Free no me pertenece es propiedad de Koji Oji y Futoshi Nishiya, yo solo lo uso sin fines de lucro. Este fic es Reigisa, sin embargo no descartare la idea de que aparezcan levemente otros personajes de la serie.
Cap 1
Erase una vez un amor frio y eterno.
Existe una historia donde un pingüino se enamoro de una mariposa y la mariposa se enamoro del pingüino, pero su amor nunca pudo ser. Cierta vez un joven pingüino se encontraba caminando por el habitad del zoológico donde se encontraba, su vida era diferente a los demás pingüinos de la manada, esto se debía a que él era mucho más pequeño que ellos a pesar de tener la misma edad que los demás, otra cosa diferente eran sus ojos violeta, cosa que ninguno tenía, gracias a esto él era único que aun no tenia pareja.
Un día algo llamo la atención del pequeño pingüino, una extraño animal que tenía unas alas rosas y pequeñas manchas moradas, era evidente que aquel animal le cautivo era mmm como podría decirse, perfecto, nunca antes había visto esa clase de animal y eso llamo mas su atención, tanto había llamado su atención que decidió acercarse y le miro. Aquel extraño animal le miro también y sin decirle nada solo suspiro y siguió en el frio hielo.
-¿Que eres?¿Necesitas ayuda?- pregunto el pequeño pingüino.
-Soy una Mariposa, me he perdido-
-mmm, No te preocupes yo te cuidare- fue lo que dijo el palmípedo mientras se acercaba a la mariposa para tomarla en sus pequeñas alas, al parecer aquella mariposa estaba gravemente herida, su ala se había roto y no podía mantener un vuelo recto, pudo darse cuenta que la mariposa sentía dolor al intentar volar, así que la llevo a un lugar seguro.
Con el paso de los días el estado de la mariposa comenzó a mejorar, pero no solo esto comenzó a pasar. Entre ambos comenzó a surgir algo conocido como atracción, la mariposa miraba interesante al pequeño pingüino pero lo que más le gustaba eran sus hermosos ojos, al parecer la mariposa se había enamorado, pero no era la única.
Es bien sabido que cuando un pingüino se enamora lo hace para toda su vida y a pesar de que el no creía en esas cosas porque nunca le había pasado su día llego. Un día el palmípedo salió dejando sola a la mariposa, esta se había preocupado en un principio pues pensó que la había abandonado, pero su miedo desapareció cuando le vio venir despacio y rodando una pequeña piedra. Cuando el pingüino llego hasta donde estaba, este se la regalo. Ciertamente eso era extraño para ella pues no sabía que significaba pero sentía una gran alegría, los días pasaron y la mariposa ya podía volar, el clima no era el más agradable pues sentía un inmenso frio pero simplemente no fue capaz de dejar al pingüino.
Ambos sabían los sentimientos de uno hacia el otro y sabían que estaban completamente enamorados y si uno moría moriría el otro de amor y eso pronto estaría por ocurrir. Con el frio clima la mariposa tenía su tiempo contado, una mañana la mariposa no pudo moverse, sus alas se habían congelado a pesar de haber recibido el calor de su pareja, su cuerpo comenzó a debilitarse y cayó muerta. El pingüino al ver a su único amor muerto, no se movió de su lado llego a tal grado que comenzó a morir no solo por hambre si no que también comenzó a morir de tristeza.
Aquella tarde el cuidador se extraño de no ver al peculiar palmípedo, últimamente le veía a través del cristal ir y venir llevando pequeñas piedras a un lugar lejos de la manada, aquel día le extraño pues no le vio, al entrar y buscarlo en la reserva observo algo que lo lleno de tristeza. El pequeño pingüino estaba de pie inmóvil encima de su muy pequeño nido, parecía como si sujetara algo, se acerco y le miro detenidamente, aquel animal estaba muerto, sobre sus pequeñas alas, el pingüino abrazaba una mariposa, con mucha más atención pudo observar que el pingüino tenía pequeñas gotas cristalizadas en sus ojos, había llorado.
Al parecer el palmípedo había encontrado un amor y había muerto de tristeza. Hay veces donde el amor supera la muerte.
