Y entonces... ¿Aceptas?
Nota de la Autora:
¡Hola! :D
Un placer saludarlos de este lado del monitor. Antes de comenzar es importante aclarar que esta historia está registrada en Safe Creative por lo que está prohibida la copia parcial u completa de la misma :)
Una vez tocado ese punto voy con lo que debería ser mi comentario personal xD.
Bueno... Esta es una nueva idea que surgió en mi cabeza hace ya algún tiempo pero que tenía reservada en mi PC algo abandonadita :(, y como estoy con eso de la publicación, me animé a querer subirla a la red para ver qué tal es su aceptación. Sé que apenas estoy comenzando de igual forma con mi otra historia Sensaciones Prohibidas, pero trataré de sobrellevar las dos :(, eso sí, solo esas xD, que las otras ideas esperen. Prometo tratar de dar lo mejor para con ambas... bueno, eso si ustedes (lectores) desean que continúe. :D
Si les llamó la atención (siquiera un poquitín), como siempre les pido me lo hagan saber dándome su opinión mediante un review, acepto todo tipo de sugerencias, preguntas y críticas (siempre y cuando estas sean constructivas y haya un respeto de por medio :) )... también les invito a pasar por mi otra historia y que de igual forma me hagan llegar sus comentarios. Con sinceridad sería grato.
De antemano me disculpo si observan alguna incoherencia en este primer capítulo y a lo largo de la historia en general, si es así, es debido a que antes estaba escrita con otros personajes (personajes que me pertenecían) y he decidido cambiarlos para realizar mi fic dedicado a la pareja Naruhina que me encanta tanto *_*
Bueno... no les importuno más y los dejo con lo que sería el prólogo y seguidamente el primer capítulo.
Que disfruten de la lectura
Prólogo
Una sonrisa burlona se formó sobre mis labios y fui capaz de mirar a mi padre con cierto humor en mis retinas. -¿Estás bromeando verdad?- fue lo que solté tras disimular con gracia mi pétrea confusión, pero la palidez en mis mejillas no tardó en hacerse evidente al verlo negar con lentitud. Todo decayó de pronto, sentí el paladar reseco - no es broma Hinata... Estás comprometida.
- Hinata Hyuga: Chica de veintitrés años fanática de las compras y de los gastos. Tiene un carácter fuerte y rebelde en ciertas ocasiones, aunque también se le define como una persona carismática, amable y gentil, que muestra su lado humilde y sincero con las personas a quienes les tiene confianza y aprecio. No teme decir lo que piensa y puede llegar a ser fría y cruel si se lo propone. Odia la hipocresía y las mentiras. Su pasión ronda lo artístico, pero es fanática empedernida de la fotografía.
*Naruto Uzumaki: sinónimo de seriedad, compromiso, amabilidad y buen porte. Es modelo activo y ha participado en importantes campañas mediáticas, revistas y series televisivas alrededor del mundo, además, es reconocido por ser el hijo del magnate dueño de una de las compañías de extracción de petróleo y gas más demandadas del país, y el tener anexado a ello una buena compañía destacada por sus excelentes servicios de contabilidad, lo mantiene en la cúspide de la popularidad. Le tiene un gran aprecio al padre de Hinata como si fuese el suyo propio y confía plenamente en él. Su carácter agrio y un tanto abrasador, lo convierten en el típico chico guapo y rudo que es posible odiar a muerte o amar con desesperación.
Ambos vivirán una aventura donde el carrusel de emociones girará en contra de sus pensamientos y decisiones.
Unidos por la lealtad y el compromiso. No por amor. ¿Podrá el tiempo ser capaz de cambiar eso en los dos?
Capítulo I
- ¿Vendrá Mitsuki a la fiesta del próximo viernes?, es posible que tu padre enloquezca al verla, ya sabes, con todo el asunto de la escandalosa separación, es una excitante probabilidad ¿no lo crees?- Hinata tomó un sorbo a su taza de café y observó a Ino (recostada del espaldar de la silla al otro lado de la mesa), sin lucidez aparente en su delicado rostro de muñeca. Había sido la tercera persona que le preguntaba respecto a Mitsuki en lo que iba de semana y no era agradable, ni mucho menos de su importancia saber si la ex-esposa de su padre asistiría a la celebración de su cumpleaños número veintitrés.
Y con sinceridad, tampoco le interesaba en lo absoluto.
