Notas:

Hola, ahora regrese al johnlock trayendo conmigo un omegaverse. Sinceramente estaba pensando sobre las actualizaciones de mis otros fics cuando una idea salvaje me llegó. Sinceramente odio la discriminación omega por lo que este fic no manejara tanto ese tema o mejor dicho hablare de las jerarquías de manera diferente.

Y también presento de manera oficial a mi beta TomLiKaulitz, los que ya han leído fics míos ya saben lo mucho que ella me ayuda, por eso este fic fue creado en dedicación para ella (ella se ha de venir enterando al leer esto).

¡Espero lo disfruten!

P.d. Este es un AU donde John vive en el 221B mucho antes de conocer a Sherlock. El conoció a la Señora Hudson en el hospital en el que trabaja ya que le toco ser su doctor cuando ella se presentó a quejarse de dolores en la cadera, entre pláticas él le comento que recién regresaba de Afganistán y no le gustaba la pensión donde vivía, por lo que ella le ofreció su piso a bajo costo mientras él la ayudara con pequeñas labores pesadas. Por lo mismo John duerme en el cuarto que en el universo normal es de Sherlock.


Encuentro

John

Observé los objetos que tenía acomodados sobre la colcha de mi cama con algo de vergüenza. Tomé una profunda respiración y repase mentalmente si estaba todo lo que él me había encargado:

Condones extra grandes: listo.

Pastillas anticonceptivas: listo.

Toallas húmedas: listo.

Botellas de agua: listo.

Comida preparada: listo.

Seguridad plena de lo que estaba por hacer: pendiente.

Maldición John Watson ya tomaste la decisión e incluso hiciste la cita, me regañé mentalmente y comencé a ordenar todo el piso como excusa para distraerme o los nervios me matarían.

Había estado pensando sobre esto desde hacía unos meses atrás cuando uno de mis celos tardó más de lo usual en presentarse. Era obvio que estaba llegando al final de mi edad reproductiva. Cuando comprendí eso, empecé a preguntarme si había disfrutado alguna vez en mi vida mi estatus de omega, y la respuesta fue no. Siempre tomé supresores para evitar mi celo, por lo que jamás experimenté un verdadero celo desde que tuve el primero cuando tenía doce años. Aunado a eso, siempre tuve relaciones con mujeres betas y me negué el intentar relaciones con hombres, por lo mismo jamás tuve sexo con un alfa.

Irónicamente ese pensamiento desencadeno una idea morbosa en mi mente. Deseaba por lo menos pasar uno de mis últimos celos en compañía de un alfa, ser montado y anudado…

Busqué en internet en páginas de citas alfas –omegas, pero todos los alfas solicitaban omegas menores de veinticinco años… edad que hace mucho había sobrepasado, y contratar a un prostituto alfa tampoco era una opción viable, eran sumamente caros y por las fotos que había visto en línea no eran muy agraciados. Con un suspiro cerré mi laptop y decidí abandonar esa loca idea que había tenido.

Hasta que me encontré con un ex compañero del Bart's en uno de mis paseos. Mike Stanford era un beta de fácil trato y amena conversación, por lo que ambos fuimos a tomar un café para rememorar viejos tiempos. Después de contarnos anécdotas de nuestra época de estudiantes, hablar sobre la guerra y mencionar de pasada mi herida en combate, no sé cómo de repente estaba comentándole mi problema para encontrar un alfa que deseara follarme…, en verdad no se cómo llegamos a ese tema.

—No debe ser problema para ti John, eres bien parecido, de seguro no has buscado en el lugar correcto.

—¡Incluso intenté ligando en varios pubs y todos los alfas me rechazaron! —dije exasperado.—Nadie quiere a un omega viejo como yo —susurré más para mí mismo que para Mike.

—Bueno si lo que deseas es solo s-se… —me giré para ver al regordete hombre lucir abochornado y cohibido —, bueno si solo quieres un acostón y no una relación seria, conozco a un alfa que trabaja en eso y es muy confiable, lo he visto tratar con varios omegas que se le han insinuado en pleno celo y él los ha rechazado sin problema alguno.

