Descargo de responsabilidad: la maravillosa Akagami no Shirayukihime pertenece a Akizuki sensei.
EL DÍA
Hoy era ese día.
Shirayuki abrió la puerta de su habitación sabiendo lo que encontraría en el umbral. Miró al suelo y efectivamente… Ahí estaba, como todos los años, desde hace más de una década.
Una flor.
Una gerbera roja, de pétalos perfectos, del tono casi exacto de sus cabellos. Una flor sencilla, pero hermosa. Y resistente, llena de fuerza, con una vida mucho larga que la de otras flores efímeras.
Hace tiempo que había renunciado a saber quién la depositaba ante su puerta. El tercer año, le había preguntado a Zen… A Obi, a Ryuu, a Mitsuhide, menos a su cuñado, a él no, por los dioses… Pero todos lo negaban con una sonrisa.
Tienes un admirador, le decían.
Nunca pudo resolver el misterio, aunque ella siempre pensó que se trataba de su marido.
Desde entonces, la flor aparece año tras año, siempre el mismo día.
Si a Shirayuki le hubieran dado la oportunidad, habría sabido que ese era el día en que Zen y ella abrieron sus corazones para ponerlo en las manos del otro, tiempo atrás, cuando decidieron luchar por su amor.
Pero fue también el día en que Obi renunció a ella. Sí, el día en que encerró bajo siete llaves esa llama que ardía en su pecho para atesorarla y adorarla en soledad.
Porque los amaba más a los dos. Al joven maestro y a la joven señora.
Mucho más…
