¡Hola a todos los fans de Bleach!

Hemos traído para ustedes un fict de la tumba, un fict que había sido eliminado pero resucitó gracias a mis habilidades de búsqueda en la profunda internet 7u7

Pero antes deben leer las siguientes indicaciones para que TODO quede claro antes de que empiecen a leer el capítulo y la historia en sí...


+++++++++**************¡ ADVERTENCIA !************++++++++++++++

Primero que nada deben saber que este fict NO ME PERTENECE, NO ES DE MI AUTORÍA, NO LO ESCRIBÍ YO NI MI COMPAÑERA (si quieren saber a qué me refiero vayan a la biografía del perfil) Esto simplemente es una "RE subida" de este fict que fue eliminado por las propias autoras.

El segundo punto a aclarar es, por supuesto, darle el crédito a las verdaderas autoras del fict quienes son "tsukii07" (quien aún conserva su perfil en fanfiction) y "Chikytina" (cuyo perfil ya no existe en fanfiction) Ellas dos publicaron este fict en un perfil nuevo al cual llamaron "Tsuki-Chiki" (el cual ya tampoco existe).

En tercer lugar también deben saber que intenté contactarme con la chica que aún tiene su perfil de fanfiction "activo" para pedirle permiso de re-subir su fict pero no recibí respuesta alguna, así que estamos haciendo esto prácticamente sin el consentimiento de las autoras, pero lo hacemos con la intención de que tanto personas nuevas como quienes ya conocían este fict puedan volver a disfrutarlo (recuerdo que tenía un aproximado de 130 reviews, lo cual indica que, incluyéndome, habían muchas personas siguiendo esta historia).

Y por último queremos aclarar que el fict no ha sufrido modificaciones por parte de nosotras en cuanto a su trama, personajes que participan en ella y en cuanto al lenguaje empleado (notarán que hay bastantes expresiones españolas puesto que las autoras son procedentes de este país). Los únicos cambios realizados fueron en cuanto a la ortografía y redacción.


Y sin más que decir esperamos que todos los puntos anteriormente mencionados hayan quedado claros, de igual manera los iremos recordando en cada capítulo para las mentes distraídas... (cualquier duda pueden dejarla en los reviews)

¡Disfruten entonces de este primer capítulo! :D


Si la vida te da limones… haz limonada.

La muerte y la desgracia siempre acompañaron a Orihime Inoue, una chica de dieciséis años sin familia ni amigos. Hacía poco más de dos meses que su hermano Sora murió en un accidente de tráfico, atropellado por un coche que posteriormente se dio a la fuga.

En aquel momento, dejó de ser ella misma. La chica risueña, tímida y bondadosa murió junto a su hermano y se convirtió en una delincuente. Continuaba viviendo en el apartamento que Sora alquiló, gracias al apoyo económico de una tía. Lamentablemente, la pensión que recibía solo cubría sus gastos en facturas y alquiler, haciendo que la chica careciera de alimentos básicos para subsistir, entre otras cosas como ropa o calzado.

Así que, sin ningún pudor comenzó a robar. Primero fue algo de comida en un supermercado, después algo de ropa interior en una lencería y finalmente, esa rutina se hizo diaria seguido de muchos más hurtos hasta ser fichada por la policía y abrirle un expediente.

Se hizo notoria su cleptomanía cuando ya era natural en ella entrar en una tienda robando algo, sea necesario o no para su supervivencia.

Capítulo 1:

Condenada

- Es una pesadilla... - Se dijo Orihime una y otra vez. - ¡Dios mío! ¡Que no sea más que una puta pesadilla! De un momento a otro voy a despertarme…- Formulaba estos ruegos sin palabras, intentando desesperadamente ver las cosas como ella quería, como hacía siempre que le daba una pesadilla. Pero esta vez no le salió bien. El duro contacto de las esposas en sus muñecas era demasiado real como para entregarle falsas esperanzas.

Cerró los ojos esperando a que el dolor en sus muñecas desapareciera. Un airecillo cálido le acariciaba las mejillas, pero ella se echó a temblar. Su corazón latía con fuerza, y sintió crecer la náusea en la boca del estómago. Era lo que notaba siempre que tenía que escapar. Pero ahora no había ningún sitio a donde ir, ni modo alguno de soltarse. Había perdido…

Resignándose e intentando plantar cara a la realidad, Orihime Inoue abrió los ojos notando que el coche donde viajaba había parado frente una gran puerta de metal amurallada. Logró leer un cartel color beige donde con letras negras bien marcadas se hallaba el nombre de su nuevo hogar: El reformatorio Las Noches. Traspasaron la puerta y avanzaron unos metros más hasta que el coche finalmente se detuvo por completo, apagando el motor.