Me sorprendió de sobremanera que el bonachón de Mike conociera a un alfa que se dedicara a eso, y si lo que decía de las insinuaciones era cierto, seguramente el alfa era muy bien agraciado y con buen autocontrol para evitar una unión accidental, sería la opción perfecta para ayudarme en mi situación, pero el recuerdo de las cifras con muchos ceros de las páginas que había revisado volvió a mi memoria y me hizo rechazar la idea.

—No lo sé Mike, ha de cobrar una suma demasiado elevada para mi bolsillo.

—Está bien, hablaré con él y conseguiré un descuento para ti, —me guiñó un ojo— le he prestado varias veces los laboratorios de Bart's a horas indebidas, por lo que me debe un favor.

Suspiré al recordar toda esa charla vergonzosa. Y ahora gracias a eso estaba acomodando por décima vez la sala de mi piso mientras esperaba el arribo del susodicho alfa. Solo había hablado por teléfono con él una vez y lo único que hizo fue preguntarme por cuando seria mi siguiente celo, apenas respondí su pregunta me colgó dejándome con las piernas de gelatina al escuchar la profunda voz de barítono que poseía. La comunicación después de eso solo fue hasta hace dos días y a través de mensajes de texto. Mensajes en los cuales me preguntaba a qué hora sería adecuado que llegara, mi dirección, me dio una lista de objetos que serían necesarios y me preguntó si vivía con alguien. Le di mi dirección y le escribí que era fácil de reconocer gracias al café y sándwich bar que estaba en el primer piso de nombre "Speedy's" y su llamativo toldo rojo, la única tienda sobre esa parte de Baker Street, también le escribí que mi casera estaba de vacaciones así que seríamos los únicos en el piso, sobre la hora le mencioné que mi celo empezaría por la tarde y que él decidiera el momento adecuado para llegar. También le comenté que dejaría la llave del piso escondida en un ladrillo cerca de la puerta. Su respuesta fue un escueto "entendido".

Una vez que ya no tuve nada que acomodar en la sala, habitación, despensa, baño, etc, etc…, decidí matar el tiempo viendo una película en la televisión, aún era muy temprano, por lo que probablemente el alfa llegará por la tarde cuando mi celo iniciara.

A mitad de la película fue cuando sentí la primera oleada de calor, al parecer mi celo había decidido llegar un poco antes, resignado apagué la película la cual le había encontrado el gusto y me dirigí a mi habitación. No quería montar algún numerito en plena sala. Me recosté en la amplia cama tratando de dormitar un poco, lo cual sucedió a los pocos minutos de que mi cabeza tocara la suave almohada. Una oleada de calor muy intensa fue la causante que volviera a despertar, observando el reloj en la mesita de noche y observé que habían pasado cerca de dos horas desde que me había dormido. La incomodidad del celo se había vuelto más fuerte, como médico ya me lo esperaba, los celos después de un periodo largo de supresores solían ser mucho más intensos que los normales, pero aun así no era grato de sentir a tu estómago como si alguien hubiera decidido que era un buen saco de box.

Estaba por comenzar a remover mi ropa que comenzaba a incomodarme, cuando escuché el ruido de la puerta al abrirse, el alfa había llegado temprano. Los nervios regresaron de nuevo a mí, traté de levantarme para recibirlo pero una punzada en mi bajo vientre y un leve mareo me indicaron que era mejor quedarme recostado.

Poco después que la puerta se volviera a cerrar, oí las fuertes pisadas del alfa en la escalera, cerré los ojos para tratar de calmarme, sería vergonzoso apanicarme justo frente a él. Desde mi posición lentamente pude comenzar a percibir el aroma fuerte del alfa, era sumamente intenso, jamás había olido algo similar antes.

Conforme se acercaba pude percibir con mejor detalle su fragancia, era una extraña mezcla entre lo que parecían ser químicos, un after shave que por como olía debía ser ridículamente caro y algo que solo podría ser su propio aroma natural. Un gemido brotó de mis labios ante ese aroma sin que yo pudiera evitarlo, mi omega interno había percibido al alfa y había comenzado a llamarlo.

