N/A: Hola, hola. Bueno aquí estoy de nuevo con un fic (reto, como viene siendo las costumbre). Me estoy organizando para seguir el resto de fic, pero es complicado (encima la semana pasada me caí por las escaleras y casi se me sale el hombro, así que lo de escribir lo llevo un poco bastante mal). Pero ahí sigo, me acuerdoacuerdo, no os preocupéis.

Disclaimer: Esta historia no me pertenece blahblahblah nosoy GRRM blahblahblah.

Aviso: Este fic participa en el Reto#91: ...Pero con una condición. Del foro Alas negras, Palabras Negras.


Meria Martell tenía 80 años, era un vieja. También era gorda, muy gorda, hacía años que no dejaba que nadie hablara de su peso. Después de alcanzar los 100kg había llegado a la conclusión de que no era necesario contar más. Aunque sabía que ahora pesaba más, mucho más, puede que incluso el doble. El pelo se le había empezado a caer hacía años y pese a que le habían propuesto cortárselo y utilizar pelucas ella se había negado en redondo. Y para colmo de males estaba medio ciega por la edad.

Nunca había sido del todo bella y tampoco le había importado, pero ahora se alegraba de presentar un aspecto tan desagradable a su indeseada visitante: la princesa Rhaenys Targaryen. Había decidido presentarse para hablar con ella sobre porque sus hombres no presentaban batalla. Por muy mal que estuviera físicamente, el oído lo tenía en perfectas condiciones y por la forma brusca de parar Meria dedujo que su aspecto había desagradado a la niña mucho más de lo que esperaba. Bien, con suerte la princesa se asustaría y conseguría despacharla a tiempo para la cena.

Pasados unos segundos, los pasos de Rhaenya Targaryen se escucharon de nuevo, estaba cerca, más cerca de lo que nadie se había atrevido a estarlo en años. Meria estaba segura de que sería debido a la luz del sol que se filtraba por las ventanas, pero cuando tuvo a Rhaenys a pocos pasos de su trono había una luz que la hacía brillar. Ella, que estaba casi ciega veía su largo cabello rubio y rizado, su vestimenta más propia de un hombre que de una mujer, sus facciones juveniles y sin una sola arruga en la piel (por el momento) y sus ojos, que reflejaban una madurez impropia de su edad. Meria no quería ni pensar cómo la vería cualquier otra persona que no estuviera tan ciega con ella. Seguro que se dejaba seducir por la joven en segundos.


No consiguieron llegar a un acuerdo, como era de esperar. Ninguna quería dar su brazo a torcer y rebatían la frase de la otra con buenos argumentos y frases mordaces, hasta que Meria Martell zanjó el asunto diciendo que nunca se doblegarían y que si Rhaenys o sus hermanos volvían, sería bajo su responsabilidad. Tales palabras dejaron en silencio a Rhaenys, que incapaz de rebatir tal amenaza se dio la vuelta para marcharse. Meria se acomodó en su asiento, satisfecha por haber tenido ella la última palabra, pero su sonrisa se borró cuando el sonido de las pisadas de Rhaenys Targaryen cesó.

-Si me permitís un consejo, princesa Meria. Afeitaos la cabeza, de esa manera pareceréis menos un sapo viejo y vuestros nietos no os tendrán miedo.

El sonido de las pisadas continuó, más seguro y firme que antes. Meria vio como el aura brillante de Rhaenys desaparecía con los nudillos blancos de lo que apretaba los puños. Malditos Targaryen y su creencia en su superioridad.


¿Y bien? Lo cierto es que hasta que no me puse a escribir este fic no tenía ni idea de que esta situación se había dado y cuando la descubrí me dije "A por ello" así que espero que os haya gustado :)