Algunas cosas nunca fueron fáciles para Thomas Fletcher. A pesar de ser inteligente, gran músico, excelente inventor y tener de padre al famoso Ferb Fletcher no era suficiente para aclarar sus sentimientos a su media prima. Eso se convertía en una tortura diaria desde la infancia ¿Cuándo seria el día en que le diría lo que siente? ¿Cuándo?
Todo era una rutina diaria, despertar, desayunar, ir a la escuela, regresar, comer, tener una visita de Marie y en ocasiones del resto de sus amigos, cenar y dormir. Falta agregar que en cada despertar se mentalizaba que de ese sería el día en que le diría a la pelirroja lo que sentía para después dormir sin haber mencionado ni una vez algo relacionado con el cariño que le tenía.
Momentos no le faltaban, en ocasiones se encontraban a solas para que él aprovechara el momento (sobre todo por culpa de una morena llamada Jasmine) el único problema era decirlo, soltar las palabras y ya. Pero, eso parecía mucho esfuerzo para el castaño.
Y como siempre un nuevo día iniciaba. Su atención concentrada en el plato de comida, pues su padre estaba en una conferencia a las afueras de la ciudad y su madre no paraba de repetir constantemente que saldría esa tarde, fue lo único que escucho ya que no importaba con quien fuera, el punto es que estaría solo.
−…Por eso quiero que te quedes esta tarde con Marie. – la mención de la pelirroja provocó que mirara confundido a su madre, tal vez no era mala idea escuchar lo que dice.
−¿Por qué me quedaría con Marie esta tarde? – se sentía estúpido preguntando eso, pero ¿Qué otra opción tenia?
−¿No me escuchaste? Te dije que esta tarde saldré y tu tía Isabella se irá de viaje con tu tío Phineas por lo que Marie estará sola y eso le preocupa a Isabella. Por eso te estoy pidiendo que la "cuides" un momento. – dijo Vanessa tratando de resumir un poco lo que había dicho en todo el desayuno.
−¿No crees que ya está lo bastante grande para cuidarse por su cuenta? – la mujer sonrió.
−Claro que lo sé, pero tú conoces a tu prima, así que mucha opción no tienes. Además, — su mirada poco discreta provocó que el castaño adivinara lo que diría a continuación – pasarás tiempo de calidad con tu prima, creí que te alegrarías de saber que estarán la tarde juntos.
Está de más decir que ella estaba al tanto de los sentimientos de su hijo hacia Marie y no solo porque él es un poco indiscreto, en realidad fue el castaño quien le comentó todo a su madre una tarde de desesperación. Desde entonces ella se ha encargado de aconsejarle y en ocasiones darle comentarios vergonzosos a su hijo lo que le hacía pensar que tal vez no fue una idea muy buena decirle. Como ahora, por ejemplo.
−¡Mamá! – el chico se levantó de la mesa y llevo su plato al lavavajillas
−Supongo que se irán a la casa de Marie saliendo de la escuela o ¿Me equivoco? – Thomas se sonrojo, camino hasta el sillón y tomo su mochila.
−Tal vez – Vanessa sonrió, se acercó a su hijo y le dio un beso en la mejilla para después despedirse de él y verlo salir por la puerta principal.
Thomas camino hasta llegar a la casa Flynn Garcia-Shapiro, había ido tantas veces a esa casa que hasta dormido llegaría a ella. Observó un poco el cielo nublado y sintió un aire frio chocar en su rostro, llovería, de eso estaba seguro y afortunadamente estaba usando su típica gabardina. Cuando llego a la casa toco la puerta una vez y enseguida se abrió, una pelirroja dio un pequeño salto hacia el castaño extendiendo sus brazos y cerrándolos alrededor del cuello del chico.
−Hola Thom – dijo Isabella desde la puerta riendo levemente por la pequeña escena.
−Hola tía y buenos días Marie – la mencionada se alejó sin soltarlo y sonrió.
−Buenos días Tommy – el castaño suspiro y la miro directamente, por mucho que la quisiera tenía que seguir fingiendo que le molestaba aquel apodo que solo ella seguía repitiendo, unas veces se salía por simple costumbre y otras lo hacía para provocar a su primo.
−Sabes que no me gusta que me digas "Tommy" — la pelirroja sonrió.
−Vamos cariño. No queremos perder el vuelo –La voz de Phineas se escuchó en el umbral de la puerta y Thomas alcanzó a verlo con una sonrisa nerviosa. –Hola Thomas.