En respuesta un gruñido vino del piso inferior y las pisadas se volvieron más rápidas. Al poco tiempo el alfa había entrado al piso y ahora estaba dentro de mi recamara, abrí los ojos lentamente y… ¡Dios debería de darle mil gracias a Mike y hacerle un altar! El alfa en frente mío era el espécimen más hermoso que había visto en mi vida, ¡hasta podría ser modelo! Era sumamente alto, delgado, con una piel sumamente blanca que contrastaba con el caro abrigo que traía puesto y con la camisa púrpura que cubría su pecho, tenía unos pómulos afilados en los que deseaba frotar mis mejillas, unos labios con un hermoso arco de cupido y un cabello negro repleto de rizos en los que deseaba enroscar mis dedos, pero lo más sorprendente eran sus ojos, sin importar cuanto tiempo llevará observándolos no me decidía porque color era el que tenían, cada que los miraba parecían cambiar de tono. Una nueva oleada de calor me atacó, provocando que de mi boca salieran ronroneos y gemidos necesitados. Había que darle su crédito, otro alfa ya se hubiera abalanzado sobre mí, pero él parecía mantener de alguna manera su control.

—El celo se adelantó —afirmó tajante.

Dios, su voz de barítono era mucho más sexy en persona que por teléfono. Un gemidito brotó de mi garganta antes de que pudiera responderle.

—Sí —trague saliva—, lo lamento ya no son tan precisos como antes.

Un bufido brotó de sus labios como si le restara importancia a eso.

—Normalmente llegó antes para entrar en papel, pero supongo que tendremos que apresurarnos, ¿cómo quieres que sea, brusco, dominante, dulce, atento o alguna filia en especial?

No supe si fue porque mi mente estaba embotada a causa de las hormonas, pero me fue imposible comprender a que se refería.

—¿Perdona?

Él me miró fijamente, parecía como si estuviera analizándome profundamente.

—Ya entiendo. Es tu primer celo en compañía de un alfa —volvió a afirmar sin ningún rastro de duda. Lo miré aturdido

—¿Mike no te lo dijo? —pregunté confundido.

—Mike solo me comentó que tenía un conocido que requería mis servicios. — pensaba que Mike ya le había contado de mi situación ya que él no me pregunto nada en sus mensajes. Y ahora debía decirle a este hermoso alfa, que como omega era virgen y deseaba corregir eso antes de que mis celos se acabaran. Mis nervios se esfumaron dando paso a la vergüenza, pero antes de que lograra idear como presentar la situación él lo dedujo.

—Por lo que veo es el primer celo que tienes en varios años. —Muy bien eso saliendo de sus labios había sido mucho más vergonzoso de lo que yo había pensado. Sentía mis mejillas completamente rojas y no era a causa del celo.

—¿Usaste supresor o inyección?

Me sorprendió que me preguntara eso, no creí que el tipo de medicamento para suprimir mi celo fuera algo importante de lo cual dialogar.

—Supresor —respondí después de un tiempo. Los supresores eran los más seguros y menos dañinos para suprimir los celos, pero eran muy molestos, uno debía acostumbrase a una rutina en la que dos veces al día debían ser tomados sin error alguno, el dejar de tomarlos sorpresivamente podría ocasionar un falso celo o molestias hasta que el medicamento saliera del sistema y se pudiera volver a comenzar; las inyecciones por el contrario podían ser usadas apenas el celo comenzara y lo suprimían instantáneamente, pero eran sumamente nocivas y podían causar infertilidad si su uso se prolongaba.

El lució satisfecho por mi respuesta. Seguía preguntándome porque eso le interesaba.

—Lo sospechaba, esa sería la opción más lógica para un doctor —dijo para después sentarse en el borde de la cama, un gemido molesto salió de mi garganta, ¡él no estaba lo suficientemente cerca! Dejé mi frustración atrás y analice lo que había dicho, percatándome de que algo estaba mal.

