Capítulo 1.
-Sakura-
-¡Ah! –Las mordidas en los pezones me estaban enloqueciendo, sus manos por mis caderas, su boca en un segundo en el cuello y en el otro entre mis muslos. Parecía un pulpo, todo estaba oscuro y sólo lograba ver su silueta gracias a la luz que entraba de los faroles de la calle. Su cabello me hacía cosquillas por donde pasaba su lengua, no hallaba más lugares que agarrar, no encontraba más espalda que arañar. No me dejaba tocarlo, no me dejaba moverme, apenas y podía respirar. Iba a explotar.
-Ya no aguanto más. –Le susurré, en una súplica capciosa que sabía lo volvería loco. Él, como siempre, me ignoró y siguió en su lucha por llevarme a la cima en un ritmo, unas veces frenético y otras veces lento. No lo soportaba. Sentí su cálido aliento soplar un poco entre los pliegues de mi sexo y mi mente ascendía escalón por escalón, arañando el suelo de cada uno, casi gritando, casi llorando, hasta que ya no pude más y, cuando alcancé el último escalón, lo sentí dentro de mí.
-Rrrr… -Fue su gruñido en mi oído el que hizo que cerrara la boca y dejara de gritar. Colocó sus manos en mi espalda baja y me levantó. Tenía las uñas clavadas en las palmas de las manos, el cabello alborotado, no podía respirar, mi cuerpo era como el de una muñeca, de esas que las niñas manejaban a su antojo, eso estaba haciendo él, arriba y abajo… marcó su ritmo, yo marqué el mío.
Pasé las manos por su espalda y al segundo se llenaron de sudor, le clavé las uñas cuando aumentó el ritmo de las embestidas y ya no podía callar los gemidos agudos que salían de mi garganta, tenía las lágrimas rodando por mis mejillas mientras mordía sus hombros.
-Córrete para mi, nena, vente conmigo. –Su susurro me hizo dejar su hombro para mirar sus pupilas dilatadas, lucía como un drogadicto lunático, yo era su droga, lo sabía, siempre lo supe, y él… él era la mía.
-Sakura… -Su tono fue de advertencia y sentí su mano en mi nuca y sus labios en los míos. Me estaba tomando de forma distinta, como si ya no lo fuera a hacer más, como si… Dios santo, no aguantaba, cerré los ojos y mordí mis labios para no chillar, mis paredes vaginales se estaban contrayendo mientras que dos de sus dedos estaban jugando con mi clítoris, llevándome a la locura, haciéndome morder su labio inferior hasta que sentí el sabor del hierro en mi boca.
Iba a enloquecer, necesitaba llegar, me agarré de sus hombros y me esforcé en moverme más rápido, arriba y abajo, mientras lo besaba, mientras él copiaba mi ritmo en sus dedos, hasta que…
-¡AH! ¡Sasuke! –Me corrí. No pude más. Me desplomé en su hombro, sin poder respirar, con el corazón a mil por hora y la mirada nublada de placer mientras escuchaba su respiración entrecortada y sus murmullos de placer. Estábamos bañados en sudor, en sangre, en deseo, en odio.
Duramos unos 10 minutos así, aún en esa posición, él seguía dentro de mí pero ya quería –debía- irse, lo sabía por la tensión en sus brazos, sus ojos estaban cerrados y las manos hechas puños.
Pero algo andaba mal. Lo presentía, sólo que me ahorré las preguntas. Sasuke no era de responder, y yo no era de hablar.
-Me tengo que… -Lo corté antes de que continúe.
-Lo sé. –Me levanté y sentí el dolor en las piernas, no podía cerrarlas sin lanzar una maldición con cada movimiento, tenía el cuerpo entumecido y la mirada nublada, sólo que ya no de placer ni de lágrimas.
-Vete. –Él no respondió. Lo sentí levantarse y buscar su ropa en la oscuridad de la habitación, lo odiaría si encendiera la luz, y me odiaría a mi misma si lo viera.
No aguantaría ver sus ojos una última vez, no podría mirarme al espejo y ver las marcas en mi cuerpo desnudo. Agarré la sábana y me enrollé en ella, con el dolor muscular en los brazos, la mandíbula apretada y el cuerpo pesado.
Qué más daría yo por dormir toda la noche con él.
-No se volverá a repetir. –Escuché su susurro ahogado y, aunque siempre decía aquello luego de terminar, ésta vez sonó distinto, sonó real. Sentí su mirada clavada en mi espalda y sus píes moverse en la oscuridad.
Se situó detrás de mí, me rozó los hombros con las yemas de los dedos y fue abriendo sus palmas hasta abrazarme. Yo sólo cerré los ojos y aguanté las lágrimas de desdicha y de repulsión. Me odiaba, él me hacía odiarme.
-No quiero verte nunca más. –Las palabras que tenía atoradas en la garganta me quemaron al pronunciarlas y no aguanté el sollozo que se fue con ellas.
-Y así será. –Dejó mi cintura, dejó sus manos, dejó mi cuerpo y retrocedió. Una parte de mi piel y de mi alma se fueron con él, pero sabía que era lo mejor y sabía que no lo volvería a ver. Lo último que escuché fue la puerta cerrarse tras un "adiós" apagado de sus labios, una promesa silenciosa que me juraba sería la última vez que lo escuchara.
Porque Sasuke Uchiha no era mío y nunca lo sería, porque él estaba casado y tenía una esposa amable y educada que lo amaba.
Yo… yo sólo era la otra.
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