Deus Ex Machina
(Expresión latina referida a un dios a través de una máquina)
Espacio Aéreo Internacional, Air Force One, avión presidencial, 11:40 AM.
Ya hace unos días que el Presidente estaba recibiendo malas noticias cada vez que cogía el teléfono, no importaba colgarlo, siempre surgía un desastre cada vez más grave que el anterior, no podía entender como podían pasar tantos hechos desagradables en tan poco tiempo.
-¿Cuándo ha sido?; pero... ¡Cómo!; ¿Y no tienen pistas?; ¡Pues encuéntrelas!. - El Presidente colgó el teléfono de golpe harto ya de las mismas respuestas, en la sala habían alguien más con él, una joven chica murciélago.
-Tranquilícese señor Presidente, no es cuestión de perder la calma ahora.
-Ya
lo sé Rouge, pero no puedo creer la cantidad de robos que ha habido en
nuestras empresas estos días, es inaudito que haya tal nivel de
delincuencia.- Dijo el Presidente rascándose la cabeza.
-¿Y que es lo que se han llevado?.- Pregunto Rouge.
-En
concreto muchas cosas, ordenadores de última tecnología, maquinaria
pesada, dispositivos avanzados, nada de ello podía ser tan peligroso
como si robaran una bomba pero ¡ya estoy harto de que no encuentre al
culpable!. -Dio un golpetazo con su puño a la mesa.
-¿No hay nada sobre el supuesto ladrón?; ¿Ningún indicio?. - Volvió a preguntar Rouge extrañada.
-Nada
de nada, nadie sabe lo que han robado hasta que no lo ven con sus
propios ojos al día siguiente, es como un fantasma¡un asqueroso
fantasma que nos esta costando miles de dólares!.- De nuevo golpeó la
mesa.- Así que espero tú le encuentres de una vez.
-¿Yo?; bueno sin pistas será difícil hacerlo, y cuando digo difícil quiero decir caro.- Exclamó Rouge volteando la mano.
-Ya
me conozco cuales son tus precios Rouge, así que no te preocupes de eso
¡y ponte a trabajar ya!.-Gritó el Presidente dando el tercer golpe
sobre la mesa.
-¡Si señor!.-Dijo Rouge riéndose mientras se despedía
con un saludo militar y saliendo por la puerta del despacho dejando a
solas al Presidente.
-Por favor que lo encuentre de una vez.- Se
dijo el Presidente así mismo llevándose las manos a la cabeza
tranquilizándose un poco hasta que de nuevo sonó el timbre del teléfono
al que miró con mala cara.
Angel Island, Santuario de la Master Emerald 12:10 PM
Desde hace mucho, los días pasaban tranquilos para Knuckles, muchos cazadores de tesoros sabían donde encontrar la Master Emerald, pero la fuerza y furia de su guardián ya eran muy conocidas por muchos y nadie se atrevía a enfrentarse a él.
Ahora se encontraba descansando al lado de la esmeralda, tumbado con los brazos abiertos en suelo del santuario mirando al cielo.
-Me preguntó cuando se acabara esto.- Suspiró-. Sé que estoy destinado a estar aquí para siempre pero en ocasiones me gustaría tener algo de libertad, es por ello que envidió a Sonic, yendo donde quiere sin preocuparse de lo que deja atrás.. ojalá yo pudiera hacer lo mismo...- Dijo Knuckles cerrando los ojos intentando imaginar otro estilo de vida; pero algo le hizo abrirlos de nuevo.
-Vaya vaya así que esta es la Master Emerald, más grande de lo que pensaba heh.
Knuckles
se levantó y vio un extraño delante de él, salvó una cola puntiaguda
morada, ninguna parte del cuerpo se le veía ya que vestía una gran
gabardina ocre y un sombrero de vaquero que le tapaba la cara.
-¿Quién eres tú?; ¿otro cazatesoros?.- Pregunto Knuckles alzando el puño y dando un paso hacia delante.
-Se podría decir así, me han pagado para ello.- Dijo el extraño bajándose la visera de su sombrero.
-Pues
lo siento has venido para perder el tiempo, deberías haberte informado
de que esta esmeralda tiene un guardián y que por supuesto no voy a
dejar que te la lleves.- El equidna mostró sus puños en señal de
combatir.
-Sé de sobra quién eres Knuckles y se también que eres
duro pero lamento decirte que hoy es el día en que perderás tu
esmeralda.- Afirmo el extraño mientras se metía una mano en el bolsillo.
-¡Hah!;
mientes más que hablas; ¡vamos en guardia!.- Knuckles fue directo a
darle un golpe pero justo en ese momento el desconocido saco y tiro una
bola contra el suelo que expulso un gas de color verde alrededor de él
impidiéndole ver.
-¡No seas cobarde y da la cara!; cog cog.- Tosió Knuckles tapándose la boca.
-¿Cobarde?; por favor; ¡ahora podría acabar contigo equidna!; pero por suerte para ti no me han ordenado eso.
-¿Te burlas de mi?; cog; !No te escondas y pelea!.- Le gritó Knuckles intentando buscarle entre el gas.
-Lo
siento ahora mi agenda esta muy apretada, ya nos veremos otro día heh.-
Knuckles oyó por última vez la voz del extraño mientras el humo se
disipaba poco a poco, pronto vio que la Master Emerald ya no estaba
puesta en su lugar.
-¡No!; la Master Emerald robada... oh dios... parece que allá vamos de nuevo...