—¿Doctor? Pensaba que Mike no te había contado de mí.

—No lo hizo, lo deduje. —dijo en un tono orgulloso.

—¿Dedujiste?—pregunté.

—Viendo el estado del piso me percaté que eres muy meticuloso y ordenado sin rayar en lo obsesivo, por lo que deduzco que se debe a tu carrera y el que seas conocido de Mike limita las opciones a doctor.

—¡Sorprendente! —exclamé sin pensar.

Vi como el pecho del alfa se hinchó de orgullo, los alfas aman los elogios. Pero en su caso era muy probable que fuera su propia personalidad la que amaba que lo elogiaran. Después de un agradable silencio empecé a sentir como mi ropa interior comenzaba a humedecerse. Era momento de quitarme la ropa, comencé a tratar de quitarme el molesto suéter que había decidido vestir ese día, el alfa se acercó a mí y me ayudo a hacerlo.

—¿Qué papel deseas que haga? —me preguntó mientras comenzaba a desabotonarme la camisa.

—¿Papel? —pregunté mientras sacaba mis brazos de la camisa.

—Deseas que finja ser un amante, novio, esposo… ¿Qué prefieres?

En ese momento entendí a lo que se había referido antes sobre lo de entrar en papel. No tenía nada de experiencia con el género masculino en relación con asuntos de cama o románticos así que no tenía ninguna preferencia.

—El tú normal me parece bien. —respondí sinceramente.

Vi sus ojos mirarme completamente sorprendido, para después asentir en silencio. Ahora estaba desabotonando mi pantalón. Pensaba que en el momento en que todo empezara a volverse íntimo me sentiría incómodo, pero extrañamente me parecía algo de lo más normal, como si él y yo nos conociéramos de tiempo atrás.

Mientras mis pantalones eran bajados me pregunté si yo podría hacerle lo mismo. Estaba por preguntarle si habían normas o algo, cuando reparé en un hecho.

—Me acabo de percatar que no conozco tu nombre, yo soy John Watson, ¿cuál es el tuyo?

Lo vi mirarme fijamente y abrir la boca para después cerrarla rápidamente. Como si estuviera poniendo sus pensamientos en orden.

—Vamos a pasar un "tiempo juntos", quiero saber el nombre por el que estaré llamándote todo este tiempo… —insistí. Mientras mis mejillas se coloreaban, por un instante pensé en decir "el nombre que estaré gimiendo…".Con una floritura el pantalón dejo mis piernas y lo vi observarme lentamente, sus ojos camaleónicos ahora lucían prácticamente negros y complacidos de lo que veían. Era normal que él comenzara a ser influido por mis feromonas, ya prácticamente estaba listo para la acción.

—Sherlock, Sherlock es mi nombre… —murmura con un tono ronco de voz que hizo temblar todo mi cuerpo. Un nombre muy peculiar, pero que sentía que iba completamente con el hombre frente a mí.

Sherlock me volvió a recostar sobre la cama, y lo miré expectante. El extendió sus manos en mi dirección y comenzó a tocar mi piel en caricias erráticas, como si nunca antes hubiera tocado otro cuerpo antes. Cada caricia hacia que mi mente deseara más, mucho más, esos dedos juguetearon un momento en mi pecho antes de deslizarse por todo mi abdomen hasta llegar a mis boxers que para este momento estaba completamente mojados. En otro momento me habría avergonzado encontrarme en esta situación, pero ese era el motivo por el que Sherlock estaba conmigo. Mi entrada ya estaba húmeda a la espera de la acción, pero él actuaba tan tranquilo como si no estuviera en la habitación de un omega en pleno celo, en verdad envidaba su autocontrol, yo incluso ya he empezado a rogar por que comience, ¡y el sigue en los preliminares!

