Nota de autora: Este fic y sus personajes están basados en la saga de libros "Cazadores de sombras" de Cassandra Clare.
Fijaros bien en las fechas ya que la historia transcurre en diferentes años.
18-08-2025
-¡Silencio por favor!- los golpes de martillo del juez retumbaron por toda la sala. Cuando al fin todos los asistentes del juicio se calmaron el magistrado prosiguió. -Que quede reflejado en el acta que el señor Bane no posee ni desea los servicios de un abogado. ¿Es esto cierto?-
-¡Sí!- Contestó el brujo con seguridad.
–Se le acusa a usted, señor Magnus Bane, de asesinar a su cónyuge ¿Cómo se declara ante tal afirmación?-
-Culpable- Respondió de nuevo con toda serenidad.
-Todas las pruebas del caso demuestran que su afirmación es cierta. ¿Cuál fue el móvil de su delito?-
-Fue un accidente señoría. Me enfadé mucho y perdí los nervios y el control de mis poderes. Haciendo un gesto con la mano salió disparado un rayo de energía que le atravesó el cuello partiéndoselo. Murió en el acto-.
-¿Sabe que el castigo por su delito es el ingreso inmediato en prisión?- Magnus afirmó con la cabeza. –Conteste en voz alta por favor- le recordó el juez - ¿Sabe que el castigo por su delito es el ingreso inmediato en prisión?-
-Sí señoría, lo sé.-
-Me informan de que usted ha propuesto un trato: se compromete a ayudar con sus poderes al equipo de policía en todo lo que sea necesario pero no a cambio de su libertad, sino a cambio de que le dejen ir una vez al año, en concreto el 14 de abril, al cementerio de mundanos – el juez empezó a buscar entre los papeles que tenía encima de su mesa- y visitar el féretro 208. ¿Es esto correcto?-
-Sí, es lo que quiero- Magnus no había estado más convencido en toda su vida.
7 años antes…
29-03-2018
-¿Todavía sigues pensando en esto?- Magnus besó la desnuda espalda de Alec y le abrazó con fuerza.
-Sí… Es una gran oportunidad para ti y no quiero que la pierdas por mi culpa-
-Alexander ya lo hemos hablado – hizo girar a su chico tumbándole boca arriba y se estiró encima de él- claro que es importante para mí formar parte de Los Altísimos pero tú me importas mucho más. No pienso hacer nada que me aleje de ti-.
-Ya pero…- Alec notaba el contraste de la fría seda de las sabanas en la espalda con la cálida piel de Magnus apoyado en su pecho.
-Pero nada. Tú también has hecho muchos sacrificios por mí y los has hecho porque has querido ¿Verdad? Pues esto es exactamente lo mismo. Es mi elección, lo que quiero hacer y no debes sentirte culpable por ello-.
El joven nefilim le sonrió y el brujo se quedó mirando esos preciosos ojos azules envueltos de espesas pestañas y le acarició su pálida y fina piel del rostro. Magnus estaba convencido que no se podía amar más, que no había sentimiento más fuerte de lo que él sentía por Alec. Hubiese rechazado a lo que fuera con tal de quedarse junto a su ángel. Por eso rehusó la oferta de ser uno de Los Altísimos. Los Altísimos eran una comunidad formada por la selección de los brujos más poderosos y destacados del mundo. Era el sueño de todo ser mágico llegar a ser uno de ellos y era realmente difícil que te ofrecieran un puesto. Magnus Bane, como tantos otros, había soñado durante sus más de 500 largos años de vida que le ofrecerían un sitio dentro de Los Altísimos y ahora que por fin su sueño se hacía realidad debía renunciar a él y el único motivo era Alec. Los Altísimos debían vivir alejados del resto del mundo y no solían tener mucho contacto con el resto de los seres que no eran como ellos. No hace falta decir que las relaciones con los nefilims estaban completamente prohibidas y que no le hubiese permitido que tuviera algún tipo de contacto con alguno de ellos.
