Mi Bella Genio:
Summary: cuando Inuyasha Taisho se convirtió en capitán de la NASA, estaba preparado para todo, o eso creía él, pues cuando uno de sus vuelos a orbita fallo y quedo varado en una isla del pacifico sur, donde encuentra una graciosa botella de aspecto antiguo. Más grande será su sorpresa al abrir aquella botella ya que toda su vida dará un giro de 180°, pero lo que sí es seguro, es que nunca más volverá a aburrirse, ni a dormir tranquilo.
Disclaimer: hola chicos, aquí otra de mis raras mezclas, hace poco decidí ver algunas series viejas y al ver esta en particular mi loca y extraña imaginación comenzó a encenderse como si mi cabeza celebrara el año nuevo chino. En fin, como saben Inuyasha es obra maestra de la gran Rumiko Takahashi, y la serie en la que voy a basar este fic es de Sidney Sheldon, la cual fue estelarizada por Barbara Eden la cual será encarnada por Kagome y el actor Larry Hagman que será representado por Inuyasha
El resto de los personajes los dejo aquí abajo. Aclaro que este es un fic esporádico, lo publicaré entre capítulos de mis fic principales, como "El Correcto" que aún les debo. También que pondré solo algunos episodios de la Serie, porque si pusiera todos me llevaría al menos 200 capítulos. Lo que si les garantizo un buen rato de lectura, y aquellas que conozcan mi estilo sabrán que me da por tomar algunas licencias y sabrán que de por sí estoy un poco loquita, pero les entrego el fruto de mi trabajo y corazón para su disfrute y que al menos pasen un trato de entretención, aunque sea riéndose de cada tontería que se me ocurre poner, sin más que agregar aquí dejo este primer capítulo.
Personajes:
Jeannie: Kagome, solo que pelinegra, en vez de rubia.
Mayor Anthony Nelson: mayor Inuyasha Taisho.
Mayor Roger Healey: mayor Miroku Houshi.
General Martin Peterson: general Sesshomaru Taisho, en esta adaptación ambos son medios hermanos, pero apenas y se tratan con familiaridad, su relación es puramente como general y oficial.
Dr. Alfred E. Bellows: doctor Naraku O. Kumo.
Amanda Bellows: Kagura Kumo, la esposa de Naraku.
General Stone: este personaje será el padre de Kikyo Tama.
Melissa Stone: Kikyo Tama, la prometida de Inuyasha.
La chica de la botella
Era hace una vez, en un imaginario lugar llamado cabo Kennedy, un puerto, pero no un puerto marino como el que suele acontecer en las historias, sino un puerto de grandes pájaros de metal que despegaban a razón de enormes explosiones. Aquellos imaginarios aparatos llamados cohetes eran la razón de ser de un guapo capitán llamado Inuyasha Taisho, un joven astronauta que ahora mismo estaba siendo engalanado en el mejor de los trajes para alguien de su profesión. Un platinado y alegado traje espacial. Pues aquel día, el joven capitán iba a cumplir el principal sueño de cualquier hombre, ser puesto en órbita, gracias a sus habilidades fue seleccionado para probar un nuevo modelo de capsula, tenía una bella casa, un excelente mejor amigo que ahora estaba ayudándole a arreglarse el traje y también tenía una despampanante prometida; si definitivamente la vida le sonreía al joven astronauta. Estaba terminando de calzarse una de las botas cuando la puerta del despacho se abrió.
- buenos días Inuyasha - saludo un hombre de unos cincuenta años, que lucía un impecable traje militar color azul.
- buenos días general Tama – saludo también el capitán a su futuro suegro.
- ¿Cómo te sientes? – le pregunto mirando como lo ataviaban.
- emocionado señor – reconoció, no era la primera vez que volaba, pero si la primera que iba tan alto.
- y ya casi está listo señor ¿verdad Inuyasha? – sonrió el capitán Miroku, mientras se aseguraba de que las botas estuviesen púen apretadas.
- naturalmente Miroku – sonrió a su mejor amigo, que aunque no lo demostraba estaba verde de envidia porque no lo habían elegido a él para el proyecto.
- espero que no haya nada irregular – musito el general preocupado, no quería que su futuro yerno sufriera algún accidente.
- le garantizo, general, que todo está en orden y al punto – sonrió el coronel Naraku Kumo, médico en jefe y psiquiatra de la base.
- bien, venia andarle los buenos deseos de párete de Kikyo – sonrió el general como siempre que hablaba de su hija.