Intentó ser una "buena" madrastra para ella, pero cabe destacar que los millones en su cuenta y la liquidación que le darían por divorciarse de su padre en un determinado período de dos años, arruinó todo intento de convivir en buena armonía con su familia. Se quedó con mucho, pero destruyó la confianza, el aprecio y el apoyo que le prestaba Hiashi y el apellido Hyuga, al igual que el vínculo que por poco creaba con su apreciada hijastra.
Hinata volcó los ojos y dejó la taza de vidrio casi vacía a un lado.
- los términos del divorcio entre mi padre y esa mujer quedaron sellados en un sobre de manila hace mucho tiempo Ino, papá no es hombre de rencores ocultos y mucho menos de comportamientos poco previstos de buena educación, pero intuyo que si esa señora aparece en mi fiesta, sólo ella será consciente de su presencia, Hiashi estará ocupado, y yo por supuesto, estaré disfrutando - el gesto serio en su rostro fue cambiando a medida que avanzaba con la explicación, cuando llegó al último fragmento una pequeña sonrisa de satisfacción surcaba sus delineados labios bañados de brillo. Estaba satisfecha con sus palabras - ¿estás lista para irnos?
La respuesta de su íntima amiga le dejó muy claro a la hermosa rubia que no le interesaba para nada hablar del asunto, así que se mordió la lengua y en cambio le brindó una radiante sonrisa de despreocupación.
Le dio un último trago a su jugo de naranja y asintió.
- ya quiero visitar la tienda del centro, tienen una excelente variedad en atuendos de noche. Y ¿adivina? - sus aceitunados ojos brillaron con picardía - Sai me ha dejado su tarjeta de crédito. Todo de él a mi disposición en una simple tarjetita - rio bajo mientras le mostraba con orgullo el pequeño rectángulo a la morena - es mía hasta que vuelva de viaje. ¿Te apetece?
Las comisuras de los labios de Hinata se alzaron con descaro a un punto de encontrarla socarrona. Sus ojos brillaron divertidos.
- si es así, disfrutaremos esos días al máximo - dijo encantada mientras se levantaba seguida de su mejor amiga para salir de la cafetería.
Ya habían pasado horas desde la última vez que la vio, necesitaba urgentemente hablar con ella y ni siquiera cogía el celular cuando le marcaba. ¿Dónde podría encontrarse a esa hora?
Esa niña nunca aprendería.
Un cansado Hiashi se dejó caer en el reconfortante sillón de cuero marrón que estaba frente a su escritorio, y suspiró con agotamiento cuando éste lo acogió con afabilidad.
Sus días estaban resultando más agobiantes desde que los resultados del examen y el diagnóstico de su doctor privado llegaron a sus manos. Sentía que el tiempo pasaba demasiado rápido y le devoraba la vida como un tornado arrancado cada espacio que proporciona existencia. Se desvanecía poco a poco, y no había escapatoria para esa verdad que hacía de su vida un caos irracional. No sabía que más hacer, no sabía cómo lo iba a expresar, ni siquiera tenía idea de cómo comenzar a entablar una conversación con su hija Hinata respecto al tema. ¿Cómo se lo diría?
"¡Hola cariño!, ¿sabes?, tengo un tumor maligno que de seguro me mandará a la tumba en un par de meses, ¿estás bien con eso?"
Cerró los ojos sin ánimos y soltó una exhalación bulliciosa haciendo notar su creciente crispación. Quiso arrancarse la cabeza él mismo en ese momento. Sacudió su todavía espesa cabellera llena de unas cuantas canas, y miró el techo con desesperación.
La madera oscura y barnizada no lo confortó.
¿Acaso había una manera sutil de describir su situación sin parecer un desgraciado sin sentimientos?, comenzaba a dudarlo.
Unos toques a la puerta de su despacho lo trajeron a la realidad casi inmediatamente. Dejó los preocupados y absurdos pensamientos -que bombardeaban su cabeza sin lugar de negociación u escapatoria-a un lado, y le dio espacio al brote de un suspiro salir de su garganta con asperidad.
- Adelante - informó con su característica voz ronca, gastada y profunda (de esas que te erizan la piel y son fáciles de escuchar entre el gentío), mientras mantenía su mirada perdida en el mismo lugar.
El pomo de la puerta giró y una señora de unos cincuenta años, de pelo oscuro, vestida con un traje marrón y con ojos rojos adormecidos, mostró su figura delgada al entrar a la espaciosa habitación.
- señor Hyuga, la señorita Hinata ha llegado, ¿desea que la conduzca hasta acá?
