Hola, mis queridos lectores. Hoy traigo para ustedes un proyecto especial dedicado a la familia Uchiha. Espero que puedan ayudarme dándole like a mi página de Facebook EAUchiha-Fanfiction y a mi Facebook personal Anne Kristina Rodriguez (en mi perfil está el enlace directo a ambos perfiles) desde allí estaré pendiente de ustedes y publicaré sobre mis próximas actualizaciones.

Agradecimientos especiales a mi Beta: Hikari Takaishi Y

Espero que la lectura sea de su total agrado.

Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.


Día con los Uchiha.

Si había algo que Sasuke deseaba en su vida en ese momento, era un minuto, un miserable minuto para hablar con sus padres y hermano. Hacerles saber que aprendió de sus errores y ahora es un hombre feliz. Ese deseo toma fuerza en su corazón con el correr de los días, pero también es consciente de que ese anhelo es imposible, pues ellos están muertos. Ir al cementerio a visitarlos, no era capaz de calmar ese deseo ni un ápice.

La risa infantil lo trajo de vuelta a la realidad y sonrió. Sarada caminaba a su lado, mientras él la sostenía, pues aún era muy torpe su andar. Ese día le tocó cuidar de la infante de dos años, pues su esposa había sido solicitada de urgencia para que prestara su poder en el hospital. Sarada extrañaba a su madre, eso era un hecho. Por lo que él tomó la decisión de salir a dar un paseo. Aunque para ello prefirió irse a las afueras de la aldea, aún no se siente cómodo caminando libremente por las calles de Konoha.

Visualizó aquel muelle maltratado por los años, el lugar donde su padre le enseñó su jutsu de fuego y donde le elogió por primera y única vez en su vida. Se sentó en la orilla del muelle, con Sarada a su lado. Ella estaba decepcionada porque sus pies no llegaban a entrar al agua, si tan sólo fuera un poco más grande. Pero una libélula sobrevolando por encima del agua distrajo su atención. Ella quiso alcanzarla, pero podría caer al agua y eso sería peligroso.

– Sarada, no– reprendió queriendo no ser tan brusco y la sentó entre sus piernas. Así ella podría seguir observando los insectos que por allí andaba, pero ahora libre del algún peligro.

De pronto, justo en medio del lago comenzó a salir una extraña luz blancuzca. Sasuke se puso en alerta, el rinnegan y el sharingan brillaron listos para la batalla. Pero nada, no existía ninguna presencia maligna alrededor, absolutamente nada. Sólo eran él y Sarada. Sin embargo aquella luz seguía allí, debía averiguar qué era y porque resultaba tan atractiva a sus ojos. Tomó a su hija, ajustó el chakra necesario en la planta de sus pies y caminó por el agua hasta situarse en medio del destello. No había chakra que lo controlara, nada. Quizás sólo era producto de la naturaleza y él era un paranoico. En ese instante, la luz se intensificó hasta el punto de encandilar sus ojos y así obligar a cerrarlos.

Cuando todo había vuelto a la normalidad, nada había pasado. Absolutamente nada. Sasuke le restó importancia al asunto y decidió que ya era hora de volver a casa. Notó que el muelle ya no lucía tan maltratado como hace un rato, pero eso también decidió ignorarlo. Todo a su alrededor había cambiado, sólo que él no podía notarlo. Estaba más ocupado pensando en lo que debería hacer de cena para él y su hija. Al llegar al lugar donde se supone está edificado su hogar, había otra casa en su lugar. Una de la cual sólo tenía recuerdos de antaño. ¿Qué habría pasado? ¿Acaso se desmayó en medio del lago por culpa de aquella luz? Si era así, debía intentar despertar de inmediato. Él y Sarada podían estar muriendo mientras él fantasea con su antigua casa.

– ¿Quién es usted?– preguntó una demandante voz masculina que creyó no volvería a escuchar en su vida– ¿qué hace frente de mi casa?– demandó de nuevo aquella voz.

Sarada lo observaba con curiosidad, quizás su cara era un poema. Giró la cabeza lentamente, consiguiéndose con la imponente figura de su padre. Él se veía tan vivo, tan real. Difícilmente podría ser producto de su imaginación o un poderoso genjutsu que busca hacerlo sufrir. Junto a él, un niño de cinco o seis años aproximadamente.

