Título: Dos son mejor que uno.

Parejas: Alfred F. Jones x Arthur Kirkland [UsaxUk]

Resumen: Todo tiene su riesgo. Meterse en problemas resulta ser un dolor de cabeza y más cuando estás apostando lo que tanto luchaste por obtener. Alfred F. Jones, capitán del equipo de Futbol Americano, aceptará cualquier cosa para evitar su expulsión, aunque esto sea ponerse bajo el mando del estricto Presidente del Consejo Estudiantil, Arthur Kirkland.

Advertencias: Relación Hombre x Hombre.

Disclaimer: Hetalia pertenece a Hidekaz Himaruya. El título y la canción pertenecen a Boys like Girls. La idea y el escrito si son de mi propiedad.


Capítulo 1

Maybe two is better than one

There's so much time

To figure out the rest of my life.

─ ¡Alfred F. Jones!

El aludido se limitó a tragar nerviosamente y fijar su mirada en los ojos del fornido entrenador, quien, con cada minuto que pasaba, fruncía más las negras cejas, haciéndolas una gruesa línea. Se removió en su asiento, inquieto, esperando que Roma se dignara a decirle algo, por lo menos un simple –pero duro, no esperaba menos– regaño. No le gustaba que su relación pudiera quebrarse, aunque sabía que se lo merecía. Se la había buscado y con todas a su favor, lástima que jamás pensó las consecuencias de sus actos, cosa que no hacía –nunca, más bien– a menudo

Su relación con Roma era –y, en este momento, creía que era mejor usar el 'fue'– una de las mejores que había mantenido en la vida. Alfred era la estrella del equipo de futbol americano de la Academia World Hetalia y, por ende, el mimado del entrenador Roma. Y éste era, por así decirlo, una figura paterna más en la vida del joven. Ambos se querían y se apreciaban mutuamente, tenían un sentido del humor parecido y les gustaba hablar después del entrenamiento sobre deportes, lazo que los unía muchísimo, pero la rebeldía del rubio hacía que a veces César 'Roma' Vargas tuviera que ajustarse los pantalones y tomar cartas en el asunto.

Roma se sentía con la suficiente autoridad y también con la experiencia para regañar al joven de todo lo que lo había acusado el profesor titular, Heinrich Beilschmidt. O, entre ellos, Germania. Roma había sido estrella del deporte que en su país natal no hacía furor, pero que lo atrajo desde el primer partido. Había tenido una linda novia y hacía todo lo que las personas populares hacían: fiestas, alcohol, sexo, detenciones, notas bajas en casi todas las materias pero siempre pasando debido a la presión del director con respecto al as del equipo de futbol americano, entre otros. Y su vida ya estaba señalada para que fuera así: la fama de su talento en la cancha hizo que muchas universidades se sintieran interesados en tenerlo para sí, lloviendo así las propuestas.

Pero en el último partido de la preparatoria que, obviamente, ganó y se lució como nunca, la vida le demostró que sus actos tendrían consecuencias y que ni siquiera una estrella, un héroe, podría librarse. Antes de dirigirse a hablar con los hombres de la universidad que escogió finalmente, su novia, Morgana, le pidió hablar con él. Ya de antemano sabía que algo estaba mal y no se sorprendió mucho cuando la chica le contó que estaba embarazada.

Y así abandonó todo por la mujer que amaba y por un hijo que creció feliz al lado de ellos, obteniendo un trabajo mediocre para mantenerlos los primeros años hasta que su viejo entrenador le dejó su puesto. Pero el gusto de frustración en la boca que le había dejado el rechazo a sus sueños siguió estando, hasta que lo dejó relegado en algún rincón de su cabeza, cubierto de telarañas de nostalgia.

Se sentía identificado con Jones bastante y quería evitar a toda costa que tuviera un desenlace como él. El chico no tenía que vivir resignando sus sueños a un lado. Por eso aplicaría mano dura, le gustase o no.

─ El profesor Beilschmidt me ha dicho que te has estado comportando como un cabrón en los últimos meses, además que tus notas han disminuido hasta un punto intolerable. ─ dijo Roma, inclinándose hacia atrás en su asiento con los dedos entrelazados sobre su abdomen. Alfred había corrido la vista al escuchar las acusaciones, claro gesto que asumía la culpa ─. Sin contar, del sin fin de rumores que circulan que me dejan desear bastante de tu comportamiento. ¿Tienes algo que decir, Jones?

