Disclaimer: Los personajes que ya conocen pertenecen a Meyer, ella es la de los sueños. Yo solo los quito prestados.

Summary: AH. Edward y Bella fueron amigos y vecinos desde niños, hasta que él, por un intercambio se mudó 3 años al exterior. Ahora regresa, y pondrá a Bella de cabeza, suscitando sentimientos que ella creía perdidos. ¿Será este sólo un enamoramiento adolescente?

Aviso: Puede que los personajes estén OoC. Trataré de no hacerlo mucho… Pero no prometo que el sueño, por esta vez, no afecte mi creatividad.

La terraza

._ Peculiar Bienvenida

Bella cerró la puerta después de entrar en la fresca sala de su casa.

- ¡Papá, ya llegué!- anunció luego de poner su bolso de viaje en una de las sillas del comedor. Era agradable estar en el fresco Forks. Bueno, más congelado que fresco, según ella… Pero seguía siendo agradable.

Charlie hizo aparición en la cocina, sonriéndole.

-Bienvenida, Bella- ella avanzó torpemente hacia él y lo abrazó.

-Gracias. Te extrañé, papá- le dijo con la voz ahogada contra el pecho de su padre.

No mentía. Lo extrañó. Por alguna razón, Forks le resultaba ya más cómodo y familiar que Jacksonville. No le disgustaba estar con su mamá, para nada, era solo que ya se había acostumbrado a aquel lluvioso pueblo de Washington, a la soledad agradable de su casa, al silencio agradable de su padre… Y bah, para qué mentir. Quería ver a Daniel. Daniel era un chico nuevo que había llegado a Forks hacía medio año. Estudiaba en la universidad de Forks y era divino. Le gustaba mucho. No eran novios, pero estaban saliendo. No recordaba haberse llevado tan bien con un chico desde… En fin, le gustaba y eso bastaba como para que quisiera regresar.

Su padre la alejó de si tomándola por los hombros y le observó la cara.

- No parece que vinieras de Jacksonville. Sigues igual de blanca. ¿Reneé te ató en la cama para que no salieras?- Le preguntó en broma, el sabía que ella nunca se bronceaba.

Ella rodó los ojos y le dedicó una sonrisa condescendiente.

- No arrastré el sol de broma para acá, papá- le contestó mientras se alejaba de él y se sentaba en una silla-. ¿Y tu que hiciste?- indagó sin más. Las conversaciones con Charlie no solían ser largas.

- Salí a pescar, lo normal… - se encogió de hombros y le dio la espalda para sacar del refrigerador dos latas de refresco. Le entregó una a ella- Aunque este fin de semana unos conductores imprudentes me mantuvieron algo ocupado, pero mas nada…

Bella abrió la lata y dejo que la espuma amainara antes de pegarle un sorbo.

- Oh, bueno, se me olvidaba: Edward regresó a Forks ayer.

La chica escupió el refresco del tiro.

-¡¿Que?!

A ver, ¿como decirlo sin que suene penoso?

Bella se encerró en su cuarto y se lanzó bocabajo en la cama, con el corazón latiéndole a mil.

Edward había sido… su primer amor (¿había o seguía siendo?). No entendía por qué había quedado tan marcada, pero así fue. Fueron mejores amigos desde que tenían 10 años. De esos amigos que al principio no se sabe quien es la niña, de esos que corrían bici y regresaban mugrosos y golpeados, luego aquellos que parecían mas dos hermanos. En el que el hermano mayor siempre está protegiendo a la pequeña, que la cuida de los más grandes y se mete en peleas para defenderla. De esos especiales a quienes no les importa dormir juntos, porque es como si durmieras contigo mismo…

Eso hasta que ella se dio cuenta que quería a Edward de un modo distinto, a eso de los 14 años. Empezó a darse cuenta lo mucho que le dolía verlo con otras chicas, los celos intoxicantes que la invadían al percatarse cómo otras chicas lo miraban… Y por otro lado, el modo en que su corazón latía cuando estaban juntos, lo feliz que la hacía el hecho que la protegiera, que estuviera cuidándola, las fantasías de ambos agarrados de la mano… Como algo más que amigos del alma.

Sin embargo, nunca tuvo la suficiente valentía para decírselo. Y lo prefirió así; Quererlo en silencio y conformarse con aquella amistad inquebrantable. Porque el miedo al rechazo la paralizaba… Y prefería mil veces callarse a perderlo.

