Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son obra y creación del señor Akira Toriyama.


Dedicatoria especial para: Mari Tourquiose.


¿Qué es el amor?

Es algo que sólo se puede crear cuando estás en proceso de enamorarte. Se disfruta, lloras, gritas, ríes. Cuando es con la persona indicada el ambiente se convierte en tornasol.

Hacer el amor, tener sexo. Algunos piensan que es lo mismo. Se comprende al madurar que cada acto envuelve diferentes necesidades. Hay gente que sólo dice tener sexo, otros solamente hacen el amor. Unos pocos afortunados consideran que se pueden hacer ambas cosas.

En esa noche especial tuvo que aprender a distinguir una cosa de otra.

¿En verdad me amas?—

Con todo mi ser—


Con aroma de café


Loca Juventud

I

Cuando eres joven el cuerpo traiciona. Una explosión de hormonas se apodera de la mente. Se pierde la razón, la capacidad de poner límites a la vida. "Frenar oportunamente" es un término desconocido para un joven que cada fin de semana junto con su mejor amigo buscaba la siguiente víctima para pasar la noche. Alcohol, cigarros, excesos locos eso era lo mejor ¡vaya que lo era! No existían cargos de conciencia, amor propio, respeto, menos la responsabilidad que conllevan estos actos. Lastimar a alguien no importaba. No a los veintitantos años cuando cada acción es dirigida por mero impulso. Vulnerables a cualquier estupidez. Una sonrisa, una cara bonita, eran suficiente para aullar como lobo en celo. Unos tragos, llevarlas a lugares solitarios con la ayuda de un gran auto que impactará, una casa-cápsula bajo la manga ¡y listo! Siempre surgía efecto esa letal combinación nocturna.

Así mismo era cada fin de semana. Chicas, diversión, noche de sexo. Como si se repitiera la misma canción una y otra ves taladrando al oído. Su lema "La casa-cápsula hace tus sueños realidad" ¡efectivamente así era! Un oasis en medio del desierto. Un edén. El ego crecía hasta las nubes, la hombría corría por la venas. Cada chica fue una experiencia nueva. Todas las fantasías fueron ejecutadas, calculadas, perfeccionadas. Simplemente se perdía la cordura. Sólo les falto besarles la sombra.

Los más esperados en los lugares de vida nocturna de la Capital de Oeste eran Goten y Trunks.

Su gran amigo, confidente y mano derecha en todos los planes. Gozo siempre de una magnífica virtud; su simpatía. Goten tenía el clavo exacto para rodear sin timidez a cualquier chica. Esa distinguida alegría era la táctica perfecta para él. Nunca fallaba. En cambio la seriedad, una profunda mirada seguida de una retorcida sonrisa llena de interés, tampoco fallaba. Obteniendo los mismo resultados.

Pero la realidad era otra. Después de un gran fin de semana lleno de locura, tenía que ubicarse a la verdadera vida diaria. Probablemente a lo que más le teme un joven: la responsabilidad. Así es, esa palabra que se asocia con amargura. El gran miedo de convertirse en esclavo laboral por los siglos. En lenguaje mas simple "hay que madurar". Por lo tanto, adiós chicas, adiós diversión, adiós a todos los placeres joviales de la vida. Creces y las cargas cada vez son mayores. De Trunks dependía continuar el legado científico de la Corporación Cápsula que su abuelo y madre luchaban por dejar. Por otro lado, su padre lo asfixiaba con entrenamientos pese a más de diez años del ataque de Buu y Bills; no permitía que bajara la guardia. Lo entendía perfectamente era su único hijo. Por sus venas corría la gran historia de los saiyajines. Entre la espada su padre y en la pared su abuelo. No quería decepcionar a los dos hombres de la familia.

Sin embargo Goten por vivir en las Montañas Paoz no era exento de responsabilidades. Entre sus últimas materias de la universidad, ayudarle a Gohan en proyectos científicos para sus clases. Entrenar con Goku y Pan. Pero, la mayor presión de todas: su madre. Además de ser vulnerable con las chicas no había ser más poderoso en el Universo para Goten que su madre. Tenía perfecto dominio en él.

Las agobiantes semanas de trabajo eran el pretexto perfecto para implorar por el fin de semana. He ahí la explicación de sus alocados impulsos. Un desliz, un respiro, una gran noche no le cae mal a nadie. Grandes trasnochadas, borracheras, carcajadas y por su puesto preciosas chicas. Era la definición exacta de lo que vivieron por bastante tiempo. Goten era muy fiel en visitar la Corporación Cápsula. Le encantaba la comida de los Briefs, en especial los postres de la abuela. Era raro pero en ellos aún quedaba un poco de inocencia. Jugaban videojuegos como dos niños. No sabían entonces porqué fueron absorbidos por la vida nocturna. Simplemente lo tomaban como algo natural, parte de la alocada juventud que terminaría en cualquier instante. Aunque eso no lo permitirían. Les faltaba por experimentar más.

La descarriada vida de Trunks era testigo de sus desenfrenados actos. Una noche con una chica se convertía en lo máximo sin importar que no la volviera a ver. El miedo a madurar era algo que le daba vueltas por la cabeza. Se resistía hacerlo porque pensaba que lo bueno de su juventud se acababa. Pero siendo el destino tan sabio le tenía algo preparado. Algo que no le será fácil obtener. Muy pronto tendría un verdadero motivo para madurar.