El agente salió y le abrió la puerta, ella salió también dedicándole una mirada de asco. Al tocar con los pies el suelo gimoteó. A pesar de ser primavera y las siete de la tarde, aquel día hacía muchísimo calor y el aire caliente la golpeó haciéndola sentir nauseas.

Un sinfín de pensamientos atormentaba su mente. ¿Cómo sería aquel lugar? ¿En qué clase de correccional la habían metido? ¿Serían permisivos o fríos carceleros? ¿Y lo de su tía? ¿Cómo pudo firmar aquellos papeles? ¿Cómo pudo hacerle eso, habiéndole podido dar la oportunidad de dejarla vivir con ella y librarla de toda condena?

La gente, en general daba asco. Todos tan egoístas y despreocupados, pensando solo en su beneficio…

Si alguien le hubiese tendido una mano, si alguien la apoyara, si Sora… siguiese con vida.

Los ojos de Orihime se empañaron y su pecho se oprimió. Contuvo las ganas de echarse a llorar ahí mismo, donde quisiera que se encontrase… Un momento… ¿Dónde estaba? La chica estuvo tan absorbida por sus pensamientos que apenas se dio cuenta de que habían subido las escaleras y traspasado la puerta principal, dando con un gran vestíbulo. Frente a ella, había una recepción donde un chico sentado en una silla tecleaba a gran velocidad en el ordenador, y a ambos lados de ella dos puertas enrejadas que guardaban dos pasillos.

El chico de la recepción, alzó la mirada percatándose de la presencia de Orihime y el policía. Se acercó a ellos con pasos firmes.

- Bienvenida a la Escuela, señorita Inoue. - Dijo, luciendo una enorme sonrisa zorruna. - Deseo explicarte un poco cuáles son las reglas que rigen aquí, cómo funciona este fugar y, hasta cierto punto, qué puedes esperar de nosotros. – Tomó aire. - Bien, mi nombre es Gin Ichimaru, aquí yo vengo a ser como una especie de mediador. En mi calidad de director adjunto, soy tu enlace con el Tribunal y con tus familiares. A mí me corresponde contarle a la gente cómo se porta Orihime. Y siempre me gusta ser portador de buenas noticias. – Volvió a sonreír, mostrando sus dientes y sin recibir ninguna de la pelirroja. – También soy profesor en el centro, tutor de algunos residentes y últimamente parece ser que suplanto a nuestra recepcionista, la señorita Yoruichi que contrajo la gripe hace una semana.

Le explicó con detalle y utilizando algunos ejemplos en qué consistía aquello de los tutores. Resultaba que todos los profesores del centro eran psicólogos o psiquiatras especializados y a cada residente se le asignaba un tutor con el que debía realizar tres tutorías a la semana para seguir su evolución.

- ¿Fumas? - Preguntó su interlocutor. - Puedes hacerlo, si quieres, pero solo durante los recreos.

Orihime asintió, alegrándose en el alma por ese detalle. Después palideció, percatándose de que no tenía la menor idea de cómo conseguir tabaco allí. ¿Sería como en la cárcel, que cambian cigarrillos por favores sexuales o drogas?

- Ahora, Orihime, quiero que sepas que esto no es una cárcel. – Le aclaró como si acabase de leerle la mente. - Tenemos una muralla de cuatro o cinco metros de altura, bastante seguridad en cada puerta y ventana. Tenemos puertas cerradas con llave, pero a medida que vayas progresando habrá menos puertas cerradas para ti. Deseamos poder confiar en ti, ¿comprendes?

Ella no respondió, aunque escuchaba atentamente. Gin prosiguió:

- Para que me entiendas, aquí clasificamos cada alumno por su condena en niveles. Aquellos como tú, cuya acusación no fue grave o que ya han superado dos años en el centro os catalogamos en el primer nivel, gozando de ciertos privilegios como tener armarios en las habitaciones en lugar de un hueco en la pared, conseguir herramientas de higiene personal con facilidad, entre otros. Eso sí, todos los residentes tienen el derecho de recibir clases, para ganarse la aprobación de la comunidad y una vez formados poder ser considerado una persona capaz de desenvolverse en la vida.

Hizo una pausa para subrayar el significado de sus palabras, exteriorizó otra sonrisa zorruna y luego la borró de sus facciones para proseguir:

- Las clases se dividen en grados, ahora mismo tu estás en el primero. Al superar el cuarto grado, obtendrás una licenciatura, lo que es similar a obtener el título de secundaria. Bien, ante todo debes llevarte bien con las compañeras y con el cuadro de profesoras. No provocar peleas, no crear dificultades.

