DE vuelta al pasado ¿Otra vez?
CAPITULO 1
Ya habían pasado 2 años desde que volvió de la era feudal, el pozo se había sellado después de ella haciéndola quedarse para siempre en su época. Después de la derrota de Naraku y la desaparición de la joya, el pozo se mantuvo abierto para su regreso a su época, sabiendo que después de esto ella ya no vería más a sus amigos decidió quedarse durante un período más de tiempo en el que pudiera convivir y aprovechar el máximo tiempo con ellos, sus amigos e Inuyasha...Inuyasha, aquel medio demonio arrogante que le había robado el corazón, al terminar la batalla desapareció durante dos semanas, dos semanas que les parecieron interminables a la muchacha de cabellos negros. Al parecer en ese tiempo que el había estado fuera había estado pensando en sus sentimientos hacia ella y hacia la miko de barro. Y ella no era la elegida. A partir de entonces el y Kikio siguieron su relación donde la dejaron antes del incidente de Naraku y Kagome para ignorarlos , aunque parezca mentira, le pidió al gran Lord del Oeste y medio hermano de Inuyasha, Sesshomaru, que le entrenara en la lucha cuerpo a cuerpo y con armas. Eso había sucedido un par de día después del testimonio de Inuyasha sobre sus sentimientos, el Daiyoukay perro se encontraba visitando a la pequeña Rin que ahora habitaba con ellos en la choza de Kaede junto a ellas dos, aprendiendo de la sabiduría de la anciana respecto a las plantas medicinales. Sesshomaru había entrado en la choza como hacía de costumbre sin llamar,porque el era demasiado importante como para llamar a la puerta de unos simples humanos, notese el sarcasmo, plantándose en frente de Rin con un paquete en sus manos que le entregó a esta. El paquete consistía en un precioso kimono rosa con detalles morados de flores, claro está de la talla de la pequeña niña humana. Rin como se esperaban las mujeres empezó a dar saltitos de alegría agradeciendo a su "Querido señor Sesshomaru" el detalle aquel. De mientras en la cabeza de la joven miko se cocía la idea del entrenamiento, y así de repente soltó la pregunta: "Señor Sesshomaru, ¿Usted sería capaz de darme un entrenamiento de lucha?"Eso dejó a los presentes una cara de estupefacción en los rostros, claro esta, menos al demonio impotente y arrogante que se encontraba en frente suya. "Por supuesto miko, claro que podría entrenarte, pero¿Por qué razón?"Ella no contestó, simplemente lo miró con ojos implorantes y tristes. El demonio captó lo que esos ojos azules como el mar querían decir: Quería olvidarse del estúpido medio hermano que poseía. A partir de ese momento entrenaban todos los días y así durante 5 años, 5 años en los que aprendió la lucha cuerpo a cuerpo y con espada y en los que aprendió a mejorar su puntería con el arco y desarrollar al máximo sus poderes de miko, 5 años en los que al final ya podía patearle el trasero al gran Lord del Oeste. Sesshomaru a decir verdad no solo estaba asombrado con esto último, sino que también lo hizo cuando descubrió que aquella miko había echo lo imposible, se habían echo grandes amigos gracias a esos entrenamientos tan duros. El le había enseñado todo lo que sabía y ella lo había absorbido todo como si de una esponja se tratara. El como regalo por aver finalizado el entrenamiento le ofreció un kimono de guerrera negro y rojo que dejaba ver sus blancas piernas y que al parecer estaba echa de tela de escamas de dragón, una tela incluso más protectora que la de las ratas de fuego y 100 veces más suave y delicada al tacto, y una espada, una de las espadas más poderosas de todas, muy rara por cierto ya que tenía forma de una llave gigante que pesaba como unos 100kg o más. Al parecer era la espada la que elegía el propietario, y a para quien ella eligiese se convertiría menos pesada para que nadie más pudiera usarla, y ella le había elegido para ser su propietaria. Después de estos 5 años, Kagome cogió sus pertenencias, como los obsequio de Sesshomaru, el arco del monte Azusa y las flechas que Kaede le dio y se despidió de todos para siempre. Ahora una Kagome de 22 años se encontraba en su época después de haber pasado 2 años después de estos acontecimientos sin posibilidad de volver a ver su tan preciada era Sengoku y estudiando una carrera para convertirse en una de las mejores historiadoras de su época. Ella había seguido entrenando todos los días para no olvidar su entrenamiento con Sesshomaru, meditaba antes de irse a dormir para mantener sus poderes al 100% todos los días y estudiaba como una posesa para poder llevarlo todo adelante.
