POV Zelda
Era un día hermoso en Hyrule, los pájaros cantaban y el Sol resplandecía desde la ventana de mi habitación hasta brillar en mi cara, lo que hizo despertarme en un instante.
Me levanté, me estiré un poco, me puse mi vestido morado con blanco al igual que mis botas y mis hombreras doradas. Después me peiné un poco hasta colocarme la corona dorada. Mientras me miraba en el espejo, comencé a sentirme mareada y con algo de náuseas.
-Oh- coloqué mi mano sobre mi estómago-.
Al momento de que aumentaran esas náuseas, corrí rápidamente al baño y empecé a devolver el estómago. Estaba realmente exhausta al principio. De repente, sentí que alguien había colocado su mano sobre mi hombro y al alzar la mirada, pude ver que era Link con su vestimenta verde.
-¿Estás bien, Zelda?- me preguntó un poco preocupado-.
-Sí, no te preocupes, es sólo otro de los síntomas- respondí y nuevamente empecé a devolver el estómago-.
Había pasado una semana desde que el doctor me dijo que estaba embarazada y la verdad es que Link y yo nos pusimos bastante contentos por la noticia, aunque desde el principio estaba aterrada por cómo iba a reaccionar él, pero después de todo no fue nada menos que solo un pensamiento.
Al terminar de vomitar, me levanté del suelo y me miraba en el espejo. Estaba realmente pálida y con algo de ojeras. Link se colocó detrás de mí y colocó ambas manos sobre mis hombros.
-¿Quieres ir a tomar aire fresco?- me preguntó-.
Segundos después yo asentí con la cabeza y él me ayudó a llevarme al patio del Castillo. Mientras caminábamos por el pasillo, no dejaba de mirar su hermoso rostro, que no podía evitar de ver desde que lo conocí en Altárea. Hasta que él me miró también y rápidamente miré a otro lado sonrojada, evitando la mirada hacia a él y rió.
Al llegar al patio del Castillo, que estaba cercano a la entrada, pude ver a Epona, quien estaba amarrada a un árbol, así que decidí acercarme a ella y Link hizo lo mismo.
-Hola Epona, que bueno verte de nuevo- dije alegremente mientras la acariciaba y ella lanzó un relincho-.
Pude ver que tenía puesta una silla de montar de plata, con el fondo de azul y los contornos dorados llevas de Trifuerzas.
-Wow, es hermosa- dije impresionada- ¿Quién la hizo?-.
-Yo, ¿Te gusta?- respondió Link mirándome con una sonrisa-.
-Está hermosa, se ve que eres muy bueno construyendo las cosas- dije devolviéndole la sonrisa y él se sonrojó un poco evitando la mirada, la cual reí-.
-Emm… supongo que tienes razón…-dijo él un poco tímido- Pero nadie canta mejor como tú mi querida Princesa-.
En cuanto él dijo eso, yo me sonrojé un poco y me quedé sorprendida.
-¿Me has escuchado cantar?- le pregunté sin quitar mi cara de impresión-.
-Por supuesto, y por ello no dejo de ver lo hermosa que eres- dijo él sonriéndome-.
Yo le devolví un poco la sonrisa, aunque estuve a punto de poner mi rostro como un tomate. De repente, pude ver que Epona empujó a Link en frente mío y entonces supe lo que ella trataba de hacer.
-¡Epona!- se quejó un poco Link y yo reí mientras tenía mi mano sobre los labios tratando de contenerme un poco-.
Él también rió y en cuanto nos miramos fijamente a los ojos, me jaló de la cintura y me dio un beso en los labios. Ese beso fue lo que en verdad hacía que mi corazón latiera rápidamente que hacía corresponder aquel beso. Hasta que pocos segundos después, escuchamos un grito desde lejos…
-¡Princesa!- gritó aquella voz femenina, la cual era Impa, quien al parecer me estaba buscando-.
Link y yo nos separamos inmediatamente mirando para otros lados un poco sonrojados, sin que Impa pudiera ver aquella escena.
-¿Qué ocurre, Impa?- dije después de que ella llegara más cerca de mí-.
-El desayuno está listo- respondió ella-.
-Ah sí, en un momento vamos- agregué y ella asintió, hasta retirarse-.
Link y yo nos miramos con una sonrisa hasta reír, así que decidimos entrar al Castillo para que no se enfriara aquel desayuno. ¡Qué bien! Porque ya me moría de hambre.
