Capítulo 1
El día amaneció soleado, lo que me llenó de buenas vibraciones para poder afrontar aquel día.
No es que me esperara nada malo, claro que no, pero eran las ocho de la mañana y ya estaba hecha un manojo de nervios.
Me metí en la ducha mientras pensaba en la suerte que había tenido: ¡El gran Carlisle estaba dispuesto a concederme una entrevista! Era el único agente literario que vivía en aquella ciudad y además era de los buenos, de hecho había impulsado la carrera de varios escritores cuyas obras adoraba.
Y justo hoy, yo, Bella Swan, me iba a plantar delante de él con mis escritos y le iba a pedir una oportunidad, buff, ¡Qué nervios!
Me vestí de forma informal pero correcta, dejé mi cabello suelto y metí mis escritos en la cartera beige que hace ya unos años me regaló mi padre (descanse en paz).
Me dirigí hacia la zona lujosa de la ciudad con mi viejo coche del cual me avergoncé un poco al personarme delante de aquella lujosa mansión, con sus grandes verjas y su ostentoso jardín; parecía una de esas mansiones que no eran de este siglo, una de esas que quedarían genial en una película de terror o como hogar del mafioso de turno en una película de acción. Traté de memorizar la imagen de aquella mansión en mi mente, para utilizarla en alguna de mis narraciones.
¡Cómo si no pensara verla nunca más! ¡Qué poca confianza en mí misma!
Respiré hondo y pulsé con suavidad el timbre del interfono:
-¿Quién es?
-Ho..hola, soy Isabella Swan, tengo una cita con Carlisle.-
La puerta se abrió automáticamente para mí sin ninguna respuesta por parte del interfono y de una forma tan teatral que me extraño no oír el quejido de las bisagras de las verjas.
Me notaba temblorosa pero traté de disimularlo.
La puerta principal ya estaba abierta y, esperando mi llegada, una chica que parecía sacada de un anuncio de champú, con aquella cabellera tan rubia, larga y sedosa.
Me sonrío con aquellos labios carnosos y pintados de rojo y me extendió su mano, blanca y suave.
La estreché y noté que estaba muy, muy fría. Vestía un traje chaqueta color crema y llevaba un elegante colgante de oro descansando sobre su estilizada garganta.
Me sentí pequeña e insignificante con mis vaqueros oscuros y mi camisa blanca delante de aquella mujer que parecía un ángel vestido por Coco Channel.
Traté de quitarme esa idea de la cabeza y me dije que lo importante allí era lo que yo escribía, no de que tienda fuesen mis vaqueros.
-Encantada de conocerla, Isabella Swan, yo soy Rosalie, la secretaria de Carlisle, acompáñeme a su despacho, la está esperando.
"¿Me trata de usted?Guau, no sé si sentirme importante o mayor... Aunque a mis veinticinco, supongo que mejor será sentirme importante"
Había algo en su sonrisa, en su forma de caminar y de mirarme que no me gustaba, notaba su falsedad... Evidentemente no esperaba que una persona que no me conocía en absoluto estuviera verdaderamente contenta de verme, pero su parecía esconder, tras una estudiada amabilidad, su disconformidad con el hecho de que yo estuviera allí.
"Detén tus paranoias, Bella y deja esa portentosa imaginación para escribir"
Siguió a Rosalie a través de suelos tan brillantes que sólo había visto en películas y anuncios de limpieza.
El despacho de Carlisle tenía la puerta abierta. Una puerta de esas que parecen poder aguantar todos los años del mundo, maciza, de roble. De un color oscuro que todavía le proporcionaba más seriedad al lugar.
El despacho de Carlisle estaba lleno de estanterías repletas de libros, algo lógico si sabemos que hablamos de un gran editor.
En el centro de la estancia había un escritorio con la misma consistencia que la puerta que acaba de traspasar y tras él, Carlisle sentado en un sillón con las piernas cruzadas y mirándome de forma amable y dulce.
Me acerqué a él devolviéndole la sonrisa y quedé impactada al verle; nunca lo había visto en persona y puedo decir que las fotografías que habían en Internet de su persona, no le hacían justicia.
Carlisle tendría entre cinco y siete años más que yo, su piel era blanca como la nieve, sus cabellos rubios estaban perfectamente peinados hacia atrás, sus ojos verdes contrastaban con aquella piel y aquel traje chaqueta oscuro que llevaba... Era increíblemente guapo...
"Bella, deja de fascinarte con Don Modelo de Armani y vamos a centrarnos a lo que hemos venido"
Le tendí la mano y le dije:
-Muchas gracias por recibirme, señor Carlisle, sé lo ocupado que está y la oportunidad que me ofrece es muy valiosa para mí.
-No me tienes que dar las gracias, Bella, y por favor, no me llames de usted, me haces más viejo y estoy seguro de que tampoco nos llevamos tanta edad.
Reí y el continuó hablando:
-Es cierto que los vampiros son un tema de actualidad hoy en día, puede que incluso un tema sobreexplotado, pero tu historia me ha cautivado; esta vez el vampiro es una mujer, una mujer que además es fuerte, segura de sí misma, con unos principios y valores, compañera además de un vampiro con un oscuro pasado y, cómo no, con sus vidas entremezcladas con un humano, siempre tan dulce e inocente... Me ha gustado mucho que tu personaje femenino no siga el manido estereotipo de dama en apuros dependiente del amor y los hombres, creo que la literatura de hoy en día necesita una mujer así, una Chloé. Por cierto, un nombre muy bello.
Me sonrojé un poco ante sus halagos y le susurré un "gracias"
Con un gesto me hizo tomar asiento y me ofreció algo de beber, como no me parecían horas para tomar una cerveza acepté un café con leche de buen agrado.