Sábado

Suena el celular de Trunks mientras caminaba por los pasillos de la mansión.

Lo sacó del bolsillo del pantalón. Con un singular gesto de alegría «Es Goten. Algo me dice que tiene algún plan para hoy en la noche ¡perfecto!» Deslizó el dedo pulgar para recibir la llamada.

— ¿Sí, diga?— contestó con una sofisticada voz que ni él se la creía haciéndose el interesado.

— ¡Hola! ... ¿Hablo con el hombre más sexy y deseado del planeta Tierra? ¡¿de la Tierra?! ¡NO! Quise decir: del Universo entero ¿El príncipe que con una mirada desmaya a cientos de chicas? ¿Acoso es usted realeza?

— Ese mismo soy Son Goten. Parece que no me conoces, ¿qué le aflige mi soldado de clase baja?— Ambos chicos soltaron una sincera carcajada—¡Eres un tonto! ¿qué pasa?— preguntó Brief—¿Algo interesante?

— ¡Bastante príncipe!—afirmó gustoso— Esta noche vamos a reunirnos en Ramsés.

— ¿Ramsés? —rió— No comprendo ¿cuál es el motivo?

Si de hermosas mujeres se trataba que mejor opción que "Ramsés". Era uno de los lugares nocturnos más exclusivos y finos de la Capital de Oeste. Estar ahí representaba el paraíso para todos los hombres.

— El motivo, príncipe, es tener una noche de hombres ¡SIII!—alzó su brazo—Invitaré a los chicos; Yohei, Zerk y Toya ¿qué tal, eh?— afirmó mientras rodaba gustoso por la cama.

Yohei, Zerk y Toya eran amistades que Trunks y Goten tenían en común desde que estaban en la preparatoria «Estrella Naranja»

— Con que esos idiotas ¿eh? — de sus labios se escapó una sonrisa.

— ¡Ja,ja,ja! ¡Los mismos, príncipe! Tenemos tiempo sin verlos, reunirnos no es mala idea. Trunks, encárgate de la reservación ¿sí? — dijo el menor de los dos— Nos vemos esta noche, Brief—Colgó.

Trunks separó el celular de su oído para colgar.

— Noche de hombres ¿eh? — se le dibujó una sonrisa en el rostro.

La noche llegó, y Ramsés los esperaba ansioso.

El joven Brief se bajó de un hermoso convertible plateado. Presionó unos botones para convertirlo en cápsula. Entró al lugar sin problemas. Vestía un traje gris con camisa negra. No era para menos que su presencia impactará a más de alguna chica, tenía su personalidad ¿Era conocido? Sí, ciertamente. Pese aún no ser presidente oficial de la Corporación Cápsula, lo era. Podría decirse que aún conservaba cierta «libertad» Esa libertad que próximamente estaría a punto de perder y eso le dolía bastante.

Se dirigió a la zona VIP que había reservado. Sus amigos aguardaban por él. Yohei, un chico rubio de cabello largo, ojos café, vestía una camisa blanca manga larga con pantalón negro; Zerk, de piel morena, se le pintaba una barba irregular en sus mejillas, su cabello era corto, de color verde oscuro. En sus labios sostenía un cigarrillo; Toya, de cabello negro un tanto despeinado, con aires de rebeldía portaba una chamarra negra, pantalón de piel del mismo color; y por último, Goten, quien vestía un saco café claro y pantalón azul marino. En su rostro se pintaba una amplia sonrisa. Por fin reunidos los cinco.

— ¡Hola!— saludó Trunks.

— ¡MALDITO ESTÚPIDO! Debiste de haber llegado puntual. Por poco no nos dejaban entrar. Siempre tan impuntual, Trunks— expresó Zerk con una sonrisa.

— ¡Vamos siéntate, Brief!— dijo Yohei recorriéndose para hacerle un campo.

En la mesa donde estaban era redonda con asientos corridos en forma de media luna. De tal manera que si uno de los chicos tendría la urgencia de ir al baño todos se tendrían que levantar para que éste saliera.

— Chicos, pedí tequila— les dijo Toya— el mesero me dio estos antifaces— los repartió a cada uno de los chicos— ¡Venga! Póngaselos, hay que aclimatarnos al ambiente.

— ¡De acuerdo!— respondió Goten con una gran sonrisa— esto se pone interesante.

— ¿Pero por qué mierda nos tenemos que poner estas cosas?— preguntó Zerk.

— Bueno... es la temática de la noche «máscaras y antifaces». Además, por lo general toman fotos a las mesas, así que si no quieres que tu mamá te reconozca, pónte el MALDITO antifaz, Zerk— le contestó Trunks haciendo que todos soltaran tremendas carcajadas.

El mesero depósito en la mesa dos botellas de tequila con sus respectivos pequeños vasos tequileros. Y así empezó la ronda.

Un tequila, dos tequilas, tres tequilas y la platica fluyó.

