Capítulo Editado
Disclaimer: Nada de lo que podáis reconocer me pertenece y blablabla. Los siguientes personajes son propiedad de Alphanim, France 2, Jetix y Welkins Animations.
Bueno, pues aquí me tenéis de vuelta con mi pareja favorita por excelencia, como habréis notado. Este fic contará con unos cinco capítulos y en cada unos integraré frases o versos relacionados con el contenido. El primero es, digamos, de "introducción", para tantear el terreno. Para comenzar he tratado de diseccionar lo mejor posible la mente de nuestros protagonistas, tratando de acercarme lo máximo posible a su personalidad y su modo de ver el mundo, algo que considero fundamental en el desarrollo de la historia. Espero que os guste y que mi número de lectores (actualmente creo tener dos xD) crezca.
Para no variar, y como no podía ser de otra manera, se lo dedico a las geniales Oukyn y endorphine. Es maravilloso saber que tras la pantalla hay alguien a quien emocionan mis historias y que me motiva para seguir adelante. Nada de esto tendría sentido si no contara con su apoyo :)
¡Que disfrutéis!
I won't let you go
(Quienlosientelosabe)
Él miraba el mundo desde su balcón. Miraba los transeúntes y los edificios recortándose contra el cielo oscuro de Akilian, y la nieve cubriendo los tejados. Miraba sin ver, recostado en la baranda, con un vaso vacío en la mano y unos pantalones de pijama.
El holotelevisor se había convertido en un imperceptible pero perpetuo hilo de fondo y hacía horas que Micro-ice y los otros se habían marchado a tomar algo al bar de su madre, tras tratar de persuadirle de salir y despejarse con escasos resultados. Los había dejado marchar después de convencerles de que estaba perfectamente y se había abandonado a la soledad de su cuarto.
Podía ver perfectamente la compasión en sus ojos y se sentía humillado y avergonzado de sí mismo. Sí. Ellos también estaban allí cuando ocurrió.
Habían pasado días de pánico e incertidumbre, sin otro indicio que una nota de despedida. No me busquéis. Su ausencia les acompañaba a todas horas como una presencia física. Había sido la segunda en marcharse, en caer. Quizás no la última.
Cuando la chica de ojos de mar había aparecido nuevamente en sus vidas, lo hizo en televisión, acompañada de Sinedd, anunciando su nuevo contrato con los Shadows.
Todos presenciaron en ese instante como el orgullo de D'Jok caía en picado y se estampaba contra el suelo. Sentía su propia incredulidad reflejada en los rostros de los demás, sus ojos mirándole fijamente esperando una reacción más allá de la mandíbula tensa y el ceño fruncido, hasta que se incorporó sin decir ni una sola palabra y salió de la estancia arrastrando su dignidad como buenamente pudo.
Se dejó caer en la cama, demasiado estupefacto como para descargar su ira. Siete días con sus respectivas noches (en vela) había pasado angustiado por la repentina desaparición de Mei, a sabiendas de que las cosas no habían ido demasiado bien desde hacía tiempo.
No podía dejar de pensar en qué había hecho mal, en qué se había equivocado como novio. Repasaba mentalmente todas las ocasiones en las que podría haberle demostrado su cariño y no lo hizo. Los te quiero jamás pronunciados le escocían en los labios y los besos y abrazos nunca dados le corroían la piel.
Despreciaba a Mei por su traición y se justificaba pensando que ella nunca había sentido nada por él, que simplemente actuaba. Convenciéndose de que era demasiado fría y superficial como para sentir nada por nadie, como si de ese modo pudiera sacudirse la culpa.
No pasó demasiado tiempo antes de que los chicos llegaran a su habitación intentando convencerle de ir a dar una vuelta. Pero al final se dieron por vencido, también gracias al argumento de Yuki –eso debía concedérselo- de que lo que necesitaba era estar solo. Cogieron sus chaquetas y se largaron, no sin antes una escenita de abrazo, palmada-en-el-hombro y "aquí para lo que sea, hermano" cortesía de Mice.
[Quizás sea por la ruinas que dejé detrás
Por eso hoy no le temo al fuego, pero sí a las cenizas]
Tras una ducha templada y la compañía de una botella de whisky, D'Jok decidió dejar de autocompadecerse y salió al balcón a contemplar el firmamento. No era muy de ahogar las penas en alcohol y era demasiado obsesivo con aquello que ingería como para beber con demasiada frecuencia –cosas de deportistas-, pero a la mierda, lo necesitaba.
