Aunque no lo quisiera ni lo demostraba e gustaba la astronomía, mirar los planetas y admirar las constelaciones. En secreto, Homura Akemi, las había observado y estudiado, desde sus tiernos 10 años de edad. La joven viajera del tiempo estaba feliz por el nuevo nombre que había elegido su grupo, para hacerse llamar. Lo eligieron aquel día junto a la fogata en medio de la montaña, en aquel viaje de campo ordenado por Mami y las demás cinco integrantes.
-¿Stardust Crusaders?- Preguntaron todas sorprendidas ante la idea de Homura
-Así es, me gusta mucho ese nombre. Realmente, es cómo si dejásemos el rastro. ¿Y qué mejor que el rastro de un polvo de estrellas?-Mientras Homura explicaba, Madoka de forma risueña, acomodaba su cabeza en el regazo de su amada, en el cuál se había apoyado. Dejó escapar una leve risa, alzando su cabeza hacia el cielo.
―Sí que es buena idea, Homura-chan. Mami-san últimamente, está teniendo buenas ideas.-Homura tan fría como siempre (Pero tan pasiva por dentro) se ajustó su gorra de montaña, y la echó hacia abajo, para cubrir su rostro. Un leve amago de risa, que acompañaba la de la pelirrosa por parte de la azabache se hizo notable en medio de la "Fiesta"
Todas callaron, hasta que Sayaka interrumpió el silencio cortante. Se acercó a la pareja, y empezó a darles codazos a ambas, haciendo que el pelirrojo se incorporase torpemente.
-¡Malditas seas Sayaka Miki! ¡¿Cómo te atreves a hacerle eso a Madoka?!- La regañó la viajera del tiempo, haciéndole callar cómo si de un niño se tratase. A lo que la peliceleste (La sirenita gay en el oscurito) respondió con un par de bromas de mal gusto, sobre la relación de las dos chicas.
La pequeña fiesta se alargó un par de horas más, hasta alcanzar altas horas de la madrugada, ya que al día siguiente, tendrían que ir a sus casas, era fin de semana pero las brujas nunca descansaban y necesitaban guardar energías para patear traseros. Las que aún no se fueron a dormir, fueron Madoka y Homura; amantes de la noche, y de las largas conversaciones sobre viejas historias, y datos curiosos.
-Homura-chan, ¿Te gustan las estrellas?- Mencionó la ojicarmín, haciendo que la ojimorada esbozase una mueca de confusión en el rostro- Es una pregunta enserio
-¿Las estrellas? Sí, son bastante bonitas. E... Interesantes. No es cómo si me fascinasen, pero sé bastantes sobre ellas. Antes de que mis padres se divorciaron, papá solía contarme cosas de ellas.
-Oh vaya... Creo que estamos en las mismas, aunque yo las investigaba por mi cuenta con un telescopio. Está bien, en ese caso, quiero una constelación para ambas.
-¿Para ambas, Madoka?- Dijo la pelinegra, alzando sus cejas, con una expresión aún más marcada de entender poco.
-Para las dos. Que cuando la veamos, recordemos que estamos nosotras y nuestras hazañas grabadas en el cielo. Di que sí… - Musitó emocionada e insistente la pelirrosa, cómo si aquello le hiciese una ilusión especial.
-Está bien, Madoka. ¿Libra?
-¿Libra? Muy bien, Libra es nuestra. ¿Y si lo sellamos con...?-Madoka se quedó a medias mientras Homura la estaba besando, mientras la acogía en su regazo. La viajera del tiempo se había quitado la gorra, y la hubo depositado mientras cubría la tierna escena con sus cabellos. Se inclinó para presionar sus labios contra los de su hembra castigadora, que descansaba con la cabeza en sus piernas.
Después entraron en la campaña donde hicieron lo que debe hacerse en el oscurito mientras eso pasaba en el cielo estaba una especie de balanza el cual estaba dividido en dos, un lado estaba pintado de rosa fuerte y el otro lado de violeta fuerte dando a entender que más que una simple relación lo suyo era una balanza más allá de los conceptos conocidos y vistos.
