Corría Desesperada.

"No puedo, no puedo, ¡necesito irme! ¡No puedo con esto!" Se decía agriamente la joven chica sin detener su rápido andar debajo de la lluvia.

Sus piernas se movían con agilidad al correr, la fuerza que la impulsaba era principalmente la del dolor interno, su cabeza quería explotar, ese día habría querido morirse en vez de escuchar lo que le había dicho Makarov…

"Soy un monstruo" Pensaba jadeando y gimiendo entre lagrimas.

Doblando una esquina, de pronto tropezó con una tabla húmeda sobre el suelo.

Cayó pesadamente sobre el agua de la banqueta.

Lloro por varios segundos, temblando sobre el suelo. Confundiendo sus propias lagrimas con las gotas de la intensa lluvia que invadían la región.

Intento incorporarse lentamente, sus brazos flaquearon al igual que sus piernas…

"¡SOY UN MOUSTRUO!" grito golpeando el suelo al verse derribada de nuevo.

Era inevitable esquivar o detener, por lo menos cubrirse de las fuertes gotas que caían sobre su cuerpo y rostro, lloro inconsolable en posición fetal sobre el suelo de ese solitario callejón por muchos minutos.

La tristeza continuaba invadiendo sus pensamientos, no podía pensar en más cosas que en su debilidad mental, en su decepción interior y furia externa.

Era tan injusto.

No advirtió los pasos lentos que se aproximaron hacia ella, hasta que la ruda vos del Dragón Slayer de Hierro la hizo saltar de sorpresa.

-¡Wendy, ¿Qué demonios haces aquí?!-

-¡Gajeel!-

En el gremio, la reacción común que tenia Wendy al verlo era correr a abrazarlo y contarle sus avances en sus técnicas de pelea, emocionada y orgullosa de sentirse siempre más poderosa. Redfox la escuchaba con una sonrisa burlona en el rostro para después revolverle los cabellos y marcharse a ocuparse en alguna que otra cosa más importante.

Pero entonces noto algo diferente, cuando al verlo, la joven se alejo varios metros de el, sin poder evitarlo, comenzó a llorar de nuevo, hundiendo su rostro entre sus piernas.

-¡Lo siento tanto!-Comenzó, al darse cuenta de que el solo quería ayudarla.

Gajeel entrecerró los ojos sin apartar la vista de la joven que escondía su cabeza con vergüenza. Una persona normal habría consolado a Wendy abrazándola e intentando reconfortarla con hermosas palabras alentadoras.

Pero estamos hablando del hijo de Metallicana.

-Basta de lloriqueos, ¡Levántate o morirás de una hipotermia!- Ordeno, llegando hasta ella en un par de zancadas y tomándola de la muñeca para alzarla bruscamente.

La peli azul parpadeo un par de veces, mirándolo un poco desconcertada. La mirada del hombre era más autoritaria y demandante de lo que siempre reflejaba normalmente, lo cual significaba que ella tenía que acatar sus ordenes, si o si.

-No entiendes… No comprenderías por lo que estoy pasando Gajeel-

-No me interesa. Ahora vamos, deprisa.

Sin soltar su muñeca, la joven se encontró caminando detrás de el sin poner resistencia alguna. Su mirada se dirigía hacia el suelo, solo cuando el Dragón de Hierro se volvía a mirarla, la joven intentaba ver en sus ojos algo más que enojo y frialdad. No logro encontrar nada más.

No necesitaba mirar más.

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-Ponte esto

Le arrojo con brusquedad un pesado abrigo de piel de oso para poder secar sus ropas, Wendy aun continuaba triste y callada. Sin objetar cerró la puerta de la habitación de la pequeña casa de Gazille para proceder a quitarse la ropa.

En ropa interior, se volvió para dejar su falda y blusa sobre una simple silla cerca de la ventana. Sin poder evitarlo, se miro al espejo que tenía enfrente…

Nuevas lágrimas amenazaron con salir de sus ojos…

Su mano se poso debajo de su ombligo, exactamente en su vientre.

"Vacio para toda la eternidad…" Pensaba una y otra vez, intentando limpiar las lágrimas con la mano sobrante. "No arruinare la vida de nadie a costa de mi felicidad" se dijo frunciendo el ceño.