Estaba a punto de patearlo para colocarme encima de él y al final quitarle toda la ropa que aún no se dignaba a retirarse e impedía que viera su cuerpo en detalle, cuando con rapidez y una gran maestría me quitó los boxers y abrió mis piernas para después colocar su cara entre mis muslos. Desde mi nueva posición si me torcía un poco podía ver a Sherlock inhalando fuertemente y si me esforzaba lo suficiente podía escucharlo ronronear suavemente. Pero en el momento en que sus labios comenzaron a acariciar la tierna carne entre mis muslos fue mi momento de ronronear de placer. Para un experto como él, algunas de sus caricias y actitudes parecían de un inexperto, lo que hacía que mi omega dijera: somos especiales para el alfa, el alfa nos quiere.

Con suavidad una de sus manos se desliza por uno de mis glúteos hasta llegar a mi entrada. Abrí más las piernas para darle más acceso a esa zona. Una gran sonrisa burlona adorna su rostro. Empezaba a creer que Sherlock era más como un niño grande, y eso que apenas lo conocía, mi omega ronroneo: es nuestro niño grande. Todos mis pensamientos sobre eso se fueron al demonio cuando uno de sus largos dedos entró lentamente en mi interior, la sensación era extraña pero no desagradable. Sentía como mis músculos internos comenzaban lentamente a adoptar la forma de esa falange y como me lubricaba aún más para darle mejor acceso. Pero ese dedo se quedó completamente inmóvil, mientras de la boca de Sherlock brota una especie de ronroneo extasiado y comenzó a frotar su rostro con impaciencia entre mis muslos, lamiendo parte del fluido que los empapa.

—Virgen… —jadea después de un corto período de tiempo con una voz sumamente ronca que hizo que empujara las caderas contra ese dedo intruso. El respondió a mi acción introduciéndolo más hasta que topó con sus nudillos, después empezó a moverlo lentamente de adentro hacia afuera y en ocasiones rotándolo. Esa simple acción provocó que comenzara a dar grititos y estrujara las sabanas entre mis dedos. Un sonido húmedo a consecuencia de mis fluidos y la velocidad en la que Sherlock movía el dedo trataban de competir con mis gemiditos de goce.

—¿Nunca… —lo veo tragar saliva ruidosamente —usaste nada para calmar tu celo?

Si mis mejillas no estaban aún completamente rojas… ahora lo estaban. Sabía que los omegas tendían a tener miles de juguetes sexuales con los que pasar sus celos. Incluso con el supresor un omega podía sentir el deseo de aparearse, pero yo resistía ese impulso, no quería ser como los demás.

—No… —lo miré intensamente a los ojos— soy testarudo y me negué a ser el típico estereotipado omega.

Él asiente completamente complacido. Y comenzó a alterar su dedo con lamidas tímidas a mi entrada. Volviéndome una masa gelatinosa entre sus manos. En algún momento ese simple dedo se ha multiplicado y ahora son tres los que lentamente van expandiendo mi interior, cada terminal nerviosa de mi entrada está mandándome miles de sensaciones placenteras con cada roce de sus largas falanges, el movimiento es tan lento que hace que mi piel arda por algo más duro… más intenso. Puedo sentir toda la habitación llena de su esencia entrechocando con la mía, mezclándose, volviéndose algo nuevo. Las ansias de querer volver a patearlo regresan a mí con más intensidad, ya no soporto más, mi celo ya está en su pleno apogeo, deseo empezar ya con el acto sexual. Pero antes que lo consiga él retira sus dedos de mi interior y comienza a lamerlos. Me quedo observándolo embobado mientras lentamente su lengua va removiendo mi lubricante de sus falanges.

—Voltéate —gime, una vez su lengua termina de limpiar sus dedos.

Quiero voltearme inmediatamente, levantar el trasero para dejarlo a su disposición y que él pueda montarme, y mi omega está completamente de acuerdo con eso, pero hay algo malo con esa posición…

—Pero quiero ver tu rostro… —proteste, ¿Quién en su sano juicio quisiera darle la espalda a un rostro como ese en pleno acto sexual? Deseo ver como esas pálidas mejillas que ahora tienen un leve rubor se enrojecen más, incluso quiero abofetearlas para ver eso, quiero ver sus camaleónicos ojos seguir contemplándome, quiero provocar que pierda todo el autocontrol que aún mantiene… ¿Cómo lucirá completamente fuera de sí?

