Su sonrisa, su cabello, su mirada o simplemente su forma de ser me hacía estremecer, había comenzando algo con lo que para muchos sonará tonto y ridículo, para otros una casualidad. Para mí… un cuento de hadas que no tiene fin.
-¿Estás bien?- tal vez esas palabras gentiles desatan muchas cosas-.
Me extendió su mano, quizá eso aumenta más el sentir. Tomé su mano y sacudí mis ropas que no combinaban unas con otras; él me quitaba basuritas del cabello.
-Espero no te haya pasado nada- sonrió, era una sonrisa traviesa en la que destacaban eran esos hoyuelos hoyuelos produciendo que me sonrojara aún más-.
Y ¿cómo no enamorar a alguien de esa forma? Se despidió, algo en mí no quería que esa persona se fuera, me dejara... alejándose pocos centímetros de mí, volteó la cara y sus palabras fueron llegando hasta mis entrañas, a aquél dulce sentir.
-¿Nos acompañas?- suspiré y asentí-.
En definitiva ¿Cómo no enamorarse de alguien así? Quién te defiende, protege y ve por tí en tus momentos de desgracia o de felicidad. Probablemente no muchos lo hagan… pero los pocos que se arriesgan conquistan a quien menos se imaginan. Y si el mundo estaba en nuestra contra diríamos: "Al diablo los demás, lo amo y no lo dejaré por nada ni nadie".
