lo levantan de los brazos y otros de las piernas y se las abren- continuaba contando el chico y entonces, al pequeño Yoh se le detuvo el corazón conforme abría mucho los ojos y una gota de sudor frío corría por un lado de su rostro
Él también había escuchado de ese tipo de cosas con las que abusaban de los otros niños los que asistían a secundaria
-Y entonces, buscas algo como un poste… y BUM!
Soltó el chico alzando las manos
-Se le conoce como "tijeras"- comenzó a reír divertido- vas a ver como no lo volvemos a ver por la escuela en mucho, mucho tiempo; mi primo Iraki de la secundaria Satsumadeski me lo enseñó y en verdad es muy, muy gracioso- añadió con entusiasmo, escuchándose voces de aprobación de los ojos
Un momento después, el niño más alto se cruzó de brazos y asintió una vez
-Está decidido entonces –dijo aquel matón con firmeza, casi como si lo que fuera a hacer se tratase de un juego- niño hoja! Serás el primero en probar nuestra nueva técnica y quizá, luego veas como la perfeccionamos con el resto…
Una nueva sarta de risas hizo palidecer el rostro del chico que se puso de pie con dificultades y al siguiente momento, había salido corriendo en dirección de la niebla lo que sorprendió a aquellos chiquillos que al siguiente momento, habían comenzado a correr detrás del primero
-Atrápenlo!
Gritaba el más alto siendo adelantado por los más delgados de su grupo
-Maldito niño demonio! No te vas a burlar de nosotros! Vas a ver en cuanto te atrapemos!
Yoh Asakura tan solo corría desesperado en medio de una niebla que parecía irse espesando cada vez más y más. Aún sangraba y su rostro dolía como si estuviera roto de alguna manera pero no le interesaba en aquellos instantes; solo quería alejarse y dejar atrás a esos niños que gritaban mientras que se acercaban a él para atraparlo y probablemente, castigarlo de una manera aún peor por su atrevimiento al huir pero había sido demasiado para él
Niño Hoja… Niño Demonio… Hijo del diablo… Monstruo…
Todo, solo porque tenía el poder de ver cosas que el resto no. Todo porque había confiado en inicio en las personas que le rodeaban pero al final, ni siquiera podía hacerlo en su propia familia. La mirada de su madre, acusatoria, a veces de lástima, a veces de odio… de vergüenza…
Su abuelo que igual se avergonzaba de él porque deseaba una existencia diferente…
El hecho de que alguna vez le dijesen que toda su vida ya estaba marcada y condenada a seguir un camino y una línea preestablecida por otros, porque era su destino y su deber el cumplir con las expectativas de los demás y convertirse en la materialización y esperanzas de sueños ajenos sin importar lo que él estuviese sacrificando por lograrlo; el tener que convertirse en solo un reflejo de espejo de lo que su madre y abuelos querían para que se sintiesen orgullosos no del hijo y nieto que tenían sino del que creían merecer…
Volvió a sollozar y apretó aún más la velocidad de su huida hasta que dando un grito, tropezó con un madero de piso sobresaliente, provocando que cayese sobre su vientre en un suelo algo duro y que aquello llamase la atención de sus perseguidores
Sacudió la cabeza un par de veces y entonces, se sentó sobre los talones observando los alrededores
Una estación de trenes
Desde que tenía memoria, Yoh amaba los trenes tanto como a los cisnes y siempre buscaba estar cerca de aquellos lugares, observando el paso de aquellos vehículos una y otra vez e imaginándose que se subía a uno para irse muy, muy lejos de aquel lugar
Y en sus días más oscuros… bueno, una vez se planteó el tirarse delante de las vías mientras que un tren lo pasaba, esperando que con ello todo su dolor desapareciese y poder renacer quizá, en algún sitio diferente donde no tuviese que ser perseguido y donde no tuviese que ser un shamán; solo ser un humano más, un borrego como él solía llamarlos, sin tener que preocuparse de nada, sin tener que pensar nada, sin verse forzado a ser algo o a cumplir con algo…
Cualquier cosa… menos volver a ser él
Volver a ser un shamán
La niebla era tan espesa… todo blanco a su alrededor, menos la parte interna que se encontraba bajo el resguardo del techo…
Se puso de pie y entonces dio un salto al percibir la presencia del mayor de sus perseguidores que salió de entre aquel muro brillante, con un expresión oscura y peligrosa, sosteniendo una enorme rama en una de sus regordetas manos; empezó a dar varios pasos hacia atrás, tragando pesado mientras que su mochila volvía a caer al suelo pero esta vez, no le prestó atención, sintiéndose desfallecer de cansancio por la carrera y por el hecho de saber, que probablemente esta vez si iba a morir
-Maldito demonio…
Gruñó aquel chico comenzando a acercarse así como el resto de niños que sonreían con crueldad y también sostenían diferentes objetos para poderle golpear; Yoh tragó un poco y continuó retrocediendo hasta sentir uno de los muros de la estación en su espalda, sin dejar de ver a aquellos que paso a paso, estaban más cerca suyo
Iba a morir, definitivamente lo haría
-Te vamos a enseñar algo de respeto, chico hoja- gruñía el que iba más adelante con expresión de rabia
Yoh levantó un poco los brazos para cubrirse, si iba a morir esperaba no tener que hacerlo de la forma dolorosa que aquellos chicos prometían
-Pe… pe… perdón!- chilló en un intento de hacerles desistir aunque al mismo tiempo, sabía que era en vano: cuando a Makoto y al resto se les metía algo entre los ojos no había nadie que los sacara de ello; el niño aludido escupió a un lado y entonces, agitó la rama cerca del otro, que se encogió y se sentó en el suelo colocándose las manos sobre la cabeza para intentar evitar el golpe en esta pero afortunadamente, aquel primer golpe solo le había rozado
Tembló con fuerza y levantó la mirada en pánico hacia el grupo que ya le rodeaba y estaba por liquidarlo
-Esta vez, no hay a dónde escapar, niño demonio… -dijo en un tono ronco aquel niño, volviendo a alzar la rama sobre su cabeza mientras que los demás niños que habían cerrado el cerco, rieron
-Estás muerto Asakura…
-Que tonto…
-Dónde están tus fantasmas ahora?