Calles de la capital, Distrito Comercial, 7:40 PM
Rouge volvía a casa después de hacer unas compras por diversas joyerías. Aunque el Presidente le había mandado una misión a ella no le importaba empezar al día siguiente, era su manera de mostrar que aunque estuviese al servicio de un hombre no se dejaba manejar tan fácilmente, después de todo su carácter feminista se lo impedía y además Rouge no podía estar un día sin una joya nueva en su colección.
-¡Oh!; ¡esta desde luego es la mejor!.- Exclamó mientras sacaba una pulsera llena de diamantes poniéndosela en la muñeca, iba andando con el brazo extendido admirando su nueva pieza
-¡Vaya, aseguro que eso vale unos
cuantos dólares ¿eh señorita!.- Rouge oyó una voz detrás de ella, vio
como se acercaba un tipo de apariencia sospechosa que tenía un cigarro
en la boca.
-Oye si pretendes robarme, creo que te has equivocado de persona.- Suspiro la chica murciélago.
-¿Equivocarme?;
no, creo que será muy fácil quitarte esas bonitas joyas.- Se acercó a
ella el ladrón sacando un pequeño cuchillo, lo que hizo que Rouge
dejara las bolsas caer para pelear.
-Muy bien tú lo has querido te
voy a...- Antes de que Rouge terminara su frase, algo se clavó en la
pared enfrente de la cara del ladrón, era un shuriken, una estrella
ninja.
-¡Pero qué diablos!.- El ladrón fue a quitar el shuriken pero
entonces algo empezó a golpearlo, primero fue la el brazo con lo que
cayo el cuchillo, después se vieron más golpes en más partes del
cuerpo, su cara los reflejaba con moratones, el ladrón no podía
defenderse y finalmente cayó noqueado al suelo.
Rouge se quedó sorprendida viendo como había dejado a su agresor.
-¿Estas
bien?.- Rouge oyó una voz grave detrás suya, girándose vio a un
camaleón de color púrpura y un cuerno amarillo en su nariz.
-¡Espio!; vaya no imagine que fueras tú, podía haberme encargado yo de él, pero en fin supongo que debo darte las gracias.
-De nada.- Respondió Espio cogiendo su shuriken de la pared.
-¿Y que haces por aquí¿resolviendo algún caso con Vector y Charmy?. Rouge preguntó acercándose a él.
-No, ya no trabajo con ellos.- Contesto Espio con tono serio.
-¿Sucedió algo?
-No, simplemente no creo que fuera mi lugar.
-Ya ya entiendo y bueno.. ¿que haces ahora.
-Buscar trabajo y si me disculpas lo seguiré haciendo.- Dijo el camaleón dejándola atrás.
-¡Eh espera!.- Salto Rouge poniéndose delante de él.
-¿Qué es lo que quieres?
-Dijiste que buscabas empleo ¿verdad, bien, quizá yo pueda ofrecerte uno.
-Habla.- Respondió Espio cruzando los brazos.
-Verás no sé si te lo han contado, pero yo soy un agente secreta del gobierno.- Dijo Rouge dándose unos aires de importantes.
-Ya me pude enterar soy detective ¿recuerdas, pero continúa.
-Bien,
esta mañana recibí una orden del Presidente de encontrar a un ladrón
que esta robando en las fábricas tecnológicas del gobierno y si eres
tan buen detective creo que al menos tendrías el honor de ser mi
ayudante.- Le explico Rouge intentando decirle entre líneas que aunque
trabajara con ella, sería ella la que tomaría el mando.
Espio se lo pensó poniendo una mano sobre su boca, hasta que dio una respuesta.
-Hum, creo que aceptó.- Le respondió.
-Vaya al final creía que ibas a echar para atrás, ok; ¿te alojas en algún sitio?. -Le preguntó Rouge cogiendo las bolsas.
-Por ahora no pero ya encontrare...- Antes de que Espio terminara de hablar, Rouge le echó las bolsas sobre la manos.
-Bien entonces hoy te quedaras en mi casa.
-¿Tú casa?.- Preguntó Espio con los ojos abiertos exaltado.
-Si,
no esta muy lejos de aquí, así que vamos rápido quiero descansar para
mañana.- Le dijo Rouge haciéndole señas con la mano para que se diera
prisa.
-Ok...- Suspiró Espio siguiéndola y con las bolsas de joyería entre las manos.
Localización Desconocida, Eggbase secreta, 11:40 PM
Todo
estaba destruido, casi todas sus invenciones eran inútiles cacharros
ahora, después de que en la última batalla toda su flota aérea fuese
destruida, el Dr. Eggman estaba ahora escondido en una de sus bases sin
saber como iba a lograr de nuevo recobrar todo su ejército de robots
que ahora estaban junto a él totalmente hechos piezas de desguace.
-¡Miralos!;
¡todos son chatarra ahora!.- Desprecio Eggman a sus robots dándole una
patada a uno, lo que le recordó que los fabrico muy duros.
-Ohh
dios...-Quejándose.- ¡Ya estoy harto, hago robots, robots y más robots
y siempre terminan igual, realmente me preguntó si de verdad tengo
talento para esto.- Dijo lamentándose hasta que sorprendió cuando se
apagaron las luces.
-Claro que la tiene Doctor.- Eggman oyó una voz que resonaba en el cuarto donde estaba pero no lograba saber de donde venía.
-¡Qué!; ¿Quién esta ahí?. Preguntó el doctor asustado.
-No se molesté ahora en averiguarlo, ya lo verá.- Respondió la voz.
-¿Cómo
que ya lo veré?; ¡sal de ahí ahora mismo o si no...- Algo golpeó al Dr.
Eggman en la cabeza mientras hablaba haciendo que perdiera el
conocimiento.
-Dulces sueños Doctor.
Unos ojos rojos se vislumbraban en la oscuridad.
