Save
the last dance for me
Capitulo
1 : La trampa
-No puedo creer que ya sea el cumpleaños de Debbie¿realmente hace un año y medio que me fui?
-Ya se que parece mentira, pero ya ha pasado, sí… Y como has cambiado en éste tiempo…
-No tanto…
-¿Qué no¿Y éste pelo largo que me llevas? Y pareces más maduro…
-Bueno, han pasado muchas cosas des de que me fui de aquí. He tenido que buscarme la vida solo.
-Si ya, cómo si hubieras estado muy solo estos días.
-Daphne… ya sabes que…
-Tranquilo Justin, ya lo sé¡sólo estaba bromeando!
-¿Estarán todos en la fiesta de hoy?
-Sí, todos los niños perdidos de Debbie estaréis allí.
-¿Todos? – Pregunta Justin con cara de "tú ya me entiendes".
-Todos.
-Bueno…. Cambiando de tema… ¿Qué tal te va con Hunter?- interrogó curioso.
-¡Muy bien!
-No me habría imaginado nunca que vosotros terminaseis juntos!
-Sinceramente, yo tampoco. Pero nos conocimos, hablamos y… ¡mira!
-Supongo que es lo normal cuando sois los únicos heterosexuales del grupo! –Dice Justin con tono aclarador- Bueno, exceptuando a Deb – añade escondiendo una pequeña risa-.
El coche de Daphne gira una esquina.
-Bueno, parece que ya llegamos… - suelta Justin, acompañándolo de un suspiro de resignación.
-Venga, tranquilo. Voy ha aparcar, porqué no vas entrando primero?
-De acuerdo, hasta ahora!
-Hasta ahora!
Justin baja del coche y se dirige a casa de Deb. En el coche, Daphne esconde una sonrisa mientras observa a su amigo dirigiéndose hacia su destino.
Después de picar a la puerta, la siempre eufórica Debbie abre:
-SUNSHINE! – grita abrazándolo
-Hola Deb!
Mientras abraza a Debbie, Justin ve de refilón un movimiento brusco en el sofá. Se suelta y mira a su derecha. Allí está…
-Brian… - susurra confundido.
-Justin – saluda Brian, que parece no haber oído el susurro.
-Hola Brian – contesta al saludo Justin.
-Voy a terminar la cena, sentaros mientras.
Debbie se va "discretamente" a la cocina, dejándolos solos en el salón. Lentamente Justin se acerca a Brian, con la cabeza gacha, y los dos se sientan en el sofa.
-Te ves muy bien – exclama Brian.
-Gracias, tú tampoco te ves nada mal – responde Justin, que no se atreve a levantar la cabeza.
Se hace un silencio cómodo, sólo roto por algunos sonidos procedentes de la cocina. De golpe, estos sonidos cesan. Brian se levanta y va en busca de Debbie.
Al llegar a la cocina, se encuentra la mesa preparada para dos personas. La comida en los platos. Del radiocasete salía una música suave.
-Justin, tenemos un problema.
-¿Cuál?
-Creo que hemos caído en su trampa, ven a mirar esto.
Justin se levanta y se acerca a la cocina. Cuando ve la mesa hace un paso para atrás con cara de asombro.
-Y ahora que hacemos?
-Podemos cenar o irnos. O cenar y luego irnos. O cenar y quedarnos.
-¿Esto no se parece a lo que me dijiste cuando nos conocimos? – recuerda Justin mientras se sienta otra vez en el sofá–. Aunque no íbamos a cenar, precisamente – suelta sonriendo.
Brian, sonriendo, se sienta al lado del rubio. Están callados, sin atreverse a mirarse.
-¿Cómo te fue por Nueva York? – pregunta Brian, al fin, para romper el hielo.
-Muy bien, he vendido alguno de mis cuadros y ya empiezo a ser conocido en las galerías de arte – aclara Justin -. Y a ti¿cómo te ha ido?
-Perfecto¡cómo siempre!
-Seguro que cada noche te llevabas alguno a casa, o terminabas en el cuarto oscuro.
-¿Cómo lo has sabido? – exclama con ironía mientras ríe.
-Bueno, yo también tuve éxito en las discotecas de Nueva York, así que supuse que tu también en Pittsburgh.
Ninguno de los dos quería seguir hablando del tema, así que se hizo un intenso silencio entre los dos.
Un rato más tarde:
-¿Y a ti cómo te engañaron para que vinieras¿También te dijeron que hoy era la fiesta de cumpleaños de Deb? – pregunta sarcástico Brian.
-Sí, veo que a ti te dijeron lo mismo.
-Qué originales…
Se miraron en silencio, sin saber de que más hablar. Justin se levantó a buscar un vaso de agua.
-¿Has dejado algún novio en Nueva York?
-Yo no tengo novios. Aprendí de un buen maestro, del mejor.
Brian sonríe al darse por aludido.
En la radio empieza a sonar una melodía lenta, romántica. Justin no puede aguantar más:
-¿Qué haces cuando te das cuenta de que has cometida el mayor puto error de tu patética y estúpida vida? – pregunta removiéndose incómodo en el sofá.
-¿Un error? – Responde Brian con indiferencia-. Olvidarlo
-Por mucho que lo intenté, no he conseguido olvidarte.
Brian se queda parado. En la radio, suena una vieja canción conocida por los dos:
"You
can dance-every dance with the guy
Who gives you the eye, let him
hold you tight
You can smile-every smile for the man
Who held
your hand neath the pale moon light
But don't forget who's takin'
you home
And in whose arms you're gonna be
So darlin' save the
last dance for me"
Al oír la canción, Brian recuerda ese baile de graduación que cambió sus vidas. Se levanta del sofá, se pone enfrente de Justin y le ofrece la mano. Éste entiende el gesto de Brian, se levanta y se coge a él. Empiezan a bailar, con unos pasos sensuales, imitando los de aquella noche.
El baile termina con un intenso beso por parte de los dos. Dejando salir sus verdaderos sentimientos.
Cogieron sus abrigos y se fueron al loft de Brian, dejando la cena que había preparado Debbie, tal y como la encontraron.
Continuará…