Intento ver con diferentes ojos el cuerpo que se mostraba a través del reflejo y entrecerró los ojos para auto explorarse a sí misma. Hacía mucho tiempo que no lo hacía.

Una de las cosas por las que ella siempre optaba por no mostrar o simplemente no mencionar eran sus pechos. Tan pequeños e invisibles cuando era más pequeña…

Ahora asomaban sobre el sostén tan orgullosamente, uniendo su contorno hasta formar una línea entre ellos, resaltando cualquier atrevido escote que ella se probara. Grandes (No tanto como los de Lucy) pero generosamente notables a la vista de cualquier mortal, y apetecibles al gusto de muchos Dragón Slayer…

"Basta, Wendy" Se dijo un poco escandalizada al darse cuenta de lo que su mente estaba imaginando, y súbitamente comenzó a ponerse el abrigo que su amigo de años le había dado.

Estaba pesado y le daba calor excesivo a su cuerpo. Por lo cual denegó la idea de usarlo.

Abrió el closet de la habitación. Si no hubiera estado tan triste y decepcionada hubiera sonreído al ver las mismas prendas que usaba Gajeel multiplicadas por 50, tomo una sin miramientos y se la coloco encima, dando por resuelto el caso al ver que le cubría suficientes partes de su cuerpo.

Suspiro, intentando pensar en otra cosa por el momento. Si Gajeel la miraba llorar, la llamaría débil, y eso era algo que ella odiaba aun que supiera que era la verdad lo que le decían.

Desde niña, ella se dio cuenta de lo sentimentalista que era, incluso para su edad y sexo. Había sufrido la ausencia de padres, causándole un trauma (suponía ella misma) en el cual la soledad era uno de sus mayores miedos y la ira de cualquier persona sobre ella le causaba mucho dolor a tal punto de llorar inconsolable al sentirse regañada u ofendida.

Abrió la puerta lentamente, lo miro comiendo un par de tuercas cerca del fuego de su chimenea, tenía que reconocer que la casa que el mismo se había construido era acogedora y muy sencilla.

Gajeel miro a la joven sentarse cerca del fuego usando una de sus camisas favoritas. Gruño pero no dijo nada y prosiguió con el siguiente bocado metálico apartando la vista de ella.

Paso poco tiempo, antes de que volviera a mirarla. La peli azul tenía lágrimas resbalándole por su mejilla, su mirada gritaba dolor y sus facciones tensión e incomodidad. El mismo frunció el ceño al verse muy intrigado en que podría poner así a una pequeña niña juguetona…

No. Ya no era una pequeña niña Juguetona.

De pronto, Wendy Marvell ya no era esa enana risueña que había llegado hacia 4 años a Fairy Tail.

Ahora, tenía delante, sentada frente al fuego y usando una de sus camisas, a una joven de 17 años (según calculaba el) la cual había crecido en todos los aspectos.

Seria, triste y perdida en sus pensamientos, ella aparentaba la edad que tenía sin problemas, mostrando su lado más decadente de su alma, mientras miraba el fuego danzar ante sus ojos y las mismas lágrimas hirientes resbalar por sus sonrosadas mejillas.

-Tienes que decírselo a alguien o explotaras-

Las palabras normalmente carecerían de sentido, a no ser porque la hija de Grandine pareció entender más claro que el agua a lo que se refería, y lastimosamente, admitiendo que tenía razón al instante.

Desde que Makarov se habría encargado de arruinarle la vida esa misma tarde lluviosa y ella habría huido sin poder soportar una palabra más de lo que oía, no habría tenido la oportunidad de hablar con nadie después y su cabeza era una bomba de tiempo la cual estallaría si continuaba tragando el dolor y frustración de no saber qué hacer…

Miro al hombre desde donde estaba y pensó en lo que implicaría decirle el verdadero problema de su situación. ¿La echaría de su casa? ¿La vería con asco mal fingido? ¿Simplemente, le dejaría de hablar? No lo sabría, pero tendría que sacarlo de su pecho…

Ya no importaba más.

Continuara.