La expresión del castaño se tornó seria. Quitó su sombría mirada de la madera del techo y entreabrió su empuñada mano para liberar tensión. Se enderezó.
- si Kurenai, gracias, hazla pasar.
Y cuando ésta asintió con cordialidad antes de salir de la habitación, la poca cordura que le quedaba a Hiashi, la tomó de la mano y se encaminó junto con ella fuera de su alcance, huyendo como una vil cobarde y sin que nadie la pudiera alcanzar, de todo el suceso previo al gran acontecimiento.
El alto y macizo cuerpo del imponente hombre cubierto por un traje de lino beige, se levantó del asiento y dejó escapar de sopetón todo el aire acumulado en sus ya cansados pulmones. Era extraño para él, pero se mostraba nervioso. Nunca, desde que su madre le enseñó el arduo trabajo que conllevaba levantar un imperio desde sus cimientos, había sido capaz de demostrar flaqueza o debilidad por parte a un suceso problemático, sabía cómo superar con faena y dedicación las barreras que la vida le imponía, pero su fuerza y la actitud vencedora que poseía desde que era joven, no le fue de mucha ayuda en ese momento. Se sentía decaído, y un tanto desesperado.
Lo único en lo que pensaba era en Hinata, en esa encantadora niña que vio crecer desde los dos meses, a quien adoptó, malcrió y consintió toda su vida junto con su difunta esposa, y quien complementó el vacío que había dejado su compañera de vida Hiromi hacía ya tanto tiempo. Él era el sostén de su vida, el control en su caos… ¿Cómo se mantendría en pie si él no llegaba a sobrevivir?, el mundo se la comería por completo, y Hinata no estaba preparada para ello. Aunque era razonable, madura y perspicaz a la hora de salir adelante, él no se mostraba tranquilo, ese hecho no calmaba su precipitada angustia. No podía imaginar siquiera en dejarla sola un momento, no quería nunca dejarla sola.
El vacío comprendió a tomar control de su pecho, y sus manos en un intento de calmar los temblores fueron a parar a los bolsillos de su pantalón.
En eso la puerta se abrió de golpe y lo alejó de su fatídico tormento. Una risueña morena apareció tras ella con una radiante sonrisa en el rostro, sus mejillas estaban sonrojadas, y su boca entreabierta le daba realismo a su cansancio. Hiashi se volteó de inmediato un tanto amedrentado, y luego de ver a su hija acercándose al escritorio para saludarlo, se percató de la señora Kurenai que llegaba apenas a su despacho. Estaba recostada del marco de la puerta sujetándolo con ambas manos, pálida y respirando con dificultad. Su boca abierta recolectaba grandes cantidades de oxígenos en diminutos fragmentos de tiempo.
Supo entonces que ambas habían llevado de nuevo a cabo la tonta competencia de rapidez y destreza.
- ¡Papá! - Hinata gritó con escandalosa efusión antes de saltarle encima – literalmente- al pensativo castaño, quien por supuesto, la recibió justo a tiempo.
Ambos rieron orgullosos mientras Kurenai se recuperaba.
- le has vuelto a… ganar ¿no es así? - logró articular Hiashi mientras su hija realizaba la tarea de besarle toda la cara con pequeños y rápidos besos en específicos y ya rutinarios lugares.
Frente, mejillas, barbilla, nariz, boca.
Cuando se detuvo saltó de los brazos de su padre y miró a la de ojos rojizos con una suave sonrisa sobre sus labios.
- por supuesto - dijo con aire victorioso. Sus claros ojos perlados brillaban ante el reflejo de la luz - pero su problemático orgullo activa aspectos desconocidos de una escondida personalidad padre, ni creerás que me ha colocado una trampa justo cuando traté de subir las escaleras- apenas Kurenai la escuchó no evitó soltar una gran carcajada que relajó el ambiente y motivó a los dos espectadores frente a ella, a sonreír.
- oye, te recuerdo que compites con una anciana de cincuenta años cariño, el simple hecho de cierta ventaja debe de ser un punto a tomar en cuenta en este duelo ¿no lo crees?
Hinata encaprichada se cruzó de brazos sin disminuir el agradable gesto sobre su boca.
- la ventaja no es argumento relevante cuando la osada señora de cincuenta años fue quien retó a la sedentaria muchacha de veinte. Hiciste trampa, y eso merece penalización, Kurenai...
La asistente personal de su padre y gran amiga de la familia fingió descontento y pronta preocupación.
- ¿quieres penalizarme en mi propio juego?... ¡Eso es absurdo!