A esto se puso en pie, rodeó el escritorio y mostró a Orihime una carpeta con su nombre escrito sobre la cubierta en gruesas letras negras:

- Entonces, repito, serás una muchacha de primer grado... Si eres aplicada en tus estudios, así como en las labores de limpieza y orden, pasarás al segundo grado. Si todo va bien, y tu conducta es irreprochable se te acortará la condena. Hasta finalmente llegar a salir en poco tiempo, con la licenciatura en tus manos.

Orihime alzó una ceja.

- ¿Y entonces?

- Entonces, o bien ingresarás en un hogar de adopción a la espera de obtener la mayoría de edad o algún familiar…- Gin abrió la carpeta y revolvió un manojo de papeles. Luego suspiró. – Lo siento, no he dicho nada.

Notando lo delicado de la situación, Gin pasó a la etapa siguiente de su programa rutinario.

- Ahora deseo presentarte a nuestro director general, el señor Aizen, antes de enseñarte tu dormitorio. ¿Te parece bien? – Cambió de tema con rapidez.

- Claro.

- Por favor... – Dijo llamando la atención del estoico policía que no había abierto la boca desde que puso un pié en el centro. - ¿Puede quitarle las esposas?

- Con mucho gusto. – Respondió él, con voz ronca.

- Muchas gracias, ya puede retirarse.

El agente obedeció y se marchó de allí echándole un último vistazo por encima del hombro a la pelirroja.

Entonces, Gin la hizo salir a un corredor relativamente alegre y bien iluminado. Mientras lo recorrían, Orihime vio a una mujer rubia de ojos azules y exuberantes pechos, deportivamente vestida, que se acercaba en sentido contrario. Gin sonrió.

- Hola, Rangiku. - La saludó al pasar. La mujer devolvió el saludo y se fijó en Orihime, dirigiéndole una inclinación de cabeza y una sonrisa que, inopinadamente, despertó en el corazón de la muchacha un calor que no había vuelto a sentir desde la época en que su hermano Sora todavía vivía. Fue algo muy breve y completamente espontáneo, pero de algún modo la pelirroja supo que era auténtico, y confió en volver a ver a aquella simpática mujer.

Cuando llegó con Gin ante la puerta del despacho del director Aizen, este se hallaba enfrascado en una conversación telefónica.

- Un momento - habló por el auricular; luego, alzando la mirada hacia Gin, sonrió con indiferencia a la pelirroja.

Gin hizo entrar a Orihime.

- Señor Aizen. - Anunció. - Le presento a Orihime Inoue.

Como si alguien hubiese accionado un interruptor, Aizen exhibió inmediatamente una sonrisa de anuncio de pasta dentífrica en honor de Orihime, quien correspondió con una inclinación de cabeza muy formal.

- ¿Tousen? – Dijo hablando al auricular. – Debo dejarte unos segundos. Sí, tengo trabajo que atender. Lo siento, espera aquí. Gracias.

Finalmente, se deshizo del aparato y centró su atención en la chica.

- Hola Orihime. - Dijo. - Supongo que Gin te habrá puesto al corriente ya. Si tienes alguna pregunta, no temas formularla. ¿Todo va bien? – la pelirroja asintió levemente. – Bien, entonces poco me queda por decirte, aparte de revelarte el nombre de tu tutor. – Sonrió, y comenzó a ojear algunos papeles hasta dar con uno en especial. – Será Ulquiorra Cifer. Gin, ¿Puedes llamarlo y decirle que venga de inmediato, por favor?

El chico de cabello plateado asintió un par de veces y rápidamente salió del despacho.

- Ahora, todas tus inquietudes deberás comunicárselas a Ulquiorra, aunque ya sabes que tanto Gin como yo estamos a tu entera disposición. – Se sentó de nuevo en su confortable sillón. - ¿Hay algo que desees preguntarme? – Cuestionó cruzando las piernas.

- Bueno… Esto, ¿Qué clase de gente me voy a encontrar?

- ¿Te refieres a tus compañeros? – La chica asintió. – Oh… bueno, supongo que un poco de todo, aunque en nuestro centro únicamente nos encargamos de los jóvenes que no sufren trastornos mentales ni tienen problemas con las drogas. Solemos mantenerlos a todos juntos, evitando discriminaciones, pero cuando hay problemas separamos o trasladamos a quién convenga. ¿Comprendes?

Orihime volvió a asentir y se cruzó de brazos. Vaya, qué gran familia feliz. El castaño le dedicó una mirada comprensiva y justo en aquel momento la puerta se abrió dejando ver tras ella a Gin junto con quién Orihime reconoció como su nuevo tutor.

