Había una vez en un lugar nada agradable, una chica de hermosa figura y gran belleza, que sobresale como la flor en un pastizal. A menos que bromeara con lo de "hermosa figura" todo lo demás era verdad. Sakurako Omuro era su nombre, o en este caso, la prisionera 32.

- Himawari – susurraron sus labios, mientras sus ojos sin brillo observaban por entre los barrotes, a una chica que tocaba una armónica del otro lado del corredor.

Con furia apretó los barrotes que entre sus manos sostenía ayudando a su cuerpo a mantenerse en pie, en aquel edificio de múltiples paredes que le atan aferrándose a su encierro. Mas hay en su corazón un malestar que no le deja tranquila, como si fuese un virus que irreparable somete su alma a al sufrimiento.

- he escuchado ese nombre desde que llegaste a este lugar – dijo una chica que compartía celda con ella al igual que su condena – aun no me lo has dicho, pero, creo, por la forma la que tus manos quieren estrangular esos barrotes, que esa tal Himawari es la culpable de tu encarcelamiento -

- ¿Debería decírtelo?, Misao Kusakabe – dijo la castaña, alejándose de las rejas para mirar a su compañera – yo no lo creo -

- como quieras – le respondió restándole importancia – solo trato de hacer conversación -

Sakurako sabia en que estaba equivocándose, pues solo aquella chica colmilluda quiso ser su amiga. Mientras que con el pasar de los días, su locura pareció detenerse, su demente acto que la llevo a ese lugar pareció desaparecer casi por completo. Fue entonces que pudo ver lo bueno y lo malo de su encierro, privada de su libertad habían dos cosas que al tiempo que le alegraban, se volvían un recordatorio doloroso de su posición actual.

- debería disculparme contigo – Dijo Sakurako acercándose hacia la litera donde en la cama de arriba estaba acostada su compañera – pero no lo voy hacer -

- eso basta para mi -

Sobre las seis de la mañana, sus custodies golpeaban las rejas provocando un aparatoso estruendo. Mientras las puestas eran abiertas, solo podía verse como una a una de las celdas era irrumpida por los guardias sacando a sus prisioneras. Hasta que llego el turno de Sakurako y su compañera, pero mas que impacientes ellas estaban preparadas. Un nuevo día, todo menos agradable.

- afuera señoritas – una chica en uniforme les hacia señas con su garrote – hora de su castigo diario-

Acostumbraba estaba a esa clase de trato, sin importaba alguna vez ser empujada sin ninguna consideración, en ese entonces golpearía a quien lo hubiera hecho. Pero en ese momento, su cuerpo ya no le pertenecía, ni aun su alma que deseando pronto abandonase su cuerpo y que la llevase de vuelta hacia su felicidad, ya no sentía el dolor y en los sentimientos que una vez albergo, los mas hermosos se marcharon.

- que puede ser peor que ver cuatro horas de "La Rosa de Guadalupe" - dijo Misao en tono de burla mientras caminaba tras Sakurako

- eso crees – le respondió la chica en uniforme – imagina poder aguantar seis horas -

- tenia que abrir mi bocota – se reprochaba Misao

Para sorpresa y menor desgracia de la morena, sus plegarias fueron escuchadas. No fue tan malo como pensaba el pasar un día en el ardiente sol del patio de juegos, haciendo nada, o como en su caso, ejercitándose como loca.

Por su parte, Sakurako se mantuvo cerca, pero no le interesaba esculpir su cuerpo de esa manera. Solo pensar le quedaba mientras sus vacíos ojos iban al subir y bajar de las pesas que sobre el pecho de la morena hacia su jugada.

- Oye Sakurako – Misao dijo, sin dejar de hacer ejercicio – entiendo que no te guste esta moda, pero si quieres sobrevivir aquí, te recomiendo que pongas en condición tu cuerpo -

- No es necesario – Le respondió en un tono neutro – Nadie se atrevería a tocarme si saben lo que hice para merecerme este castigo -

- bueno – Misao termino con un par de repeticiones y dio por terminada su secion – es cierto que estamos en una cárcel de máxima seguridad, todas aquí... – Dijo mirando a su alrededor y a otras presas hacer tonterías como jugar al baloncesto - ...tenemos una historia que nos a dado fama, pero, estoy segura que nadie en este maldito lugar sabe el motivo por el que estas aquí -

- creeme – Dijo Sakurako mirando hacia una de las torres donde se hace guardia – es mejor que no lo sepan, así no me tendrán miedo -

- creo que ya me estas empezando a asustar – Notando el tono de voz de la morena, Sakurako cruzo la mirada con ella

- No deberías – Sakurako sonrió de forma siniestra, sus labios curvo mientras en sus ojos una mirada que helaría la sangre a cualquiera – no aun -

Mientras tanto…

Lejos de esos muros, donde las almas yacen libres y gozan de tranquilidad. Mientras las aven van y algunos cuervos le persiguen, volando con gracia y elegancia en una danza que aquellos hermosos ojos ven a través del cristal.