Hiashi intercambió un par de veces la mirada entre ambas mientras éstas seguían la tarea de acusarse la una a la otra como dos chiquillas insolentes, lo hizo por unos cuantos segundos antes de detenerse completamente en el rostro expresivo y ladeado de su hija, la miró desde lo alto y sonrió encantado. Sería difícil para él ver el cambio repentino de esa preciosa faceta en cuanto se enterara de la situación que presentaba su vida. La felicidad en su rostro pasaría a teñirse de tristeza y desesperación, el tono divertido y liberal de su voz, se escondería tras la espesa capa de dolor y angustia… temía que la enfermedad que a él le acechaba, terminara matándola a ella de igual forma, y por nada del mundo quería arruinar esa expresión risueña, divertida y llena de subsistencia que le surcaba toda la cara.
Le dolía el pecho solo de imaginarla presa de un destino opaco.
Algo tenía que hacer para evitar que el desasosiego se entrometiera en su vida. ¿Pero qué?
Rogó a los cielos por una señal divina.
- Señor Hyuga, ¿se encuentra bien?
Cuando su conciencia volvió a la habitación, cuatro esferas grandes e interrogantes se alzaban por debajo de su barbilla.
- ¿Papá?, ¿sucede algo?
El ceño fruncido de Hinata junto con la preocupación arraigada a esa mueca, le hizo cambiar de manera inmediata la expresión de su rostro.
Se llevó una mano a la boca y tosió con modestia tras alejarse unos cuantos pasos. Luego sonrió con amplitud.
- me encuentro bien, no se preocupen, sólo pensaba en Shikaku y en la reunión que debemos llevar a cabo la próxima semana, estamos atrasados con unos cuantos pedidos y debo ponerme en órbita - esas palabras tranquilizaron de inmediato a Hinata, para ella sonaba simple y familiar, eran cuestiones del trabajo, pero Kurenai, de mente más abierta y perceptiva en ciertas actitudes extrañas, supo que algo raro pasaba con su jefe. Sus ojos se entrejuntaron y le dedicó al atractivo anciano una mirada perturbadora, de esas que dicen: A mi no me engañas, necesitamos hablar.
Hiashi se percató de ello y asintió al comprenderla, todo, ante la ignorancia de Hinata.
En un determinado tiempo Kurenai se retiró con la excusa de volver al trabajo, y dejó a la morena dentro del despacho con su padre. La chica se encontraba tranquila y lo demostraba al pasear por todo el lugar, hacer algunas preguntas sin carácter específico de respuestas prolongadas, y al reír despreocupada cuando le contaba alguna anécdota a su padre de las ocurrencias de la Yamanaka.
Hiashi yacía recostado en su sillón mientras Hinata estaba sentada encima de su escritorio a poca distancia. Le estaba comentando algo importante y el atlético hombre fingía prestarle atención. Pero lo que no podía fingir, era su plácido rostro al notarla contenta. No pudo evitar agradecer de tenerla consigo.
Sin estar muy consciente, la detallaba. Ella era hermosa, y se había convertido en una espléndida chica, que a veces rozaba el límite de inconsciencia con respecto al dinero, pero espléndida al fin y al cabo. Dentro de su pecho corroía el orgullo. Amaba a su niña desde que la recibió por parte del orfanato con apenas dos meses de edad, su difunta esposa Hiromi, no pudo concederle nunca un hijo propio por problemas de salud, pero eso no se interpuso en su camino para amar a Hinata como hija legítima; para ellos, siempre sería su chiquilla preciosa.
Cuando Hiromi murió debido a un accidente automovilístico, Hinata tenía tan sólo catorce años de edad. La muerte de su madre la tocó muy profundo y causó en ella un dolor indescriptible; por varios meses se mantuvo ajena a todo vínculo externo a su habitación. No hablaba, no quería probar bocado alguno y se mantuvo encerrada dentro de esas cuatro paredes por un dilatado tiempo, sin siquiera ir al colegio.
Había entrado en una fase de negación total y la depresión arruinaba cada vez más sus ya atormentados pensamientos. Su madre representaba todo para ella. Y perderla, la devastó.
En ese momento Hiashi sufría de igual forma su pérdida con gran dolor y pesar, pero al tratar de mantener a su hija cuerda y a la par con la realidad, pudo ser capaz de tomar la suficiente fuerza como para ayudarla a surgir, lo cual le hizo tomar las riendas de sus vidas y conducirlas de nuevo por el camino a surcar.