- Ya estamos aquí señor Aizen. ¿Interrumpimos algo? – Anunció Gin y su mirada pasó del castaño a la chica repetidas veces.

- No, no, tranquilo. – Respondió este, moviendo su mano con desdén. – Pasad, no os quedéis ahí.

Orihime centró su mirada en Ulquiorra, repasando a aquel despreocupado hombre que no le dedicaba ni una leve sonrisa de bienvenida. La chica no supo si le gustaba esa persona o no. Era un hombre de mediana estatura y de rostro inexpresivo, algo delgado y pálido. Sin duda, no presentaba un aire amenazador; parecía más bien indiferente. Su mirada no se cruzó con la de ella, quien adivinó instintivamente que, buena o mala, aquel hombre no era una persona con quien se pudiera establecer una relación de confianza.

Gin entregó a Ulquiorra un papel de los que llevaban en la carpeta, y luego se volvió hacia Orihime diciendo:

- Orihime, te presento al señor Cifer, tu nuevo tutor. Ahora debo irme, mi tarea ha concluido. Nos veremos pronto. Hasta luego.

El corazón de la chica, no es que diera un vuelco, pero tampoco se puso a saltar de alegría. Siguió brevemente con la mirada a Gin mientras éste se alejaba dando grandes zancadas, y luego se volvió hacia Ulquiorra, que estaba fijando el papel recibido en una tablilla que llevaba. Luego, el moreno al fin le prestó una mínima atención, posando sus profundos ojos jade en los ceniza de ella. Orihime no comprendió lo que sintió en ese momento. Era como un hormigueo en su estómago, como la sensación que se tiene al subirte a un columpio con los ojos cerrados y soltar una mano. Finalmente, culpó a sus nervios y se recompuso con dificultad.

Volvió a centrarse en Aizen, quien Orihime adivinó que se disponía a despedirse de ambos por la postura que mantenía. Entonces, se percató de algo que no encajaba en el rostro del director.

Un rebelde mechón de pelo cruzaba su frente, destruyendo su peinado tipo juvenil y frustrando ese intento de director moderno. Orihime se mordió el labio inferior, aguantando la risa, pero sin poder controlar la sonrisa. Ulquiorra se percató de ello y rápidamente lamió su mano para después pasársela a Aizen por el cabello volviendo así a colocar el mechón en su sitio.

- Oh… Gracias. Siempre tengo problemas para domar ese maldito mechón. – El castaño dio unas palmitas en el hombro del moreno, verdaderamente agradecido. – Menos mal que te tengo a ti, Ulquiorra.

La pelirroja no pudo controlar más su risa y soltó una gran carcajada, sorprendiendo a los presentes. Esos dos se habían ganado unos motes. El intento de Superman y el lame culos. Bonita pareja.

- Espero que tu estancia aquí sea lo más breve posible. – Dijo Aizen, una vez la chica cesó su risa y volviendo a su habitual rostro sereno. - Ahora, permite que Ulquiorra te acompañe a tu habitación. Ya os podéis ir. – Dijo gesticulando con las manos.

El castaño volvió a coger su auricular, ignorándolos completamente.

- ¿Hola? ¿Tousen? – Y reanudó su conversación telefónica interrumpida.

Ulquiorra salió de la habitación con parsimonia, la chica lo siguió obediente hasta que volvieron al vestíbulo principal.

- Este es el edificio "A". El principal, donde está el comedor, las cocinas, la enfermería, el gimnasio, y la biblioteca. – Habló Ulquiorra, mostrando una calmada voz. Señaló una de las dos puertas con rejas. – Aquel pasillo conduce al edificio "B", el de la izquierda, donde residen las señoritas y hacen sus clases. – Entonces, señaló la otra puerta. – Ese conduce al edificio "C", el de la derecha, donde residen los caballeros y al igual que las señoritas, duermen y reciben sus clases allí. Los hombres y las mujeres solo se juntarán a la hora de comer y en los recreos por motivos evidentes. – Continuó.- Siempre bajo la atenta vigilancia de los tutores.

Orihime soltó un "Ajá" y automáticamente el moreno comenzó a caminar hacia la izquierda, la pelirroja lo siguió hasta que pararon frente a las rejas de la puerta cerrada. Ulquiorra sacó una llave plateada de su bolsillo y abrió la puerta para después volverla a cerrar una vez ambos entraron.

Ulquiorra le señaló un interruptor.