– Padre, Niisan– susurró dolorosamente sin que ellos alcanzarán a escucharlo.

– Exijo que me di...– pero alguien lo interrumpió.

– ¿Qué está sucediendo aquí?– preguntó amablemente Mikoto. Su expresión se desfiguró a una de dolor al ver a su bella madre sonreír. Las sonrisas de su madre aún permanecen nítidas en sus recuerdos. Entonces entendió que aquella luz lo había llevado al pasado, su tan anhelado deseo había sido tomado en cuenta– ¿Y tú quién eres?– interrogó ella reparando en su presencia– me recuerdas un poco a mí misma– comentó sonriendo– ¿Eres nuevo por aquí?

– Yo...– no era capaz de articular palabra alguna. Aún no era capaz de asimilar que estaba frente a su fallecida familia.

– Eres un Uchiha– afirmó Itachi señalando el símbolo que adorna su espalda y la de Sarada.

– Yo vengo de un lugar lejano– pudo responder al fin. "De un tiempo lejano" pensó amargamente. Fugaku no pareció convencido al respecto, para haber acabado de llegar de viaje, no lleva nada a cuestas. Salvo aquella niña que no despegaba la mirada de su progenitor.

– Oh, entonces debes estar cansado– añadió Mikoto– ¿te gustaría entrar un rato?– Fugaku tenía intenciones de intervenir y pedirle al extraño que se fuera, pero su sonrisa le recordó tanto a ella, su querida compañera de vida. Tenía el presentimiento de que él no era un simple viajero, era algo más y debía averiguarlo.

– ¿Cuál es tu nombre?– preguntó situándose a su lado. Sasuke meditó un poco en sí decir la verdad o no, probablemente él no había nacido todavía.

– Sasuke– respondió amablemente.

– ¡Eh! ¡Tu nombre es igual al de nuestro bebé!– exclamó Mikoto emocionada– ¿Y ella?– preguntó acariciando la suave mejilla de la bebé.

– Sarada– contestó en el mismo tono. Tal vez presentarse como realmente es delante de su familia, no sería tan malo.

– Entremos, prepararé té para todos– invitó. El primero en seguir a su madre fue Itachi, Fugaku no tardó en hacerles compañía. Sasuke se quedó parado en la entrada del que alguna vez fue su hogar.

– ¿No vienes?– preguntó Fugaku mirándolo fijamente. Sasuke miró a Sarada y ella a él, de alguna manera ella podía percibir los nervios de su padre.

– ¿Qué dices, Sarada, quieres conocer la familia de papá?– ella le sonrió como respuesta. Le dio en beso en la frente y cruzó el pórtico de la casa.

– Me alegra saber que Sasuke se convertirá en un buen hombre– declaró Fugaku, dejándolo atónito.

– ¿Cómo es que...– balbuceó sorprendido.

– ¿En serio creíste que no me daría cuenta?– interrogó con una ceja alzada– nunca dejaría entrar un completo extraño a mi casa ¿O sí?

– No, no lo harías– aceptó Sasuke correspondiendo la sonrisa de su padre.

– Anda, entremos antes de que Mikoto se ponga histérica– ellos dos podrían ser lo tipos más fríos del planeta, pero una mujer histérica les puede poner los nervios de punta.

Siguió a su padre al interior de la casa, el nerviosismo que tenía, desde que se dio cuenta en dónde se encontraba, fue desapareciendo poco a poco. Todo en ese lugar era tal cual lo recordaba, el ruido que hacía su madre desde la cocina, una rama del cerezo que está en el patio golpeando suavemente la ventana, cosa por la cual su madre se quejaba en ocasiones, sin embargo nunca quitaron la rama de allí. Todo bien acomodado en su lugar, el característico aroma con el que vivió gran parte de su infancia.

Itachi se encargaba de entretener a su yo infante, mientras Mikoto preparaba la merienda para todos. Él y su padre se instalaron en la mesa de cocina.

