Así que esta es mi historia de muchos caps xd Es la primera que escribo y que será larga, porque todos los demás eran one shots xd Como de costumbre, este fic es AlfredxMatthew, pero entre medio estarán otras parejas y otros chicos relacionados con los gemelos, como Arthur e Iván y tal vez Gilbert. Es un Universo Alterno y el primer capítulo es corto, porque prácticamente es una introducción. Ojala les guste, yo me emociono con esta historia porque es triste :'( aunqe intentaré no hacer sufrir mucho a Matthew xd pero es qe es inevitable, se ve tan lindo así. Como siempre, muchas gracias por los reviews de las historias anteriores y aqi vamos!
Nos vemos abajo ;)


Prólogo

La puerta de la habitación fue cerrada abruptamente, y un hombre tambaleante se internó haciendo movimientos erráticos, delirando debido al calor de su cuerpo. Allí, dónde se había metido, no llegaba la luz, un rayo reflejaba el umbral, pero nada más que eso, a oscuras. Vacilante, echó una mirada a su alrededor; el cuarto pertenecía a un niño y estaba decorado con los juguetes propios de la edad, mucho azul y autos y peluches vestidos como realeza rusa, un escritorio, una ventana que daba al jardín y la cama al costado derecho. Fijó su vista buscando el cuerpo inocente que descansaba bajo las sábanas, y sintió como si fuera un león salvaje y acabase de romper las cadenas que lo mantenían en la jaula, y entonces, liberado, podía ser una bestia en la realidad.

Se quitó los zapatos y se lanzó en la cama sin cuidado, mirando cómo un par de pestañas se batían perezosas pero acababan por dar paso a las orbes lilas que le veían ahora con confusión, y aunque a Josef no le importó, no evitó sorprenderse con el intento de grito que el niño masculló, así que hábilmente sus grandes manos cubrieron los labios rosa, presionando la mandíbula; era su forma de dar una advertencia, aquellos ojitos demostraron pánico, pero no eran capaces de lanzar alaridos.

Alejó una mano para desabrocharse el pantalón, mientras que con la otra descubría al niño. Pronto, los holgados piyamas ya no cubrían sus piernas ni sus débiles caderas. Josef las separó brusco y el pequeño pudo oler alcohol en su aliento. Intentó hablar, intentó defenderse, pero todas las posibilidades fueron nulas cuando el hombre acercó su miembro y, sin una gota de cuidado, lo introdujo en el pequeño cuerpo. El arqueó la espalda, abrió mucho los ojos, todo su ser se acalambró y el habla por fin pudo salir, acorde Josef empujaba.

-¡Detente, por favor! –Gimió el niño mientras se estrujaba las manos sudadas- ¡Detente, prometo que seré bueno, ya no desobedeceré! ¡No, por favor, voy a ser bueno, por favor, me duele mucho!

A oídos sordos clamaba por compasión, pero él no se detuvo ni hizo el intento de escucharla, como si estuviera completamente rodeado, no haría caso.

-¡Prometo que seré bueno, lo prometo!

Las palabras abandonaron sus labios a medida que el hombre se internaba más y más en su frágil cuerpecito, desgarrándole hasta verlo sangrar. Ya no gritó, ni lloró, se tragó sus quejidos, hondando en lo cuestionable del efecto mariposa.

Unos minutos más tarde, un líquido espeso le manchó los muslos, pero no le preocupó, porque se sentía vacío. Notó cómo Josef abandonaba su cuerpo y posteriormente su habitación y se cubrió con las sábanas hasta las mejillas donde sus lágrimas estaban secas.

El viento azotó contra el interior de las cortinas naranjas, deslizándose dentro y congelándolo todo, incluso la infantil esencia de aquel baúl oscuro.

De esta manera fue cómo Matthew, pequeño retoño de 7 años, perdió su inocencia.