- Nosotros, los profesores y algunos asistentes o celadores tenemos dormitorios en el edificio A, por comodidad ya que este lugar está bastante apartado de todas partes. Dentro de cada pabellón te encontrarás un profesor que hará de celador, como la señorita Matsumoto por ejemplo, y puedes pedirles que te abran la puerta si deseas acudir a la enfermería, gimnasio... Pero si no se encuentran disponibles llama a este timbre.- Explicó, en tono profesional.

- Hmm…¿yYpara fumar? ¿También tengo que daros parte? – Se burló ella.

- Está prohibido fumar dentro del centro, señorita Inoue. Si quiere calmar su ansiedad debe esperar a la hora del recreo.

- Oh vaya… por un momento olvidé que estoy en la cárcel. – Dijo ella señalando los gruesos barrotes de una de las ventanas. ¿No hay ninguna que no los lleve? Lo digo para suicidarme tranquila.

- No. Lo siento. – Contestó secamente.

Atravesaron el pasillo llegando al vestíbulo del edificio residencial. Algunas chicas paseaban por el lugar hablando entre ellas, todas vestidas de manera similar. Al verla entrar acompañada por Ulquiorra, le dedicaron miradas enfurecidas. Fingiendo no haberlo notado, pasó de largo siguiendo a su tutor.

- En la planta baja se sitúan las clases. Hay tres aulas. El laboratorio, el taller, y el aula común donde se imparten las clases teóricas. En la primera y segunda planta se encuentran las habitaciones. – Explicó Ulquiorra, con aburrimiento en su voz. - Acompáñame. – Ordenó.

- No me gusta recibir órdenes. – Refunfuñó la pelirroja. El moreno, ya dispuesto a subir al segundo piso la miró por encima del hombro.

- Pues te vas a tener que acostumbrar.

- Imbécil… - Susurró tan bajo que solo fue audible para ella.

Subieron la escalera de caracol pasando de largo el primer piso y llegando al segundo. Ulquiorra se paró en la primera puerta del pasillo, número 21.

- Es esta. – Dijo mientras giraba el pomo de la puerta.

Dentro de ella una chica de pelo negro erizado dio un brinco escondiendo algo tras de ella rápidamente. El hombre resopló extendiendo su mano haciendo un leve gesto con los dedos para que le entregara aquello que escondía. Esta mantuvo una mirada desafiante ante él, perdiendo al fin contra la tortura mental que le causaban esos penetrantes ojos verdes. La morena se acercó a él dejando en sus manos un pequeño teléfono móvil táctil.

- ¿Señorita Arisawa? - Dijo con tono reprobatorio. - Este es el tercer móvil que te confisco aquí, al próximo me veré obligado a avisar a tus padres.

- ¿Y quién te crees que me los da idiota? – Gruñó la morena.

- Vigila ese vocabulario, ¿O pretendes pasar un par de días en una de las cámaras del silencio? – Sonrió triunfante.

Tatsuki palideció ante la amenaza de Ulquiorra, y enseguida cerró el pico. El sótano del edificio principal estaba repleto de celdas con gruesas puertas de metal donde la única comunicación con el exterior era una rejilla a la altura de los ojos, que se abría y cerraba cuando el carcelero la abría para entregarle la comida. Tatsuki fue llevada allí tras una pelea con una de sus compañeras y realmente no quisiera repetir la experiencia. Era una celda fría y oscura, no se distinguían los días de las noches pues no habían ni ventanas. Completamente incomunicada, solo lograba escuchar murmullos de los demás castigados.

Ulquiorra contempló el aparato de última tecnología que había confiscado y soltó una sonrisa torcida.

- Arisawa, no sé por que tus padres se molestan en comprarte móviles cada vez más modernos si acaban siempre en mis manos, ¿acaso es un regalo indirecto para mí? – Dijo irónicamente al ver el ceño fruncido de ella.

- Me voy a callar… - Murmuró, desviando su mirada hacia Orihime, quien observaba en silencio la conversación. - Bueno, ¿piensas atacarme todo el rato o me presentas de una puta vez a la nueva?

- Es Orihime Inoue. – Dijo señalándola con el dedo. – Debería enseñarle las instalaciones correctamente pero tengo mucho papeleo pendiente de su admisión al ser su tutor y me limitaré a darle el horario y los libros más tarde. Te dejo a ti el deber de integrarla como es debido.