Sus ojos se agrandan ante mi queja, luce aturdido como si lo hubiese abofeteado de verdad, y después de un largo tiempo su mirada se suaviza totalmente, se acerca a mi rostro y deposita un pequeño beso en el nacimiento de mi pelo, lamiéndose después los labios para probar el sabor de mi sudor que quedó impregnado en ellos.

—Sera para más adelante —me promete Sherlock con su voz completamente ronca—, eres inexperto y esta pose será más cómoda para tu primera vez. —termina susurrando en mi oído. Mi omega comienza a lloriquear ante la expectativa de eso e inmediatamente me colocó boca abajo sobre la cama. Sherlock sujeta suavemente mi cadera y la levanta para poner un cojín debajo de ella y con suavidad abre mis piernas. Siento como mi entrada se humedece más, incluso siento el lubricante mojar gran parte de mis muslos ante la perspectiva de sentirlo dentro de mí.

El silencio es roto a causa del sonido metálico de su cremallera al ser abierta. Acomodé la cabeza entre las almohadas y alcé más el trasero a la expectativa, esto era lo que deseaba y pronto este hermoso alfa me lo daría. Lentamente comencé a sentir la gruesa y cálida cabeza de su pene ir introduciéndose en mí, mis músculos internos estaban resistiéndose a la invasión inútilmente, un jadeo ronco brotó de los labios de Sherlock a mi espalda, poco después lo sentí recostándose suavemente sobre mi espalda, manteniendo su peso con un brazo aun lado de mi cabeza y el otro aferrado a mi cadera mientras seguía introduciéndose. Sus esponjosos rizos se pegaban en mi espalda a causa del sudor de mi piel, mientras su grueso pene me expandía centímetro a centímetro y me sentí por primera vez completo, como si toda mi vida hubiera estado esperando por él. Era fantástico.

El golpe suave de sus testículos contra mis glúteos hace que mis piernas tiemblen. Sherlock comenzó a lamer suavemente mi cuello sobre la glándula en mi cuello, esa sensación hace que jadeos roncos salgan de mi boca, estoy completamente seguro que para el final de mi celo estaré afónico. Me preparo mentalmente para el comienzo de sus embistes, pero estos no llegan. Sherlock a cesando todo movimiento de su parte baja. ¡Yo no quiero eso! ¡Quiero que se mueva, que me embista con fuerza! Para dar énfasis a mis pensamientos moví mis caderas contra él. Por el rabillo del ojo pude ver su sonrisa antes de que con su mano que aún sostenía mi cadera, inmovilizara mis movimientos. Solté un gruñido descontento.

—Es tu primera vez, debo esperar a que tu cuerpo se adapte a mí, no quisiera desgarrarte. Espera solo un poco más —susurra sobre mi oído y me lame suavemente el lóbulo del mismo. ¡Cuando esto acabe le romperé la nariz! ¡Cómo puede hacerme esto! ¡Qué alfa sin corazón no atiende las necesidades de un omega!

—O te mueves o me busco otro alfa… —lo amenazo a sabiendas que eso provocara su orgullo de alfa.

Un gruñido molesto resuena detrás de mi cuello y las embestidas comienzan, son certeras y profundas y… sumamente lentas. Esta peor que cuando no se movía, ahora me tiene completamente gimoteando e implorando por más velocidad. Está castigándome por herir su orgullo. Pero aun así se siente muy bien, esa suave fricción, golpeando sin dificultad el cuello de mi útero… ¡útero! Me tense al recordarlo, había olvidado los condones, estaba por separarme cuando Sherlock puso una mano sobre la parte baja de mi espalda.

—Me lo puse, no debes preocuparte. —me asegura. Estaba por creer que Sherlock de alguna manera podía leer mi mente. Pero eso no me resultaba importante ahora, y sin más me dejé llevar completamente por él.