– Creo que ella también quiere ir a jugar– comentó Fugaku viendo a su nieta removiéndose inquieta en el brazo de su padre. Suena raro que piense en ella como su nieta, pero lo es. Sonrió para sus adentros, ser abuelo de una nena tan hermosa le daba alegría. Se preguntaba si Sasuke era un buen padre, él aún le costaba trabajo discriminar si él mismo era uno bueno. Aún le costaba trabajo tener un gesto de cariño con sus hijos, pero notó que con Sasuke era diferente. Él miraba a esa niña como si fuera el ser más hermoso del mundo y ella amaba a su padre.

– Es una niña preciosa– comentó Mikoto sentándose junto a su marido– se parece mucho a ti.

– Ella tiene el encanto de su madre– argumentó, pensó en que si Sakura hubiera escuchado aquello, estaría tan roja como un tomate. Sarada logró librarse de él y se acercó a pasos lentos hacia donde estaban los niños.

– No es por querer ser imprudente, pero ¿qué le pasó a tu brazo?– interrogó Mikoto mirando su manga ondeando con el ligero viento que se cola por la ventana.

– Lo perdí en una batalla– respondió con simpleza.

– Pareces ser un joven que ha sufrido mucho en su vida– expresó colocando una mano en su mejilla. Aquel roce consiguió remover algo que creía dormido en su interior. Aquel niño que necesitaba del reconfortante abrazo de su madre en los momentos más difíciles. En su infancia su madre era quien le animaba a cada día, quien no dejaba que se sintiera completamente desplazado por su talentoso hermano.

Quería abrazarla y dejarse llevar por sus emociones, pero había un inconveniente, ella aún no sabía que él era su hijo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, apretó su puño con fuerza. Debía ser fuerte, él ya no era un niño. Sin embargo, fue ella quien llegó a su lado y lo abrazó.

– No tienes que contenerte, mi niño, sé perfectamente quién eres. Lo supe desde el primer momento en que te vi, cosa rara el instinto de una madre ¿verdad?– Sasuke se dejó llevar por su emociones y se aferró a su madre con fuerza. Ella sintió como la tela de su vestido comenzaba a mojarse poco a poco. Intercambió miradas con su esposo y ambos sonrieron con tristeza, entendiendo que ellos ya no estaban vivos en el tiempo del que viene Sasuke.

– Lamentamos haberte dejado solo, hijo– musitó Fugaku, dándole una palmada en la espalda. Sasuke no puedo evitarlo, también abrazó a su padre.

– ¿Al menos fuimos capaces de verte convertirte en el hombre que eres?– sollozó la Uchiha esperanzada. Sasuke rehuyó la mirada de ambos– Ya veo– dijo en un susurro casi inaudible.

– ¿Qué hay del resto del clan? ¿Tu hermano?– cuestionó Fugaku.

– Sarada y yo...– tragó grueso, temía que aquella revelación fuera demasiado fuerte. Quizás no decirles toda la verdad, sólo lo esencial–... somos los únicos Uchiha que quedamos. Muchas cosas pasarán después del ataque del Kyūbi, la desconfianza hacia los Uchiha creará descontento entre ellos y eso no traerá nada bueno. Murieron cuando tenía 8 años– relató obviando lo más importante de todo– venganza por mi clan, ese fue mi objetivo después de ello. Cometí errores de los cuales quisiera olvidarme, traicioné mi aldea en busca de poder. Herí a las personas que llegué a considerar mi familia en ese momento, mi mejor amigo, mi esposa Sakura sufrió mucho por mi culpa, a pesar de que intenté matarla, ella nunca perdió la convicción de sacarme de mi oscuridad. A veces siento que no merezco una mujer tan excepcional como ella a mi lado. Creo que ella merecía algo mejor que yo, pero ella es terca y se negó a renunciar a mí. Me dio aquello que había perdido y que anhelaba tanto, una familia. Cada día lucho para que Sarada sea feliz y no tenga que cargar en sus hombros el peso de mis errores, no quiero que ella sufra lo que yo sufrí. No soy el padre del año, pero Sakura dice que es normal cometer errores y que cada día hay que aprender de ellos.

– Se nota que las amas– habló Mikoto conmovida– ¿Cómo es ella? Tu esposa.