10-04-2018
Alec estaba apoyado en la barra del bar tomándose su bebida y esperando a que Magnus terminase de hablar con un hada. Miró hacia su novio y vio que había unas cuatro personas más deambulando alrededor del brujo. Alec sabía perfectamente lo que querían: estaban esperando a que Bane terminase de charlar con el hada para poder entablar una conversación con él. Siempre era así: cuando Magnus estaba en algún evento todo el mundo quería llamar su atención y estar con él. El joven Lightwood ya se había acostumbrado. Al principio era algo que le molestaba mucho: ir algún sitio con su novio y no poder pasar más de cinco minutos sin que nadie los interrumpiera pero ahora ya estaba habituado a esto. Si tenía la suerte de que habían ido con alguien más se quedaba charlando con su compañero y si como en aquella ocasión habían ido solos, Magnus siempre intentaba introducirle a la conversación o se escapaban y se escondían de la multitud un buen rato. Alec adoraba esos besos a escondidas. Sabía que a Magnus tampoco le gustaba esa situación pero no había nada que hacer: era una de las consecuencias de estar saliendo con el Gran Brujo de Brooklyn.
-Te estás aburriendo ¿Verdad?- El brujo preguntó al nefilim cuando al fin pudo escaparse. -¿Por qué no te unías a nuestra conversación?-
-No, tranquilo estoy bien. Hablar de elixires de anca de rana no es uno de mis temas predilectos – río. -Estoy bien de verdad. A más a más tengo muy buenas vistas desde aquí – se puso en modo seductor- hay un sexy brujo por aquí que me vuelve loco con su camisa desabrochada por la parte arriba- acarició suavemente el pecho del brujo el cual reaccionó de inmediato.
-¿A sí? ¿Y qué te parece si este brujo te lleva a dar una vuelta?- Cogió al nefilim con fuerza por la pechera y le besó apasionadamente, le cogió de la mano y empezó a guiarle hacia algún lugar a escondidas de los ojos de todo el mundo donde solo estuvieran ellos dos.
Un buen rato después decidieron que ya era hora de ir para casa así que volvieron a la fiesta para recoger sus cosas y despedirse de sus conocidos y cuando ya estaban abandonado la sala de fiestas una rubia despampanante cogió a Magnus por el brazo.
-¡Magnus!-
-Camille ¿Qué haces tú por aquí? Que sorpresa verte- se fundieron en un abrazo. –Alec, ésta es Camille Belcourt …una vieja amiga.-
El brujo presentó la recién llegada a su novio. Por los ojos de deseo en como la rubia miraba a Magnus el cazador de sombras supo de inmediato que era más que una "vieja amiga".
-¿Cuántos años hacía que no coincidíamos? ¿Cuarenta? Que casualidad encontrarte precisamente aquí, tú detestas este tipo de fiestas.-
-Para ser sincera no ha sido del todo una casualidad, yo sabía que estabas aquí, he venido a buscarte.- Camille sonrió y sus afilados colmillos de vampira relucieron como si fueran hechos de auténtico marfil blanco.-
-¿A mí? ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?- Preocupado.
-No, no, para nada. Simplemente llegó a mis oídos que te habían ofrecido ser uno de Los Altísimo y que habías renunciado a ello. Quería saber cuál era el motivo que te ha había empujado a rechazar el sueño de tu vida y para ver si podía convencerte de que no lo hicieras...- miró descaradamente los dedos entrelazados de las manos de Alec y Magnus- pero ahora ya veo cual es el motivo.- Y les dedicó una sonrisa que el nefilim no supo como interpretar. Camille hizo que se sintiera de nuevo terriblemente culpable.
