Hermoso y cruel mundo

Hola! Les traigo la conti de Bauklötze finalmente. Espero les guste.


Hermoso y cruel mundo

No supo en qué momento se dio cuenta, pero lo hizo. Las señales estaban allí, junto con los síntomas. Ya no podía negarlo. Por más que por semanas hubiese intentado convencerse que era un error, que sólo sentía un malestar pasajero, que estaba nerviosa, que su período llegaría, sabía que no era así.


Sus ojos oscuros siguieron la figura del pequeño Capitán a medida que se alejaba hacia la salida de las barracas. Le gustaría acercarse a él y preguntarle hacia donde se dirige, pero sabe que perdió ese derecho, esa cercanía que habían logrado y habían perdido de un momento para otro.

Sabe también que no puede dejar pasar esta oportunidad. Que el hombre se vaya le permite buscar a Hange y desahogarse, necesita hablar con alguien en quien confía con su vida, y sabe que no va a juzgarla.

Por supuesto que no se olvida de Sasha, pero en este momento no sólo necesita un oído que la escuche. La ayuda que la castaña podría brindarle es limitada, obligándola a buscar otras opciones. Y Hange es la persona indicada.

Sabe dónde encontrarle. Sólo debe seguir sus gritos, dirigidos hacia Levi, alentándole a quién sabe qué, con entusiasmo desmedido. Sus ojos se dirigen nuevamente hacia él, causando una insoportable sensación en su vientre. Un horrible sentimiento de angustia y anhelo mezclados con algo que identifica como celos, por la cercanía de la cual ya no goza, pero otras personas sí.

Inspira fuertemente, intentando no demostrar su descontento al llegar a destino. Sabe que no debería sentirse celosa de Hange. La amistad que le une con el Capitán es de años, y sabe también que no hay nada más entre ellos, aunque hubiese sospechado algo en un principio.

Espera a que el hombre se pierda en la distancia para hablar. El tema a tratar es muy delicado, y no quiere que oídos curiosos escuchen algo que no deben. Sobre todo él…

—Hange-san, ¿Puedo hablar con usted?— le dice, repentinamente, logrando sobresaltar a su superior.

—¡Ah, Mikasa! Jajaja, ¡Lograste asustarme!— le responde en tono juguetón, volteándose hacia ella y tomándola por uno de sus hombros. —¿Qué necesitas pequeña?— le pregunta, acomodándose los anteojos en forma exagerada, mientras le sonríe.

—Es algo privado— le dice, en voz baja, sin llegar a ser un susurro. —¿Podemos hablar en otro lugar?— le pregunta, mirando hacia el interior de las barracas. Hacía unas semanas gran parte de la Legión de Reconocimiento se había trasladado a la base en el interior de Rose, lugar que los miembros de la Legion comparten con los Cuerpos Estacionarios.

—Claro— le respondió Hange, adoptando una actitud un poco más seria. —Sígueme— le dice, indicándole el camino con su mano libre, mientras empuja su hombro.


—Hange-san, necesito que me ayude— dice Mikasa, en un tono que nunca antes le había escuchado, preocupándole.

—¿Qué pasa pequeña?— le pregunta.

—Estoy embarazada— le responde, sin darle tiempo para prepararse para su respuesta, que le deja sin palabras por unos instantes. Su cerebro trabaja a mil por hora, hilando pensamientos, posibilidades, recuerdos, miles de imágenes y momentos, conversaciones que había olvidado y ahora surgían con demasiada fuerza, todos a la vez.

—¿Estás segura?— le pregunta, sintiendo algo estrujarse dentro suyo. Mikasa le mira de manera extraña, seguramente por el patético tono de voz que le salió al hablar.

—Sí. No hay dudas— le responde, un poco antipática. No quiere que la chica se cierre y deje de hablarle, por lo que opta por tomar su mano, indicándole suavemente que se siente, haciendo lo mismo.

—¿Se lo dijiste a Levi?— le pregunta. No lo puede evitar, y sus palabras salen cargadas de sentimientos. Al menos puede esconder, aunque no del todo, la expresión que seguramente se está dibujando en sus ojos. Nunca antes estuvo tan feliz por llevar anteojos.

—No. No debe saberlo— le responde, frunciendo su ceño. La actitud de la muchacha le llama la atención, nuevamente disparando sus frenéticas neuronas hacia numerosas posibilidades, muchas de las cuales serían terribles para su pequeño amigo. Pero debe saberlo, no puede quedarse con la duda.

—Pero… ¿Él es el padre…?— pregunta suavemente, como temiendo la respuesta. Cierra sus ojos, inspira lentamente. El tiempo que Mikasa tarda en responder le parece infinito.

—Si— dice simplemente la chica, mirándole fijamente. Hay algo en ella que aun no logra descifrar, por lo que le insiste. Además, sabe que…

—¿Estás segura?— le pregunta. —¿No estuviste con alguien más?— le dice, obteniendo como primer respuesta una terrible mirada, notando que la pregunta puede haber sonado un poco ofensiva.

—¿Por quién me toma? — le dice fríamente Mikasa, con un tono que podría considerarse irrespetuoso. —Pst, olvídelo— dice al instante, poniéndose en pie, con clara intención de abandonar la conversación y retirarse del lugar.

—¡Espera, Mikasa!— le dice rápidamente, tomando a la chica por el brazo para no dejarla marcharse. —Discúlpame, no quise acusarte de nada— se defiende, pero por la mirada que la muchacha le dedica, sabe que perdió su confianza. Algo que debe recuperar de inmediato. —Ven, siéntate nuevamente. Lo siento… me tomaste por sorpresa— sigue con su monólogo. Realmente está comenzando a preocuparse seriamente por Mikasa.

—Debo irme, tengo cosas que hacer— le responde la chica, tironeando de su brazo, intentando liberarse.

—No quise ofenderte, lo siento— se disculpa nuevamente. Nota en las manos de la chica un pequeño temblor, cayendo en cuenta que por más dura que se muestre, hay situaciones que pueden con cualquiera, y Mikasa no es la excepción. —No es que quiera justificarme, pero nadie pensaría mal de ti si en este tiempo en que se alejaron estuviste con alguien más. Quiero decir…—

—Entiendo a lo que se refiere…— le interrumpe Mikasa. La expresión de su rostro ha vuelto a la normalidad, aunque, si observa detenidamente, puede notar cierto cansancio y un dejo de tristeza que no es característico en ella. Y con una buena razón. Tiene quince años y está esperando un hijo. —Pero no hay nadie más. Sólo Levi— sigue diciendo. La manera en que pronuncia el nombre del Capitán se siente extraño. Nuevamente siente una presión en su pecho, por lo que a fuerza de voluntad se obliga a cambiar la expresión que sabe adorna su rostro por otro un poco más animado, más característico de su persona.

—Bueno, entonces, ¿Cuál es el problema? — pregunta inocentemente, intentando cambiar el ambiente.

—Necesito que me ayude a abortar—

Oh.