– Ella y yo nos conocimos en la Academia. Sakura no tenía un zorro encerrado en su interior, ni tampoco era una Uchiha. Sólo una chica ordinaria, con una gran inteligencia y un excelente manejo de chakra– comenzó– lamento decir que yo la menospreciaba como ninja, pensaba que ella no era suficiente para estar a nuestro nivel. De hecho era un mocoso arrogante que no aceptaba a sus compañeros de equipo, me creía el mejor de todos. Pero cuando Naruto comenzó a superarme en poder, me frustré y comencé a verlo como un rival.

» Ella siempre me seguía, me coqueteaba, me invitaba a citas. Sólo era fascinación por el chico popular de la Academia, superficial, lo sé. Pero estando en el equipo 7 las cosas cambiaron. Ella se sentía inútil en el equipo, Naruto y yo avanzábamos a pasos agigantados y ella sentía que se quedaba atrás. Sin embargo yo estaba orgulloso de su habilidad para detectar genjutsu y su perfecto manejo del chakra. Recuerdo que un entrenamiento tan simple como caminar en los árboles, ella lo hizo a la primera, mientras que a Naruto y a mi nos tomó más tiempo. Pero a pesar de todo, a ella no le importaba ir contra cualquier enemigo con tal de defendernos, sin importar que tanto daño recibiera por ello. Una vez perdí la cabeza al verla herida y le quebré los brazos al tipo que lo hizo. Ese día la oscuridad en mi interior se incrementó y ella fue capaz de notarlo, quiso detenerme y lo consiguió– tomó un respiro, esos recuerdos suelen causar un malestar en su pecho.

» La última persona que vi antes de desertar de la aldea fue a ella. Me pidió que me quedara con ella, que ella haría cada día feliz, me dijo que me amaba. A pesar de todo, la decisión ya estaba tomada, me iría para cumplir con mis objetivos. En ella iba encontrar todo lo que había perdido, pero en ese momento la venganza me pesaba más que nada. Le di las gracias por todo lo que me ofrecía y la dejé atrás, tirada en una fría banca en medio de la noche– continuó– años después sucedieron muchas cosas, descubrí la verdad detrás de la muerte del clan y me puse como meta destruir Konoha y matar cada ser humano dentro de la Aldea. Estaba hundido en la oscuridad, cegado por el odio y el rencor. Ataqué una cumbre de Kages que se llevaba en ese momento y maté al Hokage provisional que estaba en ese momento, hiriendo en el trayecto a una compañera llamada Karin– sus padres lo miraron horrorizados, pero prefirieron dejarlo terminar su historia– luego de ello, ella apareció ante mí. Me dijo que dejaría la aldea y que iría conmigo. Le dije que lo probara matando a Karin, la cual agonizaba por la herida que atravesaba su pecho. Sakura fingió obedecer y cuando estaba por "matar" a Karin, yo iba a matarla a ella por la espalda. Por fortuna nuestro sensei llegó a rescatarla. En algún momento de la pelea con él, ella aprovechó una distracción e intentó apuñalarme por la espalda, pero no pudo hacerlo y yo me aproveché de su debilidad para intentar matarla de nuevo, pero Naruto llegó a salvarla. Ella sólo quería acabar con la oscuridad que estaba acabando con el ser humano que ella alguna vez conoció.

» La cuarta gran guerra ninja explotó por culpa de un Uchiha, unas cosas pasaron que me impulsaron a ayudar en la guerra, bajo mis propios términos claro está. Luché codo a codo con mi equipo, vi que ella se había convertido en alguien de temer. No pude evitar sonreír al verla destrozar todo con su puño. Pero de nuevo mi estupidez pudo más, después de haber vencido al enemigo, me declaré en contra de ella y dije que haría una revolución. Deseaba pelear con Naruto y matarlo. Ella intentó persuadirme y me declaró su amor de nuevo, pero sólo le dije que era una molestia y la metí en un doloroso genjutsu. Luché contra Naruto a muerte, perdiendo mi brazo en el proceso. Pero él consiguió abrirme los ojos y me declaré el perdedor de nuestra disputa. Sakura llegó a curarnos y entonces le pedí perdón por todo, me gané su perdón. No me mandaron a prisión de por vida solo porque fue una pieza fundamental para la victoria del mundo shinobi. Decidí irme de viaje para reencontrarme conmigo mismo y me fui por dos años, dejando la promesa de que nos veríamos pronto. Durante el viaje, me di cuenta que Sakura siempre fue alguien importante para mí pero llegó un momento en el que preferí mantenerme alejado de todos, yo sólo traía sufrimiento para todos.