A partir de ese momento fueron inseparables, unidos; crearon un vínculo de sangre soldado e irrompible. Eran uno solo, y gracias a una promesa hecha cuando la tragedia los abarcó, juraron serlo por siempre. Pero ese "siempre" se estaba convirtiendo en tan solo unos cuantos meses, y eso no era parte del acuerdo. Por ello a Hiashi le costaba tanto hablar del tema. Temía por la actitud de Hinata, temía por su vida. ¿Quién estaría a su lado si él llegaba a faltar?
Pensar en ello hacía que le doliera la cabeza.
-... y, si no te conociera mejor, diría que me ocultas algo - el mayor de los Hyuga espabiló y retiró la mano de su barbilla para enderezarse justo cuando Hinata lo confrontó. Miró en sus ojos profunda preocupación - ¿qué sucede papá? - preguntó con suavidad.
Hiashi sintió un nudo posicionarse en el medio de su garganta cuando trató de hablar.
- ¿papá?
- necesito decirte algo importante, Hinata- soltó al fin tras un tortuoso silencio.
Sus similares miradas se encontraron.
- bien, te escucho - la morena subió las piernas al escritorio y se acomodó en forma india. Le miró atenta, esperando que hablara. Aunque le preocupaba el silencio de su padre, tenía curiosidad por saber lo que tenía que decirle. Nunca lo había notado tan fruncido y nervioso, y verlo así solo aumentaba su exaltado y propio nerviosismo.
Hiashi tragó en seco antes de armarse de valor y comenzar.
- pues verás cielo... hace unos días yo... - pero no pudo continuar. El teléfono fijo que estaba encima de su escritorio a un lado de Hinata, repicó en un repentino momento e interrumpió con éxito el comienzo de su angustiado discurso. Hinata volcó los ojos y dirigió su atención al molesto aparato. Hiashi la imitó antes de descolgarlo.
- Diga... Oh Kurenai, si, ¿qué ocurre?...
- señor, el joven Uzumaki Naruto se ha comunicado con usted hace poco, dejó como mensaje que en dos días llega a la ciudad y quiere que abra espacio en su agenda para poder verlo. ¿Desea que confirme su petición?
No creyendo en lo que oía, Hiashi sintió como una extraña sensación tomó protagonismo y se instaló en la boca de su estómago tras escuchar lo que su asistenta le informaba. Sus ojos llenos de curiosidad y desconcierto se abrieron con asombro. ¿Uzumaki?, ¿en la ciudad?... se preguntó confuso todavía en su estado de estupefacción. Era insólito. No lo veía desde hacía casi un año, y durante ese período de tiempo nunca logró dar con él. Minato, su padre y gran amigo del castaño, le informó que el rubio menor tuvo que partir de improvisto tras recibir una oferta que lo invitaba a ser el modelo principal de la marca mundialmente reconocida Bakuno, querían que participara en un comercial y en unas cuantas sesiones fotográficas más, por ello no le dio tiempo de despedirse siquiera. Y ahora, justo ahora… ¿venía a la ciudad?
No dudó en reconocer para sí –tras darle una considerable vuelta al asunto - que esa debía ser la respuesta divina que pidió a los cielos. ¡Claro! ¿Qué más si no?, no creía en las coincidencias, y para su buena fortuna se consideraba un hombre religioso. Esta era la oportunidad que pedía, esta era…
Parte de su cerebro movió algunos engranajes que accionaron a las neuronas para poner a trabajar un pensamiento práctico, estos no tardaron en formular una idea. No la analizó bien, en realidad, no la analizó del todo, pero recibir esa noticia le llamó la suficiente atención como para no vacilar en el momento.
Una imperceptible sonrisa comenzó a ser acto de presencia a medida que los segundos pasaban. Algo creció en su pecho y se asentó en su corazón dándole la oportunidad de latir a su frecuencia normal otra vez, la esperanza.
Como siempre, iba a aprovechar esta jugarreta y dispondría a su favor las cartas que le lanzaba el destino. Y si todo salía como debía salir… nadie saldría lastimado…
O eso pensaba él.
- ¿señor? - la aguda voz de Kurenai llamando su atención a través de la línea lo devolvió a su despacho.
- s-si, Kurenai, por favor - titubeó un poco al principio, pero luego no tardó en regresar a él la seriedad del hombre corporativo y empresario exitoso - acepta la cita con Uzumaki para el viernes al mediodía, reserva una mesa en el restaurante Italiano de Nagato-San y llama a Shikaku de inmediato, pídele que me vea el viernes de igual forma en el lugar. Si pone excusas asegúrele que es urgente
- de acuerdo, señor. Ya me pongo en ello.
