Sus ojos se posaron en aquel anillo de hermoso color azul a través del vidrio de esa gran vitrina, sabía mejor que nadie que luciría hermoso entre sus dedos y que combinaría a la perfección con su largo cabello del color del océano.

Respiró profundo conteniendo todas las ganas que tenía por tocarlo, por lucirlo, por al menos sentir la textura de aquella piedra preciosa que era el centro de atención del anillo.

Era claramente doloroso para ella anhelar algo que no podía costear, simplemente ese pequeño objeto tan bello cautivaba todos sus sentidos, realmente lo deseaba, sin embargo sabía que aunque se lo pidiera a mil dioses nunca iba a obtenerlo o al menos si lo tuviera entre sus manos no dudaría en venderlo para darle un mejor futuro a su familia.

En otras circunstancias hubiera sido tan solo un anillo de un día y luego lo hubiera dejado en un cofre olvidado con sus millones de accesorios que poseían precios desorbitantes, no hubiera tenido ningún problema en comprarlo y tomar otros dos en la transacción, sin embargo la vida era demasiado impredecible y lo único seguro era que nadie la tenía garantizada.

Juvia Loxar pertenecía a una familia acomodada, el dinero no era una necesidad para ellos, tenía tanto que hasta podía regalar billetes tirándolos por la azotea, ahora, la vida le había regalado la mejor versión de maldad que había podido brindarle, su vida dio un giro de ciento ochenta grados y cambió drásticamente, sin siquiera avisarle, demostrándole que un día podía tener absolutamente todo con solo abrir la boca y al siguiente debía recibir humillaciones para llevarse un pan a la boca.

Ella debía trabajar para comer, luchar para vivir y enfrentarse a cualquier circunstancia para superar los obstáculos y conseguir la felicidad. La vida nunca fue color de rosa, pero siempre lo creyó así, sin embargo todo se empezó a tornar gris cinco años atrás con la quiebra de su familia y una serie de eventos desafortunados que le ocurrieron después de eso.

Le regaló una mirada a la cámara de seguridad y entonces desistió de su idea porque sabía que a Natsu no le gustaba que sus empleados tocaran su costosa y elegante mercancía. Tomó entonces un suave trapo y se dedicó a limpiar las vitrinas, no había mucho que hacer ya que había barrido, trapeado y los clientes parecían estar muy flojas esa mañana.

Le echó una última mirada al anillo, debía mantener sus pies en el suelo ya que no podía escaparse de la realidad, tenía muchas responsabilidades y ya no era una jovencita soñadora o al menos con veintidós años debía hacerse cargo de muchas cosas. Por los errores de su pasado ahora Juvia tenía atribuciones que no correspondían con su edad.

Y no paro de pasar el trapo hasta no ver las vitrinas relucientes, trabajaba en una joyería muy elegante y con gran nombre en la ciudad, por tanto debía lucir elegante, hermosa y agradable para vender muchas joyas.

Volvió a su silla y entonces buscó su celular no sin antes asegurarse que nadie la estuviera viendo, no era como si su jefe fuera muy duro con ella, pero prefería que no usará el teléfono en horas laborales, sin embargo él le había dado permiso, con ella hacía una excepción y lo miró solo para saber si habían noticias de Meredy, de repente al ver como la puerta del local se abría y este movimiento era percibido por sus ojos, escondió su teléfono, levantó su mirada y expresó un saludo cordial.

—Bienvenido a Dragneel's Jewer…. -Su frase fue cruelmente cortada cuando reconoció el cliente que estaba entrando por la puerta, sus palabras parecían que habían desaparecido de su boca mientras rápidamente sus manos habían comenzado a temblar.

Bajó su cabeza de inmediato y entonces el hombre en cuestión al ver de quién se trataba la vendedora, emitió una sonrisa reservada que ocultaba un sinfín de sentimientos, entre ellos burla y resentimiento.

— ¿Le puedo ayudar en algo? -Tartamudeó la peli azul esperando que se tratara de un sueño, rezando para que ese momento incomodo pasara lo más pronto posible. Respirando con calma para tratar de recuperar el latir normal de su corazón.

— Juvia -Pronunció aquel hombre de elegante traje y gafas negras que se quitó al hablar con su gruesa y atrayente voz. En ese mismo instante el alma de la joven abandonó su cuerpo, dejándola con un extraño vacío.