«Que si la Corporación Cápsula, que cuando tu hermana crezca la haré mi novia, que se acuerdan de aquella chica de pechos enormes., "El secreto en la montaña Paoz", que el trabajo, la universidad»

Y el ambiente se tornó a carcajadas.

Cuatro tequilas, cinco tequilas, seis tequilas. Y en una solo voz se escuchó — ¡Salud!— alzando sus bebidas al mismo tiempo.

Y la plática continuó.

«Recuerdo cuando me acosté con tal chica, en una ocasión un gay me acosó, tu mamá es tan sexy, si no fuera tan grande me acostaría con ella, cuando me expulsaron de la preparatoria, cuando fuimos a la playa, las aventuras pasionales en las casa—cápsulas que le robé a mi abuelo, callen a Toya canta horrendo»

Siete tequilas, ocho tequilas, nueve tequilas y el delirio comenzó.

Reían a carcajadas por recordar tantas anécdotas juntos. Yohei que estaba en el centro del asiento deseaba ir al baño.

— Oigan, necesito que se levanten— dijo Yohei con una aguarrientosa voz.

— ¡Vete al carajo!— contestó Zerk entre risas — No vamos a levantarnos por tu débil vejiga. Además el show esta por comenzar. Te daré dos opciones: brinca la mesa o arrástrate por debajo de ella como serpiente ¡tú eliges!

Sin más opciones el pobre Yohei tuvo que aplicar la segunda opción. Y los demás chicos al ver tal acto no paraban de reír. Trunks le dolía el estómago de tanta risión, no estaba en sus cabales. Decidió fumar un rato ofreciéndoles cigarrillos a sus amigos. El único que aceptó fue Zerk.

Los cuatros chicos continuaron la ronda de tequila.

Diez tequilas, once tequilas y doce tequilas. ¡Estaban muertos! Desde sus asientos empezaron a bailar de la forma más ridícula del mundo. Las luces se apagaron, eran indicador que el show iba a dar comienzo. Pronto tomaron asiento. El orden de los lugares así quedó: Goten empezaba el medio círculo, Toya, Yohei, Zerk y por último Trunks del otro extremo.

Se levantó el telón del escenario. Ahí en una pose muy sensual estaban cinco chicas con ajustados bikinis de cuero negro, látigos, botas de plataforma que llegaban a sus rodillas y sus rostros tapados por una capucha de verdugo.

— ¡AY KAMI!— dijo un Goten embobado.

Los cincos chicos con sus negros antifaces estaban petrificados, no parpadeaban, solo miraban el escenario. El show comenzó, unas de las chicas verdugo era de color blanco distinguiéndose del negro de las otras. Una música sensual dio inicio. Sensuales coreografías ejecutaron una y otra vez al ritmo.

— ¿Serán rubias? ¿extranjeras? ¿pelirrojas?— preguntó Goten a sus amigos.

— ¿Y a quién diablos le importa eso, Goten?— contestó Zerk con un cigarrillo en boca — ¡Son preciosas! ¡¿qué no las estás viendo?!

— Bueno, después de todo no estuvo tan mal esto de los antifaces, chicos— dijo un Toya emocionado— Así las vemos con mayor comodidad. Además, ellas bailarán mejor con sus rostros tapados — todos rieron.

Trunks no le quitaba la vista al verdugo blanco. Pese a no verle el rostro parecía que le bailaba solo él. «O eso era lo que imaginaba» Las chicas empezaron a interactuar por las mesas. Y la verdugo blanco a paso lento se acercaba a la mesa de los enmascarados.

— ¡MADRE MÍA! ¡Viene hacia acá! ¡MIERDA, SOMOS LOS ELEGIDOS!— dijo Yohei con la emoción a flor de piel.

Pero Zerk se percató que iba a dirección de donde estaba Trunks.

— ¡Ay, no puede ser! ¡Que hijo de puta Brief! Deberías de lárgate al baño, nos quitarás a las chicas. ¡VIENE HACIA CONTIGO! ¡MIERDA!

Y así fue.

La verdugo blanco llegó con Trunks, se sentó sobre él. Ella levantó su capucha mostrando unos carnosos labios rojos. Sin pensarlo mucho, lo besó.

Los cuatros chicos empezaron a gritar como desquiciados.

—¡WOOOOOOOW!

Después de unos segundos Trunks reaccionó entregándose al beso, acarició la espalda de la chica con un sube y baja de sus manos. Cuando sus labios se separaron, ésta le susurró en el oído mientras depositaba una tarjeta roja en el discreto bolsillo del saco gris. Al final le sonrió. Se levanto siguiendo su camino hacia otras mesas.

En coro de cuatro voces se plasmó la siguiente pregunta en el ambiente.

—¡¿QUÉ TE DIJO?!

Él bajo la influencia de más de diez tequilas rió a carcajadas. No podía parar estaba loco. Tomó la tarjeta de su saco gris y la puso sobre la mesa.

—¿En verdad quieren saber?— dijo entre risas— Me dio su dirección, quiere verme al salir de aquí.

—¡BAH! Para la próxima ya no te vamos a invitar— dijo Zerk entre quejidos— siempre nos quitas a las chicas ¡MALDITO!

— Esa no es culpa mía —dijo un sonriente Trunks— ella fue la que se acercó a mi.