Eran las 7 p.m. de un sábado y la luz entraba en su habitación potencialmente ya que su ventana se encontraba abierta de par en par, ahora se daba cuenta de que se le había olvidado cerrar por lo menos la persiana para que eso no pasara. Se movió debajo de las sábanas intentando así poder volver a ese maravilloso estado vegetal de descanso. Al comprobar de primera mano que no podía, se levantó de mala gana y se dirigió al baño para asearse antes de bajar a desayunar y entrenar un rato, así que se colocó su atuendo de entrenamiento que Sesshomaru le regaló y cogió sus armas bajando con ellas las escaleras para disponerse a desayunar. Ella desde que había regresado desayunaba sola, no como antes que desayunaba junto con su familia y gato, ahora prefería de desayunar en la comodidad de la soledad sabiendo que después no iba a conseguir esa tranquilidad. Cogió un bol de la despensa junto a una cuchara del cajón y los puso en la mesa de la cocina y se dirigió al frigorífico de donde sacó una garrafa de plástico con leche en el interior y después a la despensa dónde cogió sus cereales favoritos: muesly con chocolate, se sentó en la mesa y se dispuso a prepararse un bol de aquellos maravillosos cereales con leche. Después de desayunar guardó todo en su correspondiente lugar y lavó su bol y cuchara y se dirigió a patio trasero donde se encontraba el árbol sagrado y el pozo. Le gustaba entrenar allí, se sentía en paz consigo misma y le relajaba. Pero en cuanto llegó se fijó en luz que salía de la capilla donde se encontraba el pozo, y derrepente una sensación de malestar le recorrió el cuerpo. Se dirigió a ella lentamente, como si de repente algún monstruo saltara y se le fuera a tirar encima, aún con sus armas en sus sitios, la gran espada en su espalda, el arco en su mano y las flechas en el hombro izquierdo, con una expresión asustada y con un nudo en la garganta. Cuando se encontraba su mano a milímetros de abrir la puerta se contuvo y pensó en lo que estaba pasando en el interior de la pequeña capilla, a lo mejor Inuyasha había vuelto para llevársela de vuelta con él, pero desechó esa idea al instante reconociendo que el jamás dejaría a Kikio para volver con ella, pensar eso le estrujó un poco el corazón e hizo que una lágrima traicionera le corriera por la mejilla, inmediatamente se enjuago esa pequeña lágrima que delataba sus sentimientos hacia el hanyou y siguió pensando en diferentes opciones, pero se le vino a la cabeza una, a lo mejor estaban todos en peligro y necesitaban su ayuda, con ese pensamiento no lo pensó dos veces y abrió la puerta de la pequeña capilla y se tiró por el pozo de donde salía una extraña luz amarilla que no tenía nada que ver con la luz azulada que la rodeaba cada vez que iba de regreso al Sengoku. Algo iba mal, se sentía diferente, muy diferente a cuando ella viajaba a través del pozo. Sintió la superfecie terrosa debajo de sus pies. Entonces todo se volvió negro.
Se encontraban dos hombres, al parecer bastante musculosos, por el bosque, uno era notablemente más alto que el otro, al parecer habían perdido el camino por el que iban y se encontraban discutiendo de quien era la culpa.
-Si no nos hubiésemos parado parado para ver lo que le pasaba a ese hombre, que como te recuerdo no era absolutamente nada, no estaríamos así-dijo el más pequeño refunfuñando a su amigo.-el único problema que tenía era que una maldita astilla se le había pinchado en el dedo ¡¿A quién se le ocurre gritar así por eso?!
-Iolaus, hicimos lo que había que hacer, escuchamos un grito del bosque, pensamos que era alguien que necesitaba ayuda de verdad y fuimos en su ayuda-dijo el mayor hastiado ya del comportamiento de su amigo.
-Si,claro Hércules, pero...-se cayó de repente y los dos miraron hacia unos arbustos de donde parecía haberse oído un golpe seco y el movimiento de las ramas. Hizo una seña a su amigo llevándose el dedo índice a la boca diciendo con el "silencio". Los dos hombres se hacercaron al matorral y apartaron las ramas de este tratando de hacer el menor ruido posible y vieron algo que les dejó a dos velas.
Sintió como el cuerpo entumecido se encontraba con el suelo dolorosamente, haciéndola soltar un gemido de dolor al notar una rama queriendo incrustarse en su abdomen y una piedra en su hombro izquierdo como queriendo decir que ella también estaba allí para fastidiar. Con dificultad y aun un poco mareada se giró sobre si misma apoyándose en su espada que reposaba aún en su espalda y el carcaj con sus flechas de su hombro izquierdo y abrió poco a poco los ojos encontrándose con la luminosa luz solar directamente en sus ojos haciéndole cerrarlos de nuevo. Volvió a abrirlos pero esta vez se encontraban dos sombras al parecer humanas en su espacio de visión contemplándola con los ojos bien abiertos. "Menos mal, gracias a dios no son demonios" se dijo mentalmente antes de intentar incorporarse pero los dos desconocidos la ayudaron en su ardua tarea. Al parecer eran dos hombres y los dos muy apuestos a su parecer..."pero ¡¿Qué digo?!son unos desconocidos lo que debería hacer el pegarles una patada en el culo y no alabar su apariencia física...aunque en verdad no son nada feos...¡KAGOME, BASTA!"Cuando consiguió levantarse sin dificultad los dos hombres la miraron con preocupación y con los ojos aún muy abiertos por el susto esperando a que dijera algo.
-Gracias, no se si hubiera podido levantarme sola. Me llamo Kagome, es un placer-dijo dándoles una sonrisa a los dos hombres que dejaron aquella cara de "que mierda a pasado aquí" para corresponderle la sonrisa a la joven de 22 años.
-No es nada, en realidad nos pasamos el día así, yo soy Hércules y el es mi amigo, Iolaus-dijo cortésmente el moreno señalando al rubio que se encontraba a su lado.-¿Podemos saber que te ha pasado?
-Sí esque no se encuentra normalmente a una chica cayendo del cielo de repente en unos arbustos la verdad-dijo esta vez el rubio sarcásticamente con los brazos detrás de la cabeza en una postura despreocupada.
"Joder, ahora¿que hago?"-pensó la oji-azul con una sonrisa nerviosa en su rostro.
CONTINUARA...