Tatsuki se sorprendió. Su tutor nunca admitía a más de tres alumnos a su cargo al acarrear con su deber de jefe de estudios y carecer de tiempo para dedicárselo a los jóvenes. ¿Tendría algún motivo oculto para elegirla precisamente a ella? Pero justo en ese momento se encendió una luz en su mente, Ulquiorra sentía preferencia por el número cuatro. Siempre daba cuatro oportunidades en lugar de tres, llevaba siempre consigo cuatro bolígrafos de color rojo, negro, azul y verde, siempre mandaba en sus clases de matemáticas cuatro ejercicios para el día siguiente. Su obsesión por el numero cuatro era clara, solo le faltaba tener cuatro dedos porque había pertenecido a los yakuza y había desobedecido su código de honor.

Ulquiorra se despidió de ambas y cerró la puerta tras de sí dejando a las chicas solas en la habitación.

- Esta es tu cama – Dijo Tatsuki con una amable sonrisa, señalando la cama de la derecha. – Si me das un momento te busco el pijama y el uniforme. La ropa que llevas ahora solo se usará en ocasiones especiales, ya sea los días de visita o eventos importantes del centro. – Se giró sobre sus talones y abrió las puertas del armario, señaló un lado. – Esté es mi lado del armario, el otro lo dejo para ti. Este cajón también es mío pero el de abajo es tuyo y puedes poner lo que quieras. Ahora te busco en esta caja uniformes de tu talla, deberás de tener más de uno, el servicio de lavandería viene cada lunes y jueves.

- Vale, muchas gracias, pero…no tengo nada de ropa interior. He venido con lo puesto.

- ¡Ah! No te preocupes, también hay de eso en la caja. – Dijo tirándole un paquete a las manos. – Mira, ahí van seis bragas, para la talla del sujetador tendrás que preguntarle a la profesora Unohana, que a su vez es la enfermera del centro y se encarga de las cosas "intimas" de las mujeres.

- Ah... de acuerdo.

- Mira, creo que estos tres uniformes son de tu taya, póntelos, son un poco cutres pero, bueno, te acostumbras, créeme que los de invierno son mucho peor.

Orihime cogió las prendas y las examinó detenidamente. Se trataba de una camiseta de tirantes blanca con el logo del centro bastante fina y un short color negro algo largo para su gusto. Tras una pequeña mueca de asco se colocó el uniforme algo avergonzada por la mirada de Tatsuki. Una vez vestida su compañera le hizo un signo de victoria con la mano declarándole su aprobación. La pelirroja guardó el paquete de bragas y los otros dos uniformes en su cajón y entonces el sonido de una alarma retumbó en todo el recinto.

- Es la hora de la cena - Dijo la morena cogiéndola de la mano y saliendo de prisa por la puerta.

Hicieron el recorrido que había hecho minutos antes con Ulquiorra pero al inverso, para llegar hasta el edificio principal donde se encontraba el comedor. Al final del pasillo un cúmulo de chicas cerraba el paso, y tuvieron que esperar hasta que la mujer rubia de ojos azules con la que Orihime se había topado anteriormente y Gin había reconocido como "Rangiku" se dispuso a abrir la reja de ese largo pasillo y dejó pasar en fila india a todas ellas, vigilándolas hasta llegar al comedor. Una vez allí se encontraron con otra fila de chicos jóvenes liderado por un hombre de pelo rosa y gafas parecido a aquellos que se suben a las carrozas del orgullo gay.

Los dos profesores que habían custodiado las filas comprobaron que no faltaba nadie y cerraron la puerta del comedor. Entonces la gente empezó a hacer fila de nuevo con una bandeja para que le pusieran la respectiva comida y se sentaran en diversas mesas repartidas por la sala. La pelirroja junto con su nueva amiga se sumaron, esperando ser servidas.

Orihime pudo observar que las personas se dividían en pequeños grupos algo separados entre sí, Tatsuki se percató de su curiosidad y le señaló con la mano una mesa algo alejada, donde se encontraba un grupo de personas.

- Mira los de aquella mesa. – Dijo, rompiendo el silencio. – Son mis amigos, el tipo de pelo rojo y lleno de tatuajes es el líder de los "Red Star" Renji Abarai, fue trincado junto a su novia Rukia Kuchiki, la morena de ojos azules, y otro miembro llamado Ichigo Kurosaki, es ese pelirrojo de ahí. – Explicó, con el dedo. – Trapicheos de drogas, por lo que me han dicho. Ese calvo de ahí, se llama Ikkaku Madarame, es un skin descarriado, un pringado que se acopló en el grupo al igual que yo.

- ¿Red Star? – Preguntó ella parpadeando un par de veces.

- ¿Nunca has oído hablar sobre ellos?

- No.

- ¿Ni siquiera en el telediario?

- No veía mucho la tele que digamos...

- Ay muchacha que perdida estás… – Dijo dándole unas palmaditas en la espalda. – Es una banda muy famosa y temida, bueno, al menos lo era. Hasta que Renji llegó aquí dejando a sus subordinados esperando su retorno.

