-Emma, espera... No quiero asesinarte.
Regina nunca creyó que esas palabras pudieran desbordar tantos sucesos, fue como abrir la caja de Pandora, pero de ella, nada malo salió. Solo salió placer, deseo que tenía escondido, que negaba con lo más profundo de su ser, sentimientos hacia su rubia, porque eso era desde el momento en que durante la maldicion, fue la única en consolar a Regina en el incidente de la mina.
Despertar y tener la cabeza de su rubia apoyada en el pecho, no podía pedirle más a la vida, ¿sería este su tan anhelado final feliz?, no quería pensar en ello, solo quería disfrutar el momento, y ver dormir a su rubia con los ojos llenos de felicidad y amor.
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-Emma, espera... No quiero asesinarte.
Emma la miró con ojos de sorpresa, no por lo que Regina dijo, sino por la manera en que lo dijo -Ves!, es un inicio- logró decir, balbuceando, hecha un manojo de nervios.
Era ahora o nunca, ya habían llegado muy lejos, ¿qué más podía perder?, pensó. Se acercó a la rubia, y quizo tomarla de la mano, pero su teléfono sonó.
-Henry, hola... Si, Emma está aquí... Tranquilo, está todo bien- Miró a la rubia, que tenía la mirada clavada en ella. -Vale, te llamo luego.- colgó y dejó el teléfono a un lado- Era Henry, dice que se quedará a dormir en casa de tus padres.
La sonrisa en el rostro de Emma no podía ser más grande, seguramente le dolería la cara de tanto sonreír, al verla así, la Morena se sonrojó y rió, con esa risa malvada y seductora, propia en ella.
-Emma, necesito hablar contigo.- le dijo.
-No- dijo la rubia, causando confusión y tristeza en la morena, que la miraba con expectativa.-No hablaremos, no creo que queramos hablar.
Regina entendió el mensaje, o al menos eso quizo creer, y llenándose de valor, se acercó a la rubia y tomándola por el cuello, la besó, la besó por el tiempo perdido, por los problemas, por las discusiones, la besó queriendo borrar todo lo malo de su pasado, del pasado de ambas y Emma le correspondió el beso, lo que hizo que sus nervios y dudas desaparecieran mientras con sus manos recorrían el cuerpo de la otra.
¿Sería demasiado pronto?, ¿debían detenerse?,¿era esto una locura?, esto pensaban ambas, pero no querían parar, era algo que las dos anhelaban desde hace mucho, pero que ninguna había tenido el valor de hacer.
-Regina...Yo... Lo siento- dijo la rubia cuando se separaron buscando aire.
-No te disculpes Emma, fui yo la que te besó, perdóname si fue algo que te molestó- no creía sus palabras, ya que Emma le correspondió el beso.
-No, no es eso, yo...-balbuceaba la rubia, causando nervios en Regina- quiero seguir con esto, pero me da miedo... Mierda Regina! Estoy enamorada de ti! Y no puedo con esto, me está matando, me estaba matando verte cada día con alguien más, ver cómo él te besaba!,no lo resisto, yo te amo!
No podía creerlo, no podía ser posible, su rubia, ¿sintiendo lo mismo que ella?
Regina se quedo en silencio por mucho tiempo, causando temor en la rubia, que decidió marcharse, con los ojos llenos de lágrimas.
Al ver que Emma se iba algo hizo click en su cerebro, sacándola de sus pensamientos. Se movió rápido y agarró a la rubia del brazo, la volvió hacia ella.
-Emma, mírame, ¿lo dices en serio?- la rubia la miro a los ojos y asintió.
Esto fue suficiente para Regina, que la tomo entre sus brazos -Yo también te amo, Emma- le dijo.
Y allí, en la bóveda, en el lugar en el que ninguna pensaba que esto pudiera ocurrir, entre besos y caricias, confesaron lo que sentían e hicieron el amor hasta que sus cuerpos no aguantaron más.