Todavía, a sus 18 años, Bella podía enumerar las veces en que ella se escapó por su ventana para ir a hurtadillas hasta el cuarto de Edward, a acurrucarse a su lado porque no podía dormir, o porque había visto una película de terror y ahora tenía miedo, o sólo porque aquel día no habían hablado lo suficiente… O quizás, simplemente, porque nunca era suficiente de su compañía. Pasaban horas y horas charlando, a veces escuchando música o viendo películas. Eran como hermanos.

A pesar de estar en "esa" edad, él nunca tuvo para con ella algún gesto que la hiciera temer o dudar. Bella podía ver en sus ojos verdes (lo más hermosos que había visto en su vida), ese matiz de respeto y ternura que se reflejaba cada vez que se fijaba en ella. Desgraciadamente, como ya dijo, eran como hermanos.

Y después que se fue, la dejó sin su mitad. Lloró por un mes completo, tanto fue la cosa que Charlie llegó a buscarle cita con un psicólogo, pero ella nunca fue. Sin que pudiera evitarlo, más recuerdos aparecieron en su mente; haciéndola rememorar los últimos momentos con el que fue su mejor amigo.

Flash Back

Esa tarde, irrumpió en el cuarto de Edward por la puerta. Tenía los ojos húmedos y la respiración agitada. Lo encontró de espaldas a la puerta, viendo por la ventana.

-Edward, no te vas… Es en broma, a que si…- la voz le tembló antes de terminar la oración.

Él le dio la cara, y Bella casi pudo oír como su alma caía con estrépito a sus pies. El hermoso rostro de su amigo sonreía, pero era una sonrisa extraña, a penas un estiramiento de labios, tenso, superficial.

- No es broma, Bella. Me salió el cupo en la escuela de Suiza. El intercambio…- su voz era tranquila, pero no dejada de reflejar tristeza.

- Nunca me hablaste de eso- le interrumpió ella en un susurro, paralizada.

-Lo se, disculpa. No pensé que de verdad me lo fuesen a dar- le respondió en un mismo susurro y desvió la vista hacia el suelo.

Bella lo observó mientras las lágrimas fluían libremente, empapándole la blusa blanca que llevaba. Parecía mucho mayor para sus casi 16, y no solo por lo serio del rostro, sino por su altura y la elegancia de su porte. De pronto, aquel joven le pareció mucho mayor. Un hombre inteligente que era demasiado para ella, una niña tonta. Aquella expresión serena y difícil se le antojaba extraña, desconocida. Como si el Edward que había conocido se hubiera ido.

Entonces recordó que desde hacía un par de meses, el no había sido el mismo. Que hacía un par de meses él había cambiado y ella no entendía por qué. De pronto, había empezado a evitarla, y ya sus tardes juntos no era lo mismo. Él ya no reía tanto, ni hablaba como antes. Ella le llegó a preguntar que qué la había pasado, pero el siempre le respondía que nada. Gracias a cosas que ella había leído, supuso que era la adolescencia, las hormonas y todo eso… O eso quería creer.

Bella respiró hondo y se secó las lágrimas.

-¿Vas a regresar?

Él levantó la vista para encontrarse con sus ojos marrones.

- No lo sé- murmuró- Si me ofrecen una plaza en la universidad de medicina… lo más probable es que me quede.

La chica no supo como pudo quedarse ahí sin ponerse a llorar a pulmón suelto. Solo asintió, porque se dio cuenta que él le quedaba grande a ella. Que era hora de que cada uno hiciera su vida por separado, por más que a ella le doliese. No le costó ver en él a un joven decidido, dispuesto a aferrarse a un futuro prometedor. Se sintió pequeña ante aquel muchacho.

- Entonces que te vaya bien- le dijo sin mirarlo y se fue. Él no la detuvo y ella supo que ya era hora. No podía pretender que él estuviera siempre a su lado para protegerla. Ya era hora de crecer. Y sobretodo, hacerlo sin su amigo al lado. Soportar que su primer amor se fuera sin que ella se lo confesara fue algo que creyó que jamás superaría. Pero los años pasaron, y para el tiempo no hay herida imposible de sanar.

End Flash Back

Bella dejó que se le escaparan unas lágrimas que celebraban el dolor de aquellos días. Aun lo quería muchísimo. Nunca dejó de hacerlo… Pero ahora no sabía si sería lo mismo de antes; aquel primer amor adolescente rosa.