- ella quería presenciar el lanzamiento desde aquí, pero yo no rompo las reglas ni por mi propia hija – Inuyasha sonrió ante eso, el general adoraba a Kikyo, pero como buen militar era muy duro al momento de seguir las normas.
- no se preocupe señor, comprendo – asintió Inuyasha, pues aunque le habría encantado tener ahí a su prometida, pero la verdad estaba más tranquilo en poder prepararse entre sus compañeros, Kikyo estaría revoloteando a su alrededor y haciéndole jurar una y mil veces que tendría cuidado y luego le dejaría una enorme marca de labial en medio de la garganta.
- ay amigo, te has sacado la lotería, en una hora te pondremos en órbita y para el domingo serás hombre casado – comenzó a decir Miroku tomando el casco de astronauta.
- más, vale que bajes descansado, porque en cuanto regreses te voy a llevar a la mejor despedida de soltero que esta base haya visto – Inuyasha torció un poco la boca mientras le calzaban el casco, conociendo a Miroku acabaría atado a una silla en medio de un cabaret nudista.
- haga el favor de no distraer al capitán Taisho, capitán Houshi, este vuelo es de suma importancia para el país, ya tendrá tiempo de pensar en diversiones después - regaño a Miroku el doctor. Inuyasha se aferró el casco a la cabeza mientras los demás se lo aseguraban, el doctor tenía razón necesitaba toda su concentración.
Ya una vez bien metido en su traje Inuyasha fue directamente hacia la plataforma de lanzamiento, sentía las mariposas correr por su estómago, y no era para menos, Miroku le ayudo a entrar ala capsula y le dio las ultimas indicaciones antes de cerrar la compuerta. En la sala de control los técnicos, y los oficiales de altos rangos observaban atentos las pantallas a la espera del lanzamiento.
- confirmado, sistemas correctos – dijo el jefe de la sala de control.
- entendido, diez segundos para lanzamiento – asintió Miroku que vigilaba el mismo otro de los monitores.
Los generales irguieron la espalda cuando comenzó la cuenta y con forme la cuenta avanzaba muchos fueron reteniendo el aliento. Finalmente el conteo llego acero y el cohete salió disparado con tal fuerza que el estallido del motor hizo retumbar algunas ventanas. El cohete subió para el alivio de todos los presentes, todo iba bien y muchos ya comenzaban a celebrar, pero entonces las alarmas empezaron a sonar y algunos de los monitores mostraron ondas distorsionadas.
- ¿Qué está pasando? – pregunto el general Tama preocupado.
- ha fallado la última etapa, no podrá mantenerse en el aire – dijo uno de los técnicos intentando ver cuál había sido el error.
- control a Shikon 1, control a Shikon 1 ¿me oyes Inuyasha? – comenzó a llamar Miroku desde el intercomunicador.
- aquí Shikon 1, te escucho claramente- respondió Inuyasha a los pocos segundos.
- la última etapa fallo amigo, tendrás que bajar, así que prepárate – le indicó, desde el auricular pudo escuchar como Inuyasha se quejaba. Mientras Miroku instruía a su amigo para que bajara sin peligro el general Tama fue al teléfono que tenía más cerca.
- marina, soy el general Tama es una emergencia, la capsula Shikon uno va a descender por una falla, preparen la séptima flota – ordeno, seguro que su quería hija no iba a dejar de llorar hasta que su yerno estuviese de nuevo en casa sano y salvo.
Unas horas después Inuyasha caminaba por la playa de una pequeña isla, había aterrizado en pleno mar abierto, y aunque al aterrizar no tuvo mayor problema si le preocupaba estar lejos de tierra firme, ahora, el ver aquella isla fue un alivio. Ahora mismo terminaba de poner una señal de S.O.S. en la arena con ayuda de algunas piedras y troncos de árbol. Esperaba que lo rescataran pronto, si había algo que odiaba era estar atrapado y solo en una isla olvidada de la mano de dios.
Pensando en un lugar donde poder hacerse un refugio por si tenía que dormir ahí comenzó a caminar, pero entonces algo llamo su atención, a sus pies un objeto rodo en la arena, lo miro con suma curiosidad. Aquella cosa volvió a moverse, noto que no era una rama, un caracol o un cangrejo, más bien parecía algo hecho por el hombre, con cuidado lo agarro del suelo y lo examino, parecía una especie de botella antigua, la dio vueltas entre sus manos, no podía ver bien la superficie porque estaba cubierta de mugre y arena, llevo sus manos a lo que debía ser el tapón y lo retiro con relativa facilidad. Efectivamente era una botella, decidido a verla mejor comenzó a frotarla, entonces una nube de neblina color jade comenzó a salir de la boca de la botella; creyendo que quizá era algún tipo de bomba o granada la dejo caer y retrocedió. Pero contrario a sus temores el humo poco a poco se disipo dejando ver una preciosa odalisca de ropajes de seda color esmeralda, monedas de oro colgando de su cadera y una diadema de oro que sostenía un velo en su cabeza de color lima y una abundante cabellera negra que estaba arrodillada respetuosamente en la arena frente a él.