Saqué los primeros capítulos de mi historia de vampiros titulada "La Rosa" de mi ajada cartera y se los ofrecí con seguridad.
Carlisle los cogió y al hacerlo, rozó levemente mis manos, roce que, no sé muy bien porqué me produjo un extraño escalofrío, un escalofrío que me dejaba entre el miedo y la fascinación.
Los ojos de Carisle se deslizaron por encima de las palabras impresas en Times New Roman 12 sobre aquellos folios. Sonrió e interrumpió su lectura.
-Dime, Bella,¿Porque le has puesto a la protagonista tu nombre en español? Quiero decir, no sólo porque se lo has puesto sino también ¿Porqué tu protagonista tiene tu nombre cuándo es humana y no cuando es vampira?
-Pues, pese a que no soy española, tengo familia en Toledo y la visito casi todos los veranos, también estuve de vacaciones en las playas de Valencia y Barcelona y es un país que siempre me ha atraído por su clima, su gastronomía y su gente.
Mientras yo hablaba, Carlisle asentía con una sonrisa en su rostro, no sé muy bien si porque estaba de acuerdo conmigo o porque mi explicación le causaba risa; esperaba que fuera por lo primero.
Proseguí con mi explicación:
-Así que supongo que esto es un homenaje a mi "otra tierra", por llamarlo de alguna manera.
Carlisle parecía satisfecho con mi explicación y me dijo:
¿Y respecto a lo otro? ¿Porqué cuando es vampira se llama Chloé y no Isabel?
Vaya, este Carlisle, además de mi agente literario, pretendía convertirse en mi terapeuta.
-No sé, supongo que, aunque me hacía ilusión que el personaje principal tuviera rasgos míos como el color de mi pelo, no quería basar en mí a su personaje vampírico, no quería que fuera yo ,quería sentirla como alguien a quien conocía como si fuera yo misma, pero sin serlo; no sé si esto sonará un poco loco- dije riéndome.
Los ojos de Carlisle ahora me miraban algo más entrecerrados, como queriendo fijar su mirada en mí:
-Para nada, Bella, lo que acabas de decir no suena muy loco, suena muy a escritor, y eso me gusta. Pero tengo una curiosidad personal; la mayoría de personas que escriben sobre vampiros, les gustaría estar en su piel por unos momentos y saber que se siente. Es decir, si escribes sobre ellos, es porque sientes fascinación por este tema, ¿no es así?
-Por supuesto, es un tema que siempre me ha fascinado , mucho antes de que fuera una moda. Aunque supongo que no me siento demasiado indentificada con ellos y por eso no le puse mi nombre.
Carlisle me miró fijamente durante unos segundos muy serio, sin decirme nada. Su mirada me dejó helada.
-Interesante...-susurró como si se lo dijera a sí mismo.
Movió la cabeza como para salir de su ensimismamiento, miró los papeles que descansaban sobre el escritorio y me dijo:
-Ha sido un placer poder conversar contigo, Bella, leeré estos capítulos y te llamaré en breve para concertar otra cita, ¿Te parece bien?
-Por supuesto- contesté con una sonrisa.
Me puse mi casi vacía cartera cruzando mi hombro derecho y me levanté. Carlisle hizo lo mismo y me acompañó hasta la puerta, la abrió y se quedó tan cerca de mí que pude oler su perfume, no se parecía a nada que hubiera olido antes, pero su aroma era maravilloso.
Le tendí mi mano para darnos el protocolario apretón de manos, pero el me sorprendió cogiendo mi mano y llevándosela a los labios, dándome un sutil beso que me dejó atónita. Me sonrió y me dijo:
-Espero saber algún día quienes son los otros personajes de tu obra; el oscuro y atractivo vampiro y el dulce e inocente humano.
Me dejó algo descolocada y sólo acerté a obsequiarle con una tímida sonrisa y un leve asentimiento de cabeza.
-Claro- dije- Hasta luego.
-Hasta luego Bella, que no te abandonen las musas.
Rosalie la esperaba fuera para acompañarla hasta la salida y pude ver como también se acercaba a nosotras una mujer morena, también muy guapa y me pregunté si aquella mansión era la de un editor o la de un playboy, aunque estas chicas no tenían esa pinta de cabezas huecas y cuerpos siliconados, parecían mujeres que escondían una historia, un oscuro secreto.
"Ya vuelves a divagar Bella..."
-Hola, soy la ayudante de Carlisle, Esme- me dijo la mujer morena mientras me tendía la mano-
-Encantada de conocerte, yo soy Bella.
-Ah, ¡eres tú! Carlisle tenía muchas ganas de conocerte- de repente su cara se transformó en algo que parecía tristeza, de repente sentí que no era Rosalie la única que no parecía contenta de que yo estuviera allí...-.
Yo sonreí sin saber bien que decir y miré a Rosalie con ganas de que me acompañara ya hasta la puerta.
Rosalie pareció leerme el pensamiento y mientras Esme se dirigía al despacho de Carlisle con una inusitada rapidez, comenzamos nuestro camino hacia la puerta por esas baldosas relucientes.
Casi llegando a la puerta oí a Esme gritar:
-¿Cómo se te ocurre hacer eso? Tu morbosa curiosidad te traerá problemas.
En mi cara se reflejó la extrañeza y Rosalie pareció sonreírme como queriendo decirme: "No les hagas caso, son tonterías suyas".
Se despidió de mí en la puerta y crucé sola el jardín tratando de que mi mandíbula volviera al sitio después de tanta sonrisa forzada y con una extraña sensación en mi cuerpo.
¿Tenía yo demasiada imaginación o allí dentro habían pasado cosas muy raras?