El brujo y la vampira estuvieron charlando un buen rato más pero Alec no estaba pendiente de su conversación: no dejaba de darle vueltas al tema de Los Altísimos y esa tal Camille tenía algo que le hacía sentirse mal. Cuando al fin los dos subterráneos se despidieron la pareja de enamorados reinició su camino de vuelta a casa pero Magnus notó que algo le pasaba a su chico.
-¿Estás bien? Te noto raro-.
-Camille es más que una amiga ¿Estoy en lo cierto? Fuisteis pareja-.
-Sí-.
-¿Y por qué no me lo has dicho?- Molesto.
-Porque no quería que fuera incomodo-.
-¿Para mí o para ella?- Acusando.
-Alec…- el brujo suspiró con fuerza- por eso no quería decírtelo porque le das más importancia de la que realmente tiene. Fue mi pareja una temporada y se acabó eso que teníamos. Ahora estoy contigo ¿Vale?- Suavemente le levantó el mentón y bajó su cabeza para poder besar dulcemente a su pequeño ángel.
Los siguientes días, aunque Alec siempre lo negó, la actitud del nefilim cambió: algo le pasaba y se negaba a compartirlo con su novio aunque éste ya sabía que era por el tema de la renuncia a Los Altísimos.
13-04-2018
Debían ser las 8:00 de la mañana cuando el Gran Brujo de Brooklyn despertó y con los ojos aún cerrados rastreó con el brazo el lado izquierdo de la cama. Vacío. Por tercer día consecutivo Alec no amanecía a su lado. Se levantaba a las cinco de la mañana y se iba a entrenar, era evidente que algo le tenía preocupado.
Magnus, pero, se levantó positivo: mañana era 14 de abril su día especial y pensaba celebrarlo con Alec por todo lo alto, a más a más Camille hoy se marchaba y estaba convencido de que eso relajaría a su nefilim. Alec seguía siendo bastante inseguro y aún a veces se dejaba llevar por los celos. Pero mañana sería diferente: prepararía una cena romántica en algún lugar paradisíaco y le haría el amor a su novio a la luz de la luna. Seguro que Alec volvería a ser el de siempre en cuestión de días.
Se vistió y a toda prisa para no llegar tarde se dirigió a la cafetería del centro donde había quedado con Camille para despedirse. Aunque su relación amorosa terminó años atrás la seguía considerando una gran amiga. Estuvo esperándola diez minutos en la puerta pero luego se decidió por entrar: no le gustaba esperar solo en la puerta de un bar como un tonto. Entró y se sentó en una mesita que había en un rincón. Miró su reloj: eran las 10:00 y había quedado con ella a las 9:30 ¿Qué le habría pasado? Tampoco contestaba a sus llamadas. Finalmente la vio llegar apresurada.
-Perdón por el retraso- se disculpó ante todo la vampira.
-Tranquila ¿Qué ha pasado? Te he estado llamando-.
-¿Sí? Tenía el teléfono en silencio. Lo siento tanto. Ya sabes tenía que acabar de hacerme la maleta, despedirme de todo el mundo… se me ha echado el tiempo encima-.
Estuvieron hablando un buen rato y poniéndose al corriente de las novedades de sus respectivas vidas. Magnus era monotema: Alec, Alec y Alec. Cuando terminaron sus cafés salieron a la calle y allí se despidieron. Se dieron un abrazo y el olor que le llegó al brujo le fue muy familiar.
-Hueles a Alec ¿Has estado con él hace poco?- La chica lo miró sorprendida. –No me mires así, sé perfectamente como huele mi hombre: ese perfume se lo regalé yo mismo-.
-No, claro que no- nerviosa- tu novio no es el único que tiene acceso a ese perfume, querido. He estado con más hombres estos días…-
Y aquí acabó la conversación sobre el tema. Camille se fue dirección a la estación de tren y Magnus se dirigió hacia su casa donde Alec ya habría llegado y le estaría esperando, pero no fue así.
