Disclaimer: Pues no, viteh, no son míos y penita que me da, con lo que les quiero...
-Esta historia pertenece al Drabblethon 2010 de musa_hetaliana-

En fin, creo que no soy capaz de pillar del todo el punto a la pareja, así que si alguien ve un OoC, me disculpo de antemano y por supuesto puede hacer una crítica sobre ello. Pero ya me tocaba ir escribiendo de mi OTP, ¿no? :3 ¡Ah! Traducción del idioma en las notas finales


Prusia no tenía nada de genial e increíble, era una triste verdad que sabían todos, él el que más.

¿No es triste sentirse tan solo que te tienes que decir a ti mismo que es porque tú lo deseas? ¿Qué eres tan demasiado genial que el resto simplemente no puede seguir tu impresionante estela? Sí, es triste y es un fallo, pero Prusia no creía en los fallos, así que se sacaba rápidamente la idea de la cabeza, se acercaba a molestar a Austria e inmediatamente recibía los golpes de Hungría en respuesta.

Mucho ruido y pocas nueces. ¿No es así?

Y es que daba verdadero asco mirar a tu alrededor y ver cómo los demás hacían sus vidas y se desenvolvían, y todo ello sin parecer necesitarte en lo más mínimo. Prusia no miraba, volvía la vista hacia su genial pollito y se iba a molestar a su hermano, a su Oeste.

Había también otra nación genial e increíble, y se llamaba República de Polonia. Ay, él sí que hacía ruido, él sí que parecía que no necesitaba a nadie, a veces incluso parecía ausentarse del mundo e irse a uno propio, más hermoso y colorido, y pese a todo lo que había sufrido mira, mira, Gilbert, cómo sonríe el fénix. Era un hermoso fénix que parecía volar alto, tal vez demasiado alto y por eso casi nadie lo veía. Rusia sí, porque Rusia era grande. Lituania también, porque le había observado desde que había alzado el vuelo. Pocos, quizás, pero lo veían.

Él era transparente. No era increíble. Polonia sí era increíble.

No, Polonia era demasiado increíble. Totalmente genialoso, diría él, burlándose de Gilbert, y Gilbert bufaría y se reiría, y le contestaría y reñirían, y entonces cada uno se iría por su lado enfadado, sobre todo él, enfadado porque no se atrevía a darle la razón. Invisible.

Lo malo de darse la vuelta para irse era que entonces no podía ver cómo Polonia se paraba suavemente, giraba la cabeza hacia él, y le miraba desaparecer.

Polonia lo conocía, era de los que más le conocían, y el único aparte de su hermano que lo miraba de verdad. Y es que, ¿no lo sabes, Gilbert? Quien no tiene nada y quien tiene demasiado de una misma cosa, por distintos que parezcan, tienen demasiado en común.

Lituania miraba a Polonia, pero siempre estaba demasiado ocupado. Italia miraba a Polonia, pero era su mejor amigo. Rusia miraba a Polonia y lo quería para sí, y él se alejaba de aquella nación grande y "gorda". Prusia miraba a Polonia, y…

y Feliks miraba a Gilbert. Y sabía, en el fondo, que Prusia era increíble, aunque todos creyeran que no. Claro que nunca lo diría.

Si él era un fénix, Gilbert era un águila. Ambos son aves, tienen alas, surcan el aire y son libres, pero, sobre todo, son geniales.

Ah, el aire. El aire, una vez más, se llevaba las palabras de sus labios finos y rosados.

Kocham cię

No, no. Esas palabras nunca salían de su boca. Nunca llegaban siquiera a formularse en su cabeza. No era solo eso.

Dziękuje za

Feliks se daba la vuelta, y nada de esto había sucedido.


Kockam cię, en polaco, "Te quiero"
Dziękuje za..., en polaco, "Gracias por..."