El cielo, salpicado de astros y surcado por naves espaciales, le hizo sentirse súbitamente muy perdido. Le hizo recordar el juramento que se hizo una vez, cuando era un adolescente ambicioso y sediento de gloria. "Ad astra". Hasta las estrellas.
Los Snow Kids, sin Rocket, sin Mei, y al borde de su tercera temporada, estaban a punto de convertise en una vieja gloria. Ya no había unidad ni esa frescura juvenil de quien se cree imparable, capaz de todo. Quizás ellos habían sido los más sensatos, los más prácticos, conscientes de la necesidad de impulsar su carrera y huir de un barco al borde del naufragio. Quizás él debería hacer lo mismo.
En ese momento sacudió la cabeza y se culpó del hilo de sus pensamientos. Él jamás abandonaría ese equipo. Se hundiría con él si fuera necesario, pero no estaba dispuesto a darse por vencido. No iba a traicionarles de ese modo. A traicionarse a sí mismo. Él era D'Jok. El capitán del Titanic.
['Tan-tan'. Llaman a la puerta otra vez.
"Ya va, ¿quién es?"
Fue abrir
y se metió en mi casa un amanecer…]
Unos suaves golpes en la puerta le despertaron súbitamente. Se había quedado dormido en la terraza, con la cabeza apoyada en los brazos. Maldijo entre dientes, intentando incorporarse a duras penas y tropezándose con la silla. Sentía un dolor lacerante en el cuello. Caminó hacia la puerta, despotricando. Enfadado con el mundo.
-¡Micro-ice, esta es la última vez que te abro! Me las suda si te has vuelto a olvidar la…
La frase quedó suspendida en el aire cuando abrió la puerta y se encontró con la mirada tímida en los ojos de su compañera, que sostenía una bolsa de plástico con ambas manos.
-¿Tia?- titubeó bobamente, plantado en el umbral de la puerta.
La chicó esbozó una pequeña sonrisa avergonzada.
-¿Puedo pasar?
Le costó unos segundos procesarlo.
-Eh, claro. Sí. Adelante.
La dejó entrar, sintiéndose idiota; se reprendió mentalmente por el caos que tenían por cuarto, con la ropa tirada en cualquier rincón, las cajas abiertas de videojuegos en el suelo y varias latas de refrescos vacías en la mesilla.
-Perdona, no te esperaba. Tenemos la habitación hecha un desastre…
-No, perdóname tú a mí. No debería presentarme así, no quiero molestar- agregó, echando un ojo a la colcha arrugada.
-No eres ninguna molestia- mintió, demasiado cortés como para herir los sentimientos de Tia, pues la relación entre ellos nunca había sido precisamente fácil.
-Te saltaste la cena y tampoco comiste mucho. Pensé que tendrías hambre- se explicó, como intentando excusarse, mientras mostraba la bolsa que llevaba entre las manos.
El pelirrojo la miró algo sorprendido.
-Vaya, gracias. No tenías por qué.- ni siquiera él se había dado cuenta de lo hambriento que estaba.
-No las des. Para eso estamos.- Tia depositó la bolsa sobre la mesa e hizo un gesto con la mano para restarle importancia, antes de girarse de nuevo hacia él.
-Y… ¿cómo estás?-inquirió delicadamente.
-Bien.-respondió dudoso. Se encogió de hombros y desvió la mirada, rascándose un brazo incómodo.
Tia suspiró. Sentía que tenía que decirlo, aunque ninguno de los dos se encontrara demasiado cómodo en esa situación
-Mira D'Jok, sé que ahora todo es demasiado confuso, porque he pasado por esto también, pero siempre es mejor hablar de ello. Debes saber que me tienes aquí para lo que sea- buscó sus ojos y D'Jok se sintió algo abrumado por la facilidad que tenía esa chica para hacerle sentir cohibido. Casi vulnerable. Porque él era un completo inepto en lo que a sentimientos se refiere y Tia (como en casi todo) su radical opuesto. Tan sensible, dulce y retraída.
-Te lo agradezco de corazón, Tia. Pero va en serio. No te preocupes por mí. Estoy bien.
Intentó sonreírle y ella le devolvió el gesto, desistiendo.
-De acuerdo. Será mejor que me vaya, para que puedas descansar.