Al llegar a casa esta estaba vacía. Hizo la comida y esperó pero Alec no aparecía. A las 14:00 horas le llamó y tenía el teléfono desconectado. Intentó rastrearle pero llevaba una runa anti rastreo así que Magnus dedujo que estaría en alguna misión. A las 16:00 horas, extrañado de que ese cometido durase tanto tiempo, llamó a Isabelle y ésta le confirmó de que no habían hecho misión alguna: entreno normal por la mañana y que después su hermano se había ido como siempre, pero si que era verdad que le veía raro. El brujo empezó a ponerse muy nervioso y salió a la calle a buscarle, estuvo hasta las 20:00 horas dando vueltas por la ciudad, fue de nuevo a casa y al ver que Alec aún no había llegado salió una vez más pero no le hizo falta ir muy lejos porque se topó con el nefilim en el portal.
-¿Se puede saber dónde estabas?- Le reprochó en una mezcla de furia y alivio –Estaba muy preocupado por ti ¿Qué te ha pasado?-
De repente se preocupó al ver el lamentable aspecto de Alec. Iba sucio, con las ropas mal puestas, visiblemente ebrio y tenía el aspecto de alguien que ha estado llorando durante horas.
-Te dejo- le espetó éste sin ningún tipo de rodeo.
-¿Qué?- Magnus estaba convencido que había oído mal la frase.
-Que te dejo. Que no quiero estar más contigo- aunque Alec intentaba aguantar la serenidad estaba temblando como una hoja y no pudo evitar que las lágrimas cayeran de sus ojos.
-Alec estás borracho… vamos a casa- el rostro del brujo había cambiado por completo- si estás enfadado por lo de Camille podemos hablarlo, te juro que ya no hay nada entre nosotros. Entremos a casa- y alargó el brazo para tocarle pero el nefilim le rechazó con un brusco gesto.
-¡He dicho que no! Estoy con otra persona. Llevo todo el día con él.-
-Alec…- Bane ya no se pudo contener más y también empezó a llorar- ¿Pero por qué? ¿He hecho algo mal? ¿Qué tiene él que no tenga yo? Dímelo, cambiaré lo que sea pero por favor no me dejes, te necesito.-
-No… yo… no… es todo Magnus…yo…-
-Dime la verdad- le suplicó Magnus. Si una cualidad tenía Alec era la transparencia: sus palabras decían una cosa pero su cara y sus ojos rotos de dolor decían todo lo contrario.
-La verdad- pareció reaccionar Alec- es que hace meses que me veo con otra persona mucho mejor que tú, un nefilim como yo, y mi padre me ha dicho que si acepto volver a casa me dará un cargo importante en la Clave. Y eso es lo que deseo. No quiero perderlo todo por ti, un simple subterráneo. Voy a dejarte y voy a vivir la vida a mi manera así que te aconsejo que hagas lo mismo. Lo nuestro no podía funcionar Magnus ¿Un nefilim con un subterráneo? Menuda tontería.-
-Alec...- Magnus notó como el alma se le partía trocito a trocito y miles de puñales se le clavaban en el corazón. Tenía un nudo en la garganta que le impedía hablar.-
Pero Alec ya se había ido y el Gran Brujo de Brooklyn se sentía como un perro abandonado. Estuvo un buen rato sentado en ese portal llorando como una criatura y sin saber que hacer. Los días posteriores se los pasó intentando localizar a Alexander pero no había manera: era como si la tierra se lo hubiese tragado. Se pasó dos semanas enteras encerrado en casa llorando hasta que sus amigos le fueron a buscar y le obligaron a salir de aquel bucle en el que había entrado.
Los meses siguientes a su ruptura, aunque el brujo estuvo rodeado de la gente que le amaba, era como una marioneta que se movía por inercia: hacía lo que los demás le decían que sería mejor para él sin pensar realmente en si él quería hacer aquello o no, así que acabó aceptando la plaza dentro de Los Altísimos.
Continúa en capítulo 2