La noche no culminó con sexo como acostumbraba ser. Esa reunión era más por motivos de amistad y reencuentro. Continuaron bebiendo hasta que la hora de partida se aproximó. Sin poder ni con sus almas caminaban con brazos entrelazados para darse soporte. De no ser así azotarían en el piso. Borrachos a paso lento sacaban conclusiones.

—Yo traigo mi auto — dijo Toya— puedo manejar sin problemas— terminó su frase arrastrando la lengua.

—¡Estás loco! No quiero morir por tu culpa— dijo Goten mareado— En ese caso, entonces prefiero caminar.

—¡Ay si! ¡Señorita montaña Paoz! En este paso llegarías en dos meses— afirmó Zerk entre risas.

—Trunks, pesas demasiado— expresó Yohei que se esforzaba demasiado por ayudarle.

—¡De acuerdo! ¡de acuerdo! Hay que solicitar un chofer nocturno y asunto arreglado— concluyó Trunks.

Llegaron a un auto negro casi arrastrándose. En el trayecto seguían diciendo incoherencias. De pronto, Zerk sacó un nuevo apodo para la noche "EL VERDUGO DEL AMOR" Todos se retorcían de la risa en los asientos traseros del auto. Cada chico fue entregado en su respectivo domicilio. Excepto Goten que se quedó en la casa de Yohei para el día siguiente llevarlo a Paoz.

Domingo

Dormía entre sábanas y almohadas. La habitación era una oscuridad total. Ni por un motivo dejó que se filtrará un rayo de luz sino la cabeza le explotaría. De pronto algo tocaba su rostro, abrió los ojos con la vista adormilada empezó a distinguir.

—¿Tama? ¿qué pasa amigo?—dijo con pesadez en su voz levantando una ceja, ademán muy típico de él.

Con un maullido insistente el felino persistió. Quería un poco de comida, era obvio.

—¡Está bien! ¡está bien! Vamos, te daré algo de comer— se incorporó de la cama mientras estiraba sus brazos para así rascar su rebelde y despeinada cabellera lila.

Cumplió la misión más dormido que despierto. Sin saber a ciencia cierta si lo hizo bien. Regresó a la habitación lo más rápido posible, la cama le aclamaba a gritos. Se sumergió nuevamente en ella y sin temor a ser molestado cerró los ojos. Pasaron diez minutos de tranquilidad cuando de pronto pellizcaban su rostro otra vez.

—Tama… déjame tranquilo—lo expresó sin abrir los ojos con una susurrante voz adormilada apenas entendible — Ya te di alimento.

Seguían pellizcando.

Sólo quería dormir, no lo dejaban descansar «MALDITA SEA POR QUE NO ME DEJAN EN PAZ» sin hacer conciencia se incorporó sobre la cama y desató su furia.

— ¡DÉJAME TRANQUILOOOO!—gritó a todo pulmón sin detenerse, desquiciado, desesperado por descansar.

—¡¿POR QUÉ ME GRITAS ASÍ HERMANO?!— expresó la niña molesta con ceño fruncido y puños apretados.

— ¡Eh!.. ¿Bra? ¿qué estás haciendo aquí?—preguntó sorprendido con los ojos más abiertos que nunca— ¿Cuántas veces te tengo que decir que no entres a mi habitación sin permiso?— afirmó con irritabilidad.

—Eres el único que esta desocupado de la casa ¡ya levántate! Necesito de tu ayuda para hacer la tarea. Ocupo fotografías familiares. Esas están el clóset de la habitación de mami. Está muy alto, no alcanzo, ayúdame por favor, Trunks— respondió la princesa con autoridad y dulzura.

—Será más tarde Bra, muero de cansancio. Anda, ve a jugar un rato—la ignoró y cubrió con la sábana su rostro.

—¡LE DIRÉ A PAPÁ QUE NO QUIERES AYUDARME! Traes resaca y se va a molestar muchísimo— amenazó con la mayor soberbia posible carácter heredado de Vegeta.

—¡Ja,ja,ja! Haz lo que quieras, no me quitas el sueño Bra—no pudo evitar reírse ante tal advertencia infantil— su propia hermanita de 6 años amenazándolo ¡qué maldita ironía!

La niña decidida se giró, apenas dio un paso. Cuando Trunks inmediatamente se incorporó, le tomó del brazo con grandes reflejos. No era broma. Su pequeña cruel hermanita hablaba muy en serio. En efecto su padre lo mataría ¡Y vaya que lo haría!

—¡¿Sabes?! Eres una pequeña manipuladora. Te ayudaré ¿¡está bien!? sólo déjame tomar una ducha, en unos minutos te veo en la habitación de mamá— respondió con amarga resignación.

La niña cumplió su objetivo. Entre risas salió un —¡YUPI!— Se fue dando pasitos y brinquitos coquetos en lo que salía de la habitación de Trunks para reunirse en el lugar acordado.

