Gravity Falls es propiedad de Alex Hirsch.
Esta es solo mi concepción de un futuro cercano, esperó que les guste.
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Geosmina
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El olor a pino y geosmina le inundaron las fosas nasales en cuanto puso un pie fuera del autobús.
Dio una inhalación profunda, permitiendo entrar a sus pulmones la mayor cantidad de aire posible.
El tiempo se detuvo a su alrededor y fue como si regresara en el tiempo a cuando apenas tenía 12 años y por primera vez había olido ese aroma.
-Hey Dip ayúdame - escuchó la cantarina voz de su melliza detrás de él, sosteniendo un par de maletas, todavía en la puerta sin poder bajar ya que el castaño obstruía la pasada.
-Muchachos, bajen rápido por favor - pidió con un tono un tanto molesto el chofer.
- Oh si, lo siento, ya bajamos señor - se giró y sin mucho esfuerzo levantó la valija, Mabel infló las mejillas y con nostalgia observó a su hermano.
¿Dónde había quedado su escuálido hermanito menor?
Los años no pasaban en vano.
El autobús se alejó dejando tras de sí una nube de humo y polvo, la cual distorsionó la silueta de ambos chicos.
-Estamos aquí...- dijo él.
-Así es...- le contestó ella haciendo lo mismo que el castaño momentos antes y aspiró una gran bocanada de aire fresco.
- Y esta es la última vez...
- No pienses en ello Bro-Bro - la fémina puso una mano sobre el hombro de su consanguíneo y le sonrió - Sólo hay que disfrutarlo, ¿Si? Este debe ser el mejor verano de nuestras vidas.
-Dudo que después del Raromagedón eso sea posible - bromeó él frunciendo la cejas y sonriendo.
- Bueno por lo menos el segundo - atinó a contestarle mostrando una resplandeciente sonrisa.
-Bien, entonces es hora de ir a la cabaña del misterio - musitó y acto seguido comenzaron a caminar en la carretera rumbo a dicho lugar.
Dipper cargaba sin ningún problema las maletas de ambos, aunque la de él pesaba muy poco pues no traía nada más que sus ropa y uno que otro artículo de higiene personal, sin embargo las de su hermana eran otra historia, estaba seguro que la más grande estaba repleta de sus zapatos y accesorios.
Levantó la vista y prefirió disfrutar de paisaje, el sitio apenas y había cambiado, por no decir que no lo había hecho en lo absoluto.
-Me pregunto si debimos haber traído a Pato - comentó de la nada su gemela.
-Ahora es demasiado grande, no habría cabido por la puerta del autobús, además estoy seguro que está pasándoselo genial en el hotel para mascotas.
-Oh claro que sí, lo anote para el spa- comentó emocionada y el de ojos ocre pensó que ese cerdo era afortunado de tener una dueña como su hermana, de lo contrario hace tiempo que ya se habría convertido en el desayuno de alguien.
Siguieron caminando por otros 15 o 20 minutos, hasta que lograron distinguir ese inconfundible y viejo letrero sobre la antigua construcción de troncos y tablas de madera.
Al acercarse más, los hermanos misterio observaron a un grupo de turistas salir del local, llevaban bolsas repletas de extraños suvenires y tomaban fotografías a diestra y siniestra siguiendo uno de los mapas que el establecimiento vendía.
Vieron entonces al nuevo gerente de la cabaña en la entrada despidiendo a los clientes.
-No olviden contarle a sus amigos y vecinos - les recordó agitando el brazo.
Soos no había cambiado mucho, seguía irradiando esa empatía y amabilidad, salvo que ahora tenía una barba de candado y vestía el característico traje del Señor Misterio en un tributo a Stanley, quien fuera su figura paterna más predominante.
Mabel corrió en su dirección sin pensárselo dos veces.
-¡Soos!- se colgó del cuello del hombre quien quedó congelado en su sitio, sorprendido.