— Gray. -Dijo ella, con sus mejillas rojas, avergonzada, sintiéndose totalmente intimidada y muy inferior a él, imaginándose siendo una simple vendedora de joyas que no hizo más que el bachillerato frente al importante hombre de negocios que tenía en frente que poseía estudios varios y totalmente reconocidos, se sentía ligeramente humillada.

— Hace mucho no te veía. -La vio despectivamente de arriba a abajo para completar su frase — No eras la mujer más brillante, pero es una lástima que hayas terminado desperdiciando tu vida en estas cuatro paredes. - Estaba preparada para sus palabras, estaba completamente segura que le iba a decir hasta de que se iba a morir, pero era doloroso verlo, era horrible sentirlo tan cerca y que la relación entre los dos fuera de odio y palabras duras e hirientes y que claramente ella no pudiera hacer nada al respecto.

— Fue la vida que me tocó vivir. -Se defendió mientras mordía su labio inferior controlando el caos de emociones que empezaba a sentir.

— No, son las consecuencias de tus actos, no culpes a la vida cuando la única responsable de todo lo que ahora eres solo fuiste tú. -Inmediatamente la joven miró hacía otra parte, incapaz de sostenerle la mirada o al menos de refutar sus palabras.

— ¿Está interesado en alguna joya en específico? -Cambió de tema rápidamente, no era capaz de escarbar en el pasado, no tenía la fuerza necesaria para al menos pedir perdón y decirle todo lo que su corazón sentía y albergaba. El muchacho se rascó su nariz con un aire de superioridad, levantó su ceja y miró alrededor.

— Necesito un anillo para una chica. -Los ojos de Juvia se llenaron de lágrimas y trató de ahogar el nudo que se estaba formando en su garganta, rápidamente su mente hizo una deducción que parecía ser la más adecuada y entonces creyó que era un anillo de compromiso y que el muchacho en cuestión se iba a casar con una muy afortunada señorita.

— Claro, ¿Con que características lo busca? -El muchacho alzó sus hombros dándole a entender que no sabía.

— Tú eres la experta - y Juvia se sintió nuevamente atacada, discriminada y algo vencida.

— ¿Qué le parece este? - La muchacha comenzó a explicarle lentamente las características de cada pieza, tratando de no olvidar lo que ya sabía, pero era inútil no parecer una tonta cuando simplemente el conocimiento desaparecía de su mente, cuando solo al ver esos ojos grises que veía cada día de su vida todos los recuerdos parecían volver, bombardeando su mente y trayendo tristeza a su delgado cuerpo.

— No, no me gusta mucho ese aspecto. Debe ser elegante y bastante costoso, déjame ver este azul. -La mujer negó con la cabeza sabiendo que no quería que ese anillo se fuera de su lado, tanto que lo admiraba y lo deseaba para ella, era bastante molesto que ahora fuera a parar en las manos de otra chica, de la mujer del hombre que amaba.

Después de una lucha en su interior por algunos segundos, sacó el anillo guardando el anterior y se lo mostró, le dijo el precio para si quiera asustarlo y hacerlo cambiar de opinión logrando así que no se lo llevará.

— ¿Tan poco cuesta? -Dijo el muchacho como si fuera una pestaña cayéndosele de uno de sus ojos. La Loxar asintió y él lo admiró otro poco con ese rostro concentrado, los ojos de la peli azul no pudieron evitar perderse en sus ojos, en su nariz, en su rostro tan cambiado y varonil que ahora poseía.

— Me lo llevó -Dijo sin más para entregárselo a ella y sacar su celular del bolsillo para contestar una llamada de negocios.

Juvia tenía tanto que decir, pensó durante cinco largos años que haría si lo tuviera en frente y ahora era su oportunidad, tenía tanto que demostrarle, muchas palabras de arrepentimiento clavadas en su garganta, acumuladas a tal punto de hacerla llorar, sin embargo su cuerpo estaba claramente paralizado. No actuaba con toda libertad ya que su cerebro limitaba sus movimientos y entonces respiró profundamente sabiendo que tal vez las cosas debían seguir como estaban, que ese era un encuentro del destino muy casual, pero su vida seguiría exactamente igual. Él era el que debía decir algo al respecto, al menos una pregunta, nombrar si quiera a ese asunto que ambos compartían, sin embargo parecía que él seguía totalmente indiferente y Juvia solo deseaba que se fuera prontamente.

— ¿Cuál es la demora? -Preguntó el joven al finalizar la llamada, en el momento que se dio cuenta que Juvia no había empacado su encargo, ella negó con la cabeza en forma de disculpa y rápidamente buscó el cofre más adecuado para aquel anillo.

