Disclaimer: Resident Evil no es mío. Lo sé, no soy la única que sufre al decir esto.


Umbrella


Helena no tiene ni una sola opinión sobre la lluvia. Siempre ha sido algo circunstancial para ella. Nunca ha tenido tiempo para quejarse del clima con un paraguas sobre su cabeza como todos los demás. Es agente. No puede pensar en sí misma, debe pensar en la misión.

Así que cuando sale de la cafetería se limita a fruncir el ceño, resignándose de inmediato a que las desagradables y frías gotas le caigan encima.

— No traje paraguas... —Murmura y la voz se le apaga.

— Yo traje uno. —Leon sonríe, sacudiendo su paraguas con orgullo. — ¿Qué pasa? ¿No vas a acercarte?

A Helena le parece una tontería que le coquetee, pero aún así las mejillas se le colorean y, con los ojos puestos en los labios ajenos, reduce la distancia entre ellos.

Desde el incidente en China, los paraguas le parecen de mal gusto. Umbrella le parece de muy mal gusto. Prefiere enfocarse en su acompañante que en la forma del objeto que usan para cubrirse. Después de todo, no le invitó un café únicamente para recordar viejos tiempos y conversar sobre catástrofes biológicas.

Leon inclina ligeramente el paraguas y se ríe.

— Me gusta la lluvia. —Admite él. Más que nada porque puede estar cerca de Helena.

Tras un momento de vacilación, la castaña deja escurrir sus dudas por los bordes del paraguas y presiona sus labios sobre los de Leon.

Se empapan con cariño.