- gracias...
El tono monótono de la línea al vislumbrar que han colgado se hizo presente ante Hiashi una vez notó como Kurenai colgaba. Mantuvo el aparato en su oído un momento antes de dejarlo en su sitio con lentitud. Mordió sus labios mientras su absorta mirada descansaba en la madera del escritorio. Se preguntaba si había hecho bien, pero después despejó rápido esos problemáticos pensamientos, no estaba para retractarse.
- ¿quién es Uzumaki? - Hinata miró a su padre y llamó su atención. Movía las piernas como alas de mariposa debido a lo inquieta que estaba.
- ¿Eh?
La morena volvió a volcar los ojos para luego impulsarse fuera de la mesa con los brazos.
- ¿quién es Uzumaki? - repitió acercándose a él, se puso de cuclillas y miró su pensativo rostro- parecías ansioso al tratar de contactarlo. ¿Es un viejo amigo que no conozco?
Las cuencas expresivas de Hiashi se iluminaron al notar su creciente curiosidad. Le sonrió con dulzura para luego levantarse de la silla, en el camino besó su frente y acarició su mejilla. Pero le respondió.
Ella se enderezó y ladeó la cabeza viéndolo interrogante. Persistente.
- ¿Y bien? - insistió como un compadre exigiendo respuestas.
Entonces Hiashi la miró, y casi se echa a reír al admirar su faceta. A veces parecía que ejercía el rol de una preocupada madre. Y lo mejor de todo, es que sabía cómo actuarlo a la perfección. Hiromi había hecho un trabajo extraordinario.
Se acercó a ella y tomó su rostro con ternura.
- Uzumaki… - dijo pensativo mientras la veía, en sus entrañas se debatía si debía ponerla al tanto de ese chico o no. No quería adelantar mucho, quería que todo fuera una sorpresa, así que optó por restarle importancia a su interrogante. - no diría que es viejo, más bien acertaría a que es un jovenzuelo muy buen amigo mío que no he visto en mucho tiempo. No ha venido al país desde hace años y tengo tiempo sin verlo, ¿es malo estar ansioso por querer contactarlo?
Hinata con la cabeza entre las manos de Hiashi, negó lentamente.
- no, es solo que lo siento extraño, eso es todo -dijo sin apartar sus claros ojos de la mirada de su padre. Sabía que algo ocultaba, pero evitó insistir en ello - ¿Al menos me lo presentarás algún día?, sabes que odio no tratar con quienes te relacionas.
El castaño sonrió y la atrajo hacia sí hasta apretarla contra su pecho en un cariñoso abrazo.
- ¿sigues celándome tanto como cuando eras una niña?
La morena rio bajito oculta entre su duro pero reconfortante pecho.
- no, creo ahora soy capaz de hacerlo aún más - se sinceró para luego dar un largo suspiro y separarse de él - iré al dormitorio ¿sí?, estoy cansada, Ino me ha hecho caminar toda la plaza del centro y no creo que aguante ni un poquito más estar de pie - le miró interrogante - ¿Seguro estás bien?
El mayor de los Hyuga le guiñó un ojo y le sonrió ante su clara incertidumbre.
- estoy bien cariño, tranquila, descansa. Estaré aquí cualquier cosa ¿de acuerdo?
Hinata no muy convencida asintió, y salió del despacho para luego perderse entre las puertas de su habitación.
Sin embargo Hiashi, en cuanto ésta partió, alzó los brazos sobre su cabeza y soltó un suspiro cansado que lo llevó a tratar de aclarar sus jodidos pensamientos. Los latidos de su corazón chocaban con frenesí contra su caja torácica y sentía como la palidez abarcaba su rostro con premura. Seguía nervioso, y ahora pensaba que no era más que un maldito idiota que le ocultaba la verdad a su hija. Tuvo que decirle a Hinata todo, era mejor que estar ocultando el calvario que estaba pasando. ¿Cómo carajos iba a solucionar eso?
Salió con pasos firmes del despacho soltando cualquier clase de exclamaciones y fue directo con Kurenai. Ésta saltó en su asiento asustada al oírlo entrar con angustia.
- ¿Señor?
- Kurenai, necesito tu ayuda.
Y ¿Bien? ¿qué dicen?, :( sé que no está muy interesante que digamos ahorita, pero espero haya sido suficiente como para captar su atención. ;) espero sus respuestas.
Gracias de nuevo por la oportunidad :D
DLB