- Estúpida- se recriminó al darse cuenta de lo idiota que se estaba comportando. Se secó las lágrimas y se incorporó. Nada cambiaría ahora. Ella salía con Daniel, tenía amigos, estaba bien. Las cosas no tenían que cambiar con el regreso de Edward. No. Todo seguiría igual, a excepción de un nuevo agregado a su círculo de amistades, nada más.

Lo más maduro sería ir a darle la bienvenida, pensó. Pero una cosa era pensarlo y otra muy distinta llevarlo a cabo. De solo imaginárselo, el corazón se le aceleraba dolorosamente.

-Estúpida- se repitió.

Iría a visitarlo. Necesitaba demostrarse – y demostrarle- que todo estaba bien, que no le afectaba su regreso… Y por sobre todas las cosas, necesitaba verlo. Se moría por verlo. Por acariciar su frente como tantas veces había hecho antes o halarle el cabello… No. Nada de eso. Control, control.

Miró su reloj: Las cuatro menos cuarto. ¿Sería una buena hora para visitarlo? Decidió bañarse antes. Estuvo segura que el agua caliente le relajarían los nervios, que de paso no tenían que estar a flor de piel.

Luego de una larga ducha caliente, se vistió con un jean, un suéter oscuro de capucha y sus inseparables tenis, y salió de su casa. No tuve que caminar demasiado.

La casa de Edward quedaba al lado de la suya. Mucho más grande y elegante que la suya, aquella estructura blanca se alzaba entre árboles. Un porche amplio con unos muebles de hierro forjado blanco recibía a la gente. Esme, la madre adoptiva de Edward tenía un gusto exquisito a la hora de decorar.

En nada estuvo ante la puerta de cristal y madera. Respiró hondo, se mesó el pelo y tocó el timbre.

Al minuto, pudo vislumbrar a alguien al otro lado de la puerta, que se abrió con un chasquido. Bella aguantó la respiración.

-Hey, Bella, ¿como estas?- la voz agradable de Emmett, el hermano mayor de Edward le permitió soltar el aire.

-Bien, Emmett, gracias. ¿Como estas tu?- le sonrió, alzando el rostro para ver el rostro del joven.

- De maravilla, con Eddie aquí no hay más nada que pueda pedir…- le sonrió con picardía. Ambos rieron, él en broma y ella con nerviosismo- lo vienes a ver, ¿no? Pasa- Y se apartó para dejarle la entrada libre. La guió hacia el jardín, que limitaba con el bosque- Hace rato estaba en el jardín, pero no se si subió. Espera aquí mientras lo voy a buscar.

-¿Y Rosalie, como está?- le preguntó antes que se fuera.

- Hermosa, como siempre- le respondió con una enorme sonrisa. Bella no pudo evitar sonreír también al observar el brillo de adoración en los ojos de su vecino al hablar de su novia. Suspiró.

Y La dejó en el amplio jardín. Bella se metió las manos en los bolsillos y miró a los lados. El bosque le parecía un lugar perfecto para esconderse en esos momentos. Ya no estaba segura de querer ver a Edward… No quería verlo y sentir de nuevo esos sentimientos de antaño. No quería descubrir que lo que sentía por el no había cambiado. No quería salir llorando, al darse cuenta que como antes, el la seguiría viendo con aquellos ojos tiernos y protectores.

Entonces, siguiendo un impulso cobarde, empezó a caminar rápido hacia el bosque. Decidió que no había apuros por ver a Edward y que bien podía hacerlo mañana. Cruzó con torpeza el lindero del bosque, adentrándose entre los árboles espesos y altos, deseando estar en su casa.

No le dio tiempo caminar lo suficiente como para esconderse. Eso lo supo cuando escuchó no tan lejos una voz inconfundible:

-¡¿Bella?!

El aire se le atascó en la garganta y sin saber por qué, aceleró el paso con dirección hacia el centro del bosque.

-¡Bella!- de nuevo, la voz. Aquella voz.

- Mierda, mierda- deseó no haber ido nunca. Aquel miedo estúpido de quinceañera atrapada la hizo sentir más idiota. Y aun así, y sin saber por qué, echó a correr.

Patosa más que la palabra, la muchacha empezó a sortear raíces y troncos caídos con la esperanza de alejarse rápido de ahí. Se sentía como una vez cuando tenía 16, que empezó a jugar lo ouija. Después que comenzó, se quería salir. Y así era ahora. No quería verlo. Las pisadas rápidas de Edward se hacían escuchar tras ella.

-¡Eh, espérate Bella!- El grito sofocado de Edward le hizo saber que él estaba corriendo para alcanzarla. Siendo así, no tendría muchas esperanzar de huir. Por eso corrió aún más deprisa, tropezando. No entendía como no se había caído ya.