Lentamente, muy jodidamente lentamente, comenzó a aumentar las embestidas. Todas certeras, provocando gemidos fuertes de mi boca. La sensación de sus testículos ardientes golpeando con suavidad mis glúteos en cada embestida, el sonido obsceno de mi lubricante que se formaba cada que nuestras pieles chocaban y el roce frio de la tela de su pantalón me tenían al borde del orgasmo, pero aún no era suficiente.

—S-Sherlock —pase saliva para tratar de humedecer un poco mi adolorida garganta.

—S-sí, ¿John?

—Más… —gimotee, mientras una de sus embestidas golpeaba ahora mi próstata.

—¿Más qué? —Lo juro le romperé la nariz al bastardo…

—¡Hazlo más duro, no me romperé!

Un jadeo que posiblemente resuena por todo el piso brota de sus labios mientras aumenta la velocidad de las embestidas, pero aún no es suficiente. Aún me está tratando como algo delicado, solo golpeando los puntos que me provocan placer, sin tomar en cuenta el suyo propio.

—¡Follame! ¡Hazlo fuerte, que nadie dude que soy tuyo, Sherlock! —gritamos al unísono mi omega y yo. Cuando pude razonar lo dicho, me avergoncé por completo. Sherlock solo estaba conmigo porque compré sus servicios no porque deseaba que yo fuera suyo. Pero aun así cumple mi capricho golpeando incesantemente mi interior de manera tan precisa que me deja babeando sobre la almohada y que mi espalda se arquee en cada arremetida. Suavemente empujo mis caderas hacia atrás para encontrarme con sus embestidas… y lo escucho gemir. Es el primer gemido que oigo de su boca y mi omega me ruega que atienda al alfa, que él lo disfrute igual que yo. Y por primera vez en años cedo ante esa parte de mí. Empiezo a empujar con fuerza hacia atrás, mientras Sherlock se impulsa hacia adelante. Gemidos de parte de ambos llenan la recamara. Lo siento aumentar mucho más el ritmo y como algo cálido comienza a golpear mi entrada queriendo entrar… ¡Es el nudo!

Cada arremetida hace que milímetros de esa ardiente protuberancia comiencen a entrar, nuestros embistes son violentos y desordenados, hasta que después de varias embestidas el nudo logra entrar a través de mis paredes y el gemido que brota de Sherlock provoca que todos mis músculos se tensen y explote en el orgasmo más intenso de mi vida. Es tan fuerte que veo flashes blancos atreves de mis ojos y gruño roncamente mientras mi semilla se esparce sobre la almohada que todo este tiempo ha estado rozando mi miembro. Sherlock ronronea sumamente alto cuando mis músculos comienzan a sufrir los espasmos post-orgasmo e inmediatamente su nudo se inflama en mi interior presionando mi próstata haciendo que me corra por segunda vez dejándome completamente sentible y desfallecido sobre la cama.

Me siento completamente extasiado y cansado. Me pregunto por qué demonios no había hecho esto antes. Fue el mejor orgasmo de mi vida y el sentir el nudo aún hinchado en mi interior negándose a salir me hace sentir pleno… Pero la sensación no dura demasiado, algo me hace sentir mal, la ausencia de la semilla del alfa con el que me aparee hace que mi omega llore y me hace sentir frustrado. Sé que Sherlock solo vino a ayudarme con mi celo, no es mi pareja, ¡por dios ni siquiera sé qué edad tiene! Pero mi omega me dice que soy malo, por eso el alfa no quiere que lleve a sus cachorros y no me marca. Eso ocasiona que comience
a gimotear dolorosamente.

Sherlock comienza a consolarme. Me pellizca con fuerza con sus dedos sobre la glándula que está en mi cuello en una imitación burda de la mordida del alfa y empuja su nudo en mi interior causándome un gemido. Eso me logra calmar por unos minutos pero el llanto regresa.

—La próxima será mejor —promete Sherlock en mi oído. Mientras nos recuesta en una posición más cómoda sobre la cama a espera de que su nudo se desinflame y sigue intentando parar mi llanto dando caricias suaves.


¡Hola!

¿Qué les pareció mi primer omegaverse johnlock?

Espero les gustara, ¡nos leemos en los comentarios!