– ¿Qué te hizo cambiar de parecer?– preguntó su madre abrumada por la historia de su hijo.

– Una carta– declaró recordando la carta que recibió de Naruto después de los que pasó con Chino y Nowaki, o más bien, Fūshin– volví a la aldea y me encontré con algo importante. Sakura era jonin, la única kunoichi de nuestra generación en lograrlo, una ninja médico reconocida por las cinco grandes naciones, dueña de una clínica mental para niños que lo habían perdido todo por culpa de la guerra. No quería que hubiera niños sufriendo como Naruto y yo, luchar por hacer la diferencia fue admirable para mí.

» Ella se convirtió en alguien importante, pero aún así, ella seguía amándome y esperando mi regreso. A mí, a un traidor, un criminal clase S que estuvo en libro bingo– una sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios– durante mi viaje escuché sobre sus hazañas, pero no era lo mismo escucharlo de otros a ser testigo de ello.

– Me encantaría conocerla– mencionó su madre con un mohín en los labios.

– Lamentablemente no tengo una foto de ella conmigo en estos momentos, pero si alguna vez vas por la aldea y ves una niñita de cabello rosa y grandes ojos verdes, es ella– respondió.

– ¿Cómo se casaron?– preguntó el líder del clan, interrumpiendo los berrinches de su esposa.

– Poco después de volver, le pedí que se fuera de viaje conmigo. Aún no me siento del todo cómodo en la aldea y todavía existen personas que desconfían de mí– contestó– en el viaje, me armé de valor, por fin le dije que era capaz de corresponder a sus sentimientos y le pedí que fuera mi esposa. Nos casamos en el primer templo que vimos durante el viaje y poco tiempo después nos enteramos que Sarada venía en camino. No estaba en nuestros planes volver a Konoha aún, así que contacté a Karin y fue ella quien ayudó a Sakura a traer a Sarada al mundo. Volvimos a la aldea inmediatamente después de su nacimiento.

– Una mujer digna de portar el apellido Uchiha– añadió Fugaku orgulloso de la elección de su hijo.

– Lo es, no me alcanzará la vida para compensarla por todo lo que le hice– todos guardaron silencio– espero que no estén decepcionados de tener un hijo con tantos pecados a cuestas como yo.

– Estamos orgullosos de ti, cariño. Reconociste tus errores y aprendiste de ellos– pronunció Mikoto tomándolos de ambas mejillas– eres muy guapo, Sasuke ¿verdad que sí?– Fugaku asintió dándole la razón a la Uchiha. Aquello causó un leve rubor en sus mejillas– pero pienso que deberías...– su oración quedó a medias en el momento en que removió el mechón de cabello que cubría el ojo izquierdo de Sasuke– ¡Increíble!– exclamó maravillada– ¿qué es esto? ¿Cómo lo obtuviste?

– Se llama rinnegan, fue un poder que me otorgó Rikudō Sennin durante la cuarta guerra– dijo– no puedo decirles todo lo que hace, pero puedo mostrarles algo– en menos de un parpadeo, Mikoto ya no sostenía el rostro de la versión adulta de su hijo menor, sino el de su esposo. Ambos parpadearon confundidos y luego se giraron hacía Sasuke, él tenía su mirada puesta en los niños que parecían ajenos a la conversación.

– ¿Fue eso lo que te trajo aquí?– cuestionó su padre.

– No, fue algo más– contestó distraídamente– ni yo mismo sé que era, sólo sé que en ese momento lo que más deseaba era hablar con ustedes y decirles que por fin soy feliz, pedirles perdón por todo y que conocieran a mi hija.

– Ya estás aquí ¿no?– Sasuke sonrió– ¿Qué pasará ahora? ¿Cómo conseguirán volver a su tiempo?

– Podemos pensar en eso en otro momento, me gustaría quedarme un rato más aquí– suspiró. No era capaz de dejar de observar a su hermano, realmente quería abrazarlo a él también y pedirle perdón por asesinarlo en el futuro.

Una inocente acción por parte de Sarada, le causó tanta gracia que por más que lo intentó, no pudo evitar soltar una carcajada. Sarada abrazaba a su pequeño yo, pero él no estaba cómodo con la invasión de espacio personal. Aún así, no hacía nada por empujarla, simplemente ponía mala cara.

