"Si pudiera decirte lo mucho que te amo cuando sonríes. Lo mucho que te amo cuando pronuncias mi nombre. Lo mucho que te amo cuando me saludas. Lo mucho que te amo cuando tu risa inunda la habitación…"

Todo comenzó esa mañana del lunes, cuando Butters Stotch abrió su casillero. Era la hora del almuerzo y había ido a dejar algunos libros que ya no iba a utilizar en las próximas horas de clase, y dentro se encontró con una hoja de papel doblada. Estaba seguro que ese papel no estaba cuando tomo sus libros al llegar a la escuela. Así que miro a su alrededor en busca de alguien que pareciera sospecho, pero los estudiantes pasaban por los pasillos ajenos a lo que había encontrado, o al menos eso parecía.

-¿Qué pasa?- dijo Tweek a su lado. Sus casilleros se encontraban uno a lado del otro, por lo que era normal que coincidieran en la hora del almuerzo o en el cambio de clases -¿Por qué no metes tus libros?-. Butters no se había percatado que aún seguía cargando con ellos.

–Oh perdón, es solo que… hay un papel que no estaba en la mañana entre mis cosas- le respondió aun confundido.

-¡¿Qué?!- dijo Tweek alarmado. – ¡Puede ser una nota de extorsión!- dijo esto acompañado de un grito.- ¡Jesús! ¡¿Cómo abrieron tu casillero?! ¡Ningún casillero es seguro!- . Durante el tiempo, los delirios y la paranoia de Tweek habían disminuido, pero también estaban estos momentos en que sus pensamientos se iban a los extremos, sobre todo si no había consumido café con anterioridad.

–No te preocupes Tweek, mi familia no es rica como para que me quieran extorsionar- dijo Butters esperando que eso calmara a su amigo, aunque él no estaba realmente seguro si así funcionaban esas cosas. De todos modos, desdoblo la hoja y leyó para sí mismo lo que decía. Se tomó unos momentos más para volverla a leer, y lo primero que salió de su boca fue:

-Esto no puede ser mío-. ¿Quién le enviaría algo así? No pudo negar que su corazón latió rápido por unos momentos, pero no quería hacerse ilusiones.

-Es tuyo Tweek, Craig debió equivocarse de casillero-. Dijo Butters mientras le entregaba la nota. Era bien sabido que el título de la primera pareja gay en el pueblo de South Park le pertenecía a Tweek y a Craig, no se podía negar que eran una pareja celebre, todos conocían su historia de amor, así que era común que coquetearan descaradamente y se enviaran cartitas, flores y demás cursilerías.

- ¿Qué dices?– Tweek tomo la hoja y la leyó por unos momentos. –Esta no es la letra de Craig- dijo de inmediato.

Apenas Butters iba a hablar cuando una voz lo interrumpió.

-Vaya Butters, parece que tienes un admirador rondando por ahí- dijo Bebe sonriendo mientras leía las primeras palabras de la nota que sostenía Tweek en su mano. Al igual que Tweek, el casillero de Bebe se encontraba a su lado y aunque a muchos les pareciera extraño, se habían vuelto amigos, tal vez no los mejores, pero se llevaban bien y de vez en cuando habían salido junto con Tweek, principalmente a recorrer las cafeterías del área.

-Ojala a Clyde se le ocurriera también dejarme cartas de amor en el casillero- dijo en un suspiro. Clyde y Bebe habían estado saliendo durante más de dos años. Clyde jugaba en el equipo de futbol americano de la escuela, junto con Stan quien era el jugador estrella del equipo. Bebe apoyaba a su novio en cada partido siendo una de las porristas del equipo.

-No es ninguna carta de amor- apresuro Butters en decir. Estaba poniéndose nervioso, realmente no quería hacer grande el asunto, no quería ilusionarse por algo así y mucho menos que al final solo fuera una estúpida broma de mal gusto. La carta estaba escrita con una letra no muy bonita e incluso tenía algunos rayones, pero era entendible y de alguna forma sabía que las palabras en ella eran sinceras y eso último es lo que lo hizo sonreír.

Mientras Butters se perdía en sus pensamientos, Tweek comenzó a releer la carta, parecía algo íntimo y hasta se sintió un poco culpable de hacerlo, pero estaba buscando el nombre del remitente de la carta.

-No está firmado por nadie- observo Tweek.

-¿Un admirador secreto? Vaya, un poco cliché pero lindo.- dijo Bebe. El casillero hizo un chirrido cuando lo cerro.- ¿O tal vez es un idiota que olvido poner su nombre?- añadió esto último con un poco de malicia.

-De todos modos no importa, porque seguro fue un error-. Butters quería terminar la conversación cuanto antes. –Vamos Tweek, hay que ir a la cafetería con los demás.- Cerro su casillero de un portazo y tomo el brazo de su amigo para apresurarse a llegar cuanto antes. Tweek apurado metió la nota en el bolsillo de su pantalón para que no se le cayera, después se la entregaría a Butters.

Bebe solo los vio alejarse y también camino hacia la cafetería, sabía que Clyde la estaba esperando en la misma mesa de siempre. Pero lo que ella no sabía todavía es que había acertado en dos cosas: la carta era de un admirador secreto y a la vez de un idiota que no escribió su nombre.

Para empezar esa carta no debía ser enviada.