— Natsu y yo somos amigos, así que espero un gran descuento. -Confundida la chica pensó en lo que acababa de decir, si Gray estaba mintiendo y ella le cobraba un precio inferior, no podría darle el faltante a su jefe, claramente porque se trataba de mucho dinero.

— No, no puedo darle un descuento sin que confirme con él, solo tardaré un minuto para llamarlo y asegurarme. -Y entonces Gray ladeó sus labios demostrando que estaba notoriamente molesto. Juvia buscó su pequeño teléfono y en seguida vio entrar a Natsu deteniendo su acción.

— Gray -Vio como el peli rosa abrazaba al peli negro y entonces asintió dándose cuenta que eran amigos. No por eso se hacía menos incomoda la situación, ahora solo esperaba que Natsu terminara de hablar con él para que se fuera lo más pronto posible de allí.

— ¿Qué tal las ventas? – le preguntó a la joven. Ella asintió con la cabeza sin siquiera contestar la pregunta, sabiendo que estaba muy centrada en sus pensamientos que ni siquiera se había percatado del contenido de las palabras. Gray le regaló una mirada como si de una tonta se tratase, rápidamente la muchacha cambió la dirección de su mirada y deseó con todas las fuerzas de su corazón poder tener un poder para desaparecer completamente.

— Bro, hace mucho tiempo no te veía, imagino que una de las razones de tu visita es para saber cómo anda tu negocio. –La chica casi pudo sentir el momento exacto en el que su corazón colapso contra el suelo, desde un principio Natsu, quien fue quien la contrató le había dicho que tenía otro socio, sin embargo nunca se enteró de la identidad de esta otra persona. Pensó instantáneamente que debía conseguir otro trabajo ya que estaba cien por ciento segura que Gray la iba a sacar de la joyería. Maldijo mentalmente y luego tocó su vientre intentando controlar ese agujero negro que se estaba formando en su interior.

— ¿Ella es la única empleada? –El peli rosa asintió con una sonrisa. — Juvia tiene una gran capacidad para las ventas, desde que ella está trabajando para nosotros las ventas han aumentado en casi un cincuenta por ciento.

— Ese es su don, cual serpiente que endulza con palabras para hacerte caer en el pecado. –Natsu ladeó su cabeza sin entender una sola palabra, la muchacha solo pudo poner una mano en su brazo intentando crear una barrera entre ella y cualquier indirectazo que el oji gris pronunciara.

— ¿Ustedes se conocen? –Juvia miró a Gray expectante, esperando cualquiera que fuera su respuesta, se imaginó claramente a este hombre dando las peores referencias de ella, ya no había tiempo si quiera de pasar la carta de renuncia, lo siguiente que su mente pensaba era que Gray la iba a humillar e inmediatamente la sacaría del negocio.

— No o al menos no es nadie importante que deba recordar. –Sí, sus palabras eran horriblemente dolorosas, Juvia sonrió intentando llevar la mentira y entonces les dio la espalda limpiando una mancha imaginaria en una de las vitrinas. No soportaría más escuchar otra palabra proveniente de su amado, no iba a garantizar no romperse a llorar y entonces miró su reloj rezando para que ya fuera su hora de salida.

Maldijo mentalmente cuando se dio cuenta que aún quedaba media hora para su hora de salida, respiró profundamente y entonces escuchó como el muchacho de negocios daba malas referencias sobre ella, afirmándole a Natsu que no le brindó la adecuada información sobre los productos y que no había sabido venderle el anillo, acusándola también de ser muy lenta en sus acciones.

— Juvia, ya puedes irte a tu casa. No nos vemos con Gray hace mucho tiempo y yo me encargo de cerrar la joyería. –La muchacha asintió y tomó sus cosas como si de un rayo se tratará, con gran velocidad puso un mechón de su cabello atrás y mordió su labio inferior intentando rogarle con sus pobres ojos muy asustados a Natsu que no la despidiera.

Juvia sabía que si solo se tratará de ella, si no tuviera otra responsabilidad hubiera abandonado la joyería con la cabeza en alto. Pero simplemente necesitaba el trabajo y no podía quedarse sin su sustento.

