Notas de la autora = Un pequeño aviso, algunas veces diré Ene, y otras Takane en la misma frase, porque quiero dar a entender que a pesar de todo no dejan de ser la misma persona.
Así que,sin más preámbulos, tengan una buena lectura!
Él la amaba, claro que lo hacia. Todos ya lo sabían, solo él que aún no sabe.
Shintaro la observó en la distancia. Ene había cambiado, y ahora que había recuperado su cuerpo otra vez ya no le molestaba, aunque seguía llamándole amo.
— Shin-ta-ro-kun..— Kano susurró en su oído para llamarle la atención.
— Hola. — respondió sin ganas. Ya no se asustaba cuando Kano se ponía detrás de el, era algo habitual. — ¿Qué pasa?
— Te ves aburrido, ¡así que vine animarte! — su sonrisa era resplandeciente, tan resplandeciente que nadie se creería que él, un niño amistoso, soportase una carga tan pesada en su corazón.
Shintaro sonrió. En el fondo él sabía que era una tonta excusa para entablar conversación, pero no le importó.
"Sonríe, amo." Una voz sonó en los auriculares de Shintaro. Ene le estaba dando órdenes otra vez.
— ¿Quieres un helado? — Shintaro preguntó a Kano quitándose los auriculares del oído, no escuchaba ninguna canción, así que daba igual.
Takane lo observaba de lejos mientras hacía pucheros para que él sonriera como ella lo había dicho. Momo pareció no darse cuenta de lo pasaba, por eso siguió hablando por los codos como si nada hubiese pasado.
Era algo obvio que Shintaro no le haría caso. Sonreír era superior a él, más aún así ella seguía estando pendiente de él.
Siempre.
— ¿Lo invitas tú, cierto? — Kano le enseño los bolsillos vacíos del tejano a Shintaro.
— Si, yo invito. — respondió dejando escapar una pequeña sonrisa traidora.
"Lo haces bien, amo….estoy orgullosa de ti." Ene susurró para si misma.
Él en fin comenzaba a seguir adelante con sus propios pies. Ya no la necesitaría, ella lo sabia muy bien…
— ¡Ene-san! — Momo se tapo la boca rápidamente. — Q-Quiero d-decir Takane-sempai.
— Jejeje, no pasa nada. — Takane sonrió pícara. — Es difícil acostumbrarse a ello, así que no te preocupes. — Takane volvió toda su atención a Momo olvidándose de Shintaro por completo.
Bueno, eso seria imposible, Ene no se olvidaría de Shintaro jamás. Ni siquiera por un momento.
Porque un extraño hilo rojo los unía de forma extraña, la forma más extraña que se puede imaginar.
Seguramente cuando pase los años ese hilo se alargue hasta los confines del universo, o quizá, se enmarañe por la constante y monótona cercanía. Pero una cosa es segura, no se romperá, nunca, jamás. Del mismo que el primer amor siempre será hermoso por nunca haberse hecho realidad.
— ¿Shintaro-kun? — Kano preguntó después de dar un largo bocado en su helado.
— ¿Takane-sempai? — Momo preguntó después de un rato sin saber que mas hablar.
— ¿Si? — Respondieron los dos en distintos lugares.
— ¿Quieres a alguien?
—….—
—….—
Una triste sonrisa se formó en los labios de los dos sin respuesta.
Si al menos pudiesen ver el hilo que los unía….¿Dejarían de estar cegados por el amor del pasado que los alejaba?
…
— Nop, no quiero a nadie. — Takane observó a Konoha de lejos.
Pero desgraciadamente, miraba al chico equivocado.
— El azúcar del helado se te subió a la cabeza. — Shintaro despeinó a Kano sorprendido, mientras que con la mano izquierda agarraba la manga de su sudadera roja, deseando que fuese la mano de alguien más, deseando que fuese las manos de Ayano.
Pero esa no era la mano que de verdad necesitaba.
¿Lo descubrirá algún día?
