Capitulo 1: En el que una poderosa magia se hace presente.

Sophie Hatter, la mayor de tres hermanas, había hallado su fortuna, y vaya que era fortuna. Viviendo en un castillo ambulante al lado de Howl, su querido mago. La paz reinaba nuevamente en el reino de Ingary. Después de haber sido una anciana, Sophie se sentía con más energía que nunca, realmente no podía creer que hubieran transcurrido, ya, tres meses desde que la Bruja del Páramo había muerto.

Como una mañana cualquiera, Sophie, recogía flores en el Paramo, un terreno lleno de flores que Howl le había dado. Caminaba acompañada del útil y flotante invento de Michael, una tina llena de agua en donde colocar las flores. Recogía todos los ejemplares que podía para la floristería. Las acomodaba en masetas y las colocaba en las estanterías de la tienda, dedicándoles algunas dulces palabras para que estas no se marchitaran. Mientras acomodaba cestos y movía trastos, se encontró varios tulipanes descansando dentro de dos raros contenedores, que llamaron la atención de Sophie, eran las botas de siete leguas de Howl, haberlas encontrado llevo a Sophie a aquellos los días en la tienda se sombreros, que en aquel tiempo, eran sus únicos amigos, y en el que nadie podía comprar un sombrero sin chismorrear. Se enteraba de cosas tales como que la esposa del alcalde había sido vista hablando con hombres indeseables, que alguna mujer se había fugado con un conde, y en ese entonces, que el castillo de Howl se había trasladado al Páramo cerca de los acantilados o que se había comido el corazón de alguna chica. Rumores que Sophie ahora sabia no eran ciertos. Howl, el joven mago ahora dueño de su corazón, no sería capaz de una atrocidad como esa, era un hombre sumamente apuesto y vanidoso, que solo solía cortejar a las damas para luego romperles el corazón.

Howl se comportaba de una manera muy atenta para con ella, ya no salía tan seguido del castillo. A veces se sentaba frente al fuego a lado de Sophie mientras remendaba alguna prenda de Michael. Sophie cocía botones, daba una puntada tras otras y Howl solo la contemplaba, le encantaba mirar a aquella chica que tanto amaba. A veces la sorprendía tomándole la mano, haciéndola detener su costura.

-Sophie, creo que trabajas demasiado.- dijo el mago en una ocasión.-para ya, cariño-.

- pero… si no lo hiciera, ¡esto sería un pocilga! - contestaba Sophie y Howl solo se limitaba a abrazarla tiernamente.

Cuando Sophie por fin dejo de recordar, dejo todas las flores en su lugar y regreso al castillo a servir el desayuno, dejando las botas tal y como estaban.

Michael estaba ya sentado en la mesa con un libro en la mano, rodeado de extraños frascos y bolsas con polvos con una etiqueta para identificarlos, tomaba hiervas, polvos y líquidos de todo tipo provenientes de los frascos, murmurando palabras, ilegibles, en un extraño idioma.

¡Buenos días Sophie!- grito Howl bajando por la escalera. Se acerco a ella y le paso un mechón de pelo rojo dorado detrás da la oreja, lo que a Sophie le provocó un escalofrió lleno de electricidad que recorrió todo su cuerpo.

-Buenos días, Howl- dijo Sophie con las mejillas encendidas.

-déjame ayudarte con eso- dijo Howl tomando la sartén de la mano de Sophie.

Después de tomar el desayuno, Howl se dirigió al baño gritando.

-¡necesito agua caliente Cálcifer!- y desapareció en el baño.

-¡Derrochador irresponsable y flojo!, soy el único que trabaja aquí- chillo Cálcifer desde la chimenea, mientras devoraba las cascaras de huevo que Sophie le había dado.- después de romper el contrato no sé porque sigo haciendo esto.

Sophie cambio el letrero de la florería de "abierto" a "cerrado". Veía a todo tipo de gente congregarse a través de la ventana, algunos a la espera de que Sophie abriera, había damas con todo tipo de vestidos brillantes y caballeros que entraban algo nerviosos pero muy elegantes. Sophie los atendió a todos y cada uno de ellos hasta que llego la hora de su descanso, momento en el que regresaba al castillo a sentarse frente el juego con Cálcifer a charlar, para que este no se aburriera mientras Howl seguía en el baño.