- ¿volverá a ser igual? - dijo suspirando

- Himawari-chan, la clase ya termino, ¿te vas a quedar ahí mirando por la ventana? - dijo su compañera

- lo siento Akari-chan, lo que pasa es que nada de esto es familiar para mi -

- Se a lo que te refieres -

Himawari Furutani junto a su gran amiga Akari Akaza, abandonaron la universidad como parte de su ya acostumbrada nueva rutina. Mas solo una de ellas lleva un pesar que ahuyenta la sonrisa de sus labios y que con gran esfuerzo logra cubrir para los ojos curiosos. Era difícil pero no imposible actuar de forma normal para el publico, aquel que esperaba siempre esa hermosa chica para arrancar a mas de una el corazón dejándolas enamoradas mas no lastimadas.

Pero aunque fue fácil engañar a los demás, era difícil hacer que Akari dejase de preocuparse por ella. Akari podía ser una chica invisible ademas de muy linda (si es como Akane entonces va estar bien buena) pero ese pequeño defecto de diseño ella lo convirtió en parte de su vida, permitiéndole ver cosas que otros simplemente no notarían ni aunque quisieran.

- te preocupa ¿verdad? - de pronto Akari interrumpió el silencio mientras caminaba junto a Himawari hacia la estación mas cercana

- ¿a que te refieres? - Respondió Himawari intentando mantener su mascara

- lo sabes – Akari insistió – si Sakurako-chan había…

- ¡por favor Akari! - le detuvo firmemente pero negándole sus ojos – ya hemos hablado sobre ello, y nunca llegamos a ningún lado… por favor -

Akari bajo la cabeza apenada, aunque quisiera ayudarle no avanzar en ello porque Himawari desviaba o le detenía a seguir en buscar una solución. Himawari soltó sus hombros y volvió a su marcha, esta vez al frente sin prestarle atención a nada ni nadie, mientras que Akari le siguió en silencio.

Mas tarde ese mismo día…

Entro luego en su casa agotada por el ajetreo y el viaje en tren. Pero, sobre ella seguía el malestar que no le dejaba tranquila, la culpa. Aquel remordimiento le estrujaba el pecho, a veces, impidiéndole respirar. Como si los suspiros al viento le calmasen aquel mal, solo suspiraba mientras el recuerdo de aquel día le hacia una visita.

- estoy en casa – Dijo mas para si misma, pero una chica que le vio entrar le dio la bienvenida

- onee-chan luces cansada – Dijo la hermana menor de Himawari

- Lo se Kaede, no me lo recuerdes – Dijo forzando una sonrisa

- lo siento, ¿quieres algo de beber? -

- Agua, estaría bien, gracias – Himawari lanzo su bolso al pie de las escaleras – pero yo iré por ella, no te preocupes -

- bueno, si me necesitas estaré viendo la TV -

- ok -

Fue en busca de agua que ciertamente la necesitaba, pues sentía la boca muy seca y ni hablar de la garganta. Era posible que fuera simple efecto de alguna reacción alérgica o cosas de ese estilo, sin embargo podía decirse que su imaginación estaba jugando muy mal.

Después de refrescarse volvió a llenar el vaso con agua, esta vez, camino con el hacia donde su hermana veía la TV. Ya sea por mera curiosidad, o solo porque anhelaba la compañía de alguien, decidió echarte un vistazo a lo que su hermana veía en aquel aparato.

- ...hubieron cinco heridas en este accidente… -

Hizo una mueca al ver que solo se trataba del noticiero de la tarde, así que decidió mejor dejar solo a su hermana, ya se enteraría al siguiente día gracias al periódico de lo sucedido en el país. Pero antes de marcharse escucho de aquel aparato una noticia que le llamo la atención

- …nadie explica como fue que ha sucedido, ahora vamos con Kana que tiene mas información sobre este hecho, adelante Kana -

- Gracias Haruka-san. Estamos en las afueras de la prisión de máxima seguridad donde hace dos horas se suscitó una revuelta, aun no sabemos todos los detalles pero ya todo ha sido controlado por el personal de seguridad… -

Hasta ese momento Himawari mantenía una batalla interna, su hermana se había percatado de ella ya que sabia bien sobre el tema. Pero mientras mas su sangre se helaba y su piel se tornaba blanca las noticias continuaban

- ...esto acaba de llegar, al parecer hubo un intento de fuga masiva que se logro frustrar casi en su totalidad. Y digo casi, porque una de las prisioneras logro una fuga perfecta… -

- Por favor que no sea ella – Dijo Himawari con la voz quebrada

- ….la prisionera numero 32, Omuro Sakurako… -