De casualidad tuve la idea de entrar al área de crossovers de Rise of the guardians y pude ver gustosa que, efectivamente, había mas personas que pensaban lo mismo que yo y que de igual manera pudieron visualizar un JackxMerida. Estoy tan conmovida :3
Decidí entonces crear esta historia solo por el puro gusto de hacerlo. No importa que no tenga comentarios, ni favoritos, ni nada, cuando haces algo con amor, lo haces desinteresadamente. He dicho.
Ahora bien, esta pareja, aunque extraña, me parece increíblemente linda por el hecho de ser tan contrarios y dispares (incluso ella es de pixar y el de dreamworks). ¡Me encanta!
Ninguna de las dos películas me pertenece, en este momento estaría bailando encima de un yate en el mar báltico de ser así.
Destinos Cruzados
Fue algo fuera de lo común, como un evento cósmico o una jugada del destino. A veces suelen pasar ese tipo de cosas y los destinos se cruzan a pesar de ser completamente opuestos. Ella, por ejemplo, era una princesa, de corazón cálido y palpitante, mortal, perecedero. Tan decidida, valiente y obstinada, que resultaba difícil creer en lo confundida que se encontraba con su futuro. El, por el contrario, era un espíritu de hielo, inmortal y eternamente joven, que de lo único que estaba seguro era de su destino: estar solo y causar desastres naturales por todo el globo. De ser posible, cambiarían lo que tiene por la vida del otro, pero primero debían encontrarse para eso.
-¡Merida, vuelve aquí en este instante!- a pesar de estar cabalgando a toda velocidad no podía quitarse de la cabeza los gritos coléricos de su madre. Siempre era lo mismo, y ahora con la llegada de los demás clanes todo iba de mal en peor. Todos parecían tratarla como si no supiera lo que era bueno para ella, y aunque quería ser fuerte, no pudo evitar que las lágrimas se le derramaran mientras cabalgaba. Necesitaba una señal, algo que le dijera que no todo estaba perdido para ella.
Las luces azules del bosque surgieron de nuevo, como si escucharan su llamado. Formaron un camino de fuego azul que Merida no dudo en seguir, aun después de sentir como la temperatura descendía de manera cada vez mas drástica a medida que se acercaba a su destino.
Jack Frost despertó sin tener idea de en donde se encontraba. Vagar sin rumbo eventualmente llegaba a confundirlo, pero no tanto como ese día. En un momento se encontraba provocando una nevada en alguna parte de Europa y al siguiente ya estaba tirado entre el pasto congelado. Nada del paisaje le resultaba familiar, como si se encontrara en otro tiempo y lugar diferente al suyo. Era como la primera vez que la luna le había dicho su nombre.
El lugar era de lo mas extraño: un circulo de piedras enormes y mohosas de las cual el era el centro. Un sentimiento de inquietud hizo que rápidamente se pusiera de pie, asustado, sintiendo que le faltaba algo.
-¡mi callado!- grito para si mismo, buscándolo con la mirada por todos lados. Sin el solo era un espíritu al cual nadie podia ver.
-¿buscabas esto?- la voz que le hablaba sonaba femenina pero dura. Fue fácil dar con la dueña de la voz, pues tenia el cabello tan largo y rojo que parecía cobrar vida entre las sombras, como una llama encendida. Ella era una joven, hermosa a su parecer, de no más de 16 años. Traía puesto un vestido verde, finamente bordado, que recordaba a las princesas de antaño.
-¿tu puedes verme?- Jack Frost no podía creerlo, a pesar de que ella lo estaba mirando fijamente, con sus ojos azules entrecerrados en desconfianza, guardando la distancia.
-¿Quién o que eres?- de no tener el callado en la mano, Merida le estaría apuntando una flecha en la cabeza. Por su forma de vestir podía deducir que no era del lugar y por el frió que emanaba sabia que no podía ser humano.
-Eso que importa, ¡puedes verme!- con una sonrisa en los labios, corrió hacia ella, de una forma tan rápida he inesperada que no le dio tiempo de hacer nada a la princesa escocesa. El abrazo fue tan fuerte y gélido que le hizo exhalar una buena parte del aire que Merida tenía en sus pulmones. Jack tuvo que alejarse al sentirla titiritar de frió entre sus brazos, aunque el se sentía cálido. Mas cálido de lo que hubiera recordado estar alguna vez. Ahora estaba más feliz que antes, ¡también podía sentirlo!
-me llamo Jack Frost- le dijo, aun tomándola de los hombros- si aquí ha habido una ventisca congelada o una tormenta de nieve ten por seguro que yo lo hice- después de la efusiva presentación, el chico intento tomar el callado de las manos de Merida, pero esta seguía sosteniendolo con firmeza. Ella sabia que los espíritus del bosque podían ser buenos o malos, y no quería correr el riesgo.
-¿J-JJack que?- pregunto castañeando los dientes, aun a la defensiva y dejando ver el aliento blanco que le había dejado el frió.
-Jack Frost, aunque eso tú ya lo sabes, eres la única que cree en mí después de todo- había algo en sus ojos, azules como los suyos, que le hicieron pensar que ella no tenia ni la mas remota idea de lo que le hablaba- ¿verdad?- la duda se volvió contagiosa entre ellos.
-¿c-creer en ti?, es la primera vez que te veo, ni siquiera se que eres y lo que quieres- la valiente princesa lo alejo, congelándose el brazo derecho de paso.
-pero entonces no tiene sentido- hablo mas para si mismo que para ella. Hasta donde sabía era humana, así que, como el mismo había mencionado, no tenia sentido alguno, aunque eso no era demaciado importante. Era la primera vez que hablaba con un mortal, y ella podía tocarlo, y el podía tocarla, y ambos podían tocarse sin traspasarse.
