Importante.
Los personajes de KHR le pertenecen a Akira Amano.
Era un día nublado, se podía escuchar el tráfico desde su oficina. Típico de New York. La castaña se encontraba en Estados Unidos. Había pasado cinco años desde que se marchó de "la tierra del sol naciente". Cada vez que recordaba su país natal, le daba un poco de nostalgia. Haru observó desde el ventanal de su oficina, podía apreciar las grandes edificaciones, la cantidad inmensa de gente, muchos autos.
-Me pregunto que estará haciendo Kyoko, I-pin o Tsuna... ¿qué estará haciendo él?- muchas habían sucedido, y todo había comenzado con un día nublado. Todos dicen que las historias lindas comienzan con cosas lindas, pero para Haru había comenzado con un día triste. Le recordaba aún. El inicio, su desarrollo y su finalización. Había pasado tanto tiempo desde que no recordaba. Sacó su teléfono e ingreso a la galería, buscaba cierta foto que había tomado hace cinco años.
-Aquí está- era una foto cuando ella estaba en su último año de la secundaria Midori. Sonrió y echó la cabeza hacia atrás. Parece como si hubiera sido ayer.
Hace cinco años
Era San Valentín, un día nublado, cierta persona iba en busca de cierto castaño. Haru se encontraba demasiado emocionada, Reborn le había dicho que tenía que jugársela porque tenía una ínfima oportunidad. La chica, alegre, se propuso en cocinarle el mejor chocolate que pudo haber hecho en toda su existencia. Iba a Nami-chu~, desde que Hibari había salido del comité disciplinario, las cosas por el colegio eran menos tensa, la paz se había conservado pero ese miedo al demonio de Namimori había desaparecido. La joven primavera era la más feliz, porque ya no corría riesgo de ser mordida hasta la muerte por ingresar a la institución.
A pocos pasos vio a Tsuna saliendo con Kyoko. Haru se detuvo para observar como llevaban la conversación, no hace mucho se había enterado que la castaña clara guardaba sentimientos por el futuro Capo de la familia Vongola, aunque nunca se lo había mencionado. A Haru le cayeron pocas lágrimas, las cuales se limpió rápidamente. Se habían dado un beso. Con toda la madurez que había ganado con el tiempo, se fue silenciosamente, con sus ojos cristalizados, mordiendo su labio inferior para no soltar ni un sollozo. No, no iba a llorar. O eso es lo que pensaba. Había dado la vuelta en la esquina y rompió en llanto, mientras su paso se aceleraba, mientas más rápido llegara a casa mejor. Aunque nunca estuvo en sus planes haber chocado con cierta persona.
-H-Hibari-san- apenas podía hablar. El azabache vio a la chica tirada en el suelo, con las rodillas lastimadas producto de la caída, vio pequeños objetos café, una caja más cercana de forma rectangular. La más interesante es que la chica lo observaba con lágrimas. Unió todo lo visto y pensó Eché a perder sus chocolates de San Valentín. No estaba tan lejano a ese pensamiento, pero esa no era la razón del llanto de la primavera.
-Hmn... Herbívora deja de llorar, interrumpes la paz de Namimori- le dijo estoicamente. Típico de Hibari. La chica intento calmarse y asintió. Comenzó a recoger los chocolates del suelo para colocarlos en la caja. Hibari arqueo una ceja ante la acción de la castaña oscura.
-¿Piensas dar esos chocolates?- se lamentaba un poco por el pobre diablo que recibiría esos chocolates, aunque sería gracioso. Haru sólo negó con un movimiento de cabeza. El azabache suspiro y se agachó a ayudarle a recoger chocolates. Se fijó en la cara de Haru, tenía las mejillas con un leve rubor, sus labios rojos e hinchados por haberlos mordido, sus ojos cristalizados. Se ve... linda. Hibari frunció el ceño, ¿Cómo podría pensar algo así de una herbívora?
Cuando terminaron, Haru le agradeció y siguió su camino, pero muy distante al mundo real, estaba atada a sus pensamientos. Hibari vio cómo se iba.
Era la primera vez que él la veía triste y era la primera vez que para ella no le dio terror enfrentar al demonio de Namimori.
Presente
Haru sonrió otra vez, era un lindo recuerdo que atesoraría para siempre. Se levantó con ánimos para ver un álbum, que en algún minuto de su vida fue incondicional, quería recordar ese amor, el que todos se extrañaban, quería volver a pensar en Hibari Kyoya.