El niño de ojos castaños cerró estos con fuerza y aguardó… para después, abrir los ojos a tiempo para ver como una enorme piedra negra salía disparada por entre la niebla y daba justo en la nuca del niño más alto, que dejó salir un grito de dolor y espanto, dejando caer la rama
-Quién fue!?- chillaba el niño de nombre Makoto, colocándose una mano en la nuca para luego, observar el líquido rojo que corría de esta con expresión de miedo- estoy sangrando… el niño Hoja me ha matado!
-No fui yo!
Soltó Yoh pero al siguiente momento otro niño se le había acercado y le había estirado de la camisa escolar para alzar un puño y golpearle
-CALLA MALDITO! LASTIMASTE A NUESTRO LIDER!
Gritó ese chico pero antes de poder golpearle, una nueva roca había salido de la nube de niebla que los rodeaba, dándo a un lado del ojo de aquel chiquillo que soltó de golpe a Yoh que cayó al suelo y sacudió la cabeza mientras que el otro niño ya empezaba a sangrar por la herida y se apretaba con una mano
-Qué estás haciendo!?
-Nada!- insistió Yoh pero los demás niños ya se removían tratando de ver entre la niebla lo que había provocado esas pedradas… y entonces, sin aviso varias de estas empezaron a llover desde todas partes sobre aquel grupo de pequeños matones, que empezaron a gritar y a tratar de cubrirse; Yoh hizo lo mismo al volver a alzar los brazos sobre su cabeza pero de alguna manera ninguna de aquellas rocas le estaba golpeando a él. Sus ojos mostraban sorpresa conforme aquel grupo intentaba guarecerse entre ellos y se movían de un lado a otro, llamándose y alguno entrando en la niebla espesa para tratar de encontrar al causante de todo aquello
-Maldito! En canto te encuentre, voy a matarte!
Chilló Makoto cubierto en sangre y con menos miembros de su pandilla, los cuales habían huido por el dolor de los golpes mientras llamaban a sus madres; el líder de aquel grupo avanzó hacia el sitio por el cuál habían salido la mayoría de las rocas y dirigió a esa zona una mirada de odio
-Vamos, maldita gallina! Eres muy valiente atacando desde donde no te pueden ver, ven aquí y enfréntame!- retó
Yoh continuaba sentado con la espalda contra el muro de la taquilla de la estación, observando hacia la niebla al igual que el resto mientras trataba de sentir alguna presencia; al menos, no se trataba de ningún fantasma puesto que él ya lo habría detectado, pero…
-Gallina?
Finalmente una voz infantil pero dura y fría salió por entre aquella espesa nube blanca y unos pasos cortos se percibieron; una sombra oscura se vislumbró por entre la niebla y finalmente, el cuerpo de un chiquillo de cabello negro con coleta y ropas chinas, se dejó ver; sus ojos negros como su pelo se clavaron en el niño que al menos le pasaba tres veces en estatura pero no parecía asustado o impresionado por ello. Solo sostenía una de aquellas piedras en una mano para luego, hacerla saltar sobre esta
-Te atreves a llamarme gallina, cuando ustedes están atacando a otro en un número de seis a uno?... pero qué valentía para ser tan solo unos gusanos
Dijo el niño recién llegado sin sonreír para luego, ver a Yoh que parecía algo tenso por la intervención
-Estás bien?... crees que puedas levantarte?
El aludido solo asintió un par de veces mientras que las nubes que seguían pasando y cubriéndolo todo, dejaban sentir una brisa fresca y suave que les rodeaba por completo.
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