La chica se dio la vuelta y D'Jok la vio marchar. Al cerrarse la puerta, se sentó en un borde de la cama con la cara entre las manos, sintiéndose muy solo de golpe. Sabía que si había una persona en el mundo capaz de comprenderle, por extraño que resultara, sería ella. Recordaba como propio el dolor con el que se había visto obligado a lidiar durante meses, día tras día, en sus ojos verdes. A cada instante se habría desvivido por ella, por romper el rencor y la aversión que le profesaba (quizás con razón, quizás sin ella).
El olor a comida le sacó de sus pensamientos. Miró la bolsa que reposaba a centímetros de su brazo, y sin pensarlo dos veces, se levantó y echó a correr hacia el pasillo.
-¡Eh, Tia!
[cuando más harto creo estar
vienes tú y me salvas…]
D'Jok se llevó a la boca el último trozo de hamburguesa mientras Tia le miraba, todavía sorprendida por su invitación a cenar juntos. Estaba acurrucada en una silla, abrazándose las piernas. Sus ojos brillaban en la penumbra de la terraza y él le devolvió la mirada pensando en lo extraño de la situación, y en lo cómodo que se había sentido con ella esa noche. Era raro. A pesar de haber sido compañeros y haber convivido durante cuatro años y de todo lo que habían pasado juntos, apenas habían pasado tiempo el uno con el otro como amigos.
Le asombraba lo fácilmente que fluía la conversación entre ellos, sin ahondar demasiado en nada, como dos viejos conocidos. A ambos les gustaba el silencio y sabían compartirlo sin palabras forzadas ni frases absurdas.
-Yo sigo pensando que las Rykers tienen serias oportunidades de ganar.
-Te recuerdo que los Cyclops aplastaron a los Wambas en el último amistoso.-rebatió D'Jok, bebiendo directamente de la botella y ofreciéndosela a Tia, que tragó y no disimuló el escalofrío repentino ni la expresión de asco. D'Jok rió y cogió una patata frita.
-Woowamboo ha estado un poco bajo de forma últimamente, pero los Cyclops tienden a empezar fuerte y quemarse rápido.- apostilló la chica, robándosela y llevándosela a la boca.
-¡Eh! El problema de los Wambas es que son rápidos en el ataque, pero deficientes en la defensa. En cambio el juego de los Cyclops se basa en el contraataque.
-Sólo espero que haya suerte y no nos toque un rival demasiado fuerte en las primeras jornadas. No estamos en nuestra mejor forma.- observó Tia antes de dar un sorbo a su bebida.
-¿De veras crees que jugaremos la liga este año?
Tia le miró un tanto perpleja, mientras D'Jok se pasaba una mano por el pelo.
-No veo motivos para no hacerlo.
-Ya has visto la cara de Aarch esta noche, Tia. Cuando Mei…- respiró hondo -Sabe que este equipo ha perdido el rumbo.
-¿Perdido el rumbo por qué, por no tener a Mei o Rocket en nuestro equipo? Un equipo no se basa en dos personas. Saldremos adelante con o sin ellos, a pesar de esta mala racha.
-No es una simple mala racha, créeme. Hemos tocado techo.
-¡Hemos ganado dos copas Galactik Football! Somos los Snow Kids. Que tú tengas un problema de confianza últimamente no significa que este equipo lo tenga.
Tia cerró la boca bruscamente y él pelirrojo la miró con frialdad. Acababan de entrar en terreno pantanoso.
-No, continúa. Quiero escuchar lo que piensas, lo que todos opináis.
-Mira, comprendo que te sientas herido D'Jok, pero me molesta esa falta de credibilidad en tus compañeros.- él abrió la boca, pero Tia le interrumpió- Déjame hablar. Sabes que puedes contar con nosotros, ¡somos un grupo! Lo que ocurre es que tiendes a responsabilizarte de todo lo que pasa a tu alrededor, cómo si tuvieras que cargar solo con todo tanto dentro como fuera del campo. Tómate un respiro. Deja de intentar competir con todo aquel que se te ponga por delante.
-Yo no compito.
-Sí, lo haces, y en todos los ámbitos, incluso ves a Mei como un trofeo que Sinedd te hubiera arrebatado. ¿Cuántas veces le dijiste a ella que la querías? ¿Cuántas? Sinceramente, D'Jok. Responde.
Se formó un silencio incómodo.
-¿Te molestaste alguna vez en pensar en lo que ella podía sentir?