Introducción

Los rayos de sol se colaban por entre las rejas y los gritos gustosos de los niños de básica llenaban el lugar, convirtiéndolo todo en un ambiente sobrecogedor. Ya sería verano, cualquier mínimo detalle lo dejaba ver. Con 16 años, Matthew Williams caminaba con dos libros en los brazos, acompañado de un joven que lucía el cabello negro y la piel morena. El chico le hablaba haciendo gestos a los que Matthew respondía con una sonrisa o un ''Oh, creo que sí'', con falta de emoción en la voz. Guillermo le agarró del brazo deteniéndolo y mirándolo a los ojos; casi los libros se van al suelo.

-¡Mattie! ¿Me estás oyendo?

-Claro.

-Oh, no, no lo estás haciendo. ¿Ocurre algo contigo? ¿Josef lo hizo otra vez?

Matthew volteó su rostro, y desvió la mirada. No, no lo había hecho, pero era consciente de que cualquier momento podía ser el temido. Desde los siete años lo sabía.

-Bien, creo que lo he arruinado. Vamos, te invito a un helado. –dijo avanzando.

-No, no quiero, deja que yo lo haga, siempre lo haces tú.

-No me importa. Quiero invitarte.

-Pero…

-Matthew, es de mala educación rechazar.

-¿Te he dicho que eres la persona más persuasiva que conozco?

Guillermo rió asintiendo y se dirigieron al parque, todo el camino hablaron y comentaron un arduo día en la escuela. La mirada de Matthew husmeaba a Guillermo de vez en cuando y sonreía, estando tranquilo. Él era su mejor amigo, su única amigo, porque en el colegio no era nada popular y ambos estaban consideradas como freaks; les gustaba el animé, el color negro y la música pesada. Distinto al resto.

Miró hacia adelante acomodándose el cabello mientras el cubano aún hablaba. Su familia tenía un buen pasar económico –al contrario de la de Matthew- y siempre estaban unidos. Matthew William vivía con su madre y su padrastro porque sus padres se habían separados cuando él tenía cuatro años, y no recordaba nada de la vida antes de aquello.

El camino a la heladería favorita de ambas no era largo, y debían atravesar el parque, a Guillermo le gustaba: era tan íntimo, podía respirar y pasar un buen rato con Matthew, porque casi nunca se separaban. Ambos curvaron los pies y en un banco gris frente a la tienda se desplomaron. Matthew guardó sus libros.

-¿De qué quieres? –Preguntó Guillermo alejándose- ¿del sabor de siempre?

-¡Por favor! –sonrió él, encogiéndose de hombros.

Guillermo pensó que lucía adorable y entró tintineando las monedas en sus manos y silbando el himno de Cuba como siempre lo hacía. Era conocido por el dueño del local. Ventaja. Siempre un descuento.

Afuera, Matthew disfrutaba del fresco que rociaba su rostro, divagando. En su piel, los toques sucios y las caricias bravas de su padrastro renacían y era como si tuviera siete otra vez. Su cuello sudado, su boca hambrienta, Matthew cerró los ojos y exhaló, esperando por Guillermo.

Habían pasado unos minutos en los que seguía hundido en sus propios pensamientos cuando oyó una voz grave que conocía bien; volteó el rostro atemorizado de ver a Josef caminar hacia él. Matthew sabía que si no hacía algo sería castigado de la peor manera en casa y no tuvo otra opción que echarse a correr en dirección contraria hasta su hogar, culpándose mentalmente, en el momento en que Guillermo salía confundido y no lograba verlo; pensó que algo malo ocurría, lo sabía, su mejor amigo podía ser todo lo malo que la gente decía sobre él, pero no tenía malos modales y jamás se hubiera ido sin avisar. Con los labios, Matt le hizo una señal dirigiéndose a Josef y él lo entendió bajando el rostro. ¿Todos los días debía ser igual? ¿Tenía que seguir siendo cómplice? Se acercó al basurero y botó los dos helados, resignándose a ir a casa.