- ¡Joder, quédate quieta!- gritó él irritado, y mucho más cerca de lo que ella pensaba.

Tonta, tonta, ¿que haces?

Entonces algo duro la derribó contra el mullido y verde suelo. Ella gritó y cerró los ojos contra el piso suave. Sintió como un peso le impedía moverse, paralizándole las piernas. No pasó mucho tiempo antes que la voltearan. Mantuvo unos segundos los ojos cerrados. Todavía sentía aquel peso sobre sus piernas. De repente escuchó una risa musical cerca de ella, y tuvo que abrir los ojos.

Edward estaba sobre ella, sentado a horcajadas. Tenía un simple jean y una camisa manga larga oscura. Se reía a carcajadas. Decir que estaba guapo, era quedarse corta. Los ojos verdes estaban brillantes, más de lo que los recordaba. Recorrió con avidez aquel rostro tan familiar. Los labios finos y rosados le daban un aire seductor y aquella risa le confería un aspecto despreocupado. Su nariz aristocrática y recta, el mentón más marcado de cómo lo recordaba, los hombros más anchos y debajo unos brazos musculosos, aunque no en exceso. El cabello de aquel color bronce tan extraño le caía en la frente desordenado, casi llegándole a la nuca. Era hermoso, por más cursi que sonase. Y eso a ella le sentó como una patada en el estómago. Edward ya no era aquel muchacho que había visto por última vez, era todo un hombre. Y válgame Dios, qué hombre.

-Tonta, Bella. Tenemos tres años sin vernos y lo primero que haces es salir corriendo- parecía que la carrera le hubiese refrescado. La observaba divertido.

Ella no se reía.

-Quería saber si seguías siendo tan rápido como antes- contestó sin saber que más decir, y la voz le sonó ronca, insegura.

Edward se rió un poco más, entre dientes, gesto que la dejo en blanco.

-Bueno, ya lo sabes. Incluso soy más rápido que antes…-se le quitó de encima, y sin esperar, alargó un brazo hacia ella y la levantó.

Bella se incorporó y enseguida se tambaleó, algo mareada. No supo si por el mismo Edward o por la carrera. Él la sujetó por el codo para darle un punto de equilibrio.

El chico la observó con ojos brillantes y una sonrisa ladeada.

- Has crecido, Bella- observó en una mirada evaluativa que la hizo sonrojar- Pero sigues tan torpe como antes.

Sin poder evitarlo, ella rodó los ojos y le propinó un puñetazo flojo en el brazo.

- Hay cosas que nunca cambian- le dijo, sonriendo a medias. Y lo dijo más por el hecho de que se dio cuenta que en realidad, nada había cambiado. Lo seguía queriendo igual o incluso más que antes. Aquello le daba ganas de llorar.

Las cosas no serían iguales, que tonta había sido al creer una mentira así.

- Tienes razón. Pero debo decir a tu favor que ahora pareces un niño menos que antes- bromeó. Se alejó un poco para mirarla de nuevo. Otra vez aquel estúpido sonrojo. Le sonrió con cariño- Estas hermosa- le dijo mirándola a los ojos, con aquella voz pausada de terciopelo.

Entonces se le acercó y depositó un beso suave en la frente blanca de la chica. Suspiró, y ella pudo sentir como su aliento tibio le movía el flequillo. Ella reprimió un estremecimiento al sentir eso.

-¿Sigues usando el mismo champú de fresas?- le inquirió apartándose con suavidad, mirándola sorprendido.

Bella asintió.

-Tienes razón, hay cosas que nunca cambian- repitió sin dejar de esbozar esa sonrisa. La miró una vez más y le puso una mano en la espalda- Vamos adentro, tienes mucho que contarme- Y la condujo hacia su casa.

No tienes idea, dijo ella en su mente, pensando sobre las cosas que no cambiaban.

Bella supo que hasta ahí si mundo había estado en tranquilidad.

Hasta aquí. No hay prólogo. Este es el primer capi.

Bueno, es mi primer Bella/Edward. Tengan piedad. Si quieren que lo continúe, RR!!

Aún la idea está medio borrosa, pero está, existe. Disculpen la dicción y la ortografía, ha sido apresurado porque quería terminarlo hoy mismo.. Además, son ya las 2am y el sueño me tiene frita.. Pero Me dije que hoy colgaría un fic… Y así lo hice!

Gracias por leer. Besos!!