Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mí si no a Masami Kurumada,esto es sin ningún fin de lucro. Diversas historias de Marin y Aioria y Aioros y Seika, ninguna tiene relación una con otra.

Dedicado a Jupiter Godess porque me alienta últimamente en mis historias depresivas.

Arrow and Fire.

Capitulo 1. El comienzo

"En mi cuarto,tus piernas blancas,

cuando te sostengo en mis brazos entonces lo se,el amor es tan lindo."

Aioria poco pudo resistir la mirada hacia ella a escasos pasos frente a si. Si, su bella amante estaba ahi estática apoyada en aquel mueble al frente de su cama tan solo con su camisa, dejando sus esculpidas y blancas piernas a su vista cínica que iba y venia por el cuerpo de la dama. Su corazón se agitó tanto como su aliento, que minuto a minuto se tornaba mas pesado por el calor del lugar. Ambos estaban en penumbras, tan solo iluminados por el escaso rayo de sol que se colaba por la ventana a punto de desaparecer. Solo importaban ellos dos en el silencio de aquella habitación.

Aioria estaba sentando en aquella enorme cama, con su piel brillante ante el sudor que la temperatura de lahabitación le provocaba y con tan solo una sábana apilada en sus piernas cubriendo su bronceada desnudez .

Marin avanzo lentamente hacia Aioria posándose en aquella cama ante su mirada felina, y sin dejarle nada por objetar ,se coloco sobre su cintura ,dejando que su cuerpo se expusiera sin censura al santo, siendo tan solo separados del placer de sus sexos por una sábana. Era la primera vez que se encontraban piel a piel tras la resurrección de Leo y ninguno perdería tiempo tras aguardar las ganas de tenerse después de larga espera. Después de largas lágrimas de recibiento, ahora estaban ahí en el privado de Leo disfrutando uno a uno de su dulce compañía.

Marín afianzo aún mas el abrazo de sus piernas por la cintura de Aioria y hundió sus dedos por los mechones su nuca mientras las anchas manos del santo se posaban firmes por el borde de su cintura, forjando mas fuerza en el tacto. Estaba expuesto para sí.

Aioria la jalo con fuerza a su cintura, acción que le hizo arrugar la nariz a ella ante la sorpresa de aquel movimiento, logrando que la dama notara la locura que provocaba en él y cuanto habia extrañado su calor.

Aioria no pudo ocultar su deseo y ternura a través de su mirada, dejando que sus ojos centellantes esmeraldas observaran a plenitud los preciosos azulados de ella, mientras el vaivén de su pecho le regalaba los suspiros mas lánguidos. Marín dejo caer sus manos en el pecho desnudo del santo y vago con sus tibios dedos por cada línea formada, observando el color bronceado contrastante al suyo níveo de sus manos.

-Te extrañé...-susurro ella tímida con la mirada en el varonil pecho. El de Leo soltó una de sus manos y subio hasta su mejilla, acariciándola con su pulgar y cayendo hasta su mentón para hacerle enfrentar la mirada.

-No volveré a irme más, lo prometo.-ella le sonrió ante la respuesta mientras los ojos se le rozaban acallando el llanto. Oh, cuan difícil habia sido llegar a aquel momento, se dijo mentalmente la japonesa.

-¿Esa será otra promesa sin cumplir, Leo?-dijo ella con una sonrisa triste.

-Esta vez es enserio, lo se´.

Las manos de Leo la empujaron hacia él de la espalda, uniendo su cuello con el de ella, haciéndole disfrutar del aroma de sus rojos cabellos. Aioria cerro sus ojos y pudo sentir el pecho de Marín respirando entre sus manos, tan suya, tan calmada. Tenerla así, pensando en las ocasiones que creyo que jamás volvería a verla, le hacia sentir loco, como si de un sueño se tratará.

Leo imprimió mas fuerza a su abrazo. Aquel momento no era cuestión de deseo, era cuestión de compañia de sentirse los cuerpos entrelazados ,cuello con cuello, respiracion a respiración,latido a latido, en calor y silencio. Era unión de energías cálidas rompiendo el portal del tiempo, siendo uno con el universo para siempre.

-Yo también te extrañe...siempre lo hago, es más, podría decir que no hay momento en que no lo haga Marín.-esbozo Leo dulcemente apegando su mejilla en su hombro.

Marín sonrió para si. Ella se hizo espacio entre recargando sus manos en el pecho de Aioria y busco sus ojos, antes de regalarle un tibio beso que apenas y rozo sus labios.

-Demuéstrame cuanto me extrañas entonces, Leo.-soltó ella con travesura.-Y no me sueltes más.

El santo sonrió como si sus deseos fueran mandatos pues aquella tarde sin duda no la desperdiciaría sin besos ni caricias, no tras volver a sus brazos, a sus tibias alas de águila que atravesaron la muerte para traerlo de regreso. No, Aioria no olvidaría jamás esa última sonrisa, quedándose su mirada pícara en su mente, y su pasión en su corazón. Era hora de continuar una vida a su lado ,sin elección.

_X_

"Y ahora que te vuelvo a ver,ya no quiero amanecer tan solo,

porque ahora somos únicos, los únicos"

Salir a caminar en aquel lugar al que una vez conoció con el nombre de Rodorio le resultaba extraño pues trece años de muerto y luego a volver a revivir, no era algo que un ser humano cualquiera tuviera oportunidad de pasar.