Matthew atravesó los helechos del umbral de la puerta y se aseguró de que su padrastro no estuviera cerca para cerrarla con llave y correr hasta su habitación. Allí se encerró completamente, incluso las ventanas y se acurrucó al lado de su cama agarrando su oso polar blanco con las rodillas en su pecho. Estaba temblando. Su cabeza se escondió y se dedicó a llorar mientras oía los golpes que amenazaban con tumbar la puerta; quiso rezar para poder tener alas y escapar, pero no fue capaz. Lentamente disminuyeron y Josef gritó cosas sobre que estaba castigada o algo así. Él no le prestó atención.

La noche cayó sobre Detroit y el ruido de los grillos cantando sobre sus oídos le despertó con tranquilidad porque le ardían los ojos de tanto sollozar. Miró el reloj a su lado, eran las 9:15; ¿había dormido toda la tarde solo? Rápidamente -y tal vez demasiado, lo comprobó porque su cabeza comenzó a dar vueltas- verificó que toda la ropa estuviera en su lugar y respiró aliviado cuando así fue.

Sentía que su corazón pesaba y que la sien le palpitaba dentro y se acurrucó en las sábanas dispuesto a olvidar y dormir hasta el día siguiente. Lo hubiera hecho -claro que lo hubiera hecho; si no su presencia e intimidad hubieran sido molestadas por el suave ir y venir de piedrecillas contra el vidrio de su ventana- ¿Alguien fastidiaba? Intentó levantarse con su mejor ánimo esperando que fuese Guillermo. Sonrió cuando su presentimiento estaba materializado.

-¡Hey! -gritó Guillermo tratando de no hacerse notar- ¿Puedes salir?

-Estoy castigado -informó con un ademán de tristeza.

-¿Por qué?

-No lo sé, órdenes de Josef.

-Quiero hablar contigo.

-Yo también -dijo, agotado- Mm... Creo que puedo bajar.

-¿Qué quieres decir?

La distancia entre el balcón de la habitación de Matthew y el piso abarcaba casi seis metros y dudó sobre si sobreviviría en la caída, pero la idea de quedarse una noche más como presa de su padrastro le aterraba. Si saltaba, al menos moriría en paz con su mejor amigo.

Agarró su abrigo negro, las llaves y puso dos pies sobre el fierro, lanzándose de inmediato y tropezando en la hierba. Rogó porque nadie oyera eso. Guillermo se le acercó y le dio las manos cuidando que no se moviera demasiado, estaba pálido.

-¿Cómo mierda haces eso? -le reclamó mientras Matthew se levantaba haciendo movimientos con su pierna lastimada para aflojar el dolor- ¡Pudiste matarte!

-Oh, vamos, que no fue tan grave. Aún estoy vivo.

Guillermo sonrió y pronto ambos se encaminaron por las calles frías de la ciudad, hablando sobre cualquier cosa y riendo de la nada, y Matthew se sentía bien, muy seguro con él a su lado. Cuando las luces comenzaron a encenderse y el cielo caía como a un manto negro, decidieron que era mejor volver, y acabaron arrinconados frente a la casa del rubio.

-¿Por qué no vienes conmigo? -Guillermo le miró directamente a los ojos- En mi casa hay espacio, y podemos...

-No quiero ser una molestia -contestó desviando la mirada.

-No lo serás, eres mi mejor amigo.

¿Cuántas veces había oído eso? Tal vez debería aceptar, pero Josef se pondría furioso. Miró a Guillermo una última vez, deleitándose con el hielo del lugar.

-Tengo que decirte algo -habló de repente. Matthew entrecerró los ojos esperando- pero promete que no te vas a enojar.

-No me voy a enojar -respondió y se cruzó de brazos.

