Perra.
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Resumen: Siempre fui una buena persona, pero los demás nunca lo apreciaron. Ahora sé que si quiero salir adelante en la vida, tengo que ser una perra y todos los que me hirieron se acodarán siempre de mi nombre.
Autora: risita.
Notas: Este fic es relativamente corto y se desarrolla en un universo alterno. Mi imaginación está corriendo como loca y doy gracias a Dios por eso, pues antes estaba vacía de inspiración. Espero que al final les llegue el mensaje que quiero transmitir. Disfruten de la lectura.
Naruto®es propiedad de Kishi. Este Fic es sólo mío.
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A mí no me gustas tú.
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—¡Hey gordita! —me gritó una chica rubia con ojos azules.
—¿Gordita? —preguntó asombrada otra mujer pelirroja— ¡Querrás decir gordota!
—¿Sí? —susurré.
—Naruto Uzumaki te busca, quiere decirte que le gustas.
Me sonrojé. Ese chico del que ellas hablaban era, para mí, el más guapo de todo el universo. Poseía unos ojos azules y grandes que reflejaban pura belleza, su cabello rubio lo hacía parecer un verdadero querubín. Me gustaba tanto que hasta fantaseaba con compartir día a día nuestras vidas.
El único problema era que yo estaba un poco pasada de peso. ¿Un poco? Mucho. Estoy regordeta; por eso me extraña que Naruto siquiera me preste atención.
Me convertí en un manojo de nervios, pero al verlo me sentí en el cielo. Me acerqué a él cautelosamente y le toqué la espalda. El volteó y me miró con extrañeza.
—También me gustas —le dije.
—A mí no me gustas tú.
Se me acabó el mundo en ese instante. Seguido de sus palabras escuché una explosión de risas a mi alrededor. Comencé a verlos y sin darme cuenta las lágrimas descendían a través de mi rostro.
—Voltea y saluda a la cámara, cerda —vociferó Karin, la pelirroja sin alma.
El coro de risas no se detenía. Reparé en el rostro del chico que me había humillado: estaba serio. Y justo en el momento en el que soltó una risita, un fuerte dolor inundó mi pecho y mi brazo izquierdo. Caminé dispuesta a irme de ese lugar y olvidar todo lo que pasó, pero a los dos pasos caí en el suelo, ya no me dolía nada.
Sentí unas manos tocar mi cuello, checando mi pulso. Era un chico con cabellos oscuros y con ojos negros y profundos.
—¡Déjala Sasuke! —le gritaba la pelirroja a su novio— ¡Vámonos!
—Cierra la maldita boca que esto es tú culpa, llama a una ambulancia —le ordenó—. Quédate aquí Sakura, no te vayas.
Todo se puso blanco, sentí que una gran paz inundaba todo mi ser.
Juro que si llego a ver de nuevo el sol brillar, me voy a vengar de todos los que se burlaron de mí.
Me convertiré en una verdadera perra.