- 'ana taht tasarufukum, yumkinuk 'an targhab ma sayidati w syd yurid1 – la escucho a recitar en un idioma antiguo, sin poder creer lo que estaba viendo se froto los ojos.
La joven eligió ese momento para levantar la cabeza y mirarlo, unos intensos ojos color chocolate escudriñaron al capitán centímetro a centímetro, un brillo lleno el rostro de la moza, y una preciosa sonrisa tiro de los labios color rojo. Para cuando se dio cuenta Inuyasha la joven se había puesto de pie, y se acercaba a él moviendo graciosamente las caderas, un segundo después ya la tenía a dos centímetros de su cuerpo, y al siguiente ella había enredado sus manos tras su nuca y sus rojos labios asaltaban suavemente los suyos.
- debo haber estado en órbita más tiempo del que creí – suspiro Inuyasha, sintiéndose un poco culpable de pensar que esa bella alucinación besaba muchísimo mejor que su prometida.
- he leído antes sobre genios, pero no creí que existieran – decía para sí mismo Inuyasha mientras se paseaba por la playa de un lado al otro, mientras la bella genio no le quitaba los ojos de encima, viéndolo como si fuese el mismo adonis encarnado.
- esto sería un buen cuento para las mil y una noches – sonrió el mismo por lo absurdo de la situación.
- 'ant sayid 'ajmal kan li sharaf alkhidma2 – sonrió la joven acariciándole el rostro, nunca había esperado ser libertada por un hombre joven, con facciones elegantes pero rudas, un abúndate cabello plateado finamente cortado, y con unos ojos dorados dignos de un sultán; aunque Inuyasha no entendió una palabra bastaba ver su mirada para decir que ella estaba encantada.
- supongo que estas feliz por haber sido liberada, no puedo imaginarme cuanto tiempo estuviste aquí dentro – sonrió mirando la botella entre sus manos.
- wasawf tajealuk saeidatan jiddaan wasaeidatan3 - seguía hablando la chica, no sabía que idioma hablaba su nuevo señor, pero le encantaba el tono grave y fuerte de su voz, era dulce y masculino, un tono tan bello que le ponía la piel de gallina.
- imagínate, si no hubiese habido un error en mi vuelo seguirías atrapada aquí – continuo hablando también Inuyasha, hasta que entonces algo vino a su cabeza.
- un momento… yo te libere… eso quiere decir que tengo derecho a un deseo… - comenzó a recordar que en los cuentos que había leído el que sabe a un genio de su prisión se le cumplía un deseo, y según lo que había visto esa chica era una genio, ¿o no?
- ¿no es verdad? Los genios conceden deseos ¿cierto? – le pregunto, pero la chica solo se limitó a sonreírle.
- señorita genio, deseo pedirle mi deseo, quiero un hermoso hidroavión que vuele directamente sobre nosotros ahí en el cielo – le pidió sonriente señalando la cúpula celeste.
- ladayha aibtisamat jamilt, wa'ana 'uhubuha4 - le respondió ella sin dejar de sonreír, Inuyasha se llevó una mano a la nuca al comprender que ella no le había entendido.
- vaya, solo yo podía encontrar una genio que no habla mi idioma – gruño fastidiado, ¿cómo iba a poder pedirle un deseo si no se podían comunicar adecuadamente?
- un avión, un avión…. – comenzó a rascarse la cabeza.
- quiero un aeroplano, ¿entiendes? Vuela en el cielo… - comenzó a intentar explicarle mientras extendía los brazos y fingía planear.
- ¿saqr? – pregunto la pelinegra imitando el gesto.
- ¡Sí, sí! ¡Un saqr! – asintió Inuyasha creyendo que lo había entendido, la joven sonrió aún más, cruzo sus brazos frente a su pecho y parpadeo inclinando un poco la cabeza, al instante un halcón de alas largas estaba posado en el hombro de Inuyasha, este vio al ave impactado, pero también decepcionado.
- no, no genio, yo quería un avión, no un halcón – suspiro, la joven vio el gesto negativo y comprendió que había cometido un error por lo que hizo al ave desaparecer parpadeando de nuevo.
- bien, eso no salió bien – gruño Inuyasha frotándose el hombro, pues el halcón le había enterrado las garras.