Guillermo asintió agarrándose el cabello negro y frunciendo el ceño por el dolor. Matthew le vio interrogante, acercando su rostro. Y no supo si fue el viento, o las ráfagas, o su propio cuerpo, pero Guillermo estaba allí y lo estaba besando. Sus labios cálidos se posaban sobre los de él sin mayor ofensa, y Matthew no pudo pensar ni decir algo coherente. Al ver que no respondía, Guillermo se alejó con suavidad mirándole triste... ¿no sentía lo mismo?

-Te amo -le susurró.

Matthew acarició sus labios, bajó la vista y luego la posó en el rostro moreno de su acompañante, y sintió sus ojos humedecerse.

-Guille -comenzó tembloroso- A mí no me gustan los chicos.

Y fue como si el mundo se hubiese roto para ambos, porque los pasos inminentes de un hombre de contextura considerable se dejaron sentir. Matthew miró con pánico.

-¡Yo sabía! ¡Lo sabía! ¡Par de maricones, tú y tu amigo!

Y el niño se echó a correr acelerando el paso hasta su casa. Subió las escaleras, le puso llave a su cuarto y comenzó a meter ropa y ahorros y al oso blanco en una mochila roja con la cara empapada de lágrimas. Josef golpeaba sin descanso la madera y eso agrandaba sus fuerzas.

Se colocó la mochila en los hombros y asomándose al balcón, dudó en hacerlo, pero no había de otra. Ya lo había hecho, no era tan difícil. Saltó quejándose por la pierna resentida, pero no le dio importancia, levantándose y corriendo hacia cualquier lado lo más rápido que podía; no sabía dónde ir, quizá podía recurrir a Guillermo, pero luego del beso sería algo incómodo. Así que se deslizó silencioso por el camino, afirmando su chaqueta porque el frío le calaba los huesos y aún estaba mojada debido a las lágrimas. Suspiró apoyándose en una pared, cerca de donde comía helados con el que solía ser su mejor amigo. ¿Qué iba a hacer ahora? Se encontraba exhausto de una vida a la que nunca perteneció realmente y se sentía vacío. Toda su existencia había sido un ir y venir de eventos desafortunados; Dios le odiaba, ésa era una opción. Se dejó caer con las piernas juntas pero se paró de inmediato pensó que lo mejor sería correr para estar a salvo y así nadie lo encontrara. Con los ojos congelados por los sollozos, el aire le estremecía abruptamente, y se lamentó no tener a mano algo más para cubrirse. Pensó en volver a casa, pero allí estaba Josef, y su madre, que jamás pudo ayudarle en algo. Posiblemente un destino agradable sería la casa de su padre. Matthew se dio una leve sonrisa volteando su mochila y deslizando el cierre y metió la mano intentando encontrar un papel. Husmeó por su ropa y su dinero, hasta que hundiendo más logró encontrar lo que buscaba. Sacó una foto de ella. Al tenerla frente a sus ojos lila sintió como si estuviera renovado, y no necesitara de un hogar para cubrirse por las noches, porque allí en la imagen estaba su padre, un hombre ya maduro con lentes y cabello rubio y unos ojos azules que de inmediato le transportaban a otra realidad. ¿Por qué el no ganó su custodia? Ya casi no le recordaba, su mamá hablaba poco sobre ellos como familia y nunca más le permitieron verse.

Ahora parecía la mejor opción. Tras la foto, la ciudad ''Hamilton'' estaba escrito con letras manuscrita y Matthew se impuso a sí mismo llegar hasta Canadá porque su padre era la única opción que tenía. Decidió levantarse, guardar la fotografía y echarse a caminar de nuevo bajo una fina lluvia. ¿Cómo se le jodieron tanto las cosas? Bueno, tal vez desde el principio nunca habían estado bien.


Pido perdón por lo de Matthew pero era necesario, de otra forma, Alfred no podría ser un héroe 1313 xd Espero les guste y ¿reviews? El prox cap lo subiré pronto porqe estoy ansiosa! Y ya verán lo que le ocurrirá a Matt, al final del segundo cap (qe realmente es como el primero O.o) se encuentra con Al :D Ya, gracias por leer y nos vemos en el prox!