−Hola tío.
Isabella ayudo a su esposo a sacar las dos pequeñas maletas mientras que Marie al fin se separaba de su primo y se dirigía a sus padres para despedirse.
−Volveremos mañana en la tarde –Dijo Isabella mientras abrazaba a su hija. –Por favor no hagas travesuras.
−Si mamá — Isabella la miro.
−¿Enserio no quieres quedarte en casa de tu primo?
−No, quiero intentar pasar aunque sea una noche sola.
Isabella le sonrió resignada y le dio un último abrazo para que después Phineas se acercara a su hija.
–Cuídate mucho cariño. –Se alejó de ella y se dirigió a su sobrino –Confió en que la cuidaras.
−Por supuesto tío.
Con eso quedó Phineas satisfecho y volteo a ver como el Taxi al que llamaron se estacionaba justo frente a su casa.
−Ya nos vamos a la escuela. ¡Suerte en su viaje! –Grito Marie mientras caminaba junto a Thomas.
−Diviértanse en la escuela. Y recuerda que puedes ir a la casa de tu tía o llamarle si hay algún problema – dijo Isabella, Marie sonrió y asintió. La mujer solo pudo ver a su hija alejarse con su sobrino antes de subir al Taxi. Volvió a sonreír cuando noto lo tierno que se veían juntos pues aunque su hija no lo admitiera en voz alta sabía perfectamente que tenía un sentimiento más profundo hacia Thomas, algo que iba más allá de una amistad o relación de primos.
En el camino a la escuela los jóvenes no paraban de conversar, en realidad solo la pelirroja hablaba y el castaño escuchaba atentamente, asentía y sonreía cuando era necesario.
En cuanto llegaron a las puertas del colegio notaron rápidamente la presencia de una morena que corrió a abrazar a su mejor amiga.
−Hola, Marie – dijo después de alejarse un poco – y hola Thom – a este último solo le movió la mano en el aire a lo que el castaño repitió su gesto.
−Jazz, en el camino venía hablando con Tommy sobre lo que haríamos esta tarde, ¿nos quieres acompañar? – Hablo Marie un poco apresurada – tal vez hagamos un proyecto o veamos una película.
La castaña pensó un poco y después sonrió maliciosamente, algo que solo Thomas entendió a la perfección. Aquí viene otro estúpido plan de Jasmine Rai.
−Lo siento, pero no podré ir. Le prometí a mi mamá que limpiaría mi habitación cuándo llegará de la escuela. — ¡Que excusa más simple y barata! Su plan no funcionaría para siempre. Thomas aún tenía otros cómplices.
−No te preocupes Marie – dijo alentándola al ver el rostro de decepción de su media prima al escuchar los planes de su mejor amiga – puedes preguntarle a Xavier y Fred.
Y así el rostro de la joven se ilumino para después salir disparada al salón de clases, seguida por los chicos que dejo atrás.
Antes que Thomas diera un paso escuchó un último comentario de Jasmine.
– Que no se te olvide Thom, siempre voy un paso adelante de ti… un paso adelante. – y continuo su camino.
Thomas no entendía muy bien esas palabras, pero aun así un miedo lo invadió.
La pelirroja entró corriendo al salón de clases y gritando.
—¡Chicos! – algunos de los alumnos ya presentes la miraron extrañados y ella solo bajo el rostro apenada y susurrando un "lo siento" para caminar hasta su lugar que se encontraba en frente de sus primos.
−Buenos días, Xavier y Fred – saludo rápidamente la pelirroja para poder hablar de sus planes de esa tarde con sus amigos.
Los dos hermanos solo movieron la mano y sonrieron por la escena de su prima al entrar al salón.
Enseguida llegaron Jasmine y Thomas que tomaron sus respectivos lugares cerca de sus amigos, esta era la fortuna de que el maestro de biología no asignara los lugares y los alumnos tuvieran la libertad de sentarse en donde les plazca; bueno, a veces.
En cuanto Fred vio entrar a Jazz se sonrojo levemente y movió la mano algo nervioso, cosa que la morena notó y solo sonrió un poco para devolver el gesto.
−¿Les gustaría reunirse esta tarde en mi casa? – preguntó Marie directamente.
Rápidamente los dos jóvenes se miraron entre sí para después mirar a Jazz la cual seguía con un rostro malvado. Ahí fue donde el castaño comprendió las palabras de su amiga.
−No podré, lo siento, es que… — dijo Xavier mordiéndose el labio tratando de pensar en alguna mentira creíble – estoy castigado.