- as laedam arda' laka, habiun5 – murmuro ella afligida por su fallo.
- no te preocupes genio, la culpa ha sido mía – intento consolarla Inuyasha al verla preocupada.
- bien, probemos mejor otra cosa, ahora quiero un barco – le dijo mirándola a los ojos.
- un bote ¿comprendes? En el agua, como esto… - volvió a hacer mímica Inuyasha esta vez señalando el mar, los ojos color chocolate se iluminaron en comprensión.
- ¿mutabikh alsafina? – pregunto, el capitán volvió a asentir esperando que ella lo hubiese comprendido, la joven repitió el gesto, cruzo los brazos, se concentró y parpadeo, y cerca de la orilla apareció una preciosa galera fenicia con un mascaron de prona adornado con un león dorado, Inuyasha sintió que su mandíbula caída.
- bien… no es exactamente lo que tenía en mente – se dijo más para él que para ella, pero la muchacha vio la decepción en su mirada al instante.
- ¿laqad fashilat maratan 'ukhraa6? – pregunto con voz consternada y dolida.
- no, no es lo que quiero – suspiro Inuyasha mirando la galera.
- no me sirve – se lamentó haciendo un gesto con la mano para que lo desapareciera, cosa que ella hizo al instante.
- tengo mi propio genio y es completamente inútil - Mascullo enojado Inuyasha, la chica bajo la cabeza, aunque no había comprendido las palabras era obvio que estaba molesto por su incompetencia.
- como desearía que me comprendieras – sonrió de medio lado Inuyasha con algo de tristeza.
- ojala pudiera complaceros como se debe mi señor – bufo una voz femenina entristecida.
- ¡feh! Pues no veo como conseguirás complacerme si no podemos llegar a entender… - comenzó a mascullar Inuyasha cuando de pronto comprendió, ¡que idiota era!
- desear… ¡claro! ¡Te entendí! ¡Y SOLO TENIA QUE DESEARLO! - Grito feliz, ahora podría comunicarse con la chica, la cual, también feliz brinco sobre sus pies.
- puede pedir lo que desee a su esclava amo – sonrió rodeándole el cuello con los brazos.
- eh… si… eres muy amable… pero no quiero nada de momento… - se negó Inuyasha sacándose al genio del cuello mientras sus mejillas se teñían de color carmín.
- ¡¿Qué no quiero?! Sí que quiero, necesito un helicóptero ¡un helicóptero! – le dijo sujetándola de los hombros y mirándola fijamente.
- ¿heli… compero? – repitió ella ante el extraño nombre.
- sí, es como un avión, vuela por el cielo, hace mucho ruido, tiene unas aspas que giran así… - le explico aun exaltado, ella lo miro un segundo, luego se rasco la cabeza, "algo que vuela y hace ruido…" se puso a pensar, pero cuando no se le ocurrió nada decidió probar suerte y parpadeo concentrando en su mente todo lo que su amo le había descrito. En el cielo una ruidosa ave de acero que parecía una rara combinación entre una avispa y una libélula apareció flotando.
- si eso es un helicóptero – asintió Inuyasha feliz de que lo hubiese entendido por fin.
- ¡EL HELICÓPTERO! – estallo de pronto entendiendo que era un helicóptero de rescate que seguro lo estaba buscando, exaltado hecho a correr hacia la orilla brincando y moviendo frenéticamente los brazos.
- ¡eres maravillosa Kagome! – se rio luego de ver que el helicóptero comenzaba a acercarse para aterrizar en la playa, corrió de vuelta a ella y le dio vueltas en el aire mientras la abrazaba.
- ¿puedo decirte Kagome de cariño verdad? – le pregunto, siendo consciente de que la nombro como su personaje de cuento favorito cuando era niño.
- ¡podéis llamarme como os complazca mi amo! – se rio también Kagome, encantada de que su inteligente y cariñoso amo hubiera acertado tan bien con su nombre.
- sí, sí, ahora ayúdame a recoger mis cosas, ¡vamos! – volvió a reír Inuyasha poniéndola de pie en la arena y luego tirando se su mano para que fuera con él al lugar donde había dejado su balsa inflable y su equipo.
- ¡espera a que te vean en Cabo Kennedy! – sonrió Inuyasha mientras ambos recogían todo.
- yo iré a donde voz vayáis mi señor – le aseguro tomándolo de la mano y mirándolo con adoración.