– Es extraño, siempre empuja a las personas extrañas que pretenden tocarlo– aventuró Itachi inocentemente. Pensó en Sakura, si ella estuviera allí, estaría chillando como loca.

– Eso es porque ella no es ninguna extraña– respondió Sasuke.

– Lo sé, he estado prestando atención a lo que decías– Itachi se levantó de donde estaba sentado y se plantó frente a su hermano– realmente has sido un tonto, estúpido hermano menor.

– Niisan– musitó conmovido. Los ojos de Sasuke se llenaron de lágrimas y no pudo evitar abrazar a su hermano. La persona que más ha admirado en su vida.

– Sólo sé feliz, Sasuke. Desde donde nosotros estemos, yo siempre te estaré cuidando– afirmó dándole un toque en la frente– también estaré cuidando de ella, la nueva esperanza de los Uchiha.

– Gracias, Niisan– dijo esbozando media sonrisa. Sus padres no se dieron cuenta de lo que acaba de suceder entre ambos hermanos, ellos estaban ocupados conociendo de cerca a Sarada, ni siquiera le estaban prestando atención a su Sasuke. El Sasuke adulto negó divertido y le pidió a Itachi que fuera por su yo de ese tiempo, antes de que este comenzará a llorar. Tal vez convivir consigo mismo a esa edad no sea tan malo. Craso error. El pequeño Sasuke comenzó a jalonearle los mechones de cabello que están enmarcando su rostro, incluso le golpeó el rostro queriendo tocar su ojo izquierdo. En serio se odiaba a sí mismo.

Decidió que era momento de regresar, debía volver a Konoha antes del ocaso, ya que Sakura volvería a casa del trabajo y no quería preocuparla. La despedida sería dura, pero era algo que tenía que suceder. Ya el último recuerdo que tendría de sus padres, no sería el de sus fríos cuerpos bañados en sangre. Su atormentada alma se llena de regocijo al recibir de nuevo el amor de sus padres, sus palabras permanecerán en su memoria para siempre.

– ¿Por dónde llegaron?– preguntó Itachi mientras seguían en silencio a Sasuke.

– Por el muelle– contestó– espero que lo que nos trajo siga allí.

– ¿Y si no lo está?– preguntó él de nuevo.

– Pediré ayuda al Hokage, quizás cuente con un pergamino de espacio-tiempo que pueda regresarme a mi época– para su buena suerte, la luz seguía en el mismo lugar donde había aparecido– fue de allí donde vine– señaló.

– Así que...– comenzó Fugaku incómodo– esta es la despedida.

– Hmp, así parece– respondió Sasuke en el mismo tono. Su padre tendió su mano hacia él, su rostro se había endurecido. Lo hizo para ocultar que estaba triste porque no vería a sus hijos crecer y que tampoco vería más a esa hermosa niña que está en los brazos de la pelinegra.

– No seas gruñón, despídete de tu hijo como se debe– lo regañó Mikoto, dándole un leve empujón hacia Sasuke. Era extraño que su hijo le llevará algunos centímetros de ventaja. Le dio un corto, pero fuerte abrazo y luego tomó al pequeño de los brazos de Itachi para que él también pudiera despedirse. Sasuke se agachó a la altura de Itachi.

– Nunca dudes de lo que creas que es el camino correcto, aunque sea el más doloroso. Sé que tú sabrás discernir entre uno y el otro, después de todo siempre has sido un genio– le aconsejó, él no pretendía decirle nada que pueda alterar su futuro– también te pido que me tengas paciencia, sólo era un niño que admiraba a su hermano y quería pasar más tiempo con él.

– Adiós, Sasuke– dijo dándole un toque en la frente, un gran gesto de amor que se convertirá en un símbolo para los Uchiha en el futuro.

– Fue un placer tenerlos con nosotros hoy– comenzó la Uchiha al borde de las lágrimas– daré todo de mi para ser la mejor madre en el poco tiempo que estaremos contigo.

– Ya lo eres– afirmó Sasuke dándole un beso en frente– no te imaginas cuanto.

– No sabes cuánto te amamos– sollozó.