Se levantó de la cama para ir al baño. En el trayecto, con su aflojerado andar en compañía de bostezos, se quitó aquella playera negra sin mangas que usaba para dormir cayendo al suelo. De sus piernas se deslizaba aquel pans gris dejándolo a unos cuantos pasos de entrar a la ducha. Su mano deslizó una puerta corrediza cristalina. Con sueño y los ojos cerrados al tanteo su mano localizó el botón para hacer funcionar la regadera. En caso de ser ciego no tendría ningún problema tenía todo perfectamente calculado. Desnudo, bajo la regadera, el agua recorría cada parte de su cuerpo hasta llegar a los pies. Aun no recordaba exactamente que fue lo que paso ayer ¿y con quién? Bueno, ya no importaba. El agua tibia le hacía bien, le relajaba, lo animaba, lo llenaba de vitalidad, de energía. Frotaba su cabello, rostro, brazos. Observó sus manos cuidadosamente y pensó:

—Me estoy convirtiendo en un gran infeliz.

¿O ya lo era?

Solo quería momentos de diversión. Sin darle más seguimiento ignoró esa señal de su conciencia. No pasaba nada. Todo estaba bien.

Eso creía.

Llegó a la habitación de su madre con una taza de café que le ayudaría con la resaca que se cargaba. Cumplió el capricho de su adorada hermana en bajar la caja llena de fotografías. Se montaron en la cama para explorarla mejor. Los acompañaba el curioso Tama.

—¿Exactamente, que fotografías buscas, Bra?— preguntó con inquietud, mientras secaba su cabello con una toalla que rodeaba su cuello.

—Una donde esté con papá, o donde salgamos todos. Tengo que hacer un árbol genealógico, hermano.

—Mmmm... entiendo— contestó Trunks mientras le daba sorbos al café.

La búsqueda era interminable. Había miles de fotografías. Se revisaba una tras otras. Hermosos recuerdos plasmados por la eternidad.

—Mira hermano esta foto de cuando eras un bebé. Qué feo y gordo—La princesita lo dijo con burla.

— ¡OYE! ... por si no lo sabes, todos los bebés son iguales. Es normal verlos redondos. Después crecen y unos se convierten en chicos guapos— le cerró un ojo y la niña rió.

—Mira Trunks, ésta fotografía es mamá de joven ¡Qué hermosa! ¿no lo crees?

—Si bastante, para mi lo sigue siendo. Te pareces tanto a mamá Bra como no tienes una idea.

La niña seguía revisando fotos.

— ¿Quién es este gato morado y el sujeto del peinado extraño? ¿están en una fiesta?— preguntó con enorme asombro al joven.

—Bueno, verás... Sé que es difícil de entender pero el sujeto morado es el Dios de la Destrucción, su nombre es Bills y es Wiss su acompañante— le señalaba a la niña con su dedo índice en la fotografía — Fue en una fiesta de cumpleaños de mamá. Recuerdo que les encantaba la comida. Bills mostró grandes actitudes con el baile. Pero el que se robó la tarde fue papá. Así como lo oyes, cantó, y bailó de una forma muy extraña justo antes de dar comienzo el juego de bingo.

—¡¿En serio?! ¡no lo puedo creer!—Rieron tanto que hasta el estómago les dolía.

Hasta que de pronto...

—Trunks ¿quiénes son ellos? parece un mono verde, un perro y una niña— preguntó Bra mostrándole la foto al muchacho.

—¿Qué? ... déjame ver.

Tomó la fotografía. La observó por unos minutos. Fue como revivir ese instante: el diamante, las esferas, el sentir de su pecho, su bello rostro. La noche arriba de la palmera. Las manos entrelazadas. El gran recuerdo del primer amor que nunca se olvida. Permaneciendo palpable en el fondo del corazón causando profundos suspiros.

—Ellos eran unos amigos— contestó el chico pensativo— Me quedaré con esta foto. Anda, toma las que necesites y dejemos todo en su lugar. Ya sabes que mamá se enfurece con el desorden. Y por fin ¿por cuál te decidiste?

—¡Por ésta! … salgo en los brazos de papá estirando su mejilla— contestó la pequeña con singular alegría.

La curiosa Bra siempre le sacaba una risa a su hermano.

—Excelente elección, pequeña Bra—Cerró el puño con el pulgar hacia arriba, en señal de «bien hecho»

En su habitación, acostado en la cama con la fotografía en mano, no dejaba de observarla. Había olvidado a esa niña de cabello negro. Su amor y primer novia: Mai. Qué inocencia, ser niño es un don divino, es mágico, divertido, regido con la verdad absoluta en la boca, sin miedos o vergüenzas . Entonces pensó que tal vez en su momento sí le gustaba mucho, tanto para inventar semejante cosa del noviazgo. Terminando la fiesta nunca la volvió a ver. Tal vez es de espíritu aventurero, de esas personas que no se estabilizan en un solo lugar.

— ¿Qué sería de ella? ¿se acordará de mí? ¿dónde vivirá actualmente?

Entre tantas dudas y preguntas sus ojos se cerraban lentamente hasta quedar dormido con una extraña sensación en el pecho.

Al día siguiente trabajando como de costumbre, sin ánimos, cabizbajo con la vista perdida añorando la diversión de cada fin de semana, entró su abuela al laboratorio en el momento justo.

—¡Querido! abrieron una nueva pastelería en el centro de la ciudad. Quería saber ¿si quieres acompañarme? Sirve que te distraes un poco. Anda quita esa cara arriba eso ánimos ¡sonríe! así te ves más apuesto— dijo su abuela con alegría, mientras sus manos se entrelazaban al nivel del pecho.