- ¡por supuesto! ¡Imagínate la cara que pondrá el general Tama cuando…! – comenzó a decir pero al mencionar el nombre de su futuro suegro el estómago se le encogió, ¿cómo iba a explicarle esto al general?, no solo cancelaria su compromiso, si no que seguramente el doctor Naraku lo metería de cabeza en un hospital psiquiátrico. No, no podía llevar a Kagome de regreso a Cocoa Beach con él, pero tampoco quería volver a dejarla encerrada en la botella, no sería justo después de lo que acababa de hacer por él.
- en… Kagome… - la llamo con cautela, ella dejo de examinar el tubo que tenía en su mano para dedicarle toda su atención.
- no sé cómo decirte esto pero… - intento decirle mientras elegía con cuidado que palabras usar.
- te dejo en libertad – le dijo por fin, ella lo miro sin comprender pero luego sonrió.
- pero ya me habéis libertado amo, y ahora os pertenezco – le dijo como si fuera obvio.
- no, no, Kagome, yo te rescate, y ahora tú me has rescatado a mí, estamos a mano – volvió a explicarle.
- ahora yo volveré a mi casa y tu… bueno, puedes ir a donde desees, eres libre para ser tu propia ama – termino diciendo, después de todo era lo más justo, Kagome lo miro con ojos tristes.
- ¿es que acaso no os complazco? – pregunto dolida, Inuyasha le acuno el rostro con sus manos.
- me has complacido más que nadie, por eso te recompenso con tu libertad – le susurro acariciando sus rosadas mejillas con sus pulgares.
- adiós Kagome, te deseo lo mejor – se despido antes de darse media vuelta y marcharse, Kagome lo miro atónita, ¿había dicho que era libre? No sabía que los amos hacían eso, podía volver a casa y ver nuevamente a sus padres, pero la idea de dejar a su guapo y generoso amo le oprimió el corazón, viendo que él no voltaria atrás puso los Hombros erguidos y asintió una vez, convirtiendo su cuerpo en humo color jade y se reintrodujo en su botella, pero lejos de quedarse quieta su botella rodo grácilmente y se introdujo en aquel extraño morral que contenía las cosas del capitán.
- ¡capitán Taisho! – gritaron los pilotos del helicóptero al verlo.
- ¡GINTA, HAKAKU! ¡NO SABEN COMO ME ALEGRA VERLOS! – sonrió también Inuyasha mientras los tres intercambiaban palmadas en la espalda.
- y nosotros a usted, ¡nadie sabía dónde cayo! – rio Ginta después de que se soltaron.
- ni yo tampoco ¿Dónde estoy? – pregunto emocionado Inuyasha al ver rostros amigables y familiares.
- no estamos seguros, una ráfaga de aire nos arrastró hasta aquí – confeso Hakaku.
- ¿entonces como me encontraron? – pregunto sin dejar de sonreír.
- ¡por puro instinto capitán! – se golpeó el pecho Ginta con orgullo.
- vamos por sus cosas, que toda la base se está tirando de los pelos porque no vuelve – lo animo Hakaku, los tres hombres corrieron a la lancha desinflada donde Inuyasha había puesto todo el equipo.
- es la mejor noticia que he oído ¡ya estoy harto de este lugar! – sonrió Inuyasha emocionado, pero cuando volvieron al lugar y no vio a Kagome una extraña tristeza lo embargo.
- ¿ha perdido algo señor? – pregunto Ginta al verlo mirar a todos lados.
- no, no – negó Inuyasha, había liberado a Kagome y ella se había marchado, bien, era triste pero era lo mejor.
- solo me despedía de esta isla que me acogió – susurro, una risita femenina se dejó escuchar de su maleta, pero el no alcanzo a notarla.
- ¿ha dicho usted algo capitán? – pregunto Hakaku cargando bajo su brazo la mochila.
- ¿ah? No, no dije nada - negó Inuyasha tomando uno de los extremos de la balsa mientras Ginta agarraba el otro. "adiós, Kagome no te olvidare"
- vámonos ya – ordeno a los dos hombres que de inmediato se dirigieron al helicóptero. Pero mientras volaban de regreso a Cocoa Beach Inuyasha no pudo dejar de pensar en aquel bello genio que tanto lo había ayudado. "es mejor así" se dijo para intentar animarse, "además, solo dios sabe lo que ocurriría si hubiese un genio suelto en Cocoa Beach"…
Continuara…
1 Estoy a su completa disposición, puede ordenar lo que desee mi amo y señor.
2 Eres el amo más guapo que he tenido el honor de servir.
3 Voy a hacerte el hombre más dichoso…
4 Tiene una sonrisa encantadora, mi amo.
5 Perdone por no complacerle, mi amo.
6 ¿He vuelto a fallar?