– Y yo a ustedes– contestó con suavidad.

– Adiós, Sarada-chan, sé buena niña y convierte en el orgullo del clan. Si tu padre alguna vez es consumido por el odio de nuevo, sálvalo, sé que podrás hacerlo– le dio un beso en la mejilla, ganándose una sonrisa por parte de Sarada– ¿Sabes qué? Deberías dejarla a ella aquí conmigo y llevarte a tu yo bebé.

– No pienso criarme, no lo toleraría. Tal vez Sakura sí, pero yo no. Devuélveme a mi bebé, mamá– reclamó.

– No sería posible, ella sólo existe porque tú lo haces– declaró divertida. Apretó a la niña una vez más y se la entregó a su padre.

– Adiós, familia, fue bueno volver a verlos– hizo una reverencia hacia ellos y se giró dispuesto a caminar hacia la luz que lo llevaría a su tiempo, pero el llamado de su madre lo detuvo.

– Toma– dijo colgándole un bolso en su hombro– son recuerdos de nosotros, por si no los tienes.

– Los perdí todos– dijo con una sonrisa de agradecimiento.

– Dijiste que buscara una niñita pelirrosa de ojos verdes– él asintió.

– Deberías considerar conocer a los Haruno, pero no seas demasiado obvia– le pidió– ahora sí, es hora de volver a casa.

Le dedicó una última mirada a su familia y se encaminó hacia el medio del destello, lo último que vio fue ellos despidiéndose con las manos antes de que destello de luz lo dejará encandilado. Miró a su alrededor, ya había anochecido. Temió por un momento que la luz no lo haya regresado a casa, pero sus temores pasaron a segundo plano cuando vio su residencia actual. Las luces estaban encendidas, Sakura ya había regresado a casa.

– Estoy en casa– anunció al entrar, pero no obtuvo respuesta por parte de la pelirrosa. Supuso que ella debía estar en la ducha o quizás había salido un momento. Pero vio que ella estaba dormida en el sofá, con un libro abierto puesto en su pecho.

– Sakura– llamó con cuidado. Ella comenzó a moverse y hacer ruidos, sus ojos se abrieron poco a poco, encontrándose con la oscura mirada de su esposo.

– Bienvenido a casa– saludó sonriente.

– ¿A qué hora llegaste?– preguntó él.

– Tardé menos de los esperado– relató– llegué a casa y no estaban, pero dejaste una nota diciendo que ibas a dar un paseo con Sarada y que podrías tardar un poco. Así que decidí descansar un rato antes de hacer la cena.

– ¿Una nota?– preguntó incrédulo. Él no había dejado nada, sus intenciones iniciales eran volver a casa antes que ella.

– Si, aquí la tengo– sacó un pedazo de papel cuidadosamente doblado a la mitad del interior de su libro, pero al abrirlo, no había nada escrito dentro de él– qué extraño, aquí estaba algo escrito y no estaba alucinando. Era tu letra, cariño– Sasuke supo que ella no mentía, todo en ese día era extraño en realidad. En la familia Uchiha siempre viviría el misterio de cómo él se reunió con sus progenitores y hermano fallecidos. Pero eso era lo de menos, él estaría eternamente agradecido por aquella grata oportunidad que le dio la vida.

– Tengo una teoría– aventuró.

– Cuéntamela luego y también me dices que traes en ese bolso, pero primero llevaremos a Sarada la cama– dijo tomándola a la pequeña en sus brazos. Sasuke las siguió de cerca, siempre lo hacía.

Mientras Sakura recostada a la niña en su cuna, él le contaba con lujo de detalles todo lo que había sucedido, desde que se sentó en el muelle, hasta que entró a su casa y la vio dormida. Ella no dejó de sonreír en todo momento, estaba feliz por su esposo. Él siempre necesitó de algo así para dejar ciertas cosas en el pasado. Se sentaron en la mecedora de la habitación de Sarada y comenzaron a revisar el contenido del bolso que le entregó Mikoto. Había un par de fotografías, un pequeño peluche para Sarada y una carta para cada uno. Intercambiaron miradas y cada uno leyó la carta donde estaba escrito su respectivo nombre. No eran especialmente largas, se notaba que las habían hecho a las carreras. Pero pudieron expresar todo lo que sentían, era como si estuvieran frente a Sasuke y Sakura, ansiosos por saber qué pensarían de las cartas.

