El Escarabajo Dorado - Jim Mizuhara
Capítulo 1
Título: El Escarabajo Dorado.
Personajes: Kai & Max.
Disclaimer: Ya saben.
Contenido: Este es un fic shota, o sea relación entre grandes y no-tan-grandes (entiéndase adultos y niños). Si no les agrada el género, favor no leerlo. Están avisados.
Observaciones Generales: Expresiones entre comillas y cursivas son pensamientos de los personajes.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXCon impaciencia, Kai Hiwatari esperaba la llegada de su amigo en el aeropuerto. El último torneo que participaron juntos comenzaba a perderse entre los recuerdos del ruso, muchas situaciones afrentaron para llegar a ser reconocidos.
Si no fueran por ellos¿qué sería del mundo caso no protegieran a todo costo a las bestias bit? Talvez no existieran más, pero hubo momentos que Kai deseó para eso ocurrir. Especialmente cuando un cierto integrante le acechaba como a una presa de caza. No tenía escapatoria en aquellos momentos, huir solamente estimulaba su perseguidor a ser más astuto para atraparlo.
El perseguidor de Kai era un cierto muchachito de cabellos dorados y expresivos ojos azules, llamado Max. Era a todas luces una persona muy comunicativa, gentil y alegre, al menos era lo que todos pensaban al verlo. Al estar cerca de Kai era como otra persona, mudaba su comportamiento, era capaz de leer los pensamientos del ruso con una precisión asustadora. Si encontraba a Kai solo era peor todavía.
Kai conocía las intenciones del rubio, pero no quería saber nada de nadie. O sea, temía el amor tanto como a una peste, era un sentimiento que consideraba desnecesario, vivió mucho tiempo sin él¿por qué no vivir un poco más así?. De modo que dejaba al ojiazul hacer de las suyas, lo que más gustaba al otro era tocarlo y acariciarlo horas y más horas seguidas, porque de cualquier forma no sentía nada hacia ese chico, su corazón muerto era indiferente a los agrados.
Esta situación se extendió por dos meses exactos, talvez por efecto de los incesantes intentos de Max para que Kai reconociera que alguien lo amaba y quería ser correspondido, fue cuando Kai sintió algo cosquillearle el estómago, una sensación que hacía tiempo no experimentaba y ya olvidó hasta su nombre. Su corazón funcionaba el en ritmo de siempre, pero últimamente se aceleraba frecuentemente, predominantemente bajo los toques siempre amorosos del rubio que nunca desistía. Sus deseos de corresponder crecían al paso del tiempo, los sueños anteriormente tan perturbados eran sustituidos por otros reconfortantes, felices, donde Max siempre aparecía de la nada, hacía de todo para levantarle el ánimo y, de la misma forma que aparecía se esfumaba, como una señal de que, mismo no siendo retribuido, el rubio lo amaba y no conseguiría evitarlo.
Sin más ni menos, cierto día estaban en eso cuando Kai repentinamente tomó entre sus manos la cabeza de Max y lo besó. Realmente ninguno de los dos esperaba esa reacción, Max sintió morirse allí mismo, y Kai soltó lo que durante algún tiempo creció y maduró en su corazón, un nuevo sentimiento que le puso por nombre amor, talvez por falta de denominación mejor.
Nunca llegaron a oficializar su relación, se limitaban a demostrarse su cariño únicamente cuando estaban solos, y al paso del tiempo esas oportunidades escaseaban, fueron alejándose mientras el incipiente amor fue cayendo en el olvido. Ambos recordaban que alguna vez sintieron algo recíprocamente, pero evitaban hablar de eso; Max permaneció en Estados Unidos y Kai volvió a Rusia, la distancia ayudaba al amor a enterrarse más rapidamente.
En todo este tiempo se escribieron mucho, continuaban siendo grandes amigos; los dos ya tenían 19 años, por lo que escogieron caminos distintos: Max ingresó a la universidad y seguía la Medicina, mientras Kai estudiaba Administración Financiera. Era periodo de vacaciones, Max iba visitar a Kai para ver cómo le iba y recordar tiempos pasados; finalmente el avión tocó tierra, no demoraría más que quince minutos para los pasajeros bajar.