-es la última vez que sigo a las luces azules…- se recrimino Merida. No le había ido demasiado bien la ultima vez y aun así estaba ahí de nuevo, desobedeciendo a su madre como solo ella podía hacerlo.
-¿luces azules?- le pregunto con genuino interés. Por primera vez estaba hablando con alguien diferente a un guardián y eso lo llenaba de una alegría inexplicable.
-son espíritus del bosque que te llaman para que cumplas tu destino- menciono con voz firme pero melancólica- o eso creía…- dejo caer finalmente el callado para llevarse ambas manos a la cabeza y emitir un gruñido frustrado. ¿Qué era lo que realmente buscaba al adentrarse en el bosque, siguiendo luces que solo ella podía ver? Parecían burlarse de ella al traerla con ese espíritu que enfriaba todo lo que tocaba. Como si todos sus problemas fueran a terminar con eso. Debía casarse y ser una dama callada, sumisa y prudente. Debía ser cosas que su madre no entendía que no era en un periodo de tiempo muy corto.
-espera, ¿A dónde vas?- ella dio la media vuelta sin decir nada. Era el primer contacto humano que tenía y ni siquiera sabia su nombre.
-al castillo- respondió sin darse la vuelta, pero aun así tuvo que mirarlo. Para su sorpresa, estaba volando enfrente de ella, justo ante sus ojos.
-¿Que es lo que eres Jack Frost?- su nombre sono melodioso en sus labios. Ella no podia dejar de verlo volar, como si se encontrara en un trance.
-ya te lo dije, soy el encargado de traer el invierno- respondió, levantando su callado. Este lanzo un rayo azul y congelado al cielo. En segundos ya estaba nevando y una fina capa de nieve comenzo cubrirlo todo, a pesar de estar aun en verano- pero tu no me haz dicho tu nombre…
-Merida- dijo finalmente. Ahora tenía más frió que antes por la repentina nevada, pero eso no pareció importarle mucho. El era tan libre.
-Es un bonito nombre- Jack sonrió fascinado.
-¿vas a ayudarme?- pregunto la princesa, después de unos segundos silenciosos.
-¿con que?- el arqueo la ceja, ladeando la cabeza. De ser posible la ayudaria con lo que fuera.
-a tener la libertad de elegir mi propio destino- algo en sus ojos pareció encenderse, una llama de pasión ardiente con el solo hecho de mencionar esas palabras- las luces azules me guiaron hacia ti por eso creo que puedes ayudarme
-mmm... libertad para elegir tu destino dices…- Jack se froto la barbilla con el dedo índice. Después de pensarlo un tiempo se dio cuenta que no tenía ni la más remota idea de cómo hacer eso. El nunca había tenido que decidir nada. Para el solo las cosas pasaban y ya- no, no se me ocurre nada- admitió finalmente con sinceridad.
-¿Cómo que no se te ocurre nada?- lo había dicho con tanta sencillez y despreocupación que Merida se quedo helada por algo mas que el frió. Eso significaba que no había ninguna esperanza para ella.
-estas muy tensa, deberías relajarte un poco- tomo un poco de la nieve que se había acumulado en el suelo y le comenzo a dar forma- y yo se la manera de hacerlo- podía verse en sus ojos las claras intensiones de comenzar una guerra de bolas de nieve.
-no es momento para eso, ni se te ocurra arro…- la bola de nieve le dio de lleno en la cara antes de que terminara de hablar. Algo extraño sucedió entonces, cuando la nieve cayo de su rostro, pues de un segundo a otro pareció olvidar todas sus preocupaciones, incluso una risa alegre comenzo a brotar de su garganta y tuvo que acallarla con ambas manos.
-¡vamos, relajate un po…!- al igual como el lo había hecho, Merida le arrojo una bola de nieve al rostro, con una puntería extraordinaria. Lo que sucedió después fue algo indescriptible e increíblemente divertido para ambos. Jack Frost intentaba no aprovecharse de su poder para ganar, aunque la puntería y agilidad de Merida se lo hacían difícil. Su risa era lo más hermoso que el había escuchado.
Así debían sentirse los niños que jugaban después de que el les aventaba la primera bola congelada. La emoción fue palpable, al igual que la calidez que sentía al recibir cada proyectil de nieve solo por el hecho de salir de sus cálidas manos… Jack simplemente deseaba que ese momento durara para siempre.
-¿hay un lago cerca?- pregunto de repente, antes de recibir tres bolas de nieve simultaneamente.
-¿te estas rindiendo?- Merida tenia las mejillas enrojecidas por el frió y la alegría.
-vamos a congelar un lago y patinemos en el- propuso emocionado, tomándola de las manos.
-pero eso esta muy lejos- a pesar de estar tocando sus manos, estas ya no parecían causarle frió como la primera vez.
-no importa, volaremos- y antes de que Merida pudiera decir algo, Jack deslizo una mano alrededor su cintura y se la levo flotando, hasta agarrar velocidad de a poco.
Mientras tanto, en una cabaña, no muy lejos de ahí, una singular anciana movía con enojo su caldero.
-esa niña me esta haciendo esperar mucho…- la bajita bruja miro de nuevo el reloj de oso sujeto en la pared y después giro la cabeza hacia donde estaban un montón de pequeños fuegos azules.
-¿están seguros que ella los siguió hasta aquí?- les pregunto, bajandose de el banco. Ellos como respuesta solo se miraron entre si, como buscando un culpable.
No se de donde salio esto, pero lo que si se es que tengo que irme dormir. Gracias a todos los que se tomaron la molestia de leerlo. Me emociona pensar que soy la primera que sube de ellos en español. Es una sensacion agradable para mi :,)