-Si tenía un problema conmigo, simplemente podría haberlo dicho antes que humillarme de ese modo.
-¡Ese es el problema precisamente! Siempre eres tú, tú y tú, el centro del universo. Lo único que te importa es que no se dañe tu estúpido orgullo.
-Entonces yo soy el problema, Mei se larga sin dejar rastro, nos traiciona, se cambia al bando contrario, pero a tus ojos el malo siempre soy yo.
-No he dicho eso.
-Pero lo piensas. Siempre has pensado eso de mí.- exclamó D'Jok levantándose bruscamente. Apartó la silla de un golpe. Respiraba agitadamente y la rabia le coloreaba los ojos y le impregnaba la voz - Pero por favor, abre los ojos antes de juzgar a nadie. Tú fuiste la que se comportó como un alma en pena, vagando desconsolada y pensando que nada ni nadie era lo suficientemente bueno para llenar el hueco que Rocket había dejado en tu vida. No te dejabas ayudar por nadie, ni mucho menos por mí. Jamás he podido entender como era posible que me odiaras tanto.
-Yo no te odiaba.
-No lo parecía.
-Sólo era despecho. Casi parecía satisfacerte el hecho de que se largara. Tú estabas deseando sustituirle…
-¿Te estás escuchando? ¡Yo me desviví por ayudarte a encontrarle!- prorrumpió- Por supuesto que Rocket nunca me había gustado, pero lo importante era cómo afectara al equipo. Cómo te afectara a tí.
Él la miró con amargura y se apoyó en la barandilla a observar las estrellas. La camiseta de manga corta dejaba ver los músculos de los brazos contraídos.
-Hay tantas cosas que eres incapaz de ver.-murmuró –Pero algún día te darás cuenta de yo lo habría dado todo por tí.
Ella abrió la boca realmente desconcertada, con un nudo en el estómago ante esa confesión que no sabía como entender exactamente. Jamás pensó que un chico como él –era D'Jok, maldita sea- podría llegar a conmoverla tanto.
Tia se levantó y se acercó lentamente, dudosa. Con miedo de romper ese ambiente extraño y cómplice que casi le asustaba.
-Me equivoqué contigo, D'Jok; ambos lo hicimos. Ahora sé lo equivocada que he estado todos estos años y no hay día que no me arrepienta de ello. Tú siempre has intentado ayudarme, como aquella vez que viniste a buscarle en plena tormenta de nieve por mí, o trataste de convencerle de que no se marchara esta vez, a pesar de lo mucho que te desagradaba. Te debemos tanto… No quiero tener que deberte nada. Y si estoy aquí es porque deseo ayudarte.
Le depositó la mano sobre un hombro tenso como el acero.
A D'Jok le llegaron tan hondo sus palabras, que no supo que responder exactamente. Querría decirle que ella no le debía nada, que lo volvería a hacer si fuera necesario, pero no era nada bueno en esas cosas, por lo que de momento decidió irse por la tangente.
-Vaya forma de ayudarme, llamándome cerdo ególatra y competitivo con problemas serios de confianza.
Tia suspiró.
-Deja de hacerte la víctima.
-Le dijo la sartén al cazo...
D'Jok la miró de reojo con esa nota burlona, de humor oscuro y afilado que raramente desaparecía de su voz. Tia frunció el entrecejo, pegándole flojito en el brazo.
-Te digo eso porque me importas. No te mereces pasar por algo así.
-Yo creo que sí que me lo merezco. Debe ser el karma. Cuando se es tan cabrón no se puede esperar que la fortuna te sonría siempre.
-Tú no eres un cabrón. Solo un poquito gilipoyas a veces- Tia le sonrió y D'Jok la fulminó con la mirada en broma, antes de darse la vuelta, apoyado en los codos, y reír irónicamente.
-Parecemos los protagonistas de una telenovela barata. Un par de solterones amargados que se dedican a psicoanalizarse. Nunca pensé que me sentiría tan… Fracasado.
-Fracasado no es el que lo intentó y perdió, D'Jok. Fracasado es el que no lo intentó por miedo a perder.- Tia se apoyó a su lado.
Permanecieron en silencio unos instantes. D'Jok giró el cuello un poco hacia ella, pero no le dijo nada. Había tantas cosas que le gustaría decirle, y preguntas que jamás se habría atrevido a formular. Finalmente se decidió a hablar, aprovechando el aire de camaradería, de confidencialidad. Algo que jamás había tenido con nadie más allá de su padre y de su mejor amigo.