— Nos vemos mañana. –Dijo el peli rosa, confiaba en su vendedora estrella, sabía que algo estaba sucediendo entre los dos, pero aun así prefirió quedarse callado y no avivar el fuego. Eran las palabras de Gray que no tenía ni idea de lo trabajadora y buena persona que era Juvia contra los años de buen testimonio que ella había forjado mientras trabajaba para él.

— Gracias Natsu y… -Tomó todo el aire disponible para darse valor, para pronunciar esas palabras que había guardado en su corazón durante tantos años. — Lo siento Gray, digo, señor Fullbuster, por todo lo que pude haberle causado. –Y sin pronunciar otra palabra se marchó del lugar con el corazón en la mano, con la voz en un hilo y claramente con su llanto escurriéndose por sus mejillas cuando se cercioró que Gray ya no la estuviera viendo. El peli negro solo la miró con desprecio mientras volteaba su cuerpo haciéndole entender que no le importaba sus disculpas, que no quería saber de ella, haciéndole entender que su rencor era mucho más fuerte.

Se dirigió a la parada de autobuses, buscó su tarjeta entre su bolso, pero aún se encontraba conmocionada por el encuentro, por volverlo a ver, se podía mentir diciendo que eso no significo nada para ella, que realmente tenerlo tan cerca no le afectaba, pero no podía mentirle a su corazón.

La muchacha ni siquiera se había dado cuenta que su bus se había pasado en tres ocasiones, estaba en shock, completamente perdida en sus pensamientos, en sus recuerdos, en la época donde era feliz y disfrutaba de la compañía de un hombre que claramente no se comparaba ni en los más mínimo a aquel que acababa de ver, no, claramente ese no era su Gray.

— Tal vez si nunca hubiera hecho eso… -Dijo entre dientes volviendo a sentir ese sentimiento de culpa, esa sensación de volver querer ir al pasado, pero sabía mejor que nadie que eso no podía pasar, durante cinco largos años, deseó poder volver al pasado y eso nunca pasó, así que nada cambiaría con ese encuentro.

Se alarmó al escuchar las campanadas provenientes de la iglesia, cuando volvió en sí se dio cuenta que eran aproximadamente las seis de la tarde y que debería apresurarse para llegar a casa, pues Meredy debía salir a trabajar. Dirigió su triste mirada azul hacía el tráfico, buscando su bus entre los carros que se movilizaban y entonces cuando lo distinguió, solo estiró su mano para que este se detuviera, se subió en el bus y al ver que estaba completamente lleno se situó en la parte de atrás, posó su mirada en las ventanas y así se perdió en los mejores recuerdos que tenía al lado del amor de su vida.

El lugar donde vivía no le pertenecía, con el dinero que ganaba ni siquiera podía pagar una renta decente e independizarse era su mayor deseo para no seguirle causando problemas a otras personas, pero por mucho que ahorrara y se propusiera la meta de vivir en un lugar propio, cualquier asunto que se presentaba le hacía gastar todos sus ahorros.

Suspiró profundo cuando llegó a la puerta del edificio, se limpió sus lágrimas y entonces dibujó una sonrisa en su rostro haciendo un difícil trabajo porque se estaba muriendo por dentro, debía ser fuerte, no podía demostrar sus sentimientos porque no quería dar explicaciones a un pequeño que no podía entender lo que le estaba sucediendo y realmente no deseaba preocuparlo cuando su mayor alegría era ver esa pequeña sonrisa, abrió la puerta cuando encontró las llaves en su bolso y sintió como esa personita salía corriendo a su encuentro. Su niño, la razón de su existir y su felicidad.

— ¡Mami, llegaste! –La joven se agachó para tomarlo entre sus brazos y alzarlo, el pequeño por su parte le dio una tanda de besos en el rostro mientras la abrazaba con sus diminutos brazos. Sonrió mientras su madre depositaba un tierno beso en su frente, su mirada, al ver a su pequeño vio exactamente los ojos del hombre que acababa de encontrarse, era una molestia que su infante se pareciera tanto a él, que se lo recordará cada día de su vida.

— ¿Cómo se portó mi cachorro? ¿Ah? –El niño abrazó a su madre con notoria felicidad, todo el mundo de ese niño era Juvia y por tanto hacía todo lo posible por hacerla feliz, el pequeño le señaló la mesa, la muchacha se fue al comedor con el niño aun en brazos y vio una hoja con una carita feliz.

— La profe me felicitó, fui el mejor dibujo de la clase.

— Tengo un hijo muy inteligente y talentoso. –La muchacha le dio un pequeño beso en la frente a su infante regalándole una sonrisa, la Loxar acarició suavemente los cabellos negros del niño y lo llevó al comedor.

— ¿Ya comiste? –El niño negó con la cabeza y en ese instante una peli rosa salió de una de las habitaciones con mucho afán, se estaba poniendo un arete en su oreja mientras al mismo tiempo se acomodaba los tacones.

— Voy tarde para el trabajo, la cena acaba de estar lista. Adiós, cachorro. –La jovencita le dio un tierno beso en la mejilla al pequeño mientras que él se despedía de ella con su mano.

— Adiós, Juvia. –Juvia quería hablar desesperadamente con ella, desahogarse y sacar todo lo que estaba sintiendo, pero no era el momento, su hijo era sumamente intuitivo, el niño podía darse cuenta de muchas cosas así que esperaría que ella llegará para contarle todo.

— Vete con cuidado –Juvia no podía dejar de sentir esa angustia, no le agradaba que su mejor amiga, esa que consideraba como hermana trabajara de noche, la oscuridad era muy peligrosa, pero la chica ya se había acostumbrado. Era una especie de trato que tenían entre las dos, Juvia trabajaba en la tarde mientras Meredy cuidaba al niño después que salía de la escuela. No tenían la suficiente confianza para dejar semejante tesoro en manos de una niñera y tampoco tenían como pagarla.

— ¿Ya hiciste las tareas? –La muchacha escuchó como cerraban la puerta y se dirigió al pequeño que con sus ojos muy bien abiertos observaba las acciones de su madre en la cocina, el niño asintió con la cabeza, el pequeño era brillante, igual o superior de inteligente que su padre.

La chica sirvió la comida de tal forma que formará un muñeco para su bebé, cuando se la sirvió le gustó ver la sonrisa en el rostro de su pequeño, esa que emitía cada vez que ella hacía algo por él. Fue a la maleta del pequeño para mirar su agenda y cerciorarse que hubiera hecho todas sus tareas, el niño simplemente era muy eficiente y siempre terminaba antes de que ella llegará.

Volvió a la cocina para darse cuenta que su cachorro estaba pateando en una rara manía que tenía al comer, moviendo sus piernas de un lado a otro, la chica se sirvió su plato de comida y se sentó junto a él. No tenía hambre, todo lo que había pasado era suficiente como para quitarle el apetito.

— ¿Te pasa algo, mami? –Y bien, ella sonrió sabiendo que el infante siempre la descubría, el niño identificaba cuando estaba preocupada, triste o muy feliz, era su niño inteligente.

— Solo estoy un poco cansada. Termina de comer, cachorro. –El niño asintió para volver su mirada gris a la comida, tomó la cuchara para darse un nuevo bocado. Juvia se había dado cuenta que su niño crecía muy rápido, que ya tenía mucho más definido sus movimientos motrices, hablaba demasiado y estaba en la edad de hacer muchas preguntas.

— Mami, ¿Los dinosaurios pueden aparecer de repente y comernos a todos? –La chica sonrió para negar con su cabeza, su niño podía llegar a pensar cosas totalmente extrañas.

— No, cachorrito, los dinosaurios se extinguieron hace muchos años y no van a volver. –El niño tomó su juguete, un dinosaurio de plástico para sonreírle y hacer como si este estuviera caminando.

— La maestra dijo que comían carne, pensé que podían comerte y yo me pondría muy triste si algo te pasa. –La chica le acarició suavemente el mentón al niño. — Y yo a ti, mi cachorro. –Al ver que el niño había acabado de comer levantó el plato y el suyo que estaba casi intacto, lavó los platos para inmediatamente tomar al pequeño de la mano y llevarlo a la habitación.

Compartía la habitación con el niño, era lo mejor que Meredy podía brindarle, aún acostaba al pequeño en una cuna, no tenía el dinero suficiente para comprarle su propia cama, pero estaba completamente segura que aunque pasaran necesidades jamás iba a arrepentirse de haber tenido a su hijo.

— La maestra me enseñó una canción.

— Cántamela.

— No me la aprendo completamente. –El niño empezó a cantar con su dulce voz mientras Juvia lo empijamaba, no podía negar que estaba demasiado cansada, pero intentaba pasar el mayor tiempo con su pequeño sin importarle que estuviera a punto de cerrar los ojos causante del ajetreo diario.

— Que lindo cantas. –Juvia siempre se encargaba de animar a su pequeño, de resaltar hasta los más mínimos brotes de talento que el infante pudiera demostrarle. Se había encargado de darle lo mejor, de renunciar a todo, hasta su propio bienestar por darle todo a su hijo.

— Ve y te cepillas los dientes. –Corriendo fue a cumplir la orden de su madre, la chica respiró profundamente tratando de no recordar a Gray, de no pensar en lo que había pasado. Fue al baño para supervisar a su niño y entonces cuando terminó lo tomó entre sus brazos y lo pasó a la cama.

— ¿Podrías leer algo para mí? –Juvia odiaba que su niño viera televisión, por eso siempre trataba de desarrollar su inteligencia de otra manera, le pasó uno de los cuentos, el pequeño se sentó en la cama para ver como su madre se acostaba a su lado y así empezó a leer, ya no se quedaba tanto en la lectura y podía leer respetando los puntos y comas.

Sabía que el niño siempre se dormía primero que ella antes de terminar el cuento, al darse cuenta que la voz del pequeño se detuvo hizo a un lado el cuento y lo llevó a la cuna, se maldijo porque quería darle su propia habitación, su cama, todos los juguetes que le pedía, pero haría algo, de eso estaba completamente segura. Cerró la puerta con cuidado y se fue a la cocina a prepararse un café, se sentó en el sillón y sin poder dormir se dio cuenta que Gray aun sucumbía su interior, que estaba demasiado pegado a él, que su amor no había desaparecido.

Tomó su celular creyendo que Meredy ya debía estar en su trabajo, que tal vez podían hablar. No se aguantaba mucho más tiempo esas ganas de sacar todo lo que tenía.

Juvia a Meredy: Hoy lo vi, Gray Fullbuster fue a la joyería. –Esperó que ella le contestará mientras buscaba algo interesante que ver en la televisión. Le dio un nuevo sorbo a su café y cuando escuchó que un mensaje llegaba se apresuró a contestar su teléfono.

Meredy a Juvia: ¿Qué? ¿Qué te dijo? ¿Qué hace en la ciudad ese hombre? –Ella sonrió con tristeza, fue una horrible experiencia, de eso estaba completamente segura.

Juvia a Meredy: Es evidente que aún me guarda rencor, no sé qué hace acá, pero es dueño de la joyería, creo que debo empezar a conseguir otro trabajo. – Esa vez el mensaje tardó mucho menos en llegar, Meredy como ella estaba totalmente en shock por lo que su amiga le había contado.

Meredy a Juvia: ¿Qué te dijo? ¿Te trató mal? ¿Cómo te sientes? –Era difícil para ella expresar todo lo que estaba sintiendo en unas pocas palabras, negó con la cabeza sin tener idea que escribir.

Juvia a Meredy: Es una persona adinerada ahora, me trató como si fuera un gusano y ¿Sabes que fue lo que más me dolió? Qué ni siquiera preguntó por el cachorro, al menos para saber si estaba bien, entiendo que me odie, pero el cachorro es su hijo. –Los ojos de Juvia se llenaron de lágrimas escribiendo eso.

Meredy a Juvia: Juv, han pasado cinco años, si no se interesó por él cuando estabas embarazada dudo mucho ahora que quiera saber de él, déjame terminó lo más rápido posible y voy a casa, esto es una emergencia.

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En el silencio de la noche el muchacho dentro de su enorme mansión sostenía una copa del más fino vino, delineó la copa y sonrió ante su amigo.

— No tenía ni la menor idea que ella era mi empleada. –Un joven de cabellos cafés se arregló las gafas mientras sonreía malévolamente.

— ¿Qué sentiste cuando la viste? –indagó, mientras tomaba el whisky de su copa.

— Loke, siento que aún la odio, que quiero vengarme, hacerle pagar por lo que me hizo. Pero no sé cómo hacerlo–Apretó la copa en sus manos mientras con despreció pronunciaba esas palabras.

— ¿Y si le haces exactamente lo que te hizo? Podrías vengarte de la mejor manera y en seguida destruir su vida. –El peli negro sonrió imaginando todo lo que podía llegar a hacerle, asintió con su cabeza mientras se servía mucho más alcohol.

— Estoy seguro que se arrepentirá de lo que me hizo.

Notas de autor

Hola! Sí, nueva historia. Lo siento por no haber terminado las otras y sacar está, pero bueno es que se me ocurrió. Si quieren que siga pueden dejarme un review dándome sus opiniones y teorías, muchas gracias.

WaterJuvia, con amor.