La abuela Brief era como una madre para Trunks. Alegraba todos sus momentos, como el hada madrina que aparecía en los cuentos clásicos de literatura para salvarnos de cualquier situación. Admiraba ese don que tenía para estar feliz sin importar las circunstancias. Quién como ella que solo por su mente pasaban pastelillos y cosas irrelevantes. Simplemente era única. Así la quería. El complemento que le falta a los padres se recompensaba con los abuelos haciendo un equilibrio perfecto en las familias.

—¡Claro, vamos!— contestó con una sonrisa.

En el centro de la capital en plena luz del día el chico estaba sentado en una banca esperando que su abuela terminara de escoger un sinfín de pastelillos. Apoyó los brazos en las rodillas, observó el entorno. No podía fingir se sentía extraño.

«¿Por qué?»

Sencillo, desde que cumplió la mayoría de edad sus salidas por lo general eran de noche. Como rata que corre por las coladeras en busca de lo prohibido. No evitóreír. Porque justamente estaba en el mismo sitio que rondaba al lado de Goten en la fría anochecer. Es impresionante como un lugar da un giro drástico. En la noche: carros ostentosos, música, mujeres, alcohol, peligro. En el día: familias, globos, vendimias, triciclos, seguridad. Después de algunos años apreció lo bonito que ofrece la cuidad a la luz del día: hermosas fuentes, naturaleza, preciosas vistas.

Media hora y la abuela Brief no salía de la pastelería. Alzó la espalda, se recargó en el respaldo de la banca. Colgó la cabeza hacia atrás, suspiró y sus ojos se cerraron. El ruido del tráfico arrullaba. Al abrirlos con la visión invertida enfocó hacia adelante. Observaba la gente que caminaba de un lugar a otro con prisa y barullo. Luego su vista se perdió gracias a una cintura con pronunciadas caderas envueltas en un vestido negro bastante sexy. Repartía algo con las manos. Todo pasó en cámara lenta. Quedó boquiabierto. Pronto se enderezó caminó hacia ese lugar. Divisaba cada vez mejor a esa hermosa mujer. Su espalda era rodeada por una larga cabellera que revoloteaba con el aire de un lugar a otro desprendiendo hermosos reflejos negros con el sol. Estaba perplejo, encandilado. El cuerpo actuó por impulso, el corazón palpitaba a mil por hora y ese sentido común interno le decía al oído:

« ¡Anda ve con ella, acércate!»

Conforme daba cada paso sentía excitaciones. Sensaciones que por dentro quemaba. Era difícil de explicar, sentía una necesidad de saber de ella. El corazón, alma y cuerpo le hicieron corto circuito. Una atracción extraña y sobre natural lo impulsaba.

—¡Querido, listo!, perdona la demora—avisó la abuela Brief con alegría alzando su brazo.

La voz de su abuela lo distrajo por unos segundos. Cuando volteó, la chica ya no estaba. Sin embargo no se quedaría con la inquietud de saber quién es.

—Abuela, dame unos minutos, ahora te alcanzo—dijo Trunks antes de llegar al lugar.

Cuando llegó vio un módulo. Supuso quizás que tal ves los folletos que repartía pertenecían a ese negocio. Sin más rodeos, preguntó:

—¡Hola, buenas tardes! Disculpe, hace un momento estaba una chica de cabello negro de pie justamente aquí ¿cómo puedo contactarla?—le preguntó al sujeto encargado.

—Creo que será difícil, joven. Esa chica acaba de terminar su contrato laboral con nosotros. Además es inapropiado dar información de los empleados, por motivos de seguridad— el hombre cerró los ojos y cruzó los brazos.

—Bueno… entiendo… ¿Algún número de teléfono?— preguntó con esperanza el chico.

—Ella era un poco rara. A decir verdad, nunca le vi un móvil, normalmente le gustaba estar sola. Ahora que recuerdo era una caos convencerla que se pusiera el vestido. Te veo algo angustiado, dime, ¿pasa algo malo? ¿qué parentesco tienes con ella?— expresó el hombre con preocupación.

Sin más alternativas tuvo que mentir. Necesitaba esa información —Soy... ¡soy su novio!

—Bueno pues en ese caso confiaré en ti, ésta es su dirección— se la dio en un trozo de papel— ¡Anda, anda, búscala! Reconcíliate con ella.

Una risa nerviosa lo invadió pero obtuvo lo que necesitaba. —Sí, por supuesto ¡así será! Muchas gracias por su amabilidad.

Regreso rápidamente a la nave rebosada de postres que había comprado la abuela Brief. Manejó a velocidad máxima quería llegar a casa. Se encerró en su habitación. Se comunicó con Goten, platicó lo sucedido sobre la chica, sus impulsos sobre ella, acordaron verse en media hora para idear un plan.

Media hora después.