Mismo en aquella multitud de personas, Kai logró reconocer aquellos dorados cabellos que rebeldemente se movían en la brisa, un muchacho delgado y con una particular sonrisa se le acercó con dos maletas en manos; parecía muy tranquilo y confiante, un poco de aquel impulsivo comportamiento desapareció con el correr de los años. Pero toda su persona era la misma de siempre.
Con un ademán Max le extendió la mano, que fue vigorosamente correspondido por el ruso.
- ¡Kai, tanto tiempo sin vernos! Como andas tú?
- Max, mucho gusto en recibirte, estoy feliz que hayas venido aquí. Sigo como siempre, te mandé tantas cartas que estás enterado de todo.
- Claro, sigues la universidad al igual que yo. Escogiste un área particularmente dífícil.
- ¡Como si lo tuyo no fuera! No haría Medicina jamás. ¿Qué especialidad mismo pretendes seguir?
- Cardiología.
- Sí, eso… lo mío hago porque tú sabes que no confio en nadie, y alguien debe llevar los negocios adelante. Si no aprendo a administrar, en menos de cinco años Dios sabrá dónde estaré.
- No exageres, Kai. Ayúdame com esta maleta, está pesada.
Sin pensarlo Kai toma la maleta, pero accidentalmente pone su mano sobre la de Max, pero instintivamente la retira nuevamente. Un ligero rubor apareció tras las pecas del rubio.
- Disculpame, Max, yo… no tuve intenciones…
- No, no te disculpes, está todo bien… ¿Cómo iremos a tu casa?
- El auto nos está esperando. Aquel verde.
Suben al coche, los conducen a una fastuosa mansión donde Kai residía solitariamente. La sala de estar era repleto de objetos de arte, pinturas famosas y piezas de renombrados escultores. Max soltó una exclamación de asombro al ver tantas cosas juntas. Recorre con la vista las obras, pero no consigue concentrarse en ninguna, hay demasiadas y se entremezclan todas. Aunque una cosa veía bien, y ese era Kai. "¡Kai ha crecido tanto!", pensó Max, "está más alto, más amable… y más atractivo que nunca".
- Por aquí, Max, tu habitación está lista.
- ¡Vaya conjunto que tienes! Coleccionas o qué?
- No, esos son extravagancias de mi abuelo, compraba las obras de arte como si fuera cosa común, y dejó la mayor parte de sus cosas antes de mudarse; la casa donde vive ahora está llena también de obras. Las que quedaron aquí simplemente permití que continuaran en su lugar.
- Eso que veo es… - se acerca a una repisa, un objeto dentro de una cajita de vidrio llama la atención de Max - ¡Ah! es Dranzer, todavía lo tienes. Y bien guardado.
- Claro, por acaso tú aún tienes a Draciel¿verdad?
- ¡Por supuesto! Aquí está.
- ¡Max! Todavía lo llevas… ¿en tu bolsillo?. Pensé que también lo tuvieras guardado.
- No, siempre me acompaña adonde voy. Es como un talismán.
- Me sorprende que no lo hayas perdido después de todo.
- Soy muy cuidadoso con lo que me pertenece, Kai – contesta Max, mirándolo sugestivamente – bien, mejor ir a la habitación, me siento cansado. El viaje fue larguísimo, deseo dormir ya.
- Puedes ir, por la mañana conversaremos, tiempo es lo que nos sobra.
- Hasta mañana, Kai.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXEl astro solar brillaba soberanamente cuando Max despertó, las finísimas almohadas de plumas no podían proporcionarle mejor descanso. Y las sábanas… ¡oh, las sábanas! Eran todas de seda púrpura, exquisitas. La cama donde durmió era para dos, solamente… solamente faltaba Kai a su lado…
Después de una ducha se presentó para el desayuno, su amigo estaba sentado a la mesa leyendo distraídamente el periódico, una taza sostenía con la mano izquierda. Como para el rubio sonreír era tan natural como respirar, le dedicó una de sus mejores sonrisas al ruso, Kai lo correspondió, estaba feliz que lo hubiera visitado.
