Hace ocho años, dos hermanos consiguieron lo que nadie había hecho antes: acabar con el creador del mal, "Father", y devolver la paz que los habitantes de Amestris tanto anhelaban.
-¿Habéis visto el correo?- Alphonse y May entraron a la casa con el cartel "Automail Rockbell" sin llamar, como era habitual.- ¡Hay una carta de Mustang!
-¿Qué?- Winry se secó las manos después de fregar y fue hasta ellos.- ¡Guau! ¡Llevamos casi dos años sin verles!
-Normal, el ser Führer implica tener siempre mucho trabajo. Vamos a leerla. ¡Hermano, ven!
Edward le dio la llave inglesa de juguete al pequeño Taylor y fue a verla. Leyó detenidamente lo que ponía:
"Nos complace invitarles a usted y a su familia a la cena de reencuentro para los amigos del señor Mustang, Führer de Amestris. La cena tendrá lugar el día 11 de octubre a las 20:00 en la mansión de su excelencia, situada en Ciudad Central. Se le dará alojamiento en caso de que no viva en Central. Esperamos su asistencia.
Roy y Riza Mustang. 2 de Octubre de 1923."
Cuando terminó, se cruzó de brazos y sonrió.
-Será cabrón… Sabe perfectamente el día de mi cumpleaños y va y monta una cena el mismo día.
-¿Qué pasa, papi?- Preguntó Taylor, todavía con la llave inglesa que su padre le había tallado en madera.
Winry le cogió en brazos y le preguntó:
-¿Te acuerdas de Jack y Selim?
-¡Sí! ¿Vamos a ir a jugar con ellos?
De repente se oyó un llanto que venía de arriba, señal de que Amy se había despertado.
-No os preocupéis, voy yo- dijo May, y subió corriendo.
Ed, Al y Winry se sentaron en torno a la mesa para pensar los preparativos. A los dos o tres minutos May bajó con la pequeña Amy en brazos y se sentó con ellos. Mientras hablaba y escuchaba, le hacía cosquillas y escuchaba los disparates de Taylor. Winry les miró y le dijo a la joven Chang:
-Se te dan bien los niños.
-Oh, ¡me encantan!
-¿Y no has pensado en tener unos propios?
Instantáneamente Al y May se sonrojaron y miraron hacia otro lado. La cara de Alphonse se volvió totalmente roja y Edward empezó a reírse como loco.
Una semana después…
Edward miraba al esmoquin que había sobre la cama igual que miraría a su peor enemigo. Odiaba tener que arreglarse de forma estúpida y parecerse a Shiao May. Al menos la maldita pajarita y la horrible chaqueta sólo tendría que llevarlas en la cena y no en el viaje. Odiaba esa chaqueta y su asquerosa cola de pingüino. Sin pensarlo, chocó las manos y las puso rápidamente sobre su chaqueta. La puerta del baño se abrió y Winry salió ya preparada.
-A veces se me olvida que el alquimista de acero ya no es lo que era.- Dijo él sonriendo de forma melancólica.
-No necesitas la alquimia para hacerme la persona más feliz del mundo...- Le contestó Winry. Acto seguido se le sonrojaron las mejillas.- ¿Qué… qué te parece mi vestido?
Winry llevaba un vestido recogido al cuello del color del atardecer, largo hasta los pies. Su pelo rubio platino se recogía de una hermosa forma, pero llevaba los pendientes de siempre, que tenía gracias a Riza, aquellos que Ed le compró.
-Que se quiten todas las princesas de este mundo si estás tú. Es precioso. ¡Pero mi esmoquin es horrible!
-¡No es para tanto! ¿Quieres… que te haga la trenza?
-No he vuelto a hacérmela desde aquel día. Adelante.
Se sentó en la cama y Winry le trenzó el pelo, arrodillada tras él. Cuando acabó hizo lo que siempre había deseado hacer cada vez que le arreglaba su brazo metálico. Rodeó su cuello con los brazos y apoyó la cabeza en su hombro. Edward sonrió y acarició su cara. De repente se abrió la puerta y Amy entró llorando.
-¡Taylod me ha pegado con la llave ingleza! ¡Me duele! ¡Buaaaa!
Su hermano entró por detrás y se defendió:
-¡No quería jugar conmigo!
-¡Yo quedía jugad a loz alquimiztaz!
-Taylor, eso está muy mal- le regañó Edward.- Pídele perdón a tu hermana. ¡No está bien pelearse!
-¡Pero tú también te peleas a veces con el tito Al!
-Eh… bueno… sí, pero luego nos perdonamos.
Winry cogió a su hijo y lo sentó sobre su regazo.
-Si supieras lo que sería capaz papá de hacer por su hermano…