—Déjame ver si entendí, Trunks. —dijo Goten analizando la situación, mientras rascaba su barbilla sentado en la cama de su amigo—Viste una foto, recordaste aquella «supuesta» novia de la infancia mientras ayudabas a Bra hacer una tarea, y hoy por la mañana ves a una chica que te gustó. Entonces dime ¿qué relación tiene la foto con la chica? O ¿crees que se parezcan? Pero ... ni siquiera viste su rostro como para asegurarlo. Además, no estaban ese mono verde con el perro ¿cierto? Esos tres chiflados han de estar en los lugares más remotos del mundo. Perdóname por decirte esto pero no le veo ningún sentido ¡anímate! Ya casi es fin de semana, y si se trata de chicas, ahí estarán todas las que quieras. Nadie escapa de tu garras, joven Briefs.

—Tal vez enloquecí. Tienes razón. Pero algo me dice que tengo que buscarla— caminaba de un lado a otro de la habitación con los brazos en la nuca—Fue raro acordarme de Mai siendo que llevo años sin verla. Quizás el recuerdo de ver la foto hizo tenerla en mente en ese instante—dijo un pensativo Trunks— ¡Vamos Goten! no te hagas del rogar, por favor acompáñame a buscarla, sólo una vez ¿si?.

— Entonces, ¿qué harás?— preguntó dudoso el menor de ambos.

— Mi estimado Goten, eso es cosa fácil— volteó hacia su amigo con una sonrisa—La invitaré a salir ¡por supuesto, es preciosa!—ambos chicos rieron.

—De acuerdo Trunks, te acompañaré. Por cierto… ¿ya ubicaste la dirección?— se levantó de la cama para ir junto a su amigo a la computadora.

—Sí, todo indica que es afueras de la capital.

—¡Rayos! ¡¿a quién se le ocurre vivir tan lejos?!

—¡No digas tonterías! Tú vives en las montañas Paoz— le respondió alterado—Además volaremos, así llegaremos pronto.

Y así mismo fue. Después de media tarde, salieron en marcha volando hacia las afueras de la Capital de Oeste en busca de esa dirección y de la corazonada que le inquietaba a Trunks. Estaba emocionado. Nunca se había puesto así, ni con la más hermosa de las chicas. Obviamente esa adrenalina y vértigo a lo desconocido excitaba.

— ¿Que pasará? ¿la encontraré? ¿será la dirección correcta?— se preguntó a sí mismo.

De cualquier forma estaba dispuesto a enfrentar lo que viniera.

Llegaron. Vagaron de un lugar a otro, preguntaron a la gente de los alrededores. Siempre no resulto tan fácil. En especial, porque todo era como un laberinto. Un sector con casas y edificios viejos, deteriorados en su mayoría. Se caracterizaba el lugar por la extrema sencillez en sus estructuras. Se apreciaba que las personas se mantenían con grandes esfuerzos. Siguieron buscando sin tener existo.

— ¡Trunks!... sé que tenemos la dirección, pero nunca creí que resultaría tan difícil— dijo agobiado— Es como un alfilerillo en el pajar. Sin tan solo tuviera ki la encontraríamos pronto. Lo peor de todo es que ¡me estoy muriendo de hambre!—el sonido de su estómago se hizo presente.

— ¡Vamos, Goten! Comiste en casa antes de salir, sólo aguanta un poco más.

— ¡Me rindo!—le dijo a su amigo con berrinche— Mira, afuera de esa casa hay una banca— señaló con su mano—iré a sentarme un momento.

Sin más remedio, con la desesperanza de su lado, Trunks siguió a su amigo. Se sentó en la banqueta. Ya no había más por hacer, solamente darse por vencido. Le costaba trabajo reconocerlo.

— Que ingenuo al creer que lo lograría— pensó con una mirada entristecida.

El aire, arrastraba hojas de los árboles. Trunks estiró sus piernas, colocó las manos hacia el suelo para apoyarse, inclinó la cabeza hacia atrás tomando un generoso suspiro que necesitaba. Sin más volteó hacia un lado. Vio a una chica que portaba una gabardina color verde militar, una cabellera larga se meneaba al compás de su apresurado andar, ésta se escabullía entre las cuadras y casas. Estaba seguro que se trataba de ella.

—¡Goten!... Goten, mira ¡es ella!— afirmó mientras sacudía a su amigo para despertarlo.

—¿Eh? ¿qué dices?— contestó adormilado.

—Vamos, levántate, la perderemos de vista— corrieron sigilosamente tras de ella.

La chica entró a una pequeña casa. El alma de Trunks vibró, se emocionó porque al fin la había encontrado. El gran dilema seria como entablar conversación con ella. Eso lo tenía con pendiente.

— Es curioso sentir nervios, algo ilógico, tengo suficiente experiencia con mujeres como para intimidarme con una—fue lo que pensó.

Al llegar ambos chicos tocaron la puerta.

— ¡Buenas tardes!

Trunks intentó de nuevo.

— ¡Hola, buenas tardes!

Se abrió una ventana.

— ¿Qué se te ofrece? —preguntó una dulce sin verse con claridad su rostro.

— Bueno, verás, en el transcurso de la mañana te vi en el centro de la capital. Sé que suena loco, pero me llamaste mucho la atención—expresó con cierta vergüenza—Qué atrevido de mi parte ha sido venir a buscarte sin tu consentimiento. Sólo quería saber si ¿podemos conocernos? salir algunas veces. Mira, mi nombre es...

—¡Sé quién eres!—afirmó la dulce voz.