─ No, señor. Todo lo que dice es cierto. Asumo la culpa. ─ susurró bajito Alfred y a Roma se le antojó insatisfactoria la respuesta. No, no quería una respuesta. Quería una disculpa y una promesa, adornada con una bonita amenaza que él mismo pronunciaría. Diablos, el chico le pintaba para otra cosa aunque no le sorprendía. Siempre habían existido aquellos que se hacían los machos en las canchas pero a la hora de lidiar con errores propios se volvían unos flanes.

─ ¿Sabes que debes ser el ejemplo del equipo y, por ende, tienes que tener tus materias, por lo menos, con promedio de B? Creo que te lo he mencionado cuando te dije que serías el capitán del equipo ─ El americano se hacía cada vez más pequeño en su asiento. ¡Claro que se acordaba! ¿Cómo no se iba a acordar el día que se volvió el chico más popular de la Academia? ¿El día que su sueño se cumplió? ─ Veo que si te pareces acordarte.

─ Si, señor. Me acuerdo de sus palabras y que yo prometí… ─ hizo un pequeño silencio, bajando la mirada, centrándola en sus puños fuertemente cerrados. Sintió cierta amargura en la boca, un enojo hacia sí mismo. Un carraspeó lo instó a continuar ─ … yo prometí cumplir con cada uno de las exigencias que se me pedían. Y no lo hice. Entiendo que seré castigado.

─ ¡Por supuesto que serás castigado! ─ exclamó Roma junto con un golpe certero en la mesa, que hizo que Jones se sobresaltara. Se levantó para rodear su escritorio y tomar a Alfred de ambos hombros. Clavó sus ojos de color miel en los azules, buscando en vano alguna excusa, a pesar que sabía que no habría ninguna. Aún así... le daría otra chance. Para que se redimiera. ─ Pero no creo que seas malo, te daré otra chance y hablaré con el relamido deGermania.

Los ojos de Alfred cobraron un brillo que oscilaba entre la emoción y el cariño desmesurado de su entrenador. ¡Sabía que podría contar con él y no sería como los otros, que lo tachaban de niño malcriado! Sin embargo, no duró mucho porque Roma, al ver el cambio repentino en el otro y con ganas de asegurarse que sería la primera y última vez que hablarían del tema, aclaró la garganta y agregó:

─ Mejora tus notas y compórtate como debe ser por el resto del año, porque juro que si caes de vuelta en lo mismo, aunque me duela en el alma, te sacaré del equipo y no podrás entrar en él. Y sabes que cumplo cuando prometo algo. Ni el director, ni mi madre, ni el presidente de los Estados Unidos me cambiará de opinión. ¿Escuchaste?

Si Alfred le hubiera dicho que realmente no lo había escuchado, se habría ganado un buen coscorrón pero se había salvado de pecar de mentiroso. Cuando las temibles palabras de 'Te sacaré del equipo' hicieron que su estómago diera un retorcijón de los nervios y el miedo, junto con la idea fija que debía esforzarse. Y cuando tuviera tentaciones en frente de su nariz, pensar dos veces antes de ir como loco tras ellas.

─ Parece que entendiste la idea. Ahora, vete de vuelta a clases, que no andas en las mejores condiciones de ir perdiéndolas ─ Le dió unas palmaditas de ánimo en el hombro para volver tras su escritorio. Alfred asintió y se levantó para poder marcharse. Iba a traspasar el umbral, cuando la voz del viejo se escuchó nuevamente ─ Ah, y hemos acordado con Germania que tendrás un tutor. No sé quién es, pero conociéndolo, te colocará a uno de sus buitres encima. Y el mejor que tenga.

- (n J n) Daaaa~ -

─ Profesor, ¿usted se está dando cuenta de lo que me está pidiendo? ¡Ser tutor de ese tal Alfred F. Jones! ─ exclamaba exaltado un chico de cejas prominentes, que caminaba de un lado a otro. Si seguía así, no tardaría en hacer una zanja en medio del despacho pero es que, por lo general, siempre se encontraba flemático, haciendo gala de su origen inglés. Sin embargo con solo mencionar, no, ¡con solo pensar! en la remota y pequeñísima circunstancia de que él tuviera que hacer de niñera –porque eso sería, no había duda– del idiota americano, le hacía olvidar inclusive su apellido.

─ Sé que te estoy pidiendo demasiado, Arthur y, es más, se lo habría pedido a uno de mis sobrinos, pero estos ya lidian con sus respectivos pupilos ─ suspiró Heinrich, recordando a Ludwig y a Roderich. No hacía mucho había hablado con este último, quien le exigía que le sacara de encima a su revoltoso primo Gilbert. Obviamente, hacer que lidie con alguien como Alfred, tendría los mismos resultados.

