Una iglesia hermosamente arreglada, flores blancas y rosas eran el adorno de aquel lugar, las campanas repicaban una y otra vez, los aplausos resonaban por toda la iglesia, familiares y amigos se habían reunido aquella tarde para ser testigos del enlace matrimonial de aquella hermosa pareja que ante la vista de todo el mundo eran la viva imagen del "verdadero amor". Desde el quicio de la puerta un joven observaba el casto beso que la pareja se estaba dando. Había tratado de llegar antes, quería impedir la boda pero no le fue posible.
-Llegaste tarde- le dijo aquel muchacho de lentes
-Lo sé- le contestó
-¿Y ahora que harás?
-Sólo queda seguir con mi camino, deseo que sea muy feliz-
-Creí que lucharías por ella-
-Yo creí que ella confiaba en mi amor-
-Tal vez no era para ti-
-Tal vez… tal vez no es tampoco para él- y así, sin nada más que decir se retiró dejando a su amigo sorprendido.
-La ama realmente- dijo al ver que su amigo había avanzado
Los pétalos caían mientras la joven pareja de recién casados caminaba hacia la salida, los gritos y los aplausos inundaban aquel lugar, ella sonreía, era feliz y se estaba casando con el hombre que ella había elegido para pasar el resto de su vida.
-Ojala él si pueda hacerte feliz, pero antes de irme para siempre necesito hablar contigo- fueron sus exactas palabras al ver como los recién casados salían de la iglesia y se dirigió hacia su automóvil y a toda prisa se fue a la recepción.
-¡FELICIDADES HIJA!-
-Gracias Madre-
-Más te vale hacer feliz a mi princesa, porque sabes de lo que soy capaz de hacer-
-Lo sé Peter, pero de sobra sabes lo mucho que amo a tu hija-
-De eso estoy seguro-
-Querido, bienvenido a la familia-
-Gracias Pauna-
-Bueno, será mejor que se den prisa y que vayan directo a la recepción no debemos de hacer esperar a nuestros invitados-
Tanto novios como familiares y amigos se subieron a sus respectivos automóviles, el salón estaba lleno de personalidades importantes de todo New York, era el evento del año, se unían en matrimonio dos de las familias más poderosas e importantes de esa ciudad, los novios llegaron y la fiesta transcurrió de una manera tranquila para los recién casados.
-Damas y caballeros, es un honor para mí agradecerles su presencia en este evento tan importante para mi familia, es por eso que pido que levanten su copa y brindemos por la unión de las familias Andrew-White-
-¡SALUD!- se escuchó en todo el salón y unos aplausos vinieron después del brindis.
-Bienvenido a nuestra familia Candy- le dijo su ahora suegra.
-Gracias-
-Señora de Andrew, sería tan amable de concederme esta pieza- preguntó amablemente su esposo
-Por supuesto Señor de White- y los dos rieron. Un hermoso vestido blanco de seda importada con incrustaciones en todo el corsé y un gran moño en la parte trasera era lo que ella usaba, su pelo recogido y con algunos caireles cayendo por su frente, un leve maquillaje y un hermoso collar de diamantes adornaban el cuello de aquella afortunada mujer que bailaba con su apuesto esposo el primer vals como marido y mujer. La fiesta continuaba con gran ánimo, cientos de regalos estaban apilados en varias mesas.
-¡Patty!- dijo una voz masculina detrás de ella
-¡Dios Mío! ¿Pero qué haces aquí?-
-Vine a felicitar a los novios, ¿A caso no puedo hacerlo?- preguntó alzando una ceja
-Cla… claro que si, es solo que me…-
-Te sorprende, lo sé, a mí también me sorprende… necesito que me ayudes-
-¿Ayudar? ¿Qué estas pensando?-
-Lo único que quiero, es que la lleves a su recámara, me despediré de ella para siempre, sólo quiero decirle una última cosa-
-Pe… pero yo no… no puedo hacer eso- dijo demasiado nerviosa, sí podía hacerlo, sólo que no quería meter en problemas a su amiga
-Te lo pido… por favor-
Después de pensarlo por menos de 3 minutos aceptó, le indicó la habitación y le dijo que esperara a que ella llegara y así lo hiso.
-Amiga, muchas felicidades- dijo una joven castaña de lentes que se aproximaba a la novia-
-Muchas gracias Patty, esto es más de lo que yo había soñado-
-Lo sé-
-¿Has visto a Annie?-
-Dios Mío, como le hare para que valla al cuarto y hable con él- pensaba Patricia
-¿Patty? ¿Patty me escuchas?- tuvo que mover un poco a su amiga para que pudiera salir del trance en el que se encontraba.
-¿He? ¿Perdón que decías?-
-Que si no has visto a Annie- volvió a preguntar amablemente
-Sí- dijo rápidamente
-¿Dónde está?, necesito hablar con ella-
-Subió a tu recámara, creo que iba al baño-
-Está bien, cuando baje hablaré con ella- y se dio la vuelta para ir con su esposo
-Es ahora o nunca Patty, ¡Vamos!, ¡Anda dile!-
-¡Candy!- y su amiga volteó ante el llamado de la castaña
-Sí, Dime Patty-
-Porque mejor no vas a verla, porque si Annie baja y se encuentra a Archie, créeme que no querrá separarse de él-
-Tienes razón, iré a verla, gracias-
La rubia, subió las escaleras y se dirigió al su recámara, abrió la puerta y entró, apenas puso un pie dentro de su cuarto se sintió muy rara, no sabía porque se sentía de esa manera, caminó al baño y tocó la puerta.
-¿Annie estás ahí?- y escuchó como la puerta principal se cerró y se volteó rápidamente
-Hola Candy-
-¿Qué haces aquí?- preguntó entre asustada, nerviosa, y él podía jurar que hasta un poco emocionada.