—¿Eh?—contestó con confusión.

—La verdad no estoy interesada de salir con alguien como tú . Déjame tranquila, vuelve de donde vienes ¿entendiste?— dijo con irritabilidad.

—Perdona si te hice sentir ofendida, de verdad esa no es mi intención. Si sólo me dieras una oportunidad. No me conoces bien aún— respondió un tanto nervioso.

—¿Que no te conozco?—preguntó la mujer elevando su voz —¡Cómo no conocer a un famoso mujeriego como tú, Trunks Briefs!.—cerró la ventana.

— ¡¿Qué?! ¡oye! Espera, dame un segundo... ¡rayos! ¿¡cómo se atreve!?— estaba furioso con puños apretados y quijada rígida.

— ¡Vaya! después de todo, creo que te conoce muy bien, Trunks—dijo su amigo entre risas. Si la imprudencia tuviera que elegir a un rey, seguramente fuera Goten el soberano electo.

— ¡CÁLLATE, TONTO!

Con el consuelo de saber donde vivía regresó a casa. Estaba furioso.

— ¿Cómo se atrevió a rechazarme? ¿por qué? Ni siquiera me dio la oportunidad de hablar, de presentarme, aunque por lo visto me conoce ¿de dónde?. Esto definitivamente no se quedará así. Algo haré al respecto. « ¡Persistiré!»

Cada día iba a buscarla. Como era de esperarse no tuvo éxito, no atendían a sus llamados. Fue una tremenda frustración, porque prácticamente lo ignoró. No sabía porque estaba tan aferrado a ella cuando ni el rostro le conocía.

«¿Qué tengo que hacer?»

Hizo lo que mejor sabía: divertirse. El coraje era inmenso y como todo un maldito infeliz se consoló con alguien más. Quería ponerse aprueba para ver que no había perdido su talento. Pero en vez de tranquilizarse fue peor, sintió un vacío. Se dijo a si mismo que ya no la buscaría. Entre tanta responsabilidad no tenía tiempo para bobadas.

Cada noche, acostado en la cama, no dejaba de pensar en la situación. Después de todo, comprendió que quizás sus excesos habían llegado demasiado lejos a oídos de las personas. En ese aspecto se sintió avergonzado. Pertenecía a una millonaria y reconocida familia. Fue una verdadera pena que una chica se expresara así de él. Le costaba tanto trabajo crecer, madurar dejar de divertirse pero quería hacer algo. Tenía que sincerarse con él mismo. Sabía que esa chica no querría nada con él, así que justo que le pidiera una disculpa personalmente.

— ¡Si, eso haré!. Iré a buscarla una ves más para ofrecerle disculpas—se acurrucó entre sus sábanas y durmió.

El Sol del día siguiente se asomó.

Terminando de entrenar con su padre, tomó una ducha. Se dirigió al laboratorio a trabajar. El día se hacia eterno. Ansiaba terminar la jornada de trabajo para emprender la salida. Las cinco de la tarde llegaron y ahí iba volando por la nubes reflexionando sobre lo sucedido planeando una linda disculpa.

Afuera de la casa tocó la puerta. Intentó varias veces, no respondían. Para hacer tiempo caminó por los alrededores, supuso que tal vez había salido y que no dilataba en volver. La noche se aproximaba junto con un helado aire. Metió las manos a los bolsillos del pantalón, seguía caminando. Se topó con una manada de gatos callejeros, eran cientos de ellos, mientras se disipaban del camino, la vio. «ES ELLA» Estaba agachada acariciando a los felinos platicando con ellos. Quedó justamente atrás de ella. Sintió nervios pero tenía que hacerlo para sentirse en paz.

— ...Hola— saludó con timidez.

La chica solo alzó la cabeza al escuchar su voz.

— Soy el chico que vino hace días a buscarte. No me mal entiendas, sólo quiero ofrecerte una disculpa. Me vi muy atrevido, por favor discúlpame— agachó el rostro y por educación hizo reverencia.

— Así que volviste, niño. Es bueno saber que después de tantos años aun queda algo del viejo Trunks.

—¿Eh? ... ¿cómo dices?—preguntó sorprendido.

— ¿Acaso no me recuerdas?—el cabello negro giró hacia Trunks para darle la cara.

El chico se derrumbó a pedazos de la impresión.

— ¿¡QUÉÉÉ!?... No me digas que… que ¿E...Eres tú, MAI?—estaba en shock.

— Sí, soy yo, Trunks— respondió Mai encarándolo con brazos cruzados lanzando una fría mirada hacia él

Sus miradas se entrelazaron por segundos, minutos. Estaba perplejo por la peculiar coincidencia de la vida.

«En verdad se trata de Mai. La niña con la que alguna vez jugué a los novios»

Más que impresionado estaba boquiabierto, porque ya no era la niña Mai, sino ahora era las más preciosa de las mujeres. Un misterio envolvía su mirada, tristeza, seriedad con una mezcla de frialdad. Como si en estos años la hubiese pasado muy difícil.

— ¿Qué es esto? hay tanto por hablar— se dijo Trunks a sí mismo.


CONTINUARÁ... gracias por llegar hasta aquí querido lector.

¡Nos leemos!