El Potterverso es de Jotaká.
Este fic pertenece al reto "¡Feliz cumpleaños, Lily!" del foro Amor de Tercera Generación.
«LOS PÉTALOS SE MUEVEN»
Por Victoire Black.
Su padre sonríe. Su madre sonríe. Su hermana sonríe. Sus tíos y primos sonríen. La felicidad se palpa con facilidad en el aire. Lily cumple seis años y parece una princesa. El largo cabello pelirrojo está atado en una trenza perfecta, y su diminuto cuerpo está enfundado en un enorme vestido rosa pastel con volados. Adorable, según todos en su familia. Y a Lily Evans le encanta que se lo digan.
Corretea por todos lados con aquellos zapatos demasiado grandes para ella —heredados de su hermana— pero no le presta atención alguna al hecho de que se le sale la punta del talón cada dos por tres. Está feliz por poder andar por ahí con toda su familia alrededor. Se siente bien con todos los regalos, los mimos, las palabras cariñosas que recibe.
No es que normalmente las cosas sean demasiado diferentes, pero los Evans viven en un pueblo algo alejado de Londres, donde viven sus tíos y primos, y no suelen tener oportunidad de reunirse demasiado seguido.
—¡Tuney! —llama con alegría a su hermana, mientras corre hacia una flor que se encuentra en medio del seco jardín.
La nieve había aplastado toda forma de vida vegetal durante las fiestas, y ahora que puede salir a jugar de nuevo al jardín nota que hay una flor naciendo allí. "¡Qué raro!", piensa la niña. "Mamá dijo que aún es invierno...".
—¡Tuney! —repite el llamado, antes de darse cuenta que su hermana está a su lado, observando extrañada la flor que crece en el medio de la nada. "¡Si ni siquiera hay pasto!", pensó.
—¿Qué es esto, Lily? —le pregunta, y la menor se encoge de hombros.
—Estaba aquí cuando llegué —responde esta, sin saber que en realidad eso no es verdad—. Tuney, mira, ¡sus pétalos se mueven!
En efecto, los pétalos de la flor se mueven como si ésta quisiera esconderse dentro de sí misma pero cambiara de opinión enseguida. Petunia abre los ojos lo más que puede, muda de asombro.
—¡Se mueven, Tuney! —repite Lily riendo y aplaudiendo con fuerza. La flor comienza a elevarse del suelo, arrancada por el aire mismo con una suavidad impensada, hasta posarse sobre su trenza. Queda allí, colocada como si hubiera estado decorando el pelirrojo cabello a propósito.
—¿Qué fue eso, Lily?
—¡Mi regalo de cumpleaños! —chilla la pequeña con alegría, y va corriendo a contarle a todos. Aquel es el mejor cumpleaños de seis años que ha tenido nunca. Y merece la pena recordarlo.