Aquella tarde se sentía particularmente tranquila con el sol de Grecia pintando de dorado y tibieza cada rincón oscuro, los ancianos del lugar le sonreían sin saber quien era y las jovencitas le miraban de forma coqueta tratando de que sus bellos ojos azulados se clavaran en ellas, pero él sinceramente no prestaba atención a ellas pues su única preocupación ahora era continuar con su vida como si ninguna guerra hubiese pasado y tratar de"vivir" como años atrás. Nada era como recordaba, la viveza y tranquilidad que recordaba en el pueblo se había desvanecido con el montón de gente que se habia establecido en el lugar en esos años y diversos comercios nuevos.

Metió la mano a su bolsillo, notando las monedas que había en ellos y sonrió al ver a su frente una tienda de helados y nieve.

Llego a ella con pasos lentos y le sonrió a la anciana que los servía bajo un sencillo puesto. Pago dos monedas y enseguida recibió un barquillo de chocolate, su favorito.

-¡Seiya alcánzalo!-grito una voz a escasos metros del santo. El santo de Sagitario oteó hacia aquella femenina voz del grito y vio a un pequeño cachorro correr con ansiedad hacia su dirección

Trás de él, pudo reconocer al santo de Pegaso y otra jovencita muy parecida a él, corriendo hacia el perro.

El perro se detuvo a su frente y lo miro con ternura, haciendo que el santo se agachara hasta él y acariciara su mechón rebelde en su cabeza.

-¿Quieres un poco, amigo?-dijo el arquero hacia el perrito, que sin duda movio la cola animado ante la propuesta.

-¡No!-la jovencita detrás de Pegaso, derribo la mano con helado del arquero, cayendo sostenida sobre su pecho y manchándole su camisa con el barquillo caido. La jovencita se ruborizo cuando vio los ojos asombrados del arquero ante su acción, mirándole sin entender.

Seiya llego hasta ellos en segundos y tomo al cachorro entre sus manos.

-¿Aioros?-pregunto el Pegaso reconociendo al arquero. La castaña se alejo del tacto de Aioros y él la observo sin entender lo sucedido.

-Seiya...-dijo Sagitario rascándose su nuca, nervioso.

-Lo siento.-por primera vez, hablo Seika, colocándose detrás de su hermano.-Lamento haberle tirado su helado y manchado la camisa, es que le chocolate es mortal para los perros y no quería que...usted sabe. Le compraré otro.

El arquero penso unos segundos en lo sucedido y les sonrio a ambos.-No importa, entonces no ha sido un error.

-Lo siento por eso, Aioros.-le dijo apenado Seiya señalando su camisa y acariciando al perro.-Es que este amigo se nos ha escapado y nos ha traido buscándolo por todo Rodorio.

-Es lindo.-le dijo el otro, acariciandolo de nueva cuenta.

-Por cierto,ella es Seika mi hermana.-objeto el Pegaso alegre.-Saluda Seika, el es Aioros, caballero de Sagitario.

La castaña apenada vio el brazo del arquero estirarse hacia ella y le recibió cálida a pesar de incidente. Seika por fin pudo ver a plenitud los hermosos ojos color mar del santo y su cabello alborotado sujeto por una cinta roja, percibiendo un escalofrió ante su tacto. Su mundo sencillo habia eclipsado por Sagitario.

-Seika...-le dijo su hermano entre dientes a ella-Ya suéltalo.

-Ah,si.

La jovencita al darse cuenta que se había demorado en su tacto con el arquero eclipsada por su belleza, le solto apenada.

-Debemos irnos, tenemos que llevar a este amigo al veterinario.-aseguro Seiya hacia el arquero que le miraba divertido ante la pelea que mantenía con el perrito al saber que le llevaría al médico.-Pero quizá pase más tarde al Santuario y podamos tener una mejor charla.

-Esta bien, nos veremos en otra ocasión, Seiya.-comento el santo de Sagitario, mientras Seiya avanzaba de regreso hacia la otra calle de donde habia salido. Seika tambien se despidio del santo con una alabanza y siguio a su hermano. Ella quien siempre llevaba una cámara pues era aficionada a la fotografía clásica y a las ruinas, se detuvo un momento cerca de una tienda y le dijo a su hermano que continuara su camino, pues compraría algo en ella. Seiya asi lo hizo y la jovencita saco su cámara y busco entre la gente al santo,pues comprar en aquella tienda no era una prioridad.

A escasos pasos de ella, el santo caminaba entre la gente con su camisa manchada de helado. Seika no entendía la mágica sensación que habia percibido con su tacto, pero si algo sabia apreciar era la belleza y los ojos de Aioros le habían parecido un mar digno de retratar.

Enfoco hacia su silueta con la cámara a cuestas ,escondida entre el tumulto de gente y lo fotografió. De inmediato, salio una foto de la cámara con el rostro sonriente del arquero, haciendo que la dama sonriera ante ella. Quizá con suerte le vería en otra ocasión pues Aioros ahora le resultaba "unico"y especial a sus sentidos.

Continuara...

Lindos lectores, ojala les guste lo compartido hoy.