-¿Mabel? Oh por Dios - la abrazó y dio un par de vueltas con ella en el pórtico, el suéter fucsia que colgaba de la cintura de la más joven revoloteo - Mírate, que grande y hermosa éstas, ¿Y tu hermano?
- Aquí - Mason levantó la mano dejando las maletas a un lado - el traje te queda bien amigo.
- Gracias, pero ven aquí hombre, dame un abrazo también - el más joven asintió y su viejo amigo aun sin soltar a la chica lo abrazó con fuerza - chicos realmente los extrañe, es bueno verlos de nuevo.
- Lo mismo decimos - respondieron al unísono los Pines
-¿Y los tíos Stan y Ford? - preguntó el gemelo varón
- Fueron al pueblo, ellos también acaban de volver hace unos días de su viaje en el pacífico - les contestó Jesús - pero pasen, saben que están en su casa. Su habitación sigue igual, así que pueden usarla sin problemas.
-Sí, gracias - el chico volvió por las maletas y juntos entraron a la cabaña.
- Soos tenemos un montón de cosas de las que hablar - profirió emocionada la representante de la estrella fugaz.
Después de todo y debido a que sus padres habían optado por vacaciones familiares, los últimos tres años los mellizos no habían podido regresar.
La última vez que se habían visto, ellos tenían 15 años.
Y muchas cosas habían sucedido desde entonces.
Así que Mabel se llevó al hombre bonachón del brazo en dirección a la cocina, mientras tanto Dipper subió las escaleras rumbo al ático para dejar sus pertenencias.
En verdad la recámara no había cambiado en absoluto.
Tan nostálgico.
Dejó las valijas sobre la cama y se dispuso a ir a la cocina también.
Mientras caminaba por el pasillo hacia la escalinata observó todo a su alrededor todo se veía igual de raro y eso le alegraba.
Colocó sus manos en sus jeans y silbando bajo de una vez. Sin embargo cuando se disponía a entrar en la cocina, la cabeza disecada de un alce con seis ojos lo golpeó en el rostro y se sobresaltó.
-¡Doha!- gritó dando un paso hacia atrás y cayendo de sentón
-Oh perdona hombre, no me he fijado que estabas ahí... - profirió la persona que sostenía la cabeza, dejándola a un lado - ¿Dipper?
El chico reconoció al instante esa voz, era inconfundible para él.
-Hola Wendy - le saludó sonriendo mientras se levantaba ante la mirada atónita de la pelirroja.
- ¡Dipper!- gritó y lo abrazó en cuanto estuvo de pie y su corazón se agitó brevemente - Viejo, estas muy diferente.
Lo observó de pies a cabeza, definitivamente la madurez estaba haciendo un buen trabajo en su pequeño, aunque ya no tanto, amigo, ahora era una cabeza más alto que ella y su musculatura se parecía a la de Ford.
-Tú sigues igual, quiero decir en el buen sentido - musitó el de chaqueta azul observando a la Corduroy, quien seguía vistiendo si típica franela verde y jeans, en apariencia eran pocos los cambios desde la última vez, parecía que había dejado de envejecer.
Pero sin duda alguna seguía siendo hermosa.
-Gracias, supongo - le dio un amistoso golpe y ambos repararon en el detalle que todavía llevaban puesto el gorro del otro, los cuales solían intercambiar cada vez que los hermanos dejaban el pueblo.
Después de todo eran un símbolo de cuanto significaban el uno para el otro.
Sin duda los mejores amigos.
- No pensaba encontrarte aquí, creí que ya te habrías desecho de esa vieja gorra, pero me alegra equivocarme - musitó el de hebras castañas sin dejar de sonreír.
-Lo mismo digo - respondió ella devolviendo la gorra de pino a su dueño original y este imitó su acción y se miraron fijo durante varios minutos - Pensé que ya no volverían, ¿Y tú hermana?
Por una fracción de segundo la mirada de Mason reflejó tristeza pero supo disimularlo enseguida.
- Esta en la cocina poniéndose al día con Soos.