- ¿Cómo has dormido, Max?
- Mejor que nunca, una comodidad que no veo hace tiempo… nada parecido a la litera donde duermo en los turnos médicos.
- ¿Ya hacen prácticas?
- Es mejor irse acostumbrando desde un principio a ese ritmo, por eso nos ponen en turnos de 8 horas, es cansativo hasta que te habituas, y después eres capaz de dormir en cualquier parte, no tienes tantas opciones.
- Ya veo… por lo menos te desquitaste de los meses maldormidos esta noche. ¿No te hizo falta nada?
- Ehn… yo… no, no me hizo falta nada – casi dijo lo que estaba pensando cuando despertó recién, que Kai no estuviera a su lado y otras cosas…
- ¿Qué esperas para sentarte, Max? Estás como en tu casa.
- ¿Ah, sí, sí, gracias.
Kai no habló durante todo el desayuno, concentrado en su lectura, no se percataba que Max se sentía incómodo con tanto silencio, le gustaba hablar. Se revolvía constantemente en su silla, intentando llamar la atención del ruso en vano, no quería tampoco interrumpirle, entonces quedó mirándole fijamente, la imaginación del rubio pronto volaba alto, tan alto que un tono escarlata subió a sus mejillas, solamente pensar en Kai y hacer con él tantas cosas lo avergonzaba. Por un momento Kai desvió la mirada hacia el ojiazul, lo vio en aquel estado y le preguntó:
- Max… ¿qué te pasa, te sientes mal? Tu rostro está alterado.
- No, nada… talvez sea el calor…
- ¿Calor? Hace unos quince grados afuera. ¿Cómo puedes sentir calor?
- No sé, no te preocupes. Tengo que ir al… al… ¡baño!
- Adelante.
A la carrera Max entró en el baño, cuidando cerrar bien la puerta. Precipitadamente abrió el grifo de agua fría, con un chorro helado lavó su rostro; no tenía que pensar siquiera en todo lo que pensó. "Eso es un amor pasado, es imposible que retorne", pensaba, "deja de pensar en Kai, no te pertenece hace mucho tiempo. Nuestras vidas son distintas, no podríamos volver a juntarnos, pero… no consigo resistir…".
Cuando volvió estaba más equilibrado nuevamente, Kai lo aguardaba en la inmensa sala. Sentándose en el sofá se dispuso a escucharle, por lo menos el agua helada hizo efecto. Como no sabían por donde comenzar, Max inició preguntando por todos los objetos que veía en la sala, eran muchísimos.
Enumeraron cuadros, hablaron de arte clásica y moderna, comentaron sobre los principales artistas. De esa forma el tiempo pasaba volando, cuando se percataron eran casi las doce.
- Kai, tengo sed.
- ¿Sed? Espera un momento, iré por agua. No tardo.
Mientras Kai iba en dirección de la cocina, Max se levantó de su lugar y recorría la sala, contemplando todas las obras, de pronto observó otra cajita de vidrio, similar al que Kai usaba para guardarse a Dranzer. Pero en vez de eso un pequeño objeto brillante ocupaba el centro, era un escarabajo de oro, un rubí representaba su cabeza, y tenía aspecto bastante antiguo.
- Kai no se molestará si lo saco para mirarlo de cerca.
Cuidadosamente abrió la caja, puso el escarabajo dorado en su mano, tenía cierto peso. Con intenciones de sacarle brillo, se lo restregó por la camisa, y observó que su aspecto mejoró mucho, resplandecía más todavía. Lo tenía en la mano cuando Kai volvió de la cocina, cuando miró al rubio con expresión de espanto y hasta dejó caer el vaso. Estaba perplejo, inmóvil, pero consiguió preguntar apenas:
- Max… ¿eres… eres tú?
- Claro que soy yo, Kai¿por qué preguntas?
- No… no puede ser…
- Kai¿por qué pones esa cara? Y además, pareces más alto que yo.
- Tranquilízate, Max, y… mírate en aquel espejo.
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Lo verdaderamente bueno está en el segundo capítulo, que les dejaré a cambio de algunos reviews... vamos, no sean tacaños... no les costará nada... y voy a esperar!