Para su sorpresa Howl la esperaba sentado, no tenía el mismo aspecto de siempre, no se había teñido el pelo tan esmeradamente como siempre, no había usado la mayoría de las cremas del baño y desprendía un ligero olor a menta. Usaba el traje azul y plata que una vez pinto de negro para asistir al funeral de su antigua tutora La Señora Pentstemmon.

-¿Donde está Michael? - pregunto Sophie

-Fue a ver a Martha- contesto Cálcifer.

- ¿Howl, no vas a salir?- pregunto Sophie dirigiéndose al joven Mago, era raro verlo así, así que no podía pensar en otra cosa más que en su aspecto Sophie recordó lo que habían dicho Cálcifer y Michael cuando Howl cortejaba a Lettie , cuándo Sophie llegó a pensar que podría haberse enamorado realmente de su hermana.

-¿se demoro menos de una hora en el baño esta mañana?- peguntó Michael aquel día.

- tardo dos horas- replico Cálcifer.

-Ahí lo tienes- había dicho Michael.- el día en el que Howl se olvide de hacer eso sabrás que realmente esta enmarado.

Sophie no pudo reprimir una sonrisa de felicidad al recordar esas palabras.

-Oh no, Sophie, quizá más tarde.- contesto Howl poniéndose en pie para ir en busca de Sophie.

- ¡hola a todos!, eh traído un pastel de Cesari de parte de Lettie…- chillo Michael desde el marco de la puerta, deteniéndose al ver a Howl y a Sophie tomados de la mano. Se rasco detrás de la cabeza avergonzado.

Al ver esto, Sophie, llevó al joven mago, que ahora llevaba el pelo negro, del color del barro, a la mesa, e invito al aprendiz de mago a acompañarlos.

-Bien probemos un pedazo- los animo Sophie. Y todos comieron.

- ¡eh! Yo también quiero.- refunfuño Cálcifer molesto desde la chimenea. Sophie le llevo un pedazo, que Cálcifer no tardo en devorar.

-discúlpenme un momento- dijo Howl levantándose de la mesa.

-¿Howl…?-

- ahora vuelvo Sophie, no te preocupes, no es nada, solo debo ver algo.-la tranquilizo Howl mientras subía.

La chica levanto los platos que sabia tenía que lavar.

-¿Has visto a Howl?, ¿Es por Sophie, verdad?- susurro Michael para que Sophie no pudiera oírlo.

- no ah tardado más de quince minutos en el baño, me parece que esta…- pero Sophie interrumpió.

-¿Qué tanto murmullan ustedes dos?- curioseo Sophie.

- na.. .Nada, Sophie- tartamudeó Michael con las orejas rojas.

Sophie regreso a la floristería, que se lleno de gente mas rápido de lo que podía esperar, entre las mujeres que charlaban y escogían flores le pareció ver que una de ellas, rubia y alta la observaba, en un instante de distracción, la mujer había desaparecido. Decidió no prestarle atención, no era raro que alguien la observara de esa forma.

Cerró la tienda, coloco una parte del dinero de ese día debajo de una maseta con rosas, o Howl se lo gastaría, y llevó lo demás al castillo.

Cuando entro, Howl se hallaba bajando las escaleras.

-Sophie te gustaría…- el Mago se detuvo en el último escalón y se puso pálido, cayó de rodillas. El estrepito hizo que Michael, quién trataba de realizar un conjuro en la mesa se sobresaltara. Sophie corrió hacia él, lo miró. Tenía los ojos en blanco.

Tenía los ojos muy abiertos y reaccionó ante la presencia de una poderosa magia.

Se puso en pie con la ayuda de Sophie y Michael, los miro, primero a ellos y después al demonio que reposaba en la chimenea, con cara de angustia y una pizca de temor, estaba lívido.

Era el tipo de magia que meses antes lo habían perseguido en forma de una maldición, sin embargo era más fuerte, más extraña. No era la misma magia de la Bruja del Páramo.

Aun no estaba seguro, quizá podría detener el efecto y escapar de ella.

El Mago respiro profundo y se tranquilizo, no les diría nada, no por ahora. Así, ellos estarían a salvo, su amada Sophie estaría a salvo.