-Genial - comentó emocionada - vamos entonces.
-Sí.
Y ambos fueron donde la melliza del chico y su amigo de gran tamaño.
Mabel casi tacleó a la leñadora cuando la vio y el resto de la mañana transcurrió entre atender a los turistas y la charla sobre los acontecimientos ocurridos en sus vidas esos tres años.
Por ejemplo Soos se había comprometido con Melody y la boda se celebraría a finales del siguiente mes.
Wendy había dejado la escuela porque "no era lo suyo" y además de trabajar en la cabaña, trabajaba en la taberna del pueblo.
Mientras que los mellizos les dieron la noticia que tenían un nuevo hermano de apenas 2 años y medio de nombre Blake.
Stan y Ford llegaron a la cabaña, después de haber ido a comprar algunas cosas al pueblo, a ambos les extrañó no ver ni a Soos ni a Wendy en el mostrador.
-De nuevo estarán haciendo el vago - profirió el de lentes a su gemelo quien ya comenzaba a refunfuñar.
-¡Soos! ¡¿Porque está sola la registradora?!... - gritó Stanley entrando a la cocina y quedando perplejo al ver a ese par de adolescentes castaños- ¡Niños!
-¡Tío Stan! - gritaron ambos y lo abrazaron al instante.
- Que sorpresa, chicos ¿Cómo están? - los saludó Ford alegrándose de ver a sus sobrino-nietos también.
-Hemos querido caer de improvisto y sorprenderles, esperamos no ser una molestia Tío Stan, Tío Ford - habló Dipper rascándose la nuca.
-Que va, jamás, es bueno que hayan venido de nuevo.
-Pero tienen suerte de que este verano hayamos regresado, porque el bote se averió, de lo contrario estaríamos disfrutando de una hermosa playa del pacifico - agregó Stan riendo de manera estridente.
Y en menos de lo que pensaron el atardecer llegó y con ello la hora de cerrar la cabaña del misterio.
Wendy tenía que ir a su otro trabajo por tanto era hora de marcharse también.
Dipper la acompañó hasta donde había dejado su bicicleta.
-Es genial que hayan regresado Dip, lo digo en serio es grandioso verte de nuevo- lo abrazó de nueva cuenta y el correspondió.
Si hubiese sido el mismo de hace unos años, seguramente estaría híper-ventilado, pero ya no más.
- Lo sé. A mí también me alegra-la estrechó fuertemente - Entonces nos vemos mañana ¿No?- musitó contra su cabello antes de que se separasen y ella se subiera a velocípedo.
-Claro que si compañero - le sonrió y puso un pie en el pedal de la bicicleta - oh, por cierto ¿Tienes planes, mañana en la tarde?
- En realidad no ¿Por qué?
-Es mi día libre en la taberna, y hace tiempo que conseguí la película de Psicosis, ¿Te gustaría verla conmigo? ¿Qué dices? Por los viejos tiempos.
-Me encantaría, así que cuenta conmigo - respondió con las mejillas tenuemente sonrojadas por pensar en los viejos tiempos.
- Perfecto. En fin hasta mañana Dip - se despidió antes de empezar a pedalear.
Mason observó a su mejor amiga hasta que la figura de esta se perdió entre los árboles.
-Los viejos tiempos... ¿Eh?- un sentimiento extraño se alojó en su pecho y recordó esa época.
Una en la que esa misma chica de cabello rojizo le había robado su corazón, sin su permiso, si esa época en la que se había enamorado por primera vez.
Y había sido rechazado también.
El de mirada ocre se cruzó de brazos y sonrió de lado observando el atardecer.
Ciertamente algunas cosas habían cambiado.
Pero otras no.
-Venga Bro-Bro iremos a comprar Nachos para la cena - le llamó su gemela agitando la mano desde la entrada.
-Si- respondió y regresó dentro, se sentía de buen humor y esperaba con ansias los siguientes días del verano.
Continuará.