El diálogo de las chicas fue interrumpido por la cocinera que le entregaba los platos de comida. Una vez servidas se dirigieron a la mesa donde estaban aquellas extrañas personas. Algunas de las personas de su alrededor comenzaron a murmurar cosas al ver a Orihime, sin duda era la sensación del momento al ser la novata.

- ¡Hola chicos! - Dijo Tatsuki sonriendo y tomando asiento. Orihime la imitó. - Os presento a Orihime, mi nueva compañera de habitación.

- ¡Oh! ¡Otra chica entre un grupo tan repleto de hombres! Hola me llamo Rukia, y este tío de cejas raras con cara de borde es mi novio Renji. – Dijo riendo mientras el pelirrojo la fulminaba con la mirada.

- Encantada Rukia. – Contestó Orihime con una amplia sonrisa.

- Bueno, supongo que sabes quienes somos ¿verdad? – Interrumpió el chico de pelo naranja.

- Ya le he puesto al día Ichigo. – Indicó Tatsuki.

- Si… aunque la verdad nunca había oído escuchar de vosotros. – Confesó Orihime.

Todos los presentes abrieron los ojos como platos, como si no pudieran creer lo que habían escuchado. Ikkaku Madarame le dedicó una mirada comprensiva.

- Te entiendo… Yo tampoco tenía ni idea. – Dijo suspirando.

- Porque tú eres un pringado. – Replicó Renji agarrándolo del cuello y frotándole la reluciente cabeza.

- Tranquila Hime, ya te explicaré con tranquilidad más tarde. – Le prometió, pasándole una mano por encima del hombro. – Oh… pero qué bien, ahora somos tres chicas para tres chicos.

Las miradas se los presentes se concentraron en Orihime y después pasaron a Ikkaku misteriosamente. Finalmente, trataron de ignorar aquel último comentario.

- ¿Hime? – Preguntó Renji. Rukia había puesto otro mote de los suyos. Ikkaku era bombilla, Ichigo fresita, Renji cejas raras o yakuza y Tatsuki Roki Balboa.

- Ajá, ¿Verdad que es precioso? – Preguntó ella mientras todos empezaban a comer al fin, ya que todo el mundo estaba servido.

- Ah chicos, ¿sabéis quien es el tutor de Hime?- Rompió el hielo Tatsuki después de un largo y tendido silencio. - Ulquiorra Cifer… - Dijo con una asombrosa expresión.

- ¡No me jodas! – Gritó Ikkaku, que a su vez miró a Orihime como si tuviese un bicho asqueroso en la cara. – Pero si ese grandísimo capullo es mi tutor también, junto con el enano de ahí. – Dijo señalando a un pequeño chico de pelo blanco y ojos turquesa que comía tranquilamente apartado.

- Sí… Toshiro Histsugaya. - Continuó Tatsuki. – Es el más joven del centro, con solo doce años aporreó con un bate de beisbol el coche del tipo que le birló la novia, y lo más sorprendente es que el tío ese tenía cuarenta años, ¿Te lo puedes creer? Encima era un funcionario importante o algo así y como Toshiro tuvo ya algún que otro problemilla con la ley acabó aquí.

Orihime se sorprendió escuchando atentamente la historia de ese chico. Sintió algo de lástima por él, pero pensó que tampoco era nada demasiado grave y con la imagen de niño bueno que tenía no podía quedarle mucho tiempo más entre rejas.

- Pero…yo pensaba que Ulquiorra solo nos quería a nosotros tres y no tenía intención de acoger a nadie más en su tutoría, como siempre está tan "ocupado"… - Hizo el gesto de entre comillas- …es el único tutor que tiene a tan pocos integrantes a su cargo. – Dijo el skin poniendo los ojos en blanco.

- Ya te digo, aunque bueno, así no seré la única chica odiada entre todo el pabellón femenino. – Se alegró la morena.

Orihime la miró sorprendida, y Tatsuki pareció ver tal reacción y se dispuso a explicárselo mientras continuaban comiendo. Ulquiorra era el profesor más guapo del centro, por lo que todas las mujeres de ahí desearían tenerlo como tutor, y odiaban profundamente a aquellas pocas afortunadas que tienen la suerte o desgracia de ser las elegidas.

- Ah… - Interrumpió Renji aún con comida en la boca. – Por cierto Orihime…

- No hables con la boca llena. – Le regañó Rukia, interrumpiéndolo.

