CAPÍTULO 1
- Papá te llamaré cuando llegue a la habitación de la Residencia, de acuerdo? – le pregunté a mi padre, dando inicio a una despedida que, sabía yo, no
sería fácil para ninguno de los dos.
- De acuerdo hija,... sabes Bella?...se que debería estar feliz por que vas a empezar la Universidad tal y como siempre has querido, pero mi parte de padre
protector me dice que no te deje ir…que eres mi niña y que lejos de mí no te podré cuidar ni proteger… - vale, sabía que ni mi padre ni yo éramos
personas de ponernos sentimentales y expresar lo que sentíamos, pero tenía que reconocer que la ocasión se lo merecía; después de nueve años
viviendo juntos sin habernos separado, yo me iba a la Universidad y Charlie se quedaba solo en Forks.
- Papá! Sé que no es como si estuviera en Port Angeles, pero sabes que en el caso de que me necesites en dos horas en avión me tienes aquí para ti – le
dije dándole una sonrisa para que se tranquilizara…o para auto-tranquilizarme yo, aún no lo tenía claro.
- No soy yo el que me preocupa Bella, sabes perfectamente que siempre me ha costado muchísimo dejarte, eres mi pequeña y…no podría volver a pasar
por el miedo de perderte, sé que esta vez no lo superaría. – los momentos de sinceridad y demostración sentimental en Charlie eran muy escasos,
pero aunque yo intentaba aparentar una fuerza y una voluntad inquebrantable para tranquilizarlo, la verdad era que estaba igual o mas nerviosa
que él; la que solía sufrir más por estar lejos de él y de la seguridad con la que me envolvía era yo.
- Papá, sabes mejor que nadie que eres la persona que más quiero, y aunque también tengo a Jake, Angela y Ben, tú eres lo más importante para mí. –
Sentía que debía dejarle claro que para mí también era una separación difícil y dura, pero tenía que reconocer que estaba muy emocionada ante
esta nueva etapa de mi vida.
- Si eso lo sé Bella, pero a ver que me dices cuando encuentres un chico musculoso y bronceado de California que te haga perder la cabeza… - la imagen
de Charlie celoso por el posible futuro novio de su única hija era algo digno de ver y recordar; el único chico que le tenía tranquilo era Jake y
porqué era como su propio hijo. – …a ver quién se acuerda entonces de ese padre tan querido.
- Papá me estás empezando a preocupar, aún no me he ido y ya te estás volviendo un viejo cascarrabias… - le dijo para picarlo un poquito, ya habíamos
hecho demasiadas declaraciones y muestras de sentimientos, me apetecía volver a nuestra típica relación de "tu me molestas, pues yo aún más" -
creo que cuando venga a verte con uno de esos tíos musculosos y bronceados tendré que traerte una rubia bronceada para ti, a ver si consigo que no
estés tan enfurruñado – le di una mirada pícara y luego sonreí al ver a mi padre que no pudo mas que ponerse rojo porque yo la había dado una
respuesta que no se esperaba. Si es que lo conocía demasiado bien!
- Sabes Bella? Quizás si que necesitemos separarnos un tiempo, debo empezar a usar mi sex appeal entre las mujeres del pueblo y no es algo que quiera
que mi niña vea, eres demasiado joven. – Ay, si aquí había alguien inocente ese era mi padre. Si bien era verdad que no era de esas golfas que iban
a mi instituto, se podría decir que muy inocente no era. Pero eso era otro tema y uno que no estaba dispuesta a que Charlie descubriera hasta,
por lo mínimo, que yo no me hubiera muerto; no me podía enfrentar a él en ese tema, y menos sabiendo que su querida pistola vive en la misma
casa que yo.
- Hahaha! Te juro que me gustaría ver eso papá, pero me espera la Universidad y cuatro años de fiestas, locura y desenfreno… - ante la cara pálida que
se la había quedado a mi padre, me puse a reír y le intenté tranquilizar – …era broma papá! Me voy antes de que me prohíbas salir de casa. – le di dos
besos a mi querido padre y lo abracé antes de coger las maletas dispuesta a subirme al taxi que había llegado mientras hablábamos.
- Cuídate mucho hija, y ya sabes que si quieres ir a una Universidad de menos prestigio, la Universidad de Seattle está muy cerca y podrías quedarte con
tu viejo padre… - el puso una carita de cordero degollado que me enterneció, pero Charlie Swan y yo ya nos conocíamos, y ya me había preparado
mentalmente para posibles chantajes emocionales y psicológicos. Esta vez ganaba la Swan pequeña.
- Venga papá, nos vemos en Navidad. Te quiero mucho. – volví a abrazarlo y a darle otro beso y antes de subir al taxi me giré y le dije – me voy ya
porque para un día que nos ponemos sentimentales, esto se termina pareciendo a La Casa de la Pradera! – Vi como mi padre sonreía y saludándole con
la mano me alejé de la casa que había sido mi hogar desde hacía nueve años.
Desde que había sucedido.
Desde que mi feliz infancia había terminado.