−¿Y por qué te castigaron, Xavier? – preguntó Thomas en un intento inútil de acabar con el plan de Jazz.
Esa pregunta tomo por sorpresa al chico y enseguida empezó a buscar algo bueno. Afortunadamente Fred logro salvarlo de la situación
– Tampoco iré, ya que mi mamá quiere salir de compras esta tarde y tengo que ir.
−¿Y por qué no ir mañana ya que es sábado? – nuevamente el intento inútil
−Ya sabes cómo es nuestra mamá – contesto Fred algo nervioso.
Marie fue la única que no sospecho ni se enteró de las mentiras de sus amigos, lo único que pensaba era que estaría sola con Thomas y rápidamente ese pensamiento se volvió en algo más que provoco un pequeño sonrojo en el rostro de la chica y para su fortuna nadie noto.
Mientras tanto, Thomas claramente comprendió que Jazz aviso a los hermanos para que inventaran cualquier cosa para faltar.
La campana sonó y dos segundos después entro el profesor, esa fue la señal para que los alumnos se sentaran y prestaran "atención" a la clase.
º.º.º.º.º
El día se hizo eterno pero afortunadamente −y para tortura de muchos− se encontraban en la última clase: matemáticas. Y aquí nadie prestaba atención, cada quien estaba en su asunto.
Xavier no paraba de jugar con la cremallera de su chamarra; Fred estaba dormido con su suéter en la cabeza para pasar desapercibido; Jazz mandaba mensajes desde su celular y por último Thomas observaba como Marie dibujaba en su cuaderno diversos planos de próximos proyectos a realizar. Le encantaba cuando arrugaba las cejas y se mordía levemente el labio tratando de arreglar el dibujo; sin embargo, verla así le hacía recordar sus estúpidos nervios que no le dejaban confesarle.
Decir: "me gustas" es como saltar de un paracaídas: al principio una alocada idea pero después llega la adrenalina del momento, los nervios, el aire faltándote en los pulmones y con el deseo inmenso de gritar; al final la respuesta de ella sería como aterrizar, llegarías sano y salvo a tierra o probablemente sufrirías un inconveniente teniendo un accidente al momento de chocar con el suelo. Aun así saltar en paracaídas parecía mejor idea que confesarle tus sentimientos a la persona que más quieres.
La pelirroja sintió la mirada de su primo y volteo para después sonreírle. El castaño se sonrojo y fingió escribir ecuaciones en el cuaderno. La chica estaba por decir algo pero el sonido del timbre la interrumpió.
Todos los alumnos salieron como balas por la puerta. Por fin había llegado el preciado fin de semana. Ho glorioso Sábado y Domingo.
Marie guardo sus cosas sin ninguna prisa, Thomas simplemente tomo su mochila esperando a ella y sus amigos, los cuales despertaban a Fred de su profundo sueño.
−¡Cuatro! – grito Fred al abrir sus ojos pero estos rápidamente se encontraron con los de sus amigos, los cuales reían por la acción del castaño.
−Ya terminaron las clases – hablo Jasmine dulcemente.
Él también se rio un poco y los cinco chicos salieron del aula. Ya no quedaban muchos alumnos, un grupo de chicos planeando una salida, varios jóvenes esperando el trasporte público y ellos.
−Tal vez salgamos otro día, Marie – Fred comentó eso más para él que para su prima pues en el fondo se sentía terrible de mentirle, pero jamás se había negado a un plan de Jazz por lo que mucha opción no tendría.
−Está bien, Fred. Luego les llamo – La pelirroja no estaba ni triste ni decepcionada. Al final estaría con Thomas todo el día y eso ya era una gran ventaja.
Los jóvenes se despidieron y cada uno se fue por su lado. En el camino de regreso nuevamente conversaron Thomas y Marie, solo que esta vez no era nada más la pelirroja la que mantenía viva la charla.
−Es una lástima que no puedan venir – dijo con su rostro un poco desganado.
−Sí. Una gran lastima – a Thomas le daba cierta gracia que su prima no se diera cuenta de las mentiras de sus amigos. Han pasado muchos años y aunque cada día mejoraban más aun no era suficiente para que el castaño les creyera, pero la pelirroja era otro caso.
−No importa. Tu y yo nos divertiremos sin ellos – Eso ya estaba establecido. Desde niños ha sido así y nada ha cambiado.
−Sin duda – suspiró Thomm y continuaron el camino.