- Aquellos dos tipos de ahí... – Dijo ignorando a su novia y señalando una mesa muy apartada de los demás donde estaban sentados un hombre de cabellos azules y ojos turquesa bastante alto y fornido, junto con otro de pelo castaño y corto con algo de perilla. – Mantente a diez metros de ellos, ¿sí?

- Eso, eso, ¡Al enemigo ni agua! – Gritó Ichigo con el tenedor en la mano mientras Rukia ponía los ojos en blanco.

- ¿Enemigo? – Preguntó Orihime, girándose en la dirección que le había señalado Renji para repasar bien a aquellos dos hombres.

- No me digas que tampoco conoces a los "Sexta"…

- ¿Sexta? ¿Qué es eso?

Todos miraron al techo como signo de fatiga, ¿Cómo era posible que una chica de dieciséis años estuviera tan apartada de la sociedad? Renji dio un puñetazo a la mesa.

- Esos dos capullos… el peli-azul de ahí se llama Grimmjow Jaguerjaquez, y el otro Coyote Starrk. Son peligrosos, mucho. Pertenecen a una banda rival a la nuestra. No serán amables contigo como lo somos nosotros.

El estado de ánimo de la mesa cambió. Ichigo movía la pierna rápidamente, mostrando lo nervioso que se estaba poniendo, Tatsuki arrugó la nariz, Ikakku borró esa sonrisa de demente que había estado manteniendo en su rostro con anterioridad y Rukia contemplaba a su novio con lástima en su mirada azulada mientras el pelirrojo tatuado seguía escupiendo insultos hacia ellos y maldecía por lo bajo acordándose de sus muertos.

- Además…lo que le hicieron a Ishida… esos cabrones pagaran por ello.

Orihime enmudeció. No tenía ni la menor idea de quién seria ese tal Ishida, pero prefería no preguntar, ya que al juzgar por las reacciones de sus nuevos "amigos" lo mejor era evitar el tema. La pelirroja miró de nuevo a esos dos hombres durante unos instantes. De pronto Grimmjow debió percatarse de que estaba siendo observado, cuando miró de reojo a la chica y se giró completamente hacia ella sonriendo de manera psicópata y haciendo un gesto con la mano, cerrando el puño moviendo de lado a lado repetidamente hacia su mandíbula algo entreabierta. Mientras que con la lengua empujaba una de sus mejillas. Vaya, un gesto que imitaba una mamada en toda regla.

La pelirroja frunció el ceño y levanto el brazo dejando ver el dedo corazón, un claro signo de rebeldía acompañado de un movimiento con la boca pronunciado "que-te-den" sin ser escuchada. Grimmjow no pareció encajar muy bien aquel acto ya que sin pensarlo dos veces se levantó de la silla haciendo ruido y gritando a pleno pulmón.

- ¡Tú, mujer! ¡La nueva! ¿Tienes idea de con quién te acabas de meter grandísima zorra?

- Sí, y me importas una mierda tú, y tu famosísima banda con solo dos integrantes.

- ¡Pero quién coño te crees que eres! – Gruñó pateando una silla y cautivando la atención de todos.

- ¡Eh, hijo de puta! ¡Ni se te ocurra dirigirte a alguno de nosotros de esa forma! – Chilló Renji levantándose también respondiendo a las amenazas de Grimmjow.

Rápidamente el comedor se transformó en una especie de gallinero, la profesora rubia, Rangiku Matsumoto, junto con otra morena de piel y pelo rubio recogido con dos coletas y ojos verdes, se acercaban a los dos protagonistas de aquella disputa intentando parar todo aquel entuerto. Rangiku agarró a Renji propinándole una grandísima palmada en la nuca y llevándoselo fuera del comedor. A su vez, la otra mujer agarraba a Grimmjow por el brazo.

- ¡Suéltame Harribel! – Gritaba el peli-azul. – ¡Esa guarra lo pagará caro!

- Tú no harás pagar nada grandísimo cabeza hueca, y como no me hagas caso a mí que soy tu tutora serás enviado de nuevo a una de las celdas del silencio.

- ¡Starrk, tío! ¡Ayúdame!

Grimmjow miró a su compañero, pero lamentablemente este se había quedado dormido sobre la mesa en cuestión de segundos, ignorando el jaleo. El peli-azul suspiró y volvió a la realidad, mirando a Orihime.

- ¡Tú! – La señaló con el dedo. – Acuérdate bien de mi cara... porque cuando la vuelvas a ver, será tu final.

Continuará...


Y aquí el primer cap xD

¿Qué les pareció? ¿Qué creen que sucederá en el siguiente capítulo? Parece que Hime empezará a meterse en aprietos xD

Hasta la próxima (n.n)/