-Yo nunca le he odiado, Tia, quiero que lo sepas. Jamás podría haberlo hecho, porque te salvó la vida.
Tia le sonrió, pero era una sonrisa triste.
-Tú también me has salvado la vida, aunque a tu manera y sin darte cuenta. Tienes un modo peculiar de hacer las cosas, y de querer a la gente.
D´Jok sacudió la cabeza. Ella parecía comprenderle mejor que él mismo a pesar de no haber tenido nunca una gran confianza. Esa noche parecían haberse concedido una especie de tregua, un pacto para confesarlo todo y aclarar las cosas.
Dibujó círculos con el índice en la superficie de metal mientras la chica contemplaba el firmamento.
-Tia.
-¿Ajá?
-Me alegro de que esta vez hayas llevado tan bien lo de Rocket. Debe haber sido duro, y he de confesar que cuando nos lo anunció pensé que volverías a hundirte y a revolver media galaxia para ir en su busca. Pero me hace feliz ver que lo superas, de lo contrario, créeme que no habría dudado en ir y traerle a rastras después de haberle partido todos los huesos del cuerpo.
Tia se echó a reír.
-Hubiera estado bien. Pero escucha, en cualquier caso, esta vez todo era muy distinto. Él ya había tomado una decisión sin ser forzado por las circunstancias, y no había nada que yo pudiera hacer para cambiarlo, pues ya había jugado todas mis cartas. Me costó ver que esta vez yo no tenía la culpa de nada. Soy humana. Me caí una vez, pero ya me levanté. Me equivoco y aprendo; me han herido, pero estoy viva. - bajó la mirada y un mechón resbaló por su frente.
-¿Cuándo te has vuelto tan sabia?
-Has estado algo ciego últimamente.
-Llevo ciego toda mi vida. Empiezo a apreciarlo.-murmuró con voz ronca.
D'Jok le apartó el mechón de la frente y lo devolvió a su sitio
Tia tragó saliva. Él dejó la mano contra la barbilla de la chica, que notó como se le encogía el estómago. Su cuerpo grande e imponente desprendía un calor animal y un olor a algo intenso, varonil. Profundo como el mar.
Y Tia no pudo resistirse. Lentamente se acercó y apoyó la cabeza en su pecho, sintiendo su fuerte latido. D'Jok cerró los ojos y la rodeó entre sus brazos.
Ninguno se movió durante un largo lapso de tiempo.
Hasta que, repentinamente, llamaron a la puerta.
Ambos saliron del trance y pestañearon, sorpendidos. Se retiraron poco a poco. Algo se rompió en el preciso momento en el que dejaron de tocarse.
La voz de Micro-ice les llegó desde el pasillo.
-¡D'Jok! ¿Estás ahí? ¡Tío, abre!¡Me he vuelto a dejar la llave!
Se miraron algo cortados, hasta que ella hizo una señal con la cabeza. El pelirrojo caminó hacia la puerta y abrió, encontrándose a su compañero con expresión de disculpa y preparado para recibir la bronca.
-Antes de que digas nada, lo siento, te juro que es la úl… ¿Tia?
Micro-ice reparó en la chica, de pie un poco más atrás que D'Jok.
-Hola Micro-ice.
-¿Qué haces…?
-Me dejé la chaqueta abajo y ella me la ha traído.
Tia asintió.
-Sí, pero ya me iba. ¿Os lo habéis pasado bien?- le preguntó amablemente.
-¡Oh, sí, tendríais que haber venidol! Echaron uno de esos especiales de humor y el tonto de Mark trató de imitarles, así que se le calló la bebida encima delante de Yuki…
La rubia rió.
-Genial. Yo me voy, mañana os veo, ¿vale?.- se despidió Tia.
-Hasta mañana, Tia, que descanses.-exclamó Micro-ice.
D'Jok cerró la puerta y apoyó la frente contra la fría superficie de metal.
-Buenas noches. Te veo en mis sueños.-susurró.
Micro-ice le miró, sacándose la camiseta.
-¿Has dicho algo?
El pelirrojo sacudió la cabeza y se tumbó boca arriba en su cama.
-Absolutamente nada. Ah, y una cosa más, Micro-ice.- lanzó un almohadón que colisionó en la cara de su amigo- La próxima vez, duermes en la calle.