─ ¡Pero debe haber más gente dispuesta a ello! ─ reclamó el inglés. Él no podría lidiar con el problema con piernas que era el capitán de Fútbol Americano. ¿Acaso el profesor Beilschmidt no entendía que él era el presidente de la clase y tenía el tiempo contado? No era que no era capaz de poder ayudar a algún alumno en sus promedios pero, obviamente, se esperaba un alumno más manso, como Feliciano o Heracles ─. No sé, pueden ser Kiku Honda, Bewarld Oxtenstierna, Vash Zwingli…

─ El señor Honda está a cargo de Karpusi y está teniendo excelentes resultados para que este no se duerma en clases, lo que es un milagro. Oxtenstierna tiene a uno de los deportistas más problemáticos. Si mal no lo recuerdo, creo que era Bertram Densen ─ enumeraba el germano ayudado por sus dedos, omitiendo al respecto la cara de desesperación del otro, quien buscaba frenéticamente alguno del grupo selecto de la lista A ─. Y Vash… sabes que es de un carácter especial y la idea es tener a Jones con vida hasta el final del año, para la temporada. Aunque sinceramente, no me molestaría exponerlo al riesgo.

Arthur soltó un gruñido de desaprobación y se dejó caer en la butaca que desde que llegó había sido ofrecida. Se masajeó las sienes, debido a las punzadas que sentía en ese preciso momento. Si el suizo se llegaba a encontrar con el estúpido americano y lo hacía cabrear, estaría con deuda con él por el resto de su vida. Porque podía jurar que Vash se las cobraría, no por nada era uno de los más temidos del colegio. Y bien sabía el presidente del Consejo Estudiantil que contar con personas así facilitaba de cierta manera la vida. Más, cuando Zwingli tenía claras intenciones de permanecer como tesorero por un largo tiempo.

─ No sé qué decir ─ fue la escueta respuesta que dio luego de dejar pasar unos minutos. No hacía falta que su profesor le dijera lo que podía ganar si colocaba al problemático capitán lejos de los problemas y sus notas bien arriba: más privilegios, más permisos para llevar al cabo sus planes, mejores cartas de recomendación para las universidades. En fin, no creía que nadie rechazara la oferta jugosa que tenía bajo sus narices. Sin embargo, tener que soportar siete arduos meses, aquejado –y eso lo daba por sentado– de continuas jaquecas y ataques de nervios, no valían la pena. No para la salud mental y física de Arthur Kirkland ─. Por favor, denme hasta el viernes para dar mi respuesta. Le aseguro que pensaré con detalle todo.

─ Me parece lo correcto, no podía esperar nada menos de ti, Arthur ─ sonrió complacido Heinrich, inclinado la cabeza tal cual lo hacía cuando veía que sus alumnos se comportaban como él les enseñaba. Inteligentes, astutos y precavidos, a pesar que cierto entrenador los arruinaba durante los 60 minutos que tenían de clase por semana. Evitó mostrar algún gesto contrariado al recordar a Roma y acompañó a Kirkland hasta la salida, cada cual siguiendo así el ritmo de sus ajetreadas agendas. Y ambos, tan parecidos, lo primero que harían era tomar una taza de té bien cargado.


Notas: A los que llegaron hasta acá, gracias realmente por gastar por lo menos unos minutos de su tiempo leyendo esto. No soy una gran escritora pero soy un 'intento de' ya que, al fin y al cabo, es mejor intentar que quedarse con la duda. No es mi primer fic, aunque si de Hetalia y no saben el patatuz que tengo con manejar a estos personajes D: Agradecería que me hicieran notar si pecó de Ooc.

La idea del fic puede sonar muy cliché cuando la pensé [Alfred, capitán del futbol, se mete en problemas. Arthur, presidente del Consejo Estudiantil, es su tutor] pero quería intentarlo de todas formas, a ver que sale. Mi idea original era meter TODAS las parejas debido a que más o menos tengo pensada una storyline para cada una, pero sería demasiado engorroso y preferí centrarme. Aunque aparecerán, no con mucha fuerza, pero apararecerán, al fin y al cabo. Este capítulo es introductorio y realmente espero que el próximo sea más largo. Si mal no calculo, ya tendremos toda la base para poder proseguir con el fanfic.

Nuevamente, GRACIAS por leer.

Quejas, dudas (?), sugerencias y patatas [no tomates porque sino Lovino se enfurece] son bien recibidas (: