Apenas vi la película, lo admito. Pero debo decir también que me ha dejado un grato sabor de boca (en su mayoría) y ahora vuelvo, momentáneamente, con una serie de drabbles sobre Neville, al que he tomado más cariño del que me había dado cuenta.
Aquí el primero, y cómo siempre, nada es mío, más que ese par de ideas llamadas trama.
1. Coraje.
Ahí estaba, erguido y derecho, quizás más alto y visiblemente más delgado; físicamente vulnerable, pero psicológicamente invencible. Hombre, pensó su abuela. Digno héroe, mencionado en el Profeta, resumido en un par de líneas. Para él, sólo una persona más.
La sala se hizo pequeña por momentos, demasiado blanca, demasiado limpia. Aún desgarrador, todavía hiriente. Sin embargo, caminó hasta quedar frente a ellos, a un par de pasos de la cama siempre hecha y de la mecedora conocida. Se detuvo y sostuvo la insignia en su mano temblorosa, exhibiéndola, contemplándola al mismo tiempo. Esperó un momento, conteniendo el aire de manera casi imperceptible. La mano estirada, los ojos anhelantes y las ropas, aún con vestigios del reciente pasado oscurecido por la guerra. Y ellos, ausentes, demacrados, lejanos incluso para su hijo.
- Ha muerto.- Susurró sin saber a quién, sin creer que sus palabras llegaran a algún receptor determinado ni esperar respuesta alguna.- Ella. Ha muerto.
Pasó, a los pocos segundos. Los ojos apagados parecieron brillar y ella, menuda y pálida, se acercó lentamente hasta quedar a una distancia sumamente breve. La respiración agitada, y un par de miradas que se encuentran en el camino sin atreverse a romper un lazo mucho más fuerte que cualquier maldición. Y luego, la otra mano, pequeña y huesuda, que se alza. Se posa y acaricia hasta tomar finalmente la medalla que se le ofrecía.
- Neville.- La voz que canta, en la cuna. Que llama, cálidamente, al niño regordete y sonrosado que está a punto de dormir.- Neville.- La mano, maternal, acaricia la frente donde pequeños cabellos se mecen a su paso.
Los ojitos, anhelantes, se cierran. Sin saber que no volverán a escuchar esas palabras en un tiempo. Sin comprender...
Pasó. Los ojos se abrieron más, se rasaron de lágrimas, vibraron. Sonrieron, para luego los labios imitarlos resplandecientemente. Años menos, años más. Y el joven, no hombre, no niño, que se tira a sus brazos para sentir, cómo pocas veces, ese amor fraternal que conforma y protege. Ese que le fue negado y ahora acaricia su espalda.
- Neville.
La voz, que quiebra, para empapar la túnica de hospital mientras solloza entrecortadamente. La medalla olvidada y la abuela que se gira para no mirar. Luego, otro par de pies se acerca y coloca su mano sobre el hombro de su hijo. Otra mirada y otro calor, diferente pero similar, que embarga el corazón de por sí pequeño y roto.
- Neville.
La canción de cuna, que duerme. Los brazos que cubren y los ojos que miran sonrientes.
- Neville.
Y oprime los suyos, fuertemente. Porque sabe que mañana tendrá que soportar otra maldición. Que tendrá que ser fuerte para darle ánimos a los más pequeños y proteger a los que lo necesiten. Porque sabe que sólo sueña y cuando los vuelva a abrir, aquello que tanto anhela ya no va a estar ahí.
o.O.o.O.o
Lo de costumbre, ya saben. Espero que les haya gustado y cualquier comentario, crítica o sugerencia, siempre es bienvenido.
Gracias por leer. =)