...

El haz de luz desapareció, y con él, su hijo del futuro. Mikoto se limpió sus últimas lágrimas y se giró hacia su familia.

– Vamos a casa– ordenó sonriente, arrebatándole su bebé a su marido– Sasuke-chan no estaba feliz porque su mamá no le estaba prestando atención ¿verdad?– dijo haciendo una voz infantil– serás un hombre muy guapo, mi bebé. Pero es obvio, te pareces a mí.

– ¿Y eso que significa?– replicó Fugaku ofendido. Ella soltó una carcajada y siguió mimando a su pequeño hasta que llegaron a la casa.

Los años pasaron, Sasuke creció como era de esperarse, a la sombra de su hermano mayor. Fugaku estaba ocupado planeando el golpe de estado a Konoha, así mismo centró toda su atención en Itachi, ignorando los esfuerzos de Sasuke por ser reconocido. Pero una pelea entre él e Itachi causó el enojo en el líder del clan Uchiha y decidió poner sus esperanzas en su segundo hijo, Sasuke. Sin embargo, dejó su interés por él a un lado en el instante en que Sasuke no fue capaz de realizar el katon goukakyuu no jutsu en el primer intento. Nuevamente había sido comparado con su hermano.

Sasuke no se rindió, su padre le había enseñado algo importante y no iba a dejar escapar esa oportunidad por ser débil. Los días siguientes fue a ese mismo muelle, a entrenar el jutsu hasta el cansancio. Mikoto observaba con preocupación el estado en el que llegaba el Uchiha menor a casa cada día, siempre antes de cenar curaba las quemaduras que el jutsu dejaba alrededor de su boca.

Después de tanto esfuerzo, por fin lo había conseguido. Estaba cansado, pero feliz de haber cumplido con su objetivo. Corrió a su casa con la esperanza que su padre estuviera disponible para él, ya que siempre está ocupado con la policía militar y asuntos internos del clan. Sasuke al verlo, le pidió una oportunidad más, pero él le dijo lo mismo que le había dicho en el muelle "Aún es muy temprano para ti". Él no se rindió e insistió en que lo acompañará, Fugaku lo consideró al ver las quemaduras en su rostro y accedió a la petición del menor.

Hizo las posiciones correctas de manos, ajustó su chakra en su pecho y expulsó una gran bola de fuego, para asombro de su progenitor. Sasuke se giró hacia él, esperando un elogio por parte de él, pero Fugaku simplemente se dio la vuelta y comenzó a caminar de vuelta a casa. Sus ojos decayeron tristes, pues su esfuerzo había sido en vano.

– Como...– escuchó la voz de su padre, abrió los ojos desmesuradamente y levantó la cabeza hacia su padre– Lo esperaba de mi hijo– Sasuke observaba sorprendido la figura de su padre– Lo hiciste bien. Desde ahora puedes llevar con orgullo el emblema familiar desde la espalda. Debes continuar así y lograr grandes cosas– le aconsejó, entonces Sasuke sonrió. Su padre por fin lo había reconocido.

Fugaku lo observó de reojo, por un instante se imaginó la imponente figura del Sasuke adulto que había conocido hace años, junto al pequeño Sasuke. Él sabía a ciencia cierta que Sasuke lograría grandes cosas, a pesar de todos lo errores que va a cometer y ahora se dio cuenta que gran parte de esos errores son culpa de sus decisiones como líder del clan. Pero al recordar el futuro que le espera a él por delante, y sobretodo aquella niña, entiende que debe seguir adelante con sus objetivos para la historia siga su curso. El Renacimiento de un nuevo clan Uchiha, donde nadie sea corrompido por la sed de poder. Ese es el futuro brillante al cual él va a contribuir, así sea de una manera errónea. Él está seguro que Sasuke y Sarada se encargarán de poner por todo lo alto el apellido Uchiha de nuevo.

Fin.


Hasta aquí esta pequeña historia, espero que haya sido de su agrado.

Espero que se tomen la molestia de dejarme sus opiniones en un Rewiew, me encanta leerlos.

Nos leemos en la siguiente historia. Hasta